La desamortización de Madoz de 1855 supuso la mayor deforestación que ha sufrido nuestra península en toda su historia. Millones de hectáreas de bosques comunales fueron expropiados por el Estado a sus legítimos propietarios que los cuidaban y mimaban desde siglos atrás, los concejos abiertos, y vendidos a funcionarios, nobles y hombres de dinero que se lanzaron a talarlos para sacar el máximo beneficio en el menor tiempo posible.
La característica peculiar del suroccidente europeo es que la nobleza nunca tuvo la propiedad de las tierras sino que sólo mantenía la jurisdicción, y sólo en parte del territorio, y esto le permitía cobrar el diezmo y poco más. La revolución liberal española convirtió muchas de esas jurisdicciones nobiliarias en propiedad privada absoluta a través de la expropiación de las propiedades concejiles. Antes de seguir se ha de dejar claro que la teoría del feudalismo es falsa para el caso ibérico. Aquí existió un sistema de doble poder: señorial-monárquico-estatal y un robusto poder concejil popular. Ambos convivieron en conflicto abierto durante siglos hasta que el primero terminó arrasando al segundo definitivamente a finales del siglo XX.
Muy esclarecedora es la carta de la condesa de Villalea en la que pleitea por un monte que codicia perteneciente al concejo de Albacete en 1856 con motivo de la Desamortización (es forzoso recordar que salvo un pequeño coto, Albacete no tenía ningún monte de propiedad privada desde el siglo XIII, Albacete fue plenamente comunal hasta el XIX). Esta carta sirve de ejemplo para toda la península e islas. Si en Albacete el comunal/concejil/vecinal era tan extenso y presente nos podemos hacer una idea de lo que ha sido Asturias.
Dice esta señora noble y liberal:
“Sobre estos terrenos, marcados ya con el sello sagrado de la propiedad… por fin, el siglo diecinueve trayendo en sus entrañas el germen de la revolución universal… La propiedad es arrancada de manos muertas [término liberal para referirse a la propiedad vecinal/concejil], para lanzarla a la vida activa… De las Cortes de Cádiz vemos salir los memorables decretos restablecidos… declarando cerradas y acotadas perpetuamente las dehesas, heredades y demás tierras. Quedan abolidas las ordenanzas [concejiles] de montes… y los dueños quedamos en libertad de cortar sus árboles y vender sus maderas”[1].
En Asturias la resistencia fue feroz desde el principio. El comunal en Asturias estaba muy arraigado en las conciencias de la gente común de la ruralidad.
Nuestra última guerra civil tiene mucho que ver con la insurrección campesina que se vive desde 1930 a 1936[2] en defensa del comunal. El ejército se ve obligado a intervenir para frenar las luchas campesinas y someter a la ruralidad, ante la evidencia de que la República no podía contenerlas. Un mes antes de que empiece la guerra, el parlamento español en Madrid recibe 9.000 demandas de devolución de comunal de la mayor parte de los pueblos de lo que llaman España.
Una vez que la última resistencia asturiana es derrotada en la Sierra de Cuera, al norte de los Picos de Europa, continúan por parte del Estado, a partir de 1940, las expropiaciones de comunal.
Los Picos de Europa y sus alrededores son una enorme fortaleza natural que llega hasta la costa. Allí resistieron en 1937 gentes del pueblo lideradas por el anarquista Higinio Carrocera durante semanas con poco más de 6000 hombres frente a 40.000. Durante semanas los 40.000 hombres conformados por requetés, falangistas, regulares y legionarios, fueron incapaces de someter a los 6000 hombres, que en pocos días quedan reducidos a 1.734. Estos pocos miles de heroicos resistentes fueron, además, bombardeados a diario por la aviación alemana nazi de la Legión Cóndor con sus cazas y sus Heikel 46. Realmente esta batalla final de la conquista asturiana tuvo muchos parecidos con la batalla de las Termópilas entre los espartanos y el ejército asiático de Jerjes
La resistencia fue tan tenaz y los esfuerzos franquistas tan enormes que, una vez acabada la guerra, la conclusión fue clara: hay que ir vaciando poco a poco las sierras asturianas de campesinos y pastores para que nunca más vuelva a pasar algo así. El Estado tiene la necesidad imperiosa de ir vaciando la ruralidad asturiana por su propia seguridad a largo plazo. Hay que tener en cuenta que el maquis estuvo activo hasta 1956 y que el maquis fue campesino.
La política de despoblación forzosa de las zonas rurales asturianas ya se había empezado años atrás con las leyes de Montes de Marina y con la Desamortización de Madoz, además de con el Parque Nacional de Picos de Europa que con el pretexto medioambiental impulsó una política de expulsión de pastores y campesinos.
El franquismo hizo una política de fortalecimiento y extensión de los Parques Nacionales y fue usando cada vez más el pretexto conservacionista para potenciar la despoblación (los pantanos, las plantaciones de pinos y eucalíptos, la industria, la persecución de las cabras, las nuevas normativas veterinarias, sanitarias y de papeleo brutal, la represión, el caciquismo, la radio, la escuela, el autoodio, el borrado de la historia, la progresía… fueron también factores claves en la despoblación).
El parlamentarismo consolidó estas políticas de “protección mediomabiental” despobladoras y las extendió con la llamada Red Natura 2000: la invasión de guardas forestales, guardias civiles y funcionarios de todo pelaje, además de la prohibición completa de la tradicional autodefensa rural frente a los ataques de los depredadores como el lobo y el oso han terminado de arrasar las cabañas de ganado menor asturianas en muchas zonas.
En 1976 el Estado tuvo en su poder un minucioso estudio sociológico sobre la resistencia rural a las expropiaciones del comunal y a las siembras de los monocultivos forestales de pinos y eucaliptos que se mantuvieron en pleno franquismo. Era un informe de 142 páginas elaborado por la Sociedad Asturiana de Estudios e Investigación Económica (Sedai) encargado por el Instituto de Conservación de la Naturaleza (Icona). Antes de hablar de este importante informe del Sedai tenemos que pararnos un momento a explicar qué es el Icona y de donde venía. Es decir, antes de nada, tenemos que hacer una reflexión de lo significa la existencia del Estado y lo que representa.
El Icona y el Estado
El Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) lo fundó el ministro de agricultura, una de las personas más íntimas del Caudillo de España. Caudillo al que también se le llamará “Generalísimo”, “Semidios inasequible”, “Suma, compendio y síntesis de la raza”, “Hombre consubstancial con la patria”, “San Jorge de España”, “Campeón de la Causa de la Justicia y la Paz de Europa”, “Nuestro héroe mitológico”, “El invicto Jefe”, “Líder de la Cruzada de Salvación”, “Apóstol de los rebeldes”, “Vuestra Excelencia el César”, “Iluminado por Dios”, “Franco el Fuerte”, “Franco el Generoso”, “El designado por la Mano de la Providencia”….
El ministro de agricultura era Tomás Allende (1920-1987), hijo y nieto de una de las mayores fortunas de Europa. Su familia pertenecía a los industriales carboníferos de León y Asturias. Los Allende serán cofinanciadores y activos partícipes de la sangrienta represión de la Revolución Asturiana o, la también llamada, Comuna Asturiana de 1934.
El mismo Franco liderará a los Regulares y a la Legión que asesinarán a 4.000 campesinos y mineros asturianos. Las fuerzas coloniales de legionarios y regulares se caracterizaron por una extrema brutalidad: aparte de los miles de asesinados se extendieron con rapidez las torturas y las violaciones. No se trataba de casos de indisciplina aislados, sino de comportamientos tolerados y estimulados por los mandos militares.
El jefe de las tropas del Ejército de África, el general Yagüe (1891-1952), se ganó el apelativo de “la hiena de Asturias”. Yagüe insistió, como ninguno, en la necesidad de dar un escarmiento inolvidable a los asturianos, aseguraba que “mi experiencia militar me ha enseñado que vencer a un enemigo es completamente inútil si no se le ha quebrantado la moral”. Los presos, los niños y las mujeres fueron utilizados como escudos humanos para proteger el avance de las tropas. Las violaciones se dieron en gran cantidad con las mujeres e hijas de los mineros y campesinos.
El oficial y Guardia Civil Lisardo Doval (1888-1975) se hizo notorio por sus horrendos abusos contra los presos a los que humillaba hasta el delirio sistemáticamente. Desde aquí, y haciendo un inciso, pedimos enérgicamente la abolición de la Guardia Civil de una maldita vez y llamamos, hoy 30 de agosto de 2021, a relanzar la lucha contra este endiablado cuerpo medio militar medio civil que tanto daño a hecho a nuestra ruralidad y a nuestras libertades. Que se extienda el Alde Hemendik (fuera de aquí) vasco-navarro a toda la península e isla.
En las Cortes, el líder de la totalitaria Renovación Española Calvo Sotelo (1893-1936) animó a los militares a cometer los asesinatos de asturianos argumentando que “los cuarenta mil fusilamientos de la Comuna de París de 1871 aseguraron setenta años de paz”.
Unos meses más tarde, un eufórico Calvo Sotelo, atizaba el levantamiento militar diciendo desde las Cortes: “La fuerza del Estado y la transformación de las virtudes militares, obediencia, disciplina y jerarquía a la sociedad misma para que ellas desalojen los fermentos malsanos… Por eso invoco al Ejército”.
Renovación Española terminaría integrándose en la Falange Española y de las JONS.
Para agradecer a Calvo Sotelo que azuzara a la matanza de las gentes populares de la Asturias rural y agradecerle también los innumerables e inestimables servicios que realizó al Estado[3], se le construyó al llamado protomártir de la Cruzada un enorme monumento en forma de obelisco que hoy, en 2021, podemos ver en el centro de Madrid, en la Plaza de Castilla al final de la Avenida del Generalísimo, hoy Paseo de la Castellana.
De recibo es indicar que el obelisco a Calvo Sotelo se encuentra justo al lado de otro megamonumento de noventa y dos metros de altura, y de cobre, dedicado al negocio bancario y al capitalismo financiero que ha costado catorce millones de euros.
Es un enorme obelisco con tres pies de acero, de cincuenta toneladas cada uno, con unos motores en su base que le hacen girar para dar la apariencia de una ascensión sin fin; que es la ascensión que desean para sí el Estado y los negocios patrios; esto es, un ansia de riquezas y poder sin fin, sin límites, sin fronteras, más allá del bien y del mal, más allá, incluso de las leyes físicas (como simbolizan las torres inclinadas Kio, que tienen los dos obeliscos mencionados a los lados, retando a la gravedad y transmitiendo la idea de “somos como Dios”).
El obelisco de cobre, monumento al Dinero donde los haya, paró de dar vueltas a los tres meses de la inauguración por parte del Rey porque hacerlo girar cuesta trescientos mil euros anuales. Estaba previsto que lo pagara el pueblo con sus impuestos pero, ante las protestas, a nuestros gobernantes les pareció un coste mediático demasiado elevado. A pesar de ello, solamente la conservación, el mantenimiento, la limpieza y la vigilancia de este cacharro asqueroso cuesta ciento cincuenta mil euros anuales sí o sí, que las gentes populares pagan con su trabajo para mayor gloria de la banca y del Estado.
Es todo ello un gran homenaje a la voluntad de poder desatada. En Madrid, la metrópoli imperial. Representa un mensaje veraz sobre el significado preciso del alma del Estado y lo que el general Jorge Vigón llamará “el espíritu militar español”.
Domesticar a la ruralidad
Este fuertísimo estatalismo de nuestra élite será alimentado por personas como Johann Heinrich Cotta (1763-1844), gran maestro y profeta histórico de los forestales españoles: “Las gentes rurales no están capacitadas para la libre administración de los montes. Sólo el Estado tiene la vida, el interés y los medios para criar, conservar y aprovechar el monte alto”.
El doctor y profesor de Historia del Derecho de la Complutense, Emilio de la Cruz Aguilar nacido en 1936, en su buenísimo libro La destrucción de los montes (claves histórico-jurídicas) dice que “la aspiración de los forestales ha sido siempre vaciar las sierras de personas”.
Produce escalofríos leer al ferviente franquista Guillermo Muñoz Goyanes, Doctor Ingeniero de Montes, en Tres siglos de Guardería donde el objetivo de esta es apoyar la expropiación del comunal y la despoblación forzosa de los montes para “proteger” los bosques. Goyanes entra en éxtasis cuando se pone a hablar de la Real Ordenanza del 29 de enero de 1784 que creó la Compañía de Fusileros Guarda-Bosques Reales a propuesta del marqués de Grimaldi. Para él, la protección medioambiental del bosque se mezcla con la defensa de las necesidades de madera que tenía el Ejército. Es decir, que una de las funciones de los primeros guardas forestales fue proteger los bosques expropiados por el Estado a sus legítimos propietarios (los concejos) para que pudieran ser deforestados. Leyéndole se llega al esperpento de considerar la deforestación masiva realizada por el Estado como “protección medioambiental”. Hasta aquí llega la enajenación mental de aquellos que adoran al Estado por encima de todas las cosas. El izquierdismo progre el primero.
Este mismo ingeniero en su libro de 1967 “Parque Nacional de la Montaña de Covadonga” se explayará en su odio contra los pastores. Una muestra textual dice:
“Por iniciativa del Consejo de Pesca Continental, Caza y Parques Nacionales se pretende eliminar totalmente la presencia de ganado dentro del Parque… Una acertada política sobre el Parque Nacional de Covadonga [Picos de Europa] consistirá en dejarlo libre, con el tiempo, de toda clase de pastoreo”.[4]
Heredero de este pensamiento jacobino será el ingeniero forestal alemán Erich Bauer autor de Los montes de España en su historia. Bauer hace un canto al despotismo estatal, y entre otras muchas cosas, alaba la política franquista de plantación forzosa de pinos. Su libro es elevado por el izquierdismo más estatolátrico a la categoría de Biblia.[5]
Radio Nacional de España desde sus inicios en el año 1939, dejará claro la ideología que vertebra al Estado con la siguiente frase: “Atrás la chusma, que va a pasar España”.[6]
España será el Estado y el Estado será España. Por eso, a la gente del pueblo le ha costado tantos años identificarse con la idea de España, y les sigue costando por suerte. Se han necesitado toneladas de propaganda e ingeniería social para conseguir que una parte significativa de la gente común comulgue con estas horribles ruedas de molino.
Ya entrado el siglo XXI esto está en aras de cambiar definitivamente a golpe de etnocidio, propaganda, aculturación y adoctrinamiento. La centenaria estrategia liberal/estatal de fusionar pueblo y Estado, moldear las almas y nacionalizar las mentes y los corazones está muy avanzada. Es la izquierda la que más ha trabajado por este ideal al sostener la consigna de “el Estado somos todos.” Está casi a punto de cumplirse por fin lo que el ministro Quintana señaló en 1813 mientras fundaba la educación estatal obligatoria: el principal objetivo de la instrucción obligatoria es “hacer que el pueblo termine pensando como el Estado”.[7] La PAC o Política Agraria Comunitaria ha tenido mucho que ver en que la ruralidad asturiana e ibérica en general haya sido apaciguada. Nada tienen un efecto más corruptor y destructivo para la comunidad que el dinero, que la monetarización de la vida.
El militante más destacado de Renovación Española y la principal figura de Acción Española, es el político e intelectual Ramiro de Maeztu (I Conde de Maeztu). Éste nos dejaba meridianamente claro cual es el alfa y el omega del ser estatal diciendo: “¡Viva la fuerza! A los que lloran, puñetazos en los ojos!”.[8]
La obra de Maeztu El sentido reverencial del dinero expresa con claridad la loa a la voluntad de Poder y al ansia de riqueza que es el verdadero sentido de la élite española.
“El jefe falangista Ernesto Giménez Caballero, en su extensa obra El dinero y España vincula la salvación política y la emergencia de España como creadora del Imperio al desarrollo económico, la conversión de lo monetario en la esencia misma de la persona, la tecnología y el desarrollo sin trabas del régimen capitalista… Tanto Caballero como Ramiro de Maeztu expresan el estado de desesperación a que habían llegado las clases altas ante el menosprecio por lo monetario que sentía, tenía y practicaba el elemento obrero y popular, particularmente el rural…”[9]
Un ejemplo de la desamortización de Madoz en Asturias.
Pongamos un ejemplo de uno de los miles de comunales expropiados a los concejos abiertos por el Estado: uno de los terrenos más fértiles de Asturias, la rasa costera de Colunga y, en concreto el Monte Lloreu de Luces, con sus ya desaparecidos castañales y pastizales.
“El territorio originalmente comunal compartido por varios pueblos, fue expropiado por la desamortización… En 1851, se hizo una colecta entre todos los vecinos que aportaron dos reales por cada casa. Pero cuando el abogado encargado de representarlos se presentó en Madrid, llegó tarde a la puja (se cree que de forma poco inocente) y un cacique de la región se hizo con el terreno. En 1857 todo este monte, ya privatizado, fue plantado de eucaliptos”[10].
Tras varios cortes del eucaliptal, este mismo terreno, que hoy pertenece al grupo empresarial Masaveu, continúa ocupado con este monocultivo industrial que destruyó los viejos castañares. El grupo Masaveu es actualmente el conglomerado empresarial más importante de Asturias que, como dicen sus propietarios, aspira a la “eternidad” y que curiosamente se dedica sobre todo al cemento y sus derivados. Digo “curiosamente” pues Asturias ha ido convirtiéndose en la Ibiza del norte y la costa ha sido hiperturistificada y cementada.
En este monte expropiado a los vecinos tiránicamente llamado Lloreu de Luces se han lanzado a la construcción de una urbanización con hotel, picadero de caballos, campo de golf, puerto deportivo privado y residencias de lujo.
Repugnante trasvase desde las manos del pueblo a las garras de la aristocracia que deberíamos revertir en un futuro mediante la organización popular y la acción directa.
Masaveu es también la accionista principal de la maderera Agrocortex Madeiras do Brasil que, con sus 190.000 hectáreas en pleno Amazonas, se encarga de talar especies arbóreas de lujo para la exportación, el llamado mogno brasileño.
El informe Sedai encargado por el Icona
El informe Sedai de 1976, del que ya hemos hablado más arriba, sobre la enorme resistencia de la ruralidad asturiana a la continuación de las expropiaciones de comunal y a las plantaciones de monocultivos forestales de pinos y eucaliptos, resultó ser tan comprometedor que el Icona pidió todas las copias del informe y decretó su clasificación como “informe secreto”. Así lo hizo por miedo de que llegara a oídos de la gente rural y alimentara las luchas.
El informe estudiaba las resistencias rurales al Plan Nacional de Repoblaciones de pinos y eucaliptos del Estado que funcionaba desde 1940 y señalaba la defensa feroz que levantó la ruralidad por sus comunales.
El informe señala también la enorme ira social que la abolición de numerosos concejos abiertos supuso. El informe dice que los nuevos alcaldes impuestos por el Estado tras la abolición de los concejos abiertos “no son representantes de los vecinos de cuyas ideas e intereses no han de ser portavoces ante la Administración, sino que el alcalde es el titular de unos intereses [los del Estado] que han de ser defendidos de las inoportunas pretensiones de los vecinos”.
Un millón de hectáreas fueron arrebatas a los campesinos y pastores que se les expulsó literalmente de sus montes y tierras. Técnicos y Guardas del Icona se encargaron directamente, en numerosas ocasiones, de las expulsiones. Por supuesto, ante cualquier contrariedad estaba la Guardia Civil.
El informe cuenta que las plantaciones de pinos en comunales expropiados eran quemadas deliberadamente por la ruralidad asturiana. A veces no se esperaba siquiera a que crecieran los pinos y se arrancaban recién plantados. En 1968, los vecinos de las aldeas de Curries y de Arenas de Beloncio (Piloña), arrancaron en una sola noche 6000 pinos plantados por el Servicio de Repoblación Forestal del Icona en la sierra de Las Grandes Llanas, donde, desde milenios, había sido una zona de pastoreo. Apilaron los pinos y les prendieron fuego. El Estado volvió a sembrar los monocultivos y, esta vez, los vecinos esperaron a que crecieran para unos años después quemarlos todos en sucesivos incendios.
El informe también habla de los vecinos de Ibias que indignados descubrieron que el ayuntamiento había adjudicado los comunales a Patrimonio Forestal del Estado para sembrarlos todos de pinos. Los vecinos tuvieron que sacrificar sus rebaños y abandonar el pastoreo milenario. Los incendios se sucedieron. Hoy, en agosto de 2021, se acaba de sofocar un gran incendio y es zona de riesgo altísimo de fuego.
Otra zona considerada hoy en 2021 como zona de alto riesgo de incendio por el actual Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio del Gobierno del Principado de Asturias es Allande. En este municipio, en la aldea (parroquia) de Bustantigo el Icona sembró miles de hectáreas de pino en el comunal y el informe Sedai señala que provocó fuertes enfrentamientos entre los vecinos y el Estado que dejaron un campesino muerto.
El informe refleja también la resistencia generalizada de los vecinos de Tineo ante la expropiación de su comunal y la siembra masiva de pinos. Tineo siempre fue un municipio altamente pastoril. En el período estudiado por el Sedai se dieron 68 incendios intencionados de los monocultivos forestales impuestos por el Estado. Lo mismo sucedió, por ejemplo, en municipios cercanos a Tineo como Salas.
El informe termina diciendo que “a la luz de los testimonios recogidos, no cabe duda alguna de que el malestar de los vecinos es muy grande; se sienten expoliados de sus bienes… enfrentados a una Administración que es vista como un enemigo”. El Sadei propone ante la ingobernabilidad de la ruralidad “devolver de algún modo la titularidad de los montes a las entidades locales que han sido desposeídas de todos los derechos de gestión y aprovechamiento de sus montes”. El Sedai también remarca que las expropiaciones de comunal y las plantaciones han provocado la despoblación total de numerosas aldeas, además de una catástrofe para la ganadería menor.
Tan sólo entre 1960 y 1980 han ardido 883.532 hectáreas de monocultivos forestales. Los sabotajes a la venta que el Icona realizaba de la leña quemada también fueron numerosos.
Hoy, la Asturias rural ha entrado en barrena y la despoblación se agudizada más y más con la doble pinza del turismo y el conservacionismo. Además, la demografía asturiana es la peor de todas y Asturias se extingue. Leyes de excepción prohíben o impiden de facto el desarrollo del sector primario familiar, casero, pequeño, artesanal en las zonas “protegidas” por el Estado. Ayuntamientos caciquiles profundizan la opresión. Una Asturias llena de funcionarios, forestales, ecologistas, animalistas que cada vez afirman, más abiertamente, que quieren una Asturias rural vacía de seres humanos. Como asevera abiertamente Benigno Varillas, autor del artículo[11] del que nos hemos servido para hablar del informe del Sedai. Benigno Varillas fue el fundador de la revista Quercus, vocero insigne del conservacionismo ibérico, y hoy pide reducciones drásticas de población, destruir el pastoreo y reasalvajar (rewilding) tres cuartas partes de la península. La denuncia de la deriva fascista del pensamiento de Benigno Varillas y el conservacionismo y el ecologismo de Estado la realizamos en varias artículos que enlazamos al final de este escrito.
Llamamos a la organización popular, a la autoformación individual, al combate contra el Estado y el Capital. Por Asturias, por los niños, por el concejo abierto, por los árboles, por las cabras, por el comunal, por la libertad… organicemos la revolución. Poco a poco, con paciencia, con constancia, con moralidad, con esfuerzo, con amistad, con amor a nuestros antepasados, con lucha por el sector primario familiar… adelante.
Kiko Bardají Cruz. 30 de Agosto de 2021. Desde el Pirineo Occidental con cariño, respeto y admiración hacia las Montañas Cantábricas y sus gentes.
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[1]Archivo Histórico de la Provincia de Albacete, Municipios, Albacete, Deslindes, caja 259. “Los Llanos de Albacete” de Sánchez Ortega.
[2]Miles de cuarteles de la Guardia Civil son atacados en miles de pueblos por toda la ruralidad ibérica. Además miles de hectáreas de comunal expropiado son reocupadas por los vecinos.
[3]Calvo Sotelo lo cuenta en su libro autobiográfico llamado “Mis servicios al Estado. Seis años de gestión” 1933.
[4]Ponencia de Jaime Izquierdo “Los territorios pastoreados en la sociedad postindustrial”.
[5]http://www.rtve.es/alacarta/audios/el-bosque-habitado/bosque-habitado-soy-forestal-eric-bauer-01-01-17/3851499/
[6]“Memorias de un sodado-locutor” Fernando Fernández de Córdoba.
[7]“Informe Quintana sobre la Instrucción Publica del 9 de septiembre de 1813” Manuel José Quintana.
[8]“La guerra que vino de África” Gustau Nerín.
[9]“Investigación sobre la II República española, 1931-1936” Félix Rodrigo Mora.
[10]“La memoria del paisaje. Pasado y futuro de un patrimonio común” Ignacio Abella.
[11]https://elpais.com/diario/1980/04/20/sociedad/325029601_850215.html