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  • Autor de la entrada:Enrique Bardají Cruz

El que escribe esto es cabrero de profesión y lo que escribe es fruto de la observación y no de esta u otra teoría o ismo. Lo que voy a pasar a describir es lo que se ve a simple vista desde la perspectiva reflexionada de un pequeño productor del sector primario. Los burócratas desde sus oficinas y los izquierdistas desde sus ciudades son cómplices de esta situación. Hoy todos, absolutamente todos los que orbitan en torno a la izquierda, desde los funcionarios hasta los izquierdistas radicales (en especial el inautido anarquismo de Estado) son incapaces de reconocer las verdaderas causas de la destrucción de la ruralidad ibérica; y todos, absolutamente todos, los que revolotean en torno a los movimientos sociales de izquierdas, ponen sus esperanzas en la labor de un Estado todopoderoso pilotado por alguien de su cuerda. Esperanzas vanas de un izquierdismo que nos conduce hacia un nuevo régimen esclavista. La omnipotencia del Estado es la desaparición del pueblo, un liberticidio. La verdadera causa de la debacle del mundo rural es la acción del Estado.

El Estado no es una herramienta neutra que pueda usarse para hacer el bien. Esta verdad no terminan de entenderla los izquierdistas bienintencionados, a pesar de que es observable a través de los hechos. El Estado es un parásito que le ha salido al pueblo y que amenaza con matar al huésped. Este parásito no para de engordar y la anemia que está provocando puede fulminarnos de un momento a otro. La despoblación no es más que el inicio de esta anemia. 3.589 pueblos bajo la égida del Estado español están en 2020 en riesgo altísimo de extinción completa. Que luego no se sorprendan los cándidos porque avisados están más que avisados. ¿Qué es la despoblación rural ibérica? La extinción deliberada de una sociedad, un etnocidio, que ha realizado el Estado y que trata de ocultar de todas las maneras posibles culpando a procesos naturales de un supuesto progreso social. Desde los pueblos vacíos y en extinción, y desde las ruinas de los que fueron, nos preguntamos: ¿qué progreso? ¿la extinción es un progreso? Qué engaño vendernos la desolación, la extinción y la destrucción como una mejora de la que tenemos que estar agradecidos.

Para evitar su desaparición completa e implementar la regeneración de la ruralidad se necesita una cosa: libertad. La libertad no se nos puede otorgar y hay que conquistarla junto a nuestros iguales. Hay tres factores, dentro de una multitud de factores más, que atacan la libertad en el campo. La PAC, la Red Natura 2000 y el poder funcionarial veterinario. Me voy a enfocar sólo en estas tres lacras pero está el tema de la propiedad de la tierra, el extractivismo, la agroindustria, el turismo, la desigualdad, el capitalismo, la jerarquía, la contaminación…

La Política Agraria Común     

1) La Política Agraria Comunitaria (la PAC) es la política más importante de la Unión Europea. La PAC son las subvenciones que se le dan a los agricultores y ganaderos. En 2020 representa el 40% del presupuesto total.    

La PAC deja al campo subordinado al Estado. Aletarga la iniciativa de los individuos, aniquila la independencia, domina a la gente integrándola en las instituciones. Genera asentimiento mental, degradación moral, docilidad política. Envenena la conciencia popular, demuele las buenas relaciones entre los individuos, desincentiva las relaciones de afecto y ayuda mutua. Promueve una pérdida de auto-respeto, la soledad, la tristeza y la abulia. Despliega una red clientelar asombrosa que compra votos, soborna a la gente, aviva las ansias bajas, compra voluntades, fidelidades, mentes y corazones. Es liberticida pues quien paga manda; y mandar mucho envicia mucho y obedecer mucho deshumaniza y te despeña en el servilismo. El servilismo lleva al olvido de la dignidad y esto hace germinar la tiranía y la esclavitud. Fomenta lo que los sociólogos llaman la sociedad granja en la que se rebaja a los individuos a ser tratados sólo desde sus aspectos somáticos o fisiológicos, como ganado. Provoca una atroz atomización social y una paz social de cementerio. Legitima el expolio fiscal que se carga sobre los riñones de una parte de la sociedad que se ve sometida a un mayor sobretrabajo y sobreesfuezo. Estimula el capitalismo a lo grande. Desacredita a las gentes del campo. Las subvenciones son una forma de domesticar y produce una clarísima pérdida de combatividad, encauzando las luchas hacia la obediencia.

Extiende una estúpida racionalidad económica del “cuanto más grande mejor”. Favorece los precios minúsculos y esto genera dumping sobre los pueblos extranjeros que reciben las exportaciones subvencionadas y sobre los productores que se niegan a recibir la PAC. Tres décadas de PAC han arrasado lo pequeño y familiar, la diversidad y la resiliencia ante las incertidumbres del futuro. La PAC está provocando una concentración de propiedad en cada vez menos manos y la concentración de propiedad es incompatible con la libertad por lo que se puede afirmar que la PAC nos conduce hacia una nueva esclavitud. No necesitamos otra PAC, como pide el izquierdismo mussoliniano, que acreciente el poder del Estado hasta nuevas cotas sino que necesitamos libertad, simple y llanamente, libertad. Y la libertad no nos la puede otorgar el Estado, esa Bestia devastadora; llamado también a lo largo de los siglos la Gran Ramera, madre de todas las abominaciones; Babilonia la Grande; la Gran Ciudad, la que actúa como si fuera Dios; el Imperio al que el diablo dio su poder, su trono y su gran autoridad; la Sombra de la desesperación; la Oscuridad Ciega… que aquí los que nos quieren engañar le llaman de forma blandita y propagandística: la Administración.

La Red Natura 2000

2)La Red Natura 2000 es un conjunto de territorios declarados por el Estado como necesitados de protección especial.

Esta “protección” supone unos grilletes de hierro para los pequeños cabreros o pastores que quieran empezar. Supone toda una jurisdicción de excepción que impide, desincentiva y sepulta el emprendimiento de pequeños proyectos pastoriles. Proyectos pastoriles de extensivo que son una alternativa muy real a la agroindustria intensiva de confinamiento animal permanente. Esta Red contranatura fruto de la despótica Directiva Hábitats ocupa el 30% del territorio estatal, coincidiendo con la mayor parte de las serranías y coordilleras donde la despoblación es catastrófica. Como ejemplo tenemos al Pirineo que con un 50% de su territorio dentro de la red natura se está hundiendo en la despoblación más imparable.

Leyes, normativas, órdenes, trámites, reglamentos y una inmensa legión de funcionarios impide que se desarrolle una alternativa agroecológica pastoril. Una alternativa que sea capaz de plantar cara a la ganadería industrial ultra, hiper, mega, superdestructiva. La Red Natura 2000 imposibilita el desarrollo de lo extensivo y agroecológico. La Red Natura 2000 fomenta, de esta manera, la ganadería industrial intensiva. Miles de millones de euros gastados en esta “protección” mientras no hay apenas recursos para la reforestación con frondosas autóctonas, que es la clave para frenar el desierto y volver a tener una península ubérrima.

Modesto Pascau, presidente del patronato del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido del Pirineo central oscense, dirá:

La burocracia prohibitiva no permite apenas el uso público, ni posibilita el desarrollo sostenible, ni sirve para la conservación y la ciencia.

Burocracia significa literalmente gobierno desde las oficinas y por los oficinistas. Así se gobierna hoy el campo.

La ley impone unos requisitos generales alejadísimos de la realidad del pastoreo, encareciendo y entorpeciendo su desarrollo, y por otra parte carga con toda la responsabilidad de su desarrollo a un individuo totalmente desposeído de herramientas de autogestión y defensa. Maniatado e hiperexigido es muy difícil que se fomente dicha actividad entre los jóvenes no herederos.

Estamos ante el fracaso del ecologismo que no es capaz de ver que al entregarlo todo a las manos del Estado, predominan los intereses de éste; que se ha de tener presente, no son los intereses de la gente común ni los de la naturaleza. La razón de Estado son también los intereses de su flor de invernadero de la que se alimenta: el capitalismo.

La idea de que el Estado somos todos es una idea nefasta y mussoliniana que nos extingue como pueblo. El ecologismo debe refundarse y separarse nítidamente del Estado porque mientras no lo haga la destrucción medioambiental sólo irá en aumento, de la mano del juego infame del doble discurso. El ecologismo no sólo debe enfrentarse a los gobiernos de turno, debe enfrentarse al Estado como corporación rechazando sus subvenciones, sus prebendas y sus sinecuras. 

El Estado ha llevado al pastoreo[1] a la casi extinción pero ha llenado el país de espacios naturales, paisajes protegidos, reservas naturales, reservas de la biosfera, parques naturales, hábitats sensibles, parques nacionales, PRUG´s, LIC´s, IGI´s, PORN´s, ZEPAS´s y cerca de 8000 agentes forestales que ostentan la condición de agentes de la autoridad, policía administrativa especial y policía judicial genérica (el Ministerio del Interior baraja armarlos en un futuro cuando la situación lo requiera). La expulsión de los pastores de montes y montañas ha sido la obsesión del Estado y sus funcionarios desde hace ya 300 años. Y hoy es más fuerte que nunca a pesar de que la propaganda diga lo contrario.

Termino compartiendo las lágrimas de este pastor de los Picos de Europa que aparece entrevistado en el documental Pastores de la niebla y que dice lo siguiente, con gran clarividencia:

Es una pena y un dolor que se están terminando todos los pastos por no hacer una limpieza en condiciones como hacían antes los pastores. Y esos trabajaban, con idea, con afición, pa´ no quemar árboles y pa´ que estuviera todo muy guapo. Iban al monte, y donde había una jae vieja, cortaban lo viejo y salía lo nuevo. Y lo mismo da que digan que esbrozar que rozar, que como el fuego para limpiar los pastos no hay. Porque prendes el fuego y al año siguiente tien comida pa´ las cabras, tien comida pa´ las ovellas, tien comida pa´ las vacas…     Antiguamente los pastores quemábamos matos: uno aquí, otro allí; y nunca los pastores quemábamos árboles en ninguna parte, ni hayas, ni acebos, ni espinos, ni fresnos, ni nada… ¡Al contrario! Plantábamos los fresnos y mirábamos por los árboles; porque los árboles nos valen a nosotros para proteger a los animales: de temporales, de pedriscas, de sol y de to´. Sabrán mucho de papeles pero de ecologismo no saben nada. Somos nosotros más ecologistas que ellos, yo sí soy ecologista de verdad [se echa a llorar] que de 365 días manejo este [mostrando su vara].[2]

 

El poder de los funcionarios veterinarios

3) Otro ataque devastador del Estado a la cabrería y al pastoreo ha venido de la mano de argumentos sanitarios expúreos.[3] Los últimos rebaños de muchos de los pueblos de Iberia han sido llevados al matadero por mandato funcionarial.[4] Este enorme poder funcionarial centralizado viene de la época franquista que veía como las exigencias veterinarias era una forma excelente de vaciar las sierras y montañas donde la resistencia siempre ha sido más dificil de domeñar. El control de los funcionarios aplasta sin lugar a dudas al pastoreo extensivo y no promueve la salud, ni muchísimo menos, pues lo que está fomentando son bolas de carne tóxicas y sufrientes encerradas a cal y canto, esto es, la ganadería industrial intensiva de confinamiento permanente, inmoral y monstruosa.

Conclusión

Tenemos que abolir el Estado y su hijastro el Capital y eso necesita un esfuerzo hercúleo de siglos. Prepararse desde ahora es fundamental. La alternativa tiene que ser regenerar la moralidad y regenerar la comunidad.

Esta forma de gobierno totalitaria debe ser sustituida por una red de concejos abiertos soberanos en cuerpo y alma, esto es, razonablemente libres. Además debemos recuperar los bienes comunales expropiados por el Estado desde el siglo XVI. Es impepinable un armamento general del pueblo y un alto porcentaje de autosuficiencia local. La persona como individuo y lo local tienen que pasar a ser los cimientos de todo un nuevo andamiaje. O acabamos con el Estado o éste nos aniquila (o nos obliga a autoaniquilarnos).

Nos encontramos ante un gran escollo: la falta de combatividad y la degradación del sujeto actual que hace que éste no sea capaz de integrar y conducir un concejo. Esto es algo inducido institucionalmente. El progreso prodigioso, espléndido, magnífico y maravilloso que hemos alcanzado con el megadesarrollo del Estado ha sido tal, que la persona media es incapaz de hacer lo que se lleva haciendo mil años.

Los considerados por el progresismo como catetos y toscos aldeanos hicieron funcionar de forma admirable los concejos abiertos. Estos supuestos zotes mantuvieron durante siglos contra las cuerdas al poder real, nobiliario y clerical. Se levantó todo un vigoroso sistema de ayuda mutua durante más de un milenio de manera sobresaliente. Pero para esta izquierda modernísima, exquisitísima, refinadísima, cultisísima, excelentisísima y fetén, a la vez que trastornadamente autoritaria; los “atónitos palurdos[5]” rurales nada tenían que enseñar a nadie, absolutamente nada. Únicamente se les podía enviar misiones pedagógicas[6] para sacarlos de su atraso. Para salvarlos, protegerlos y civilizarlos.

Sólo los mussolinianos fanáticos, ya sean de izquierdas o derechas, son incompetentes para ver que a más presencia y poder del Estado más degradación y merma de las capacidades del sujeto. Es urgente invertir este summun al que hemos llegado para que puedan florecer de nuevo la virtud y las facultades humanas como la convivencia o el habla. La ausencia de libertad impide a la persona realizarse, la asfixia y mutila.

Para que se pueda autogestionar algo se necesitan personas capaces de hacerlo y eso es exactamente lo que el Estado ha destruido con saña y vehemencia a través de la atomización forzosa. Al atacar con semejante intensidad los vínculos de afecto entre las personas ha roto los ligamentos que permiten el movimiento del pueblo. Ha deshecho la comunidad. La acción del Estado asistencial, adoctrinador, policial, judicial, tecnológico, mediático, pedagógico, médico, administrativo… sustituye la interdependencia humana por los gélidos nexos unipersonales y verticales de individuo-Estado.

Nos encontramos pues ante el derrumbamiento de la sociedad y la persona por liberticidio eficacísimo.

Es irrebatible que si se tiene un mínimo de amor a la libertad debemos recuperar la capacidad de convivir y relacionarnos. Ahí tenemos la excelsa sabiduría de las palabras del pastor Félix Salmuezo de Ejea de los Caballeros:

Cada uno es como es y todos tenemos virtudes y defectos. Hay que intentar por todos los medios ver las   virtudes de los que nos rodean[7].

Este conocimiento es un contraveneno necesario para frenar la lurte[8] de despotismo y totalitarismo cada vez más eficiente y sofisticado; que está manufacturando masas de autistas emocionales y auténticas máquinas de odiar a sus iguales.

Hubo una idea que hizo tambalearse y derrumbarse a todo un Imperio en la península Ibérica, que  relanzó el comunal y las asambleas de iguales; que abolió la esclavitud y combatió el militarismo hasta la muerte, a partir del siglo V-VI. Esta idea revolucionaria fue la del amor hacia el otro que lleva necesariamente al combate contra la tiranía. Amor al igual y guerra al opresor. Debemos retomar este ideario sobreponiéndonos con valentía a los desprecios, mofas, burlas y escarnios del progresismo imperante, tan arrogante como ignaro.

                                                                                         2 de diciembre de 2020. Enrique Bardají Cruz.

                                                                                                       Grupo Amor y Falcata

                                                                                                                      amoryfalcata@riseup.net

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[1]El Estado ha llevado a todo el mundo rural tradicional a su extinción, con su artesanía y sus modos de vida respetuosos y adaptados a cada territorio. Al mismo tiempo que se ha usurpado la capacidad de decidir y de incidir en la vida “pública” por parte de las personas que viven en ese medio. El parlamentarismo es una dictadura ominosa y hay que atreverse a decirlo a pesar de las duras represalias que, con toda seguridad, uno sufra.

[2]Entrevista realizada por Domingo Moreno en, “Pastores de la niebla”, documental 2013.

[3]La tuberculosis y los sacrificios omnímodos, esto es, mandar por unos pocos positivos a todo el resto del rebaño sano al matadero, en vez de dar tratamiento a los positivos como se hace en otros países europeos. Además, los test se realizan de una manera fraudulenta al no permitir la constatación de los resultados de las pruebas por otros medios, dando como consecuencia muchos casos de falsos positivos.

[4]Vacío sanitario en el lenguaje tecnocrático abstruso del Estado.

[5]Antonio Machado en su poema “A orillas del Duero” refiriéndose a los campesinos castellanos.

[6]Las misiones pedagógicas fue un proyecto unidireccional del Ministerio de Instrucción pública de la II República. Esta filosofía de enseñar, desde la ciudad, a los rurales como han de pensar y vivir lo relanzará al extremo los ingenieros franquistas, enviados al campo como redentores al servicio de la Ciencia. El resultado ha sido: el derrumbe y la extinción completa de una cultura. Un logro etnocida y despoblador.

[7]“La vida de los pastores de Ejea (según datos de Félix Salmuezo)” de Antonio Beltrán Martínez.

[8]Aplicado en Huesca, se refiere a una masa de nieve o tierra que se derrumba de los montes de una manera impetuosa y con estrépito, esta acepción se la conoce como alud o avalancha.

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