La continua, enfermiza e infatigable búsqueda del feminismo por encontrar siempre la disputa y la pelea entre el hombre y la mujer, lleva a esta historiadora (y a otras también) a hacer una interpretación tan absurda, que ellas mismas relatan las trampas de la Historia en las que siguen entrando.
Señalan cómo el poder efectivamente manipuló la historiografia, pero nos quiere hacer creer que hoy eso ya no ocurre, que hoy exhibimos libertad y progreso por todas partes. Como si el feminismo de hoy -o el de ayer- fuera bandera de superioridad moral, verdad y libertad, cuando lo cierto es, que es un nuevo fascismo , liberticida, censurador y neopatriarcal, usando a las mujeres como carne de cañón.
Así con todo, Félix Rodrigo Mora o Parado Esteban estarían haciendo ¡¡historiografía con perspectiva de género!!! pero claro, no la perspectiva que ellos y ellas desean. Con lo que se puede hablar de puro adoctrinamiento y propaganda el que aquellas hacen.
Lo que ocurre con Mellén es que no dice absolutamente nada políticamente incorrecto, si no todo lo contrario. Hace malabarismos para decir medias verdades y ocultar lo importante: que las gentes populares de la Alta Edad Media (siglos V al X d.C.) soberanas y libres del poder estatal-imperial (romano-visigótico e islámico), donde no existía patriarcado, había democracia directa sin Estado, etc, que es donde Félix se adentra y por eso es censurado.
Si Mellén habla del pasado represivo y patriarcal de épocas pasadas, ¿cómo es posible que en estos tiempos donde ella puede hablar de ello y publicar sus fotos «pornográficas» en diarios y medios del régimen, a Felix se le censure por ese mismo tipo de fotos? La respuesta es sencilla: Félix si habla en profundidad de cosas que no interesan al régimen.
Ella dice : «En cuanto al sexo y su representación hace casi un milenio […] la visión que teníamos hasta ahora es únicamente un conocimiento creado desde un solo punto de vista, con una serie de prejuicios contemporáneos de nuestra época que, sin querer, trasladamos a nuestro pasado”.
Su interpretación, en la línea feminista de estado, es desternillante: «Apoyada en estudios anteriores, la autora centra el análisis en la mentalidad de la nobleza, promotora de los templos donde se inscribirán buena parte esos mensajes sexuales; el clero, que trata de influir y modificar la conducta sexual de los fieles y la propia sociedad, un conjunto de espectadores “entre los que había colectivos marginados, como las mujeres o las personas homosexuales, revela»
¿Cómo es posible que la nobleza «utilice» a ese pueblo «marginado», que además ella misma afirma que es de hombres, para mostrar a las discriminadas mujeres de la época y así combatir al clero de la época con ello?
Su interpretación feminista de nuestra historia medieval es absolutamente machista y clasista al calificar de simples «espectadores» a las gentes populares de aquella época. No sólo invisibiliza a las mujeres populares sino también a los hombres.
Como Mellén es incapaz de concebir, como buena progre burguesa que es, que la gente común pudiera hacer nada de valor pues atribuye todo a la nobleza. Sus argumentos para atribuir todo a una nobleza medieval ínfima y poco poderosa se fundamenta en razonamientos del tipo: «es que en los relieves salen muy bien vestidas y eso significa que eran mujeres nobles«; como si no existieran los trajes de gala en nuestra cultura rural popular tradicional.
Félix o Prado lo explican de manera muy diferente y con más rigor analítico, cosa que, para el poder, no interesa ser enseñado.
Lo más significativo de la edad media, especialmente la alta, es que el Pueblo fue el protagonista, de su propia cultura, de su libertad política y hasta de su desarrollo tecnológico, etc. Pero de eso no habla Mellén, y eso es lo que oculta, como hace toda la historiografia pasada que critica, a la que ella se suma dentro de la nueva historiografía del presente del poder neo patriarcal feminista. Oculta una vez más lo más importante: que el Pueblo tenía su propia fuerza y no necesitó ser tutelado por la nobleza. Y por eso ella está ahí en la palestra y nosotros en la hoguera.
Para profundizar en la sociedad altomedieval y en los relieves de las iglesias románicas peninsulares recomendamos leer Tiempo, historia y sublimidad en el románico rural de Félix Rodrigo Mora.
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