Es tan fácil como buscar en Internet y ojear el programa electoral. Es tan fácil como no votar en las próximas elecciones.
El problema ya no es que los políticos no cumplan las promesas electorales que hicieron antes de ganar las elecciones. El problema es que los programas electorales son infumables. Al final uno ya no sabe si va a ser peor, o menos malo, que el gobierno aplique, o no, su programa electoral.
La cuestión es, ¿alguien se mira los programas electorales antes de ejercer su «derecho al voto»? El que vota lo que desconoce es un inconsciente, pero el que se mira los programas electorales y vota a uno de los partidos que el sistema nos ofrece es un insensato.
Desde hace un año gobierna en España eso que llaman izquierda, a través de una coalición de PSOE y Unidas Podemos. Parece como si todo estuviera preparado para que Sánchez e Iglesias tuvieran que dirigir el rumbo de la nave en 2020. Hubo repetición de comicios electorales y múltiples votaciones en el Congreso para que fuesen estos dos partidos, y no otros, los que afrontaran lo que tenía que llegar unos meses después: la “pandemia” de Covid 19 o golpe de Estado global del coronavirus.
Hace ya unos cuantos años, un amigo se empeñó en defender a Podemos y no paraba de alabar sus propuestas, llegando a compartir en las redes sociales su programa electoral. Por su insistencia, leí el programa podemita, cosa que no hizo mi amigo (como él mismo me reconoció después), ese que acabó votando a Podemos. Desde entonces he desarrollado una extraña parafilia, un gusto morboso por leer estos textos que no van dirigidos a mi persona, en tanto que no voto desde hace 21 años. Observo con inquietud como, legislatura tras legislatura, los programas están cada vez más alejados de las inquietudes de las personas y que cada vez son más esquemáticos, imprecisos e infantiles. Son textos vacíos de contenidos, con propuestas etéreas y rellenos de colorines, dibujitos y cuadros con definiciones, como si de un libro de texto se tratara, como si los lectores fuésemos idiotas y no supiéramos buscar el significado de aquello que leemos y desconocemos. Parece como si los encargados de redactar estos contenidos fuesen imbéciles que dan por hecho que todas las personas somos como ellos.
A pesar de todos los esfuerzos propagandísticos llevados a cabo, tan solo el 21% de los habitantes de España votó en 2019 a uno de los dos partidos que está en el gobierno[1]; y eso que este dato no tiene en cuenta los “rumores” de fraude electoral[2].
El programa electoral del PSOE giraba en torno a la propuesta de hacer un montón de «pactos de Estado». ¡Cómo les gusta la palabra Estado! Propusieron hasta siete pactos de Estado diferentes: por la Educación, para la Ciencia, por la Cultura, de las Infraestructuras, contra la Pobreza Infantil, contra la Pobreza Energética y por la Industria, además de reafirmar su deseo de mantener el ya establecido Pacto de Estado Contra la Violencia de Género. En primer lugar, un pacto de Estado se realiza con el consentimiento del resto de formaciones políticas, así que no debería ser una promesa electoral de uno de los partidos, pues Pedro Sánchez no podía garantizar en 2019 que el resto de formaciones estuvieran de acuerdo con sus propuestas. ¿O sí podía hacerlo? ¿Y si todos los políticos obedecen los designios de alguna instancia política superior, instancia que no pasa por las urnas? Pero lo más grave de todos estos pactos de Estado es que apestan a dictadura. Si todos los dirigentes van al unísono y aplican las mismas medidas, ¿es necesario que haya elecciones? Desde que Sánchez es presidente del gobierno no ha hecho más que gobernar por decreto con disposiciones anticonstitucionales que recortan todo tipo de derechos y libertades fundamentales[3]. Incluso se atreve a desafiar las sentencias judiciales, machacando el principio de separación de poderes[4]. El programa electoral del PSOE de 2019 anticipaba la dictadura formal que se ha establecido en España en 2020.
La principal característica de la nueva dictadura orwelliana de Pedro y Pablo es su carácter científico-tecnológico; la tecnología al servicio del poder que nos vigila y castiga, y la “ciencia” como pretexto que justifica la pérdida de derechos y libertades. De las 20 medidas que propone el PSOE en su programa de 2019, nueve de ellas están relacionadas con el impulso de la ciencia y la tecnología, entendidas como salvadoras de los problemas de la humanidad, y no como herramientas del poder despótico. La Ley de Universidades se basará en que los profesores deben conocer las nuevas tecnologías [medida 2]; Pacto de Estado para la ciencia [medida 3]; impulsar el emprendimiento empresarial, pero solo si las nuevas empresas son tecnológicas [medida 4]; aumentar el presupuesto en I+D y energías renovables [medida 7]; el Nuevo Estatuto de los Trabajadores tiene como primera inquietud «que los trabajadores respondan a los cambios del mundo actual» [medida 8]; el Pacto de Estado de las Infraestructuras se centra en… Lo han adivinado, en impulsar las nuevas tecnologías [medida 13]; el Pacto Contra la Pobreza Energética viene a ser más de lo mismo [medida 16]; el PSOE proponía crear una Carta de Derechos Digitales, al mismo tiempo que nos recorta los derechos fundamentales [medida 18]; y la tan repetida Transición Ecológica consiste en potenciar las energías limpias, reservar el uso del automóvil a las élites y reindustrializar el país, ¿implantando el modelo chino? [Medida 19].
Otras propuestas electorales del PSOE que presagiaban la dictadura en curso son:
- Volver a crear una asignatura escolar obligatoria de corte fascista para que los niños aprendan a «ser buenos ciudadanos», obedientes y colaborativos con el gobierno [medida 1].
- Apostar por el llamado Ingreso Mínimo vital [medida 14], el pan y circo del siglo XXI, una propuesta que no se está aplicando y que tiene como objetivo apagar las protestas sociales que ya están emergiendo a causa del desmoronamiento económico, más o menos controlado, que está practicando el gobierno con la excusa de la emergencia sanitaria y para realizar el llamado «Gran Reseteo Económico» que muestra en su portada la revista Time[5].
- Incentivar que el Estado retire a los padres la custodia de sus hijos a través de la Ley Contra la Violencia Infantil [medida 16].
- Mantener el cuerpo legislativo sexista que discrimina a los hombres y “protege” a las mujeres, considerándolas seres disminuidos [medida 17].
- Impulsar la llamada eutanasia, es decir, el asesinato estatal a través del sistema sanitario de los miembros tachados de no productivos, ancianos y personas con discapacidad [medida 18].
- El programa de 2019 del Partido Socialista promocionaba el turismo sostenible [medida 19]. Las vacaciones son el principal narcótico de los trabajadores asalariados, y el turismo es degradante, tanto para los que lo practican, como para los que residen en zonas turísticas y sufren procesos de aculturación y degradación ambiental y paisajística. En cualquier caso, acabar con la principal fuente de entrada de divisas en España está suponiendo la ruina de cientos de miles de familias.
Tratándose el partido de Pedro Sánchez de una formación «Socialista» y «Obrera», su programa electoral debería estar repleto de guiños a la clase trabajadora… Pues no. Ni si quiera se han molestado en engañar al trabajador medio para que les vote. Se preocupan antes de la educación (una “educación” orientada a nutrir de mano de obra idónea a las grandes empresas, medidas 1, 2, 3 y 5), de la patronal (medidas 4, 10, 13 y 19) y del funcionariado (medidas 1, 2 y 14) que de los trabajadores (medidas 8 y 9). ¿Qué prometen los socialistas a sus votantes potenciales, trabajadores asalariados, autónomos y jubilados? Para los autónomos nada. Nada de nada. ¡En 2020 están desapareciendo! Para los jubilados hay una propuesta de recalcular sus pensiones, ¡con la idea de que no desaparezcan! Han llamado a esta política Índice de Revalorización. ¡No se han molestado en engañar a los futuros jubilados con la promesa de mantener el actual sistema estatal de pensiones! [Medida 15] ¿Y qué hay de los obreros? El partido de origen marxista propone que espabilen y se adapten a lo que está por venir, lo que ya ha llegado para quedarse, así que el PSOE antepone los «buenos resultados» empresariales al «cumplimiento de los derechos» laborales [medida 8].
Hablemos ahora de sus socios de gobierno, Unidas Podemos. Leer su programa electoral de 2019 da vergüenza ajena. Como profesor de secundaria siento pena por el bajísimo nivel intelectual del autor/autores de semejante panfleto. ¿La propuesta podemita se diferencia demasiado del programa socialista? Apenas. Se centra en promover un ecologismo de tres al cuarto, un ambientalismo de pijo de ciudad que no piensa renunciar a sus niveles de consumo habituales, un ecologismo a lo Greta Thunberg…; mucho feminismo; y en destinar cantidades ingentes del dinero de los presupuestos del Estado a pagar todos los chiringuitos vinculados al partido de los lilas.
Dejaré que el programa de UP hable por sí mismo:
- Las mujeres deben ser «protagonistas» y «deben tener un empleo reconocido». En ningún momento hablan de igualdad de derechos y de oportunidades, sino de aspectos tan superficiales como el «protagonismo» o el «reconocimiento». Aunque lo que me da miedo es la obligatoriedad que imponen a las mujeres para que tengan un trabajo asalariado. ¿No fueron los nazis alemanes los que obligaron a todos sus ciudadanos a tener un trabajo? [Apartado «Mujeres»].
- «Las mujeres siempre son las que cuidan a los hijos, a las personas mayores o a las personas con discapacidad». Siempre. Los progresistas de Unidas Podemos ya no pretenden transformar la realidad, ya no construyen el futuro, sino que reescriben el pasado y el presente [Apartado «Mujeres»].
- «La educación debe enseñarnos el conocimiento que tienen las mujeres». La frase es un sinsentido. ¡Cómo le gusta a Podemos el verbo «deber»! [Apartado «Mujeres»]
- El tercer apartado se titula «Tecnología y Economía», la tecnología primero.
- Y el cuarto se titula «Democracia». ¿Qué es la democracia para UP? Acabar con la corrupción. Y ya está. Si nuestros dictadores y esclavistas no meten la mano en las arcas presupuestarias, el pueblo, como por arte de magia, ya es libre y soberano, o al menos eso se deduce de la obtusa, liberticida y zoológica concepción del ser humano que tienen los políticos de Podemos. ¡El marqués de Galapagar, el Don Juan Tenorio de su partido, el amigo de Irán y Venezuela, dando lecciones de moralidad! Aunque lo que me dejó helado fue la frase: «Debemos conquistar la democracia». ¿Quién debe conquistar la democracia? ¿Los políticos o los pueblos?
- ¿En qué pensaba emplear Unidas Podemos todo el dinero del que dispondría el gobierno si se acaba con la corrupción? En «cuidar el planeta y de las mujeres». Es la frase más misógina que he leído en mucho tiempo. «Cuidar de las mujeres», como el que cuida de un niño o de un enfermo; como el que cuida de un perro o de un huerto. ¿Quién cuida a quién? ¿Nosotros al planeta o es el planeta el que cuida de nosotros? Pablo Iglesias se erige como una especie de Prometeo machista.
PSOE y Unidas Podemos prometieron una dictadura científico-sanitaria, y ya la tenemos. El resto de partidos políticos con representación parlamentaria, PP, Ciudadanos, Vox, ERC, JxC y PNV la están apoyando con la disciplina de voto en el Congreso propia de un régimen dictatorial formado por secuaces que trabajan juntos y obedecen las órdenes de instancias superiores, cuyo objetivo es el de garantizar la ruina económica de las clases trabajadoras (asalariados y autónomos) y la pérdida de derechos y libertades fundamentales, como las libertades de opinión y expresión o la posibilidad de desplazarse, reunirse, abrazarse y salir a la calle cuando queramos y con quien queramos.
Este texto es una llamada a la conciencia de los actos propios. Votar en las elecciones, apoyar a partidos políticos que nos prometen pobreza y ausencia de libertad, convierte al ciudadano en cómplice del nuevo fascismo en curso.
No hay más que ojear los programas electorales disponibles en Internet para desenmascarar a la bestia.
Antonio Hidalgo Diego
Amor y Falcata
Cataluña, noviembre de 2020.
[1] El PSOE recibió 6.792.199 votos en las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019; Unidas Podemos consiguió 3.119.364 sufragios. Un tercio de los ciudadanos con derecho al voto se abstuvo (un 33,77% del censo electoral), aunque hubo 449.166 votos en blanco y 559.823 votos nulos (Senado). Más de 22 millones de personas residentes en el Estado español no votamos a ninguna de las fichas de parchís (roja, azul, lila, naranja, verde o de cualquier otro color) por no tener derecho al voto, por no querer ejercerlo, por votar en blanco o porque los miembros del tribunal electoral decidieron que su sufragio no había sido válido.
[2] Si maldita.es, el chiringuito censor de los periodistas de La Sexta, se molesta en desmentir una noticia, lo más probable es que sea cierta. ¿Para qué gastar esfuerzos en negar algo que es falso? Maldito Bulo publicó el 6/11/2019 una noticia que “desmentía” el fraude electoral en las elecciones generales de agosto, pocos días antes de la repetición de los comicios. El único argumento que utilizaron los censores fue sobreimpresionar en letras muy grandes la palabra «bulo» en imágenes capturadas de diversas fuentes de Internet. ¡Un gran trabajo periodístico!
[3] Se puede consultar: ¿Qué pasa con los derechos fundamentales en tiempos de pandemia?, escrito por Raquel Arias y publicado por Legal Today el 7/5/2020 y Derechos humanos y COVID-19: ¿un paso atrás?, escrito por Mar Pérez-Olivares y publicado en el sitio de la ONG Ayuda en Acción el 20/5/2020.
[4] «Casado acusa a Sánchez de “liquidar” la separación de poderes y este responde: “Vuelva a ser un partido de Estado”», titular de RTVE noticias, 14/10/2020. Este titular no puede ser más esclarecedor.
[5] El lector puede observar la imagen que introduce el presente artículo, correspondiente a la publicación de la semana del 2 al 9 de noviembre de 2020 de la revista Time. En la portada se puede observar cómo un grupo de trabajadores desmonta el mundo comenzando por el sur de Europa y el norte de África, con la Península ibérica en una posición de privilegio. Hay un andamio con flechas; la de Occidente señala a China, la de Oriente apunta al cielo. ¿Imposición del modelo económico y dictatorial chino? La medida número 20 del programa electoral del PSOE de 2019 apuesta por estrechar los lazos entre España y el norte de África, y por reindustrializar el país. ¿Cómo podrá ser competitiva la industria española en competencia con la de China, Vietnam, Camboya o la India?