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  • Autor de la entrada:Karlos Luckas

Karlos Luckas ha publicado en su blog un texto que queremos compartir. Partiendo de su experiencia personal en el I Encuentro RI reflexiona sobre lo que ha supuesto para él después de meses de análisis e interiorización de las vivencias compartidas allí y posteriormente. Os invitamos a leerle y comentar.

 

La Muerte se fue a bañar
en el puente de la amargura.
Le robaron las enaguas
por andar con sus locuras.

Al pasar por el puente
de San Francisco,
me topé con la Muerte,
me dio un pellizco.
Me dio un pellizco, sí.
¡Quién lo pensara,
que una muerte tan flaca,
me pellizcara!
(Canción popular chilena)

Yo no soy más que un pobre hombre que vive postrado ante lo absoluto, ante el tiempo y la eternidad, abrumado por la idea de que soy un minúsculo engranaje en una gran máquina vital donde todos mis menores actos repercuten en la maravillosa mecánica del Universo.
(Félix Martí Ibáñez. El Sentido de la vida, 1934)

Aunque no fui consciente en su momento, lo cierto es que lo vivido en el I Encuentro de Reflexión por la Revolución Integral de mayo pasado, y la posterior reflexión sobre todos los documentos presentados, han provocado un cambio esencial en la forma de ver y sentir la vida, y lógicamente, en cómo actuar y decidir a partir de ese momento. Luego, la propia vida ha ido aportando sus contingencias personales, que no son más que manifestaciones inevitables del acontecer humano, pero que ya se comienzan a percibir de forma diferente y a afrontar con decisiones desde la óptica de la autenticidad

Quizás fue demostrarme cómo detrás del estudio, la reflexión, el análisis estratégico, hasta la filosofía de auto-construcción de un sujeto revolucionario, creador de un nuevo mundo posible, había seres humanos, con tremendas ilusiones, con grandes sufrimientos, pero ante todo, con una disposición a enfrentar los retos de este difícil momento para avanzar hacia aquello que aún podemos llamar «ser humano». Me sentí por vez primera como «parte de algo», con mucho valor.

El contacto personal con los autores de las casi 40 ponencias presentadas, y de los más de cien participantes, donde la diversidad de modos de vida y pensamiento coexistía con una idea común compartida por todos: este mundo en el que nos obligan a vivir no nos gusta, y decidimos que se debe intentar cambiar, sin veleidades triunfalistas, pues en la decisión y la disposición a la lucha se encuentra verdaderamente la virtud revolucionaria. Es la lucha la que nos hace libres, no los objetivos «alcanzables», que se sitúan en el ámbito de la incertidumbre y lo posible. Es claro que nosotros «no veremos esa fiesta», pero nos quedará la satisfacción de ser sus anunciadores, como «flor de ciruelo» en Primavera.

Después de más de seis meses de dura reflexión personal, vital, orientada esencialmente a la parte más desconocida de uno mismo, contando únicamente con las herramientas del propio Yo y la reflexión de la experiencia vivida y pensada de toda mi vida consciente, y particularmente, los últimos años de intensa actividad intelectual, poniendo a dura prueba todos aquellos principios que se consideraban básicos en una filosofía moral correcta y revolucionaria, ha permitido situarme en esa disposición de la conciencia que te puede poner en disposición de afrontar con dignidad el Combate de la Vida, en el más amplio personal y colectivo sentido. Donde la Honradez consigo mismo, se encuentra en la base de las virtudes necesarias de Fortaleza, Templanza y búsqueda de la Verdad y la Justicia Universales.

Líneas de reflexión:

1. La vida del hombre es un combate. Eso lo sabían muy bien los cristianos primitivos, y así se recoge en la misma Biblia. Y también entendían muy bien que ese combate es, primero, interior, contra uno mismo, contra nuestros errores y defectos, y también maldades, ello es consustancial con nuestra esencia de animal consciente. Y luego, combate exterior, en lucha por alcanzar metas dignas en las cuales el ser humano pueda realizarse como tal, en plenitud de convivencialidad y amor fraternal.

2. El mundo se derrumba, y yo ¿cantando? Si al planeta Tierra, le quedan apenas 50 años para afrontar su supervivencia física, al ser humano, como tal, quizás bastantes menos pues el «ser nada» pasa ya a ser dominante. Podemos tocar la lira en el monte de nuestro pesimismo y ver como «arde Roma» o, partir de la más cruda realidad, disponernos moralmente para el combate por una vida humana que merezca el nombre de digna. La idea de convertir al ser humano en un neo-esclavo, sin conciencia ni autonomía, bloqueando su pensamiento, capacidad de reflexión y emociones por ideologías sectarias como el izquierdismo populista, el nacionalismo rancio o el islamofascismo, particularmente éste último, impulsado, apoyado y, hasta cierto punto, dirigido, por el imperialismo occidental (USA-UE), en su lucha Inter-imperialista contra el resto de blques imperialistas de Rusia y China por el dominio geoestratégico del mundo y sus enclaves más vitales, como el Oriente Medio, se encuentra en una muy avanzado estado de implementación, a pesar de las normales contradicciones entre todos los «socios» promotores, a pesar de los escenarios dramáticos que provoca en el corazón mismo de Europa. Tener una estrategia para comprender y enfrentar esta situación es hoy esencial, y dentro de ella, el apoyo decidido a todos aquellos que se enfrentan a este escenario de horror con las leyes de la guerra justa para la liberación de sus pueblos, particularmente el pueblo kurdo en su lucha multilateral antiimperialista y antifascista.

3. La disposición del ánimo para el Combate. Cierto que la Vida es un Combate, interior y exterior. Cierto es que cada cual da a su vida el sentido que cree o considera que mayor valor tiene. La pregunta es: ¿Cual es la disposición emocional para enfrentar el Combate? ¿Existe una única Verdad que da sentido a la existencia humana?
Será tal y cómo lo veamos cada cual. La reflexión filosófica, y en última instancia, la básica reflexión del común de los mortales, distingue dos opciones «realistas» que parten de un mismo hecho, la vida, por sus propias condiciones materiales constituye un permanente camino de sufrimiento hasta su resolución en la muerte. Este hecho incontestable ha venido siendo resuelto por todas las culturas, desde las rituales, míticas o modernas con toda una serie de «explicaciones» que obtuvieran una cierta «tranquilidad» del espíritu, simplemente para poder llevar la vida y no suicidarse en masa.
La «muerte de dios» por la racionalidad moderna ha dejado al ser humano, hasta entonces sobreviviendo con el consuelo de una forma de «vida eterna», propia de las religiones míticas, en el desamparo más absoluto, únicamente sustituible por el pragmatismo hedonista de la alienación mercantil. La filosofía «vitalista» que comprende al hombre como «un ser para la muerte» (Heidegger) no es incompatible con el eudemonismo, es complementario. ¿Hay otra opción?

4. Pero existe otra posibilidad, la Alegría de la aceptación como sistema de Vida. Con independencia de las «creencias», lo cierto es que la existencia humana no deja de ser un granito de arena perdida en el universo infinito. Antes de la vida, y después de la vida. En términos de tendencia a la infinitud, podemos afirmar que nuestras existencias son menos que irrelevantes, apenas un suspiro en el Cosmos. Entonces, ¿Qué es lo que hace grande a la existencia humana? Precisamente su carácter colectivo, no existe solamente el Yo, sino que éste se agrega en el Nosotros, y es en ese Nosotros donde encontramos nuestra proyección futura y pervivencia de la esencia concreta humana. Y en la búsqueda de un sentido moral a esa trayectoria del Nosotros hayamos una Verdad por la que vivir y luchar. En esos términos lo plantea justamente Sócrates: «La Filosofía es la búsqueda de la verdad como medida de lo que el hombre debe hacer y como norma para su conducta».

Es precisamente en este contexto donde debemos comprender la existencia de un sentido moral superior de la conducta humana que se basa en aquellas palabras magnificas de Martí Ibáñez: «La única realidad eterna e inmortal es la aspiración al Bien, el ascenso hacia la Verdad y la Justicia por la ruta del Amor».

5. La huida del dolor y del sufrimiento que preconizan las filosofías eudemonistas constituyen una trampa, por la sencilla razón de que el dolor justamente es una necesidad vital en los seres humanos, tiene una raíz biológica y tiene una función «preventiva», y es consustancial a nuestra naturaleza físico-biológica, y no pude ser negado, sino asumido y combatido con la única herramienta real, su aceptación, pues es una condición material de la existencia humana.

Cuestión diferente es el sufrimiento que acompaña al dolor, pero que también tiene un componente emocional y mental. Sufrimos por la idea que tenemos de las cosas, no por la cosa «en sí». Es lo que sucede con la idea de la muerte. En ella no hay vida y por tanto no puede haber dolor, sufrimos siempre antes de ella, por «la idea» que ésta representanta en nuestra comprensión instintivo-vital de la existencia. Luego, si aceptamos tal hecho como necesidad, tal y como lo hace la escuela cínica y estoica, tendremos que aceptar la vida y la existencia temporal en su total integridad, y no podremos más que manifestar, como norma de conducta, la alegría existencial, no la felicidad simplista y alienada que se consume como narcótico material y/o espiritual.

La Filosofía, igual que las creencias religiosas, ha tratado a lo largo de la Historia dar una explicación «satisfactoria» a la idea del hecho más dramático de la existencia humana, su negación por la muerte. Incluso desde la ciencia biológica, antropología, psicología, etc., pero, sin embargo, no existe ni puede existir consuelo posible desde una perspectiva vital individual. Porque es precisamente esa capacidad de asombro y temor ante el tremendo hecho el que hace al ser humano como tal, diferente al resto de los animales, como reflexiona Edgar Morin en El hombre y la muerte. Es la «cuota» que debemos pagar por constituir seres conscientes dotados de emociones, inteligencia y sentimientos.

Únicamente desde una posición moral elevada, de generosidad y desprendimiento, de Amor a la Humanidad, se puede asumir el hecho sin drama, con la serenidad propia de las comunidades cristianas primitivas. En la base de esta posición, que comparte el cinismo y estoicismo, se encuentra, sin duda la actitud del gran Sócrates, cuando reflexionaba en su «juicio» que lo realmente importante no es la muerte, cuestión por demás inevitable, sino la conducta justa ante tus semejantes. En la forma más cínica decía: «a mi la muerte, si no resulto un poco rudo decirlo, me importa un bledo, pero que, en cambio, me preocupa absolutamente no realizar nada injusto e impío». En otro pasaje dice: «Pero no es difícil, atenienses, evitar la muerte, es mucho más difícil evitar la maldad; en efecto, corre más deprisa que la muerte» (Apología de Sócrates. Platón).

Ello queda reflejado en la versión del Evangelio de Juan, en la parte del «discurso de despedida», en el que queda en evidencia la idea central de que una vida plena y grande es aquella que se basa en «obras de amor» por los demás, llegando a decir que «nadie tiene amor mas grade que el que da la vida por sus amigos». Lucas, en Hechos de los apóstoles», refleja este pensamiento de colectivismo y servicio a los demás en la descripción que hace de la vida de las primitivas comunidades cristianas, donde «nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común».

Únicamente desde una elevada posición moral tal es posible vencer a la muerte, lo cual requiere superar la visión individualista del hecho de la existencia, y situarlo en su verdadero contexto histórico-espiritual, la condición humana es más un Nosotros antes que un Yo, y es en ese Nosotros, como colectividad humana regida por Obras de Amor, dónde alcanza la inmortalidad nuestra esencia.

Karlos Luckas.

(Imagen: Catrin Welz-Stein)

 

Esta entrada tiene 5 comentarios

  1. Jose Francisco Escribano

    Gracias Karlos por tus palabras. Con ellas tengo más ganas que nunca de volver a ver a la fantástica gente del encuentro y trabajar con vosotros por la RI. Un abrazo

  2. Roberto Serna

    Excelente y muy profundo Karlos, si que nos da ánimos para seguir adelante

  3. Isa Galindo

    Gracias!
    Y como bien dices, la Vida es un Combate, interior y exterior.. Seguro que en el próximo encuentro pergeñemos algunos instrumentos eficaces para compartir con el nos(y)otras esas Obras de Amor.

    Abrasoles http://eltransicionario.blogspot.com.es/

    Isa

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