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Queremos compartir públicamente algunos de los pensamientos, consideraciones y conclusiones que hemos ido teniendo, dentro del grupo de personas que colaboramos en organizarlo, después de haber acabado el «II Encuentro de reflexión sobre Revolución Integral».

Somos lo que se ha podido ver. La transparencia, en todos los aspectos, es una de las claves para que este intento de crear un espacio para el acercamiento entre individualidades que quieren participar de una transformación social, al que hemos etiquetado con el nombre de Revolución Integral, funcione.

Cada cual se habrá formado su propia opinión, tendrá unos sentimientos diferentes y la vivencia habrá supuesto algo impar, más el ponerlo en común es un ejercicio que nos ayuda a su vez a ampliar y completar nuestra propia experiencia y además entender a los demás.

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Todo esto para decir que estamos esperando vuestros escritos sobre lo que ha supuesto para cada cual el encuentro. También para que vayamos pensando si queremos participar de las tareas que salieron como propuestas (ya trataremos ese tema con más profundidad en otro texto más adelante, dando oportunidad a colaborar también a los que no pudieron estar en Mazarete).

Aunque algunos pensemos que no somos suficientemente buenos, listos o capaces para hacer lo que creemos que deberíamos hacer, estamos seguros que somos tremendamente valiosos para los unos con los otros. Simplemente hablando de vez en cuando, apoyándonos, creando una amistad que se fortalecerá conforme nos vayamos juntando más. Ya es mucho entre tanta competitividad e individualismo como nos rodea.

Si esto se traduce en buscar maneras de aportar, de hacer cosas en común, de animarnos en nuestro día a día y estar conectados en el hacer, entonces aún conseguiremos algo más grande. Ser el ejemplo de la sociedad convivencial y transformadoramente activa que queremos ser.

Más o menos la mitad de las personas del año pasado repetimos en este nuevo encuentro. Unas poquitas venían de la mano de otras, pero fue significativo el número de asistentes que se animaron a venir sin haber participado antes, incluso sin conocer a Félix o su obra.

Seguir despertando interés, y después mantenerlo, es una de las tácticas que nos planteamos para no quedarnos «hablando para el coro», esto es para no decirnos los unos a los otros lo que queremos oír, repetirnos y quedarnos mirándonos el ombligo. Hay que llegar a descubrir cómo de válidos y universales son nuestros valores y planteamientos y, con ellos en la mano, la cabeza y el corazón, buscar cómo ponerlos en práctica y con quién.

La mayor pluralidad, en ideas, edades, condiciones, tipos de vida, formación, intereses personales, creencias, volvió a ser un punto fuerte del grupo humano que formamos durante estos tres días. Porque solo en esa variedad, en todos los sentidos, podemos alejarnos de parecer, mucho menos convertirnos, en una especie de secta. Aquí la puerta está abierta para entrar o salir.

No tenemos una idea acabada de las cosas, lo que tenemos claro es que nos tenemos mucho que equivocar, que reñir y que perdonar. Y que crecer. Pero es mucho mejor hacerlo en compañía que solo, y si es buena, se puede pedir poco más.

Ninguno de nosotros ayudamos en la organización buscando el agradecimiento de los demás.
Lo hicimos por convicción, porque queríamos que hubiese un encuentro, y por tanto, hicimos lo posible porque fuese realidad.

Pero hay que dar las gracias a aquellos quienes compartieron con todos nosotros sus experiencias, reflexiones y proyectos, tanto por hacernos partícipes de sus vidas, de sus pensamientos y logros como por contagiarnos su valentía y arrojo al llevarlos a cabo. ¿Quién no se sintió lleno de energía y empuje al término de alguna de las ponencias?

Especial mención y agradecimiento merece José Claudio, quien como encargado del albergue hizo mucho más que esa labor al dedicarnos su atención incluso en los más mínimos detalles para que todos estuviéramos a gusto y no nos faltara de nada. Sin que apenas se notara su presencia y en silencio, se ocupó de que todo marchara bien. Por otra parte, no sabemos por qué, pero sólo una persona devolvió la encuesta de satisfacción con el alojamiento y demás, sin embargo pensamos que tanto las instalaciones como la atención fueron de sobresaliente.

Aunque respecto al año pasado hemos mejorado en ciertos aspectos, en especial en cuanto al funcionamiento de la asamblea, como han sido el hecho de que la presentación, la moderación y el control del tiempo en las sesiones se haya repartido de forma más equitativa, al participar de estas tareas quince personas diferentes, creemos importante hacer un poco de autocrítica con el ánimo de mejorar ciertas pautas que como grupo nos permitirían funcionar mejor y como personas autoconstruirnos como seres humanos de mejor calidad, visión que todos compartimos.

Principalmente se trata del asunto de la puntualidad tanto para llegar a tiempo al comienzo de las jornadas como para no extendernos más de lo convenido cuando nos toca hablar. Ambas faltas ocurrieron el domingo por la mañana con la consecuencia de tener que acortar, retrasar o no realizar algunos de los puntos del programa. Varios compañeros tuvieron que abreviar sus intervenciones porque otros se alargaron en exceso y algún punto del programa tuvo que suprimirse. Cuando rompemos los acuerdos a los que llegamos vemos que es negativo para el desarrollo y la eficacia de nuestro trabajo común. Habría que analizar esto con mayor cuidado para aprender.

Esto es un fallo que denota falta de respeto entre nosotros y hacia quienes han elaborado un programa que quedó aceptado por todos el día anterior tras su lectura y explicación (y que había estado a disposición de cualquiera durante cuatro meses antes de que tuviera lugar el encuentro).

Ciertamente tenemos que trabajar juntos en ello e ir mejorándolo asumiendo cada uno la responsabilidad que nos toca, para conseguir hacer un buen trabajo en asamblea, algo que por difícil es un reto a conseguir. ¡Tengámoslo en cuenta la próxima vez como propósito común y seamos puntuales!

Ser flexibles y comprensivos, sí, incluyentes y generosos, pero en ciertos aspectos ajustarnos a lo acordado y poner cuidado en asumir la responsabilidad de cortar a alguien, si es nuestro papel, o algo tan simple como entrar y estar sentado a la hora convenida, hubiera beneficiado al resultado global. Por otra parte, mientras nos ajustamos al reloj y estuvimos más centrados en seguir el programa, pudimos comprobar que era realizable y los resultados fueron muy buenos.

Que el tema de la continuidad en las propuestas no pudiera ser tratado a fondo nos ha decepcionado un poco, había un trabajo detrás de al menos tres compañeros que no fue bien transmitido y entendido y por lo tanto no se desarrolló como habíamos previsto. La intención era iniciar, desde el mismo encuentro, el compromiso con algunas de las tareas que nosotros mismos habíamos identificado como estratégicas desde el año pasado. O de proponer nuevas según todo lo escuchado y reflexionado hasta ese momento del segundo encuentro y el resto del tiempo hasta llegar a él.

Aún así salieron grupos para trabajar sobre una ética para los tiempos actuales, otro para estudiar y mejorar las tareas de comunicación e incluso el compromiso para la colaboración en escribir un nuevo libro. También en los próximos días se podrá comprar el libro que recopila los textos del I Encuentro gracias a que una persona decidió allí mismo que él se hacía cargo y también está en marcha desde ya estudiar qué cambios hacer en la web RI.

Así que de alguna manera lo que pasó, al crearse una situación y un ambiente difícil, nos puso más alerta a todos sobre el tema, algo muy necesario, nos movió por dentro y se generó reflexión individual y colectiva. Con explicaciones, comprensión mutua y sinceros abrazos de por medio, al final volvió la armonía, se puso de manifiesto que la web interesa (una prueba es el dinero aportado para su mantenimiento, de ese tema informaremos a través del boletín) y que habría disposición en organizar un tercer encuentro. Aunque ésto ya se verá, si va a más, el hecho de que pasara estuvo bien. Sí, quizás vayan saliendo voluntarios y de forma natural se vayan cubriendo las distintas tareas. Cada persona que se involucre aportará su particular manera de entender lo que se debe hacer y ello sin duda enriquecerá el resultado.

Porque si la respuesta es que queremos seguir en marcha, entonces hace falta, si se quiere y se puede claro, más participación en ciertas cosas. Es importante que la continuidad no dependa tampoco de una sola persona, o de un grupo demasiado pequeño. No queremos líderes en ningún sentido.

A la mañana siguiente, al volver a nuestras rutinas, trabajos, tareas impuestas y obligaciones, era rara la mezcla de estar en nuestro lugar habitual pero echar tanto de menos montañas, ríos, huertos, sonrisas, comedores y salas llenas de gente común, alegre por estar junta.

Algunos nos marchamos de este segundo encuentro con la sensación de que a diferencia del anterior nos conocíamos más, que casi todos nos poníamos ya nombre y cara y los vínculos se habían estrechado. En tan solo tres días se creó comunidad. Lo que demuestra que el contacto físico, las miradas, las conversaciones, la cercanía une más que cualquier otra cosa. Muchos coincidimos en pensar que hay que hacer por vernos más a menudo y afianzar esos lazos durante el año encontrando proyectos que emprender en común. Y con suerte antes de que las obligaciones de la cotidianidad vayan alejando la estela que de tan preciosos días quedó.

Es jodido volver al mundo, pero estamos especialmente motivados para hacer cosas por cambiar lo que no nos gusta, de nuestro interior y del exterior, así de directo. Y en ello seguimos.

Para contactar y seguir participando tenéis disponibles todos los canales habituales: revolucionintegralgrupo@gmail. com; info@revolucionintegral.org; nuestros correos personales y el foro de la web revolucionintegral.org.

Álex, Héctor, José Fracisco, María, Sofía y Vanesa.

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