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  • Autor de la entrada:Félix Rodrigo Mora

El PROYECTO ARRENDAJO surge del amor a los árboles. Al tener como elemento motor el amor es constructivo y creador, fecundante y genésico.

Es popular, horizontal y autoconstruido. No tiene centro ni dirección. Cualquier puede hacer o decir o editar un texto o un video en él o para él. Y cualquiera puede aceptar o rechazar lo que se diga por otro u otros, o mitad y mitad. Su sustento es la libertad de conciencia y la libertad de expresión.

Quienes lo hemos lanzado somos sólo iniciadores. No directores. Hay quienes saben mucho más que nosotros y tiene bastante más experiencia, por tanto, a ellos les corresponde aportar.

Se trata, como hemos dicho, de recolectar y diseminar 1.000.000 de kilos de bellotas de los cinco quercus de la Península Ibérica (robles, quejigos, encinas, alcornoques y coscojas), logrando que 100.000 personas acopien cada una 10 kilos y luego los siembre en lugares deforestados, igual que hace el arrendajo, nuestro idolatrado pájaro forestador.

Este año no conseguiremos, probablemente, esa meta, pero el que viene, sí, o el otro, o el otro, o… Somos combativos, somos fuertes, somos voluntariosos, y lo lograremos.

Las fechas de maduración de las bellotas, cogida y siembra se sitúan entre finales de octubre y principios de marzo. Cuatro meses o un poco más. Pero varían tales fechas según los territorios, la altitud, etc.

En las listas (hay varias, atención a esto) de personas interesadas, las hay muy expertas y otras que no lo son. Así pues, tenemos que hacer videos y elaborar textos para explicar los componentes prácticos del asunto, en todo el proceso: selección de las bellotas y recogida, almacenamiento, acopio de hojas de adelfa para espolvorear las bellotas en el hoyo a fin de ahuyentar a los ratones de campo[1], determinación del lugar donde ponerlas[2], creación de viveros caseros o comunitarios[3], hacer el hoyo y colocar las bellotas y alguna cuestión más.

En esta lista hay gente muy entendida y con mucha experiencia. Les ruego que envíen al resto sus aportaciones, textos y materiales, y se puede organizar incluso visitas a los lugares más activos y efectivos. En mi caso, recomiendo el “Manual de cocina bellotera”, de César Lema Costas con Prólogo mío, y la lectura de la segunda parte de mi libro “Naturaleza, ruralidad y civilización”.

La clave es la acción individual, y conviene actuar sin esperar a otros ni a que se forme un grupo, ni a que nadie diga “¡adelante!”. Se trata de que cada persona, imbuida de amor puro y desinteresado por la naturaleza y por sus semejantes, destine su tiempo a: 1) informarse de todo el procedimiento y el proceso, 2) planear lo que va a hacer, 3) recoger bellotas y hojas de adelfa, 4) empuñar una azada, una mochila o saco de tela con las bellotas, una bolsa de papel con la adelfa triturada y lanzarse a hacer hoyos y a poner dos o tres bellotas (tres en suelos muy degradados y con escasas precipitaciones, dos en donde las condiciones edafoclimáticas sean más benignas) en cada uno, durante semanas. En su barrio, en su pueblo, en el de al lado, donde mejor le parezca.

Aún no es el momento de hacer eso. Falta más de un mes. Pero sí es el momento de dar a conocer el PROYECTO ARRENDAJO,  aportando la información y explicaciones necesarias, y animando a más y más personas, colectivos y grupos humanos a que se sumen a él. Iremos haciendo varios videos, por favor, hacedlos circular. Y haced vosotras/os videos también. Y grupos de guasap, hojas, carteles, acudir a radios y tvs, institutos y colegios, centros deportivos y cualquier lugar donde haya buena gente.

Las experiencias ya habidas y los materiales informativos y analíticos ya producidos conviene hacerlos circular. Lo que os manden, mandadlo. Y lo que no esté hecho, hacedlo.

De aquí a finales de octubre conviene ir sacando cada semana, al menos, videos y textos. Para motivar e informar. Para preparar las mentes y los corazones.

Como 10 kilogramos son unas 800/1000 bellotas habría que hacer entre 500 y 300 hoyos por persona, de unos 30 centímetros de profundidad, y luego volver a cubrirlos con tierra[4]. Es trabajo. Se necesita una ética del esfuerzo, el servicio, el amor, el sacrificio autoimpuesto y el deber. Conviene prepararse mentalmente para ello. Si hay que cavar unos 400 hoyos de media lo mejor es distribuirlos en 8 salidas de 50 cada una. Pero eso es cosa de cada cual.

Hay que ser realistas: sólo una de cada 20 bellotas que se pongan, siembren, dará un árbol que llegará a adulto. Es decir, de 1000 bellotas unos 50. Del millón de kilos algo así como 50.000 árboles.

Nuestro criterio es pasar, acabada la campaña de los quercus, a otros árboles. Por ejemplo, las sabinas, los castaños, los tejos, las hayas. O, mejor aún, los abedules. O bien los tilos (mi favorito). Sin ignorar un árbol que suele acompañar a las encinas, el madroño, de frutos deliciosos. Tenemos que llegar a ser un movimiento de gentes enamoradas de los árboles y los bosques que realizan su amor sirviéndolos esforzadamente, y que expande su estado de ánimo y sus quehaceres por todo el cuerpo social[5].

No se pueden olvidar los arbustos del sotobosque. Sin ellos los árboles no prosperan bien, pues forman un ecosistema integrado. Coexisten y coevolucionan los tres niveles de todo bosque, el arbolado, los arbustos y las hierbas, pudiéndose añadir un cuarto, el de los hongos y la microflora que vive en  la tierra. Iremos haciendo un plan para recuperar el sotobosque, con majuelos, rosales silvestres, endrinos, etc.

También, hay que promover los conocimientos sobre árboles, por ejemplo, los libros de Ignacio Abella. Y la música, como el CD “La fiesta del árbol”, de mi amigo Manuel Luna y La Cuadrilla Maquilera. Sin dar de lado, claro está, a los más sesudos estudios de última generación.

 Sería bueno hacer participar a niñas y niños, a partir de los 3 años, en toda la operación. Lo mismo con adolescentes y jóvenes.

Necesitaríamos un Manifiesto, en unas 10 líneas, que sintetizase el PROYECTO, ¿quién se ofrece para esta tarea?

Visitar y recorrer bosques autóctonos, para disfrutar de ellos y para estudiar las posibilidades de intervención y mejora, es otra tarea posible.

Al final de la campaña, podemos organizar una Quedada. Para marzo. Con el fin de fijar nuevas metas y preparar la campaña de los quercus de 2020-2021.

Los contactos en:

Asociación del Común,  asocdelcomun@gmail.com   

Nacho.

[1] La hoja de adelfa, un arbusto autóctono ahora muy usado en jardinería y muy fácil de localizar en los parques de las ciudades, es tóxica y debe recolectarse y manipularse con guantes. Sé que algunos plantadores acudían a cocimientos de ciertas hierbas en los que luego se sumergían un par de días las bellotas enteras, a fin de que se impregnasen de un olor y sabor repelentes para los ratones, pero he olvidado qué hierbas son esas, ¿alguien lo sabe? En ese caso no sería necesaria la adelfa.

[2] La cosa tiene su miga, hay que pensarlo bien, buscarlo. Planearlo.

[3]  Los viveros de aficionados, que pueden ser unos simples tiestos en un balcón, por ejemplo, serían para producir plantones que se pondrían dos años después en el terreno, con protectores contra jabalíes, corzos, conejos, etc.

[4] Lo más práctico es poner las bellotas directamente enterradas en el terreno, como hace el arrendajo. Hacer vivero para conseguir plantones tiene más inconvenientes, incluso legales (hay que conseguirlos en viveros homologados, aunque se puede eludir esta norma) y hay que poner protectores. Al mismo tiempo, los árboles que resultan de la siembra directa son más resistentes y robustos. Pero allá cada cual. Y es bonito tener unos cuantos tiestos o similares con quercus, o sea, se puede diversificar.

[5] Quiero manifestar mi desacuerdo con el ecologismo institucionalizado, centrado en Bruselas y en cobrar subvenciones, que organiza manifestaciones más o menos concurridas contra el cambio climático pero que no coge la azada, el saco de bellotas y se echa al monte. Y también he de expresar mi falta de aprecio por quienes acuden a esas manifestaciones, urbanitas hedonistas y/o epicúreos (por tanto, inútiles para todo esfuerzo desinteresado por convicción interior) dados a pintarse la cara, gritar consignas, arrastras pancartas y volver luego muy “realizados” a sus casas, a sentarse ante las pantallas, sin que hagan nada personal y comprometido, con trabajo y entrega, en beneficio del único remedio real al cambio climático, el árbol autóctono y el bosque.

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