• Categoría de la entrada:Artículos
  • Autor de la entrada:Enrique Bardají Cruz

 

Estos últimos años hemos visto un auge de la popularidad de youtubers liberales como Un Tío Blanco Hetero, Juan Ramón Rallo, Inocente Duke, Roma Gallardo, Infovlogger, Rubén Gisbert, Chocobollo, Libertad y lo que Surja, Jano García, VisualPolitik, Álvaro Bernad… que han conseguido millones de subscriptores, likes y visualizaciones gracias a que han realizado críticas acertadas a las locuras totalitarias del Estado como su Ley Integral de Violencia de Género, el expolio fiscal, las múltiples censuras a todos los niveles, las mentiras constantes, el adoctrinamiento anglosajón universitario posmoderno, la avalancha de leyes liberticidas, la intención de hacer obligatoria la vacuna, la sinrazón de la ideología de género, el acoso estatal a los trabajadores autónomos, la multiplicación de los costosísimos chiringuitos de la partitocracia, la brutal manipulación mediática, lo miserable del partido Podemos y su amor al dinero, la dictadura asquerosa de Venezuela, China, Nicaragua o Cuba, el fasciofeminismo militante hiperagresivo, la majadería queer, lo equivocado del veganismo, lo nefasto del islamofascismo y la demente islamofilia izquierdista o la denuncia del increíble intervencionismo estatal en todos los aspectos de la vida…

El apoyo masivo de una parte de la juventud les ha venido especialmente por su rechazo argumentado del feminismo. Un feminismo que se siente, por millones de personas, como una ideología del odio, del enfrentamiento entre hombres y mujeres, del poder del Estado y como primera causa de la debacle demográfica ibérica.

Pero este rechazo y crítica que se ha realizado al feminismo por parte de los youtubers, aún siendo un soplo de aire fresco muy de agradecer, nunca ha conseguido llegar al meollo de la cuestión que es, sin duda alguna, la cuestión del Estado, es decir: que si el Estado es el que libera a la mujer nos encontramos con una renovación feroz del viejo patriarcado. Sí, el viejo patriarcado de siempre pues el Estado es el principal ente patriarcal de toda la vida de dios, sólo que se ha olvidado. El feminismo de Estado es un neomachismo atroz, un neopatriarcado mucho más poderoso y maquiavélico que el viejo patriarcado. Simplemente se cambia la vieja protección a la mujer que el Estado endosaba al marido por la nueva protección a la mujer que el Estado se auto-asigna a sí mismo ya sin la mediación del marido. El Estado se transforma en el nuevo pater-familias. La mujer sigue siendo el sexo débil al que hay que proteger. Ya no le debe obediencia al marido, ahora le debe obediencia al Estado, que la protege de sus iguales. Se busca nacionalizar a las mujeres, es decir, hacer que se sientan identificadas con el Estado para que éstas le sirvan a sus intereses. Se busca dividir para debilitar a la comunidad popular y poder gobernarla más y mejor. Se busca fidelizar, clientelizar, instrumentalizar a una parte de la población para lanzarla contra la otra parte si llega el caso, siempre bajo la lógica de la razón de Estado.

Partir a la sociedad (de ahí los partidos) es una necesidad del Estado. Los viejos patriarcados que hoy sobreviven en países como Arabia Saudí funcionan igual que el neopatriarcado feminista: tratan de dividir por todos los medios a hombres y mujeres en bloques separados. Todo Estado sabe que si las gentes populares del pueblo se aman entre sí y consiguen formar comunidades poderosas es cuestión de años que terminen enfrentándose al Estado y causándole graves problemas. En el ADN del Estado, en su saber-hacer fundamental, está romper la comunidad, atomizar, dividir, enfrentar a unos contra otros, destruir la autoestima del individuo… para poder mantener y aumentar su poder y gobernarlos a todos. Es indiferente cuán de bienintencionado esté el que supuestamente ha conquistado el Estado pues esto último nunca es así: el Estado es el que conquista primero al que trata de conquistarle.

A esta conclusión, la de la urgente necesidad de organizar la revolución para abolir el Estado, no ha llegado ninguno de los youtubers porque todos maman de la doctrina del liberalismo y el liberalismo, al final, tras sus críticas al Estado -nunca demasiado fuertes ni profundas- es su principal valedor. Liberalismo valedor del Estado. Porque quien defiende al capitalismo ha de defender al Estado. Sin Estado no hay capitalismo porque el capitalismo es la flor de invernadero del Estado: él creó al capitalismo, lo crió, lo cuidó, lo protegió, lo potenció, lo salvó en los momentos en que éste se desmoronaba y lo protegerá en el futuro, porque de él se alimenta. Querer, como quiere el liberalismo, un Estado que no oprima, que no cobre excesivos impuestos, que no tenga voluntad de poder, que sea verdaderamente democrático o que no haga biopolítica es una utopía pueril o un engalanamiento seudolibertario para proteger al Estado mediante la mentira y el engaño. Con respecto al liberalismo trevijanista no partidista lo mismo de lo mismo.

Nuestros queridos youtubers (y lo de queridos lo digo sinceramente, a pesar de que defiendan a los ricachos y el capitalismo más vil) lanzan feroces críticas contra el Estado (confundiendo muchas veces Gobierno con Estado) pero nunca se atreven a cuestionarlo. Hablan de explotación fiscal pero nunca llegan al meollo, que de nuevo es el siguiente: el Estado es un megaparásito, una garrapata gigante que nos chupa la vida y que debe ser abolido. O le destruimos nosotros a él o él nos destruirá.

Con motivo de la invasión de Ucrania por el ejército Ruso y yendo a la razón del porqué realmente escribo estas reflexiones, he de decir que muchos de estos youtubers defienden abiertamente la existencia del ejército y la necesidad de aumentar el presupuesto militar.

Defender al ejército y pedir más dinero (más impuestos no lo olvidemos) para su financiación contradice cualquier idea libertaria o amiga de la libertad que pudieran haberse expresado anteriormente. Toda la facundia del liberalismo con respecto a impuestos bajos, Estado mínimo, libertad individual, libre mercado, derechos civiles… queda completamente anulada al apoyar la existencia de un ejército profesional y permanente del Estado. Así lo expresó el liberal y padre fundador de los EEUU Tomas Jefferson que se opuso a la existencia del ejército profesional por suponer una amenaza completa a la libertad individual y colectiva. Por desgracia nuestros youtubers no se fijan en este tipo de liberalismo antimilitarista jeffersoniano y se posicionan con el liberalismo más liberticida de todos: el de siempre.

El ejército profesional permanente del Estado supone SÍ o SÍ: una amenaza total a las libertades individuales, colectivas y de todo tipo; un expolio fiscal completo e inevitablemente creciente; un intervencionismo permanente del Estado a todos los niveles; una nula existencia de una economía libre; un Estado máximo; guerra y asesinatos masivos que son lo opuesto a los cacareados derechos civiles (¿cuáles? ¿los de los pueblos imperializados?).

La verdad del liberalismo de siempre está en su raíz primera. Así lo expresa Félix Rodrigo Mora cuando dice que: «Adam Smith… lo que realmente hace en su obra principal, engañosamente titulada Investigaciones sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, es loar el ascenso del imperialismo británico. Como suele ser habitual en los intelectuales de todos los tiempos, Smith ofrece como «verdad», «sabiduría», «conocimiento» y «ciencia» lo que es una mera propaganda y adoctrinamiento en pro del poder constituido entonces en Inglaterra, de su programa imperialista y militarista centrado en la flota de guerra y la conquista de la hegemonía planetaria. Por tanto, enaltece el proyecto monopolista estatal, ajeno a toda concepción natural de la actividad económica, por lo que la cháchara de Smith y sus discípulos contemporáneos a favor de «la libertad productiva» y «el libre mercado» son una estafa. Libertad económica a la sombra de los cañones, con un aparato estatal que crece exponencialmente debido al militarismo, ¿a quién se le puede ocurrir tal cosa sino a un fullero intelectual?»[1].

El apoyo al ejército profesional permanente del Estado y a sus siempre crecientes presupuestos entra en contradicción fragante con la defensa de la libertad, la democracia (y no me refiero a la dictadura parlamentaria de la hora presente) o la autonomía del individuo. 

¿Cómo defendernos entonces? Asumiendo la difícil, costosísima, incomodísima y agobiante responsabilidad de hacernos localmente cargo de la cuestión de la defensa militar. Volver la mirada a Jefferson y su defensa de la libertad a portar armas, de la responsabilidad de organizarse comunitariamente para el combate, como hicieron nuestros antepasados en las milicias concejiles que derrotaron al Imperio Islámico. La polemología debe ser popularizada y todos tenemos que interiorizar que el saber militar debe ser socializado y enseñado desde jóvenes. El pensamiento estratégico que hoy monopolizan los militares no debe ser abandonado a ellos. Podemos vivir sin ejército del Estado, podemos vivir en armas, es más, si no lo hacemos, nunca seremos razonablemente libres.  

Enrique Bardají Cruz, 11 de Marzo de 2022, Pirineo Occidental

[1]Félix Rodrigo Mora en el Prólogo a la cuarta edición de La democracia y el triunfo del Estado. Esbozo de una revolución democrática, axiológica y civilizatoria.

Deja una respuesta