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  • Autor de la entrada:María

Cuando he rellenado el cuestionario para el nuevo encuentro donde pone: ¿Qué puedes aportar a RI? mi respuesta ha sido clara y sencilla «no tengo ni idea de lo que puedo aportar», sí lo que busco.

Busco un grupo donde puedo «ser» yo, sin más, aprender y aportar lo que la vida me ha puesto por delante como aprendizaje.

Y esta es la razón, por la que hoy, me siento delante del ordenador, la música, el teclado, el tintinear de las teclas me suena como una melodía, que hace que fluyan las palabras: palabras que no encuentro el espacio donde poderlas expresar sin ser tachada de «mala persona», o impresentable», como he sido tachada, por decir la verdad.  Escribo por necesidad, para  expresar con la escritura, donde no puedo poner mi voz.

El tema con el que llevo años trabajando es en el de «La Salud Mental». Comencé, por necesidad de conocer, para poder apoyar a mi hija, seguí por agradecimiento a la vida: la vida, me dio la oportunidad de sacar a mi hija después de 12 años de lucha y su inclusión socio laboral.

El camino fue muy duro, solitario, desconcertante: la loza que le cae encima al familiar cuando se entera de un padecimiento de este tipo, no es menor que el que le cae a la persona afectada.

En este recorrido, voy de una a asociación a otra sin encontrar mi espacio, ¿cómo voy a encontrar un espacio en un «mini estado»? Estas, además de ser segregadas, no por sexos, pero sí, por familiares o usuarios. Por mucho que repito, que en lo cotidiano, en la vida real, en la convivencia, estamos todos juntos ¿Que hacemos trabajando por separado? No soy escuchada, también aquí, nos han dividido: el familiar, es el enemigo de «usuario» y a veces, muchas veces, incluso tienen toda la razón pues, la ignorancia  de éstos y la presión que le inculcan desde el Sistema de Salud, que «si no mejoran, es porque ellos no quieren, hace muchas veces que la familia culpabilice al enfermo de su no mejoría».

Es esencial nutrirnos de lo que piensa cada parte, para poder conocer las dos realidades, comprendernos y afrontarla con la mayor veracidad, pero no hay voluntad de hacerlo, pues interesa más dividir que ser eficaz, el sistema otorga a cada colectivo subvenciones y con estas los tienen divididos y atados.

Cada vez siento más impotencia de la desprotección de «las familias», y de los «afectados».

Los casos que conozco son sangrantes: solo «los pacientes obedientes», los que son capaces de dejarse conducir, por la voz del amo, los profesionales de la psiquiatría, se considera «que tienen voluntad de sanar». Si por el contrario no se adaptan al sistema, «es porque ellos eligen vivir así»: más o menos, como en las escuelas, el fracaso escolar es del alumno, nunca de los profesores.

Aquí, el que no se adhiere al tratamiento, es porque no quiere, no porque los anule como personas, el que no se amolda a ningún «recurso de los que hay», no es, porque estos son «escuelas tuteladas por personal sanitarios», que los ven como «el nombre de la enfermedad etiquetada», no como una persona que tiene «sus diferencias».

Quien su perfil no se amolda a ser un eslabón de la cadena de esclavo de esa mini sociedad piramidal, que lo prepara para ser obediente, es excluido y a expensas de la familia (quien la tenga) y de la medicación. Es esto a las farmacéuticas les sale redondo el negocio: medicación para el usuario y medicación para el familiar. Rara es «la» cuidadora, que no está en tratamiento psiquiátrico, o dicho más claro, con medicación de por vida.

Al familiar, se le somete la misma presión que al usuario, tiene que «poner límites», muchas veces, los límites son, ponerlos de patitas en la calle. ¿Os imagináis como se puede sentir una madre que tiene que echar a su hijo, por prescripción facultativa, por que este «no consigue someterlo», o porque no han dado con la tecla de lo que le sucede? El enfermo a la calle, seguimiento desde asuntos sociales, dormir en albergues. Esas madre o hermanas (que son el 99% de las cuidadoras, terminan también psiquiatrizadas de por vida).

Nadie que tenga la suerte de desconocer este mundo en primera personas imagina cuánto dolor, cuanto sufrimiento, cuanta soledad e incomprensión hay en este colectivo, en las dos caras de la moneda.

La medicación, solo les tapa el síntoma, pero no soluciona el problema: pues detrás de los síntomas visibles «los llamativos», los que se ven, se esconde lo que realmente anula al enfermo.

Conozco por desgracia muchos casos y el gran problema es que no hay un tratamiento integral ni individualizado, son paquetes a tratar según su «etiqueta»: esquizofrenia, bipolares, etc. No los consideran personas con un padecimiento si no el nombre de su patología y que en muchas ocasiones, a lo largo de su historial clínico, cambian de nombre, si no responden a los fármacos.

Lo triste de todo esto es que en el camino, se están quedando muchas vidas, unos cronificados y recluidos en instituciones tuteladas, seres totalmente dependientes,  otros, solos en sus casas, sin tener ninguna vida social, pues han perdido la capacidad de  poder tener una vida sociabilizada: pero eso no es problema para los facultativos, los síntomas, en la mayoría de los casos está bajo control. Si viven o vegetan, eso no es el problema.

Desde aquí, hago un llamamiento a las personas que sean una de las dos caras de la moneda, a los que conozcan casos, a los que tengan conocidos, a todas las personas, que se informen, que conozcan estas personas e intenten comprenderlas, solo necesita AMOR, mucho amor y comprensión.

Es la enfermedad del siglo XX y XXI, cuatro de cada cien personas van a padecer a lo largo de su vida una enfermedad mental, de todos depende, que solo la padezca, no sea un ENFERMO MENTAL.

Hace no mucho, la psiquiatría veía como enfermedad mental la homosexualidad: eran personas diferentes, que por el rechazo de la sociedad, tenían unos problemas psicológicos que los hacía vivir ocultando su inclinaciones, su verdadero «yo» intentándose negar a sí mismos su verdadera identidad por «ser diferente». Esto está pasando con los llamados  «enfermos mentales», necesitan que les entiendan en sus diferencias.

 

 

Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Roberto Serna

    Es terrible Maria, pero no sólo en la psiquiatría, yo que llevo enfermo unos cuantos meses (probablemente es mononucleosis) he tenido que luchar para que no me traten de enfermo mental porque mi médico de cabecera estaba empeñado en que todo era psicológico. Lo primero que te mandan son ansiolíticos y como me negué a tomarlos, me tachó de rebelde y ya apenas me dirige la palabra. Tampoco puedes recurrir por tu cuenta a otros médicos porque eso supone que cuestionas el principio de autoridad. En fin, esa es la norma, obedecer o exponerte a las consecuencias. Por suerte sigue habiendo médicos decentes, pero lo común en mi experiencia es una fe ciega en las normativas y un encasillamiento ultradoctrinario de las enfermedades según unos pocos parámetros (algo muy poco científico por cierto) sin tener en cuenta la diversidad de las personas y de los síntomas. Por supuesto nada de hablarles de terapias naturales porque entonces además de rebelde te toman por tonto. Hace falta una medicina humana e integral en todos los sentidos y solo será posible fuera del Estado.

  2. Germán

    Gracias por el artículo, María.

    Creo que ahora mismo en el Estado Español se está abriendo conciencia en cuanto al daño que el poder de la psiquiatría y otras «ciencias» psi están ejerciendo, y por tanto están emergiendo bastantes proyectos que trabajan para crear alternativas reales de espaldas a las instituciones, aunque es difícil que las mismas instituciones no se entremetan en lo que estamos haciendo..pues a veces son muy sutiles en su forma de introducir sus mensajes, otras veces, no. Para muestra un botón:
    http://xarxagam.org/2016/03/13/acerca-de-los-grupos-de-ayuda-mutua-promovidos-por-la-generalitat-de-catalunya/

    Entonces, yo como «superviviente de la psiquiatría», agradezco mucho tu aportación en este foro, porque el tema de la salud mental sigue siendo algo de lo que no se habla, o se habla sin ningún conocimiento, porque si algo hay que hacemos en este país (y yo el primero que lo hago muchas veces) es hablar sin tener ni idea de lo que hablamos, siendo todólogos.

    Si quieres escribir un texto sobre y que se publique en algún medio, aquí estoy para echar una mano en la difusión.

    Salud y alegría,
    Germán

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