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  • Autor de la entrada:Jesús Franco Sánchez

Los principios para la elaboración de este texto son los siguientes:

           1. Lo decisivo es la persona. Este enunciado, tan obvio como negado por el Estado y el Capitalismo, no ha de entenderse desde la óptica del egoísmo, el interés particular o la propiedad privada, sino como auto-construcción moral, comprometida y responsable para:

           2. La creación de nosotros de calidad. Esto es, de parejas, grupos, colectivos, comunidades… aptos para la convivencia, la génesis, debate y divulgación de ideas, y la actuación transformadora de lo real.

La bibliografía empleada ha sido: Apología de Sócrates, Platón; Recuerdos de Sócrates, Jenofonte; y Vidas y opiniones de los filósofos ilustres, Diógenes Laercio.

Sócrates (469-399 a.n.e) fue «el primero en dialogar sobre la manera de vivir»; de costumbres ordenadas; «diestro en hallar sus razones a partir de los hechos», ya que consideraba «inútil la argumentación palabrera»; austero para los placeres sensoriales, durísimo frente al frío, el calor y todas las fatigas; y «el colaborador más útil en la búsqueda de la virtud». Se expresó en su defensa «con la mayor franqueza, libertad y justicia», y soportó la sentencia de muerte «con toda calma y virilidad».

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Dotar de grandeza y dignidad a la vida, a través de los ideales.»¿No te avergüenzas de preocuparte de cómo tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores y, en cambio, no te preocupas ni interesas por la inteligencia, la verdad y por cómo tu alma va a ser lo mejor posible».»Afán de superación es lo que más estimula hacia las acciones bellas y honrosas». «Que se esfuercen por alcanzar preeminencia con su virtud».

Arrostrar peligros por hacer lo que se debe.»No tienes razón, amigo, si crees que un hombre que sea de algún provecho ha de tener en cuenta el riesgo de vivir o morir, sino el examinar solamente, al obrar, si hace cosas justas o injustas y actos propios de un hombre bueno o de un hombre malo». «Arriesgarse sin tener en cuenta ni la muerte ni cosa alguna más que la deshonra». «No cedería ante nada contra lo justo por temor a la muerte». «No voy a hacer otra cosa, aunque hubiera de morir muchas veces». En este contexto: «es imposible llevar una vida tranquila». Atreverse a ser el primero (en lo bueno).

Actuar desinteresado. «Por esa ocupación me encuentro en gran pobreza». «Que cobro dinero, tampoco esto es verdad». «Con estas palabras me consigo enemistades».

Rechazar la molicie. «No te dejes arrastrar por la pereza, sino más bien esfuérzate en poner más atención a ti mismo». «Un individuo que no examina lo mejor, sino que busca por todos los medios hacer lo más agradable, ¿en qué se diferencia de la más irracional de las alimañas?».

Vida hermanada. Ayuda mutua. Comprensión hacia el otro. Reconciliación. «La mayoría se preocupaba de cualquier cosa más que de adquirir amigos», que es la mayor ganancia. «Consideramos un gran beneficio hacernos amigos unos de otros».

Una meta magnífica: la verdad. «Éste es el deber (…), decir la verdad». «Esfuérzate en conseguir saber lo mejor posible aquello en lo que estés dispuesto a trabajar». Investigación y reflexión para alcanzar la sabiduría, que es «el bien mayor».

Otro ideal a perseguir: la virtud. «El mayor bien para un hombre es tener conversaciones cada día acerca de la virtud». «Intentando convencerle de que se preocupe por la virtud». «Es de ley corresponder con el bien a los que nos hacen bien».

Entrenamiento físico, moral y táctico-estratégico. «Toda naturaleza puede acrecentar su valor con el aprendizaje y el ejercicio», para llegar a ser hombres de bien. «Entrenando mi cuerpo para soportar las contingencias». «Las virtudes aumentan con el ejercicio y el estudio».

Discriminar entre contenido y apariencia. Desprecio de la mentira, la impostura, los sofismas y la oratoria hueca. Lo decisivo es el contenido. «Están simulando saber sin saber nada». «Dicen muchas cosas hermosas pero no saben nada de lo que dicen». «Simulando esforzarse e inquietarse por cosas que jamás le han preocupado».

Honestidad. «Tengo conciencia de que no soy sabio, ni poco ni mucho». «Es probable que ni uno ni otro sepamos nada que tenga valor, pero este hombre cree saber algo y no lo sabe, en cambio yo, así como, en efecto, no sé, tampoco creo saber». «Ser honrados de palabra y de acción». La mejor ocupación para un hombre es «obrar bien».

Frugalidad: «¡De cuántas cosas no tengo necesidad!», se decía al contemplar cosas en venta. Conformarse con poco, necesitar lo menos posible (de lo material). Modestia en vestir y calzar.

Responsabilidad y auto-corrección. «Los examinados se irritan conmigo, y no consigo mismos», al mostrarles que no saben lo que creen saber. E igualmente: «reconozco no saberlo»: la admisión de la propia contradicción y carencia como primer paso para el cambio a mejor. «Una vida sin examen no tiene objeto vivirla». «Pasar el tiempo examinando e investigando» para no equivocarse. «Prepararse para ser lo mejor posible».

Pensar y actuar autónomamente. «A no ser que hicieras algo distinto de lo que hace la mayoría». Para combatir la manipulación mental: «hablaban ante vosotros en la edad (joven) en la que más podíais darles crédito». Juzgaba sabio y sensato al que, conociendo lo que es bueno y bello, lo practicaba. «La acción es más convincente que la palabra».

Impasibilidad ante las circunstancias y fortaleza interior. En sus conversaciones dirigía a sus amigos hacia el dominio de sí mismos. Ejercitar el autocontrol, voluntariamente, ya que «lo mejor para el hombre es la templanza». «Temer la muerte no es otra cosa que creer ser sabio sin serlo, pues es creer que uno sabe lo que no sabe. Pues nadie conoce la muerte, ni siquiera si es, precisamente, el mayor de todos los bienes del hombre, pero la temen como si supieran con certeza que es el mayor de los males».

En pos de la integralidad. «Por el hecho de que realizaban adecuadamente su arte, cada uno de ellos estimaba que era muy sabio también respecto a las demás cosas, incluso las más importantes, y ese error velaba su sabiduría».

Sobre el bien y el mal. «No existe mal alguno para el hombre bueno». «Si me condenáis a muerte, siendo yo cual digo que soy, no me dañaréis a mí más que a vosotros mismos». «No creo que naturalmente esté permitido que un hombre bueno reciba daño de otro malo». «No es difícil evitar la muerte, es mucho más difícil evitar la maldad: en efecto, corre más deprisa que la muerte».

 

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