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  • Autor de la entrada:Laura Herrero Román

Antes de nada, aclaro que al hablar de derecho básico no me refiero a algo que aparece en un papel firmado por una institución, sino a aquel tipo de derechos que una persona sensata reconoce como algo imprescindible, pues la noción general de respeto reside en nosotros sin que tengamos que acudir a ningún texto constitucional o declaración realizada por un grupo de personas a las que se les da una autoridad salida de la nada.

Dicho esto, pasemos a hablar de la libertad espiritual. Considero que, sin ser el más importante, la libertad espiritual es uno de los aspectos que debe tratar la revolución integral, pues, queramos o no, son varias las facetas o dimensiones que componen a un ser humano: la afectiva, la física, etc.

¿Qué pasa con la faceta espiritual del ser humano? Desconozco si su origen está en la necesidad de responder ciertas preguntas trascendentales que nos hacemos al contemplar la inmensidad del Universo (y más conociendo los abrumadores datos científicos), al experimentar la muerte de alguien cercano o contemplar el milagro de la vida. Tal vez nuestra faceta espiritual es algo con lo que nacemos. Yo no tengo una respuesta científica para esto, y sospecho que nadie nunca la tendrá. Pero no podemos negar esta parte nuestra.

A lo largo de la vida, sentimos la necesidad de relacionarnos con lo divino, o al menos de tener pensamientos claros acerca de ello. Ese camino que vamos recorriendo no se compone solo de lo que decidimos pensar, sino que va ligado a nuestras experiencias, y así, al llegar a cierta edad, va tomando forma aquello que finalmente hemos decidido (para mí, esta decisión no se basa solo en lo racional, sino que puede ir acompañado de experiencias espirituales incomprensibles).

Sin embargo, los gobernantes, antes los reyes y poderosos, ahora el Estado, vienen atacando nuestra libertad espiritual desde hace unos cuantos siglos. Invaden ese espacio de silencio que necesitamos para encontrarnos con nuestra decisión espiritual. Esto es el dogmatismo: la condenación de ciertas creencias e incluso la tergiversación de palabras, ideas y conceptos, añadiéndole una carga semántica que no es la original (piénsese en la propia palabra «cristianismo»).

Se puede creer que con las revoluciones liberales y la separación entre Iglesia (como institución) y Estado, se terminó con el dogmatismo, pero me parece un error asociar el dogmatismo solamente con un poder religioso. En nuestros tiempos vivimos más dogmatismo que nunca. Por ejemplo, otras definiciones que doy al dogmatismo son: 1) la invasión de ese silencio que necesitamos para llegar a una verdad espiritual, considerada verdad por nosotros por decisión propia; y 2) en palabras más coloquiales: que se nos diga que «esto es así porque sí y lo tuyo no vale porque no». Véase el caso del feminismo estatal («los hombres son culpables por naturaleza porque lo decimos nosotros y si no piensas así eres un retrógrado, o peor, un machista»).

Ahora bien, si algo me ha acercado a los debates y publicaciones que se comparten en este grupo y al concepto de revolución integral es una preocupación por la libertad del ser humano, como individuo y como colectividad. Al contrario de lo que pensé y busqué hace años, no trato ya de alcanzar esa libertad para mí y los míos, sino que entiendo que la lucha es tan difícil que tal vez pasen unas cuantas generaciones antes de llegar a esa situación de libertad, si es que llegamos. Pero veo como una responsabilidad ir abriendo camino, aportar ese granito de arena que cada uno tenemos (me estoy acordando de este artículo: http://prdlibre.blogspot.com.es/2014/12/elogio-de-la-iniciativa-individual.html). Pero últimamente, estoy viendo en este grupo publicaciones y comentarios que atentan contra nuestra libertad, precisamente contra la libertad espiritual, que condenan ciertas opciones espirituales solo porque están estigmatizadas. (Anticipo: para mí es tan horrible decirle a un cristiano que su fe es el origen de los males del mundo como amenzazar a un homosexual con que va a arder en el infierno por serlo. Ambas actitudes son irracionales y dogmáticas).

Ejercer la libertad espiritual es respetar la opción del otro aunque no sea la misma que la nuestra. Es cierto que hay que distinguir entre una espiritualidad pura y la pseudoespiritualidad tan de moda. La diferencia es que la segunda solo es una máscara para aparentar algo que no somos (algo que pasa en todas las opciones espirituales), mientras que la primera debe acercar a la persona a una versión, precisamente, más humana de sí misma, más virtuosa (aceptando que es imposible alcanzar la perfección).

La espiritualidad sana nos convierte en seres aptos para la convivencialidad.

Aunque parezca una paradoja, al hablar de espiritualidad incluyo todas las opciones, también el ateísmo y el agnosticismo, porque es la opción que una persona elige ante el misterio de lo divino: decidir que no lo hay en el caso del ateísmo, lo cual es tan válido como encontrar en el evangelio la manera de relacionarse con lo divino.

Como decía, ejercer la libertad espiritual es respetar la opción del otro, comprendiendo que para él es verdad, su verdad. Pondré un ejemplo muy sencillo: a Antonio le encantan las migas extremeñas pero no soporta el salmorejo, y a su amiga Raquel le pasa lo contrario. Están juntos en un restaurante comiendo cada uno su comida favorita. Si Antonio fuese dogmático, le diría a Raquel que su comida es un asco y la amenazaría con irse del restaurante si sigue comiendo salmorejo, pero si es una persona sensata, sabe que para Raquel el salmorejo es tan sabroso como para él las migas. ¿Quién tiene razón?

Pienso que nuestra actitud debe ser la misma. Tal vez para alguien ateo lo que un cristiano cree (y escojo estas opciones porque me resulta más fácil poner ejemplos, pero valdría cualquier otra) es fruto de su imaginación, pero aunque piense que el cristiano está equivocado, igualmente le respeta y no le ofende, porque entiende que para él es verdad que Jesús es el hijo de Dios, y además ve que su fe no impide que sea una persona íntegra. Lo mismo en el caso contrario. El cristiano está seguro de que Dios existe, habla con Él, le canta, y siente que lo que le pasa al ateo es que aún no ha tenido un encuentro espiritual con Dios, pero cuando se toma un café con él o realizan alguna actividad, en ningún momento le ofende ni habla mal sobre sus creencias. E incluso pueden llegar a debatir sobre sus respectivas opciones sin atacarse, pero sabiendo que no es necesario, porque, repito, aceptan la profundidad espiritual del otro, respetan la decisión del otro de tomar como verdad lo que ha elegido.

El problema, por lo tanto, no está en las distintas opciones espirituales, sino en las personas, siempre el problema está en las personas. En eso consiste la madurez, en aceptar nuestra responsabilidad y no echar balones fuera. En que en mis manos está tratar al otro con respeto o atacar sus creencias. En mis manos está llenar este grupo de publicaciones en contra del islam, del ateísmo, etc. o compartir textos constructivos.

Se tiende a pensar que los cristianos creemos en los principios bíblicos porque nos han engañado, manipulado, en fin, por puro dogma, porque aceptamos lo que un cura o un pastor nos dice sin más, pero esas personas que atacan nuestra fe no nos han preguntado cómo hemos llegado a esa opción espiritual. Simplemente nos ponen una etiqueta sin ni siquiera asomarse a nuestra mayor o menor profundidad espiritual.

Lo único que pido en este grupo* es que no metamos a todos en el mismo saco, que no juzguemos sin saber. Que sí, hay dogmáticos en todas las opciones espirituales, la típica persona que en los grupos de facebook comparte versículos bíblicos sin ton ni son y, como decía arriba, amenaza a todo el mundo con que van a ir al infierno. Pero no todos somos así. Ahora sí que viene a cuento un versículo muy conocido del evangelio en que Jesús advierte sobre los falsos profetas, lo cual podríamos equiparar también a la falsa espiritualidad: Por sus frutos los conoceréis.

Es muy simple, ¿con qué te quedas de la opción espiritual que has elegido, con la condenación o con la virtud? Pues respetemos a los que eligen la virtud, sean ateos, musulmanes, gnósticos, budistas, cristianos, agnósticos…

*Aclaración: Laura se refiere al grupo de Facebook «Amigas y amigos de Félix Rodrigo Mora».

Laura Herrero Román

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Jose Francisco Escribano

    Hola Laura, es interesante que nos hayas explicado un poco tu camino y una parte importante de tu espiritualidad. Me alegra que te consideres cristiana y revolucionaria, que en sus orígenes eran la misma cosa. Te animo a vivir y expresar tu espiritualidad desde ti misma, tienes mi apoyo y respeto, y espero conocernos en el próximo encuentro. Un abrazo

  2. Laura Herrero Román

    Hola, Jose Francisco.

    Bueno, considerarse cristiano en todo lo amplio de la palabra es muy aventurado, porque requiere una gran transformación que no llega a culminar, y como dijo Pablo, «lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago». Hay un largo camino por recorrer. Y por eso precisamente el cristianismo es tan criticado, porque a todo llamamos cristianismo.

    Yo también espero ir al encuentro, pero dependerá sobre todo de la fecha.

    Un saludo.

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