Este texto resume el impacto de la Invasión Islámica del subcontinente Indio, uno de los peores genocidios de la historia. En Occidente se ha centrado demasiado la historia del Islam en la Península Ibérica con Al-Andalus, llegando a mitificar el régimen andalusí. Por suerte, obras como «El Mito del Paraíso Andalusí» de Datos Fernández-Morera o «La Quimera de Al-Andalus» de Serafín Fanjul han desmitificar mucha de toda esta literatura falsa y poner en evidencia lo que fue el régimen andalusí.

Pero se sigue defendiendo el Islam como religión de la paz y especialmente su secta mística que es el Islam sufí, especialmente por la izquierda multiculturalista y los orientalismos (los cuales se basan en la espiritualidad y la filosofía oriental, especialmente del hinduismo y el budismo.

Este artículo, con bibliografía muy completa y documentada, expone como el Imperialismo islámico llevó a la India violencia nunca antes vista, un régimen de esclavitud horrible para los infieles, conversiones forzosas, genocidios, destrucción de ídolos, monumentos, universidades y templos sagrados de la India.

Si bien el texto no ahonda en cómo era el subcontinente indio antes de la llegada del Islam, no hay duda de que la invasión Islámica sólo llevó barbarie y destrucción.

Desde la RI se hace una lectura crítica de estos textos, ya que falta por explicar por qué el subcontinente Indio fue invadido tan fácilmente por el Imperialismo Islámico.

Se espera respuesta de los orientalistas defensores del Islam ante lo expuesto en este artículo. Espero que su respuesta sea algo más que el insulto de «islamófobos», «racistas» o «fascistas» tan manidos desde hace muchos años.

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FUENTE: https://religion.antropo.es/estudios/TheMuslimIssue.Invasion-islamica-de-India.html

El historiador musulmán Firishta [su nombre completo Muhammad Qasim Hindu Shah] (1560-1620), autor de Tarikh-i Firishta y de Gulshan-i Ibrahim fue el primero en dar una idea del baño de sangre medieval que sufrió India bajo la dominación islámica. Calculó que más de 400 millones de nativos indios fueron masacrados a lo largo de la invasión y la ocupación islámica de India.

Los supervivientes eran esclavizados y los varones castrados. La población india se estimaba inicialmente en cerca de 600 millones de personas. A mediados del siglo XV se habían reducido a 200 millones.

En la época en que los ingleses llegaron a las costas indias y tras siglos de dominación islámica, su población ya no se comportaba de acuerdo con su identidad de origen. Se habían convertido en musulmanes. Los archivos británicos registran numerosos testimonios sobre los horribles incidentes que conmocionaron a los ingleses (en su llegada a India) por su crueldad. Y por su crueldad, califican a aquella gente como «salvajes». Cualquiera que esté imbuido y asociado con la cultura islámica se convierte, de hecho, en salvaje. Exactamente por esto es peligrosa y degradante.

Hoy, como las otras culturas espirituales que tuvieron que sufrir las masacres del islam, India ya no es auténticamente una nación hindú. India es una sombra del islam, una versión hinduizada del islam, donde se emulan y adoptan toda clase de atrocidades en una cultura que antes estaba exenta de ellas. La incorporación a India de esa peste mahometana extranjera, de esos hábitos islámicos importados, se aceptan ahora como características nativas de la cultura india. Pero si miramos al período preislámico de India, nos daremos cuenta de que la cultura de India es, en su origen, una cultura más bien dulce, centrada en el saber y el aprendizaje mucho más que hoy.

Desde la época de la dinastía Omeya (año 711) hasta la del último mogol, Bahadur Shah Zafar (1858), tan alabado como gran dirigente por los mismos historiadores indios, fueron arrasadas ciudades enteras y masacradas sus poblaciones. En cada campaña, cientos de miles de personas eran asesinadas y cientos de miles más deportados como esclavos.


Expansión y ocupación de India por el Imperio mogol

El genocidio sufrido por los hindúes y los sijes a manos de los árabes, los turcos, los mogoles y las fuerzas de ocupación musulmanas en Afganistán duró 800 años. Todavía es, hasta hoy, en gran parte desconocido por el mundo.

El único genocidio similar de un pasado reciente ha sido el del pueblo judío a manos de los nazis [o el de los armenios a manos de los turcos].

El holocausto de los hindúes de India fue más importante en proporción. Su principal diferencia es que se desarrolló durante un período de 800 años sin interrupción, hasta que este régimen brutal fue derrocado efectivamente en una lucha a muerte por parte de los sijes en Panyab y de los ejércitos de los hindúes Maratha en las otras partes del subcontinente indio, en el siglo XVIII.

Hemos reunido pruebas literarias del holocausto más importante del mundo en forma de relatos procedentes de testigos oculares contemporáneos de aquella época. Los historiadores y biógrafos de los ejércitos invasores y de sus dirigentes han dejado relatos detallados de las atrocidades que cometieron durante sus encuentros día a día con los hindúes de India.

Descripciones de Edwin Lord Weeks

Estos documentos históricos de época exaltan y glorifican los crímenes cometidos y cuentan el genocidio de decenas de millones de hindúes, las violaciones masivas de mujeres, la destrucción de miles de templos hinduistas y budistas, así como de bibliotecas. Aportan pruebas sólidas y muy detalladas de la veracidad de lo que puede considerarse como el mayor genocidio de todos los tiempos.

Koenraad Elst, en su artículo «¿Existió un genocidio islámico de los hindúes?», afirma:

«No hay estimaciones oficiales del número total de víctimas hindúes a manos de los musulmanes. A primera vista, al leer los importantes testimonios de los cronistas musulmanes de la época, a lo largo de 13 siglos y en un territorio tan vasto como el subcontinente indio, la guerra santa musulmana mató muchos más hindúes que los seis millones del Holocausto. Firishta refiere en varias ocasiones que los sultanes de Bahmani en India central (1347-1528) mataron a cien mil hindúes, lo que consideraban una cantidad mínima como castigo para los hindúes. Y se trataba solo de una dinastía provincial de tercer rango.

Las mayores masacres tuvieron lugar durante las razias de Mahmud Ghaznavi (hacia el año 1000); durante la conquista del norte de India por Mohammed Ghori y sus lugartenientes (1192 y siguientes); y bajo la dominación del sultanato de Delhi (1206-1526).»

Escribe además, en su libro La anulación de India:

«Las conquistas musulmanas hasta el siglo XVI fueron para los hindúes una lucha de pura supervivencia, una cuestión de vida o muerte. Ciudades enteras fueron reducidas a cenizas y sus poblaciones masacradas, produciendo cientos de miles de muertos en cada campaña, y un número similar de deportados como esclavos. Cada nuevo invasor levantaba sus montañas con cráneos de hindúes. Así, la conquista de Afganistán en el año 1000 fue seguida por la aniquilación de toda su población hindú. La región se llama todavía hoy Hindu Kush, la masacre hindú.»

Will Durant escribe, en su libro de 1935, La historia de la civilización. Nuestro legado oriental (página 459):

«La conquista de India por los mahometanos es probablemente el episodio más sanguinario de la historia. Los historiadores y sabios islámicos han registrado con gran alborozo y orgullo las matanzas de hindúes, las conversiones forzadas, el secuestro de mujeres y niños hindúes para venderlos en los mercados de esclavos y la destrucción de templos que llevaron a cabo los guerreros del islam, entre los años 800 y 1700. Millones de indios fueron obligados a convertirse al islam por la espada durante este período.»

Francois Gautier, en su libro Reescribiendo la historia de India (1996), relata:

«Las masacres perpetradas por los musulmanes no tienen paralelo en la historia; son más graves que el Holocausto de los judíos por los nazis;  o que el genocidio de los armenios por los turcos; mucho más extensas que la matanza de las poblaciones indígenas sudamericanas por los conquistadores españoles y portugueses.»

Fernand Braudel, en su Historia de las civilizaciones (1995), describe cómo era el gobierno islámico en India:

«La experiencia colonial fue extremadamente violenta» y «los musulmanes no pudieron gobernar el país más que mediante el terror sistemático. La crueldad era la norma: cremaciones, ejecuciones sumarias, crucifixiones o empalamientos, torturas inauditas… Los templos hindúes eran destruidos para reemplazarlos por mezquitas. En ocasiones, había conversiones forzadas. Si alguna vez se desataba una revuelta, era reprimida al instante y salvajemente: las casas incendiadas, los campos devastados, los hombres masacrados y las mujeres y los niños esclavizados.»

Alain Danielou, en su libro Historia de la India, escribe:

«Desde el momento en que los musulmanes comenzaron a llegar, a partir del año 632, la historia de India se convirtió en una larga y monótona sucesión de asesinatos, masacres, expoliaciones y destrucciones. Como siempre, los bárbaros destruían civilizaciones y exterminaban pueblos enteros en nombre de la ‘guerra santa’ de su fe, de su único Dios.»

Irfan Husain, en su artículo «Los demonios del pasado», observa:

«Aunque los acontecimientos históricos deben juzgarse en el contexto de su tiempo, no se puede negar que en este sangriento período histórico, no se mostró ninguna clemencia hacia los hindúes lo suficientemente desafortunados como para cruzarse en el camino de los conquistadores árabes de Sindh y del sur de Panyab, o los de Asia central que fueron barridos de Afganistán… Los mayores héroes musulmanes que figuran en nuestros libros de historia cometieron crímenes monstruosos. Mahmud Ghazni, Qutb-ud-Din Aibak, Balban, Mohammed bin Qasim y el sultán Mohammad Tughlak, todos tienen las manos manchadas de sangre y el paso de los años no ha podido limpiarlas. Desde el punto de vista indio, la invasión musulmana de su territorio fue un desastre absoluto.»

«Sus templos fueron arrasados, sus ídolos destrozados, sus mujeres violadas, sus hombres asesinados o esclavizados. Cuando Mahmud Ghazni entró en Somnath, en una de sus razias anuales, masacró a los 50.000 habitantes. Aibak mató y esclavizó a cientos de miles. La lista de los horrores es larga y dolorosa. Estos conquistadores siempre justificaban sus fechorías alegando que era su deber religioso el aniquilar a los no creyentes. Envueltos en la bandera del islam, proclamaban que combatían por su fe, cuando en realidad se entregaban sin freno a su pasión por la masacre y el saqueo…»

Una muestra de los relatos de los testigos oculares contemporáneos acerca de los invasores y gobernantes durante las conquistas de India

El déspota afgano Mahmud Ghazni invadió India no menos de 17 veces, entre 1001 y 1026. El libro Tarikh-i-Yamini, escrito por su secretario, documenta varios episodios de sus sanguinarias campañas militares:

«La sangre de los infieles fluía tan abundante [en la ciudad india de Thanesar] que el río se tiñó, perdió su transparencia, y la gente ya no podía beber el agua… Los infieles abandonaron las defensas e intentaron cruzar el espumoso río… pero muchos de ellos fueron abatidos o se ahogaron… Exterminaron a cerca de 50.000 hombres.»

En el registro contemporáneo Taj-ul-Ma’asir, de Hassn Nizam-i-Naishapuri, se afirma que cuando Qutb-ul-Din Aibak (de origen turco-afgano y primer sultán de Delhi, 1194-1210) conquistó Meerat, mandó demoler todos los templos hindúes de la ciudad y erigió mezquitas en su lugar. En la ciudad de Aligarth, convirtió a los habitantes hindúes al islam por la espada y decapitó a todos los que perseveraron en su propia religión.

El historiador persa Wassaf escribe, en su libro Tazjiyat-ul-Amsar wa Tajriyat ul Asar, que Alaul-din Khilji (un afgano de origen turco y segundo gobernante de la dinastía Khilji en India, 1295-1316), cuando capturó la ciudad de Kambayat, en la cabecera del golfo de Cambay, mató a todos los varones adultos hindúes para gloria del islam, derramó ríos de sangre y envió a su propia tierra a todas las mujeres del país, junto con el oro, la plata y las joyas, y convirtió en sus esclavas privadas a unas 20.000 niñas indias.

India tiene una rica y larga historia cultural. El hinduismo se formó hacia el año 1500 a. C. y el budismo desde el siglo VI a. C. Esta cultura obtuvo impresionantes logros artísticos, religiosos e intelectuales. Antes y después de los primeros días del islam, los sabios indios llevaban a las cortes de otros reinos (incluidos los musulmanes de Bagdad) sus obras científicas, matemáticas (como el cero, el álgebra, la geometría, el sistema decimal, los llamados «números arábigos», que son en realidad indios), medicina, filosofía, etc.

Otros iban a estudiar en las universidades establecidas en India. Niños y niñas se educaban en un sistema de enseñanza ampliamente desarrollado, en materias tan variadas como la ciencia, la medicina y la filosofía. El arte y la arquitectura de India eran magníficos. Constituían un pueblo próspero. Entonces llegó el islam: masacre, esclavitud, violación, violencia, saqueo; destrucción de los lugares religiosos, del arte y la arquitectura; pobreza, explotación, humillación, hambre, conversión forzada, declive de la investigación intelectual, destrucción social y empeoramiento de los males sociales. Para el islam, todo lo que no es islámico pertenece a una época de ignorancia («yahiliya«) y debe ser destruido (o apropiado y llamado ¡islámico!). Las masacres dieron origen a los romíes (gitanos), destruyeron el Afganistán hindú y conformaron lo que hoy es Pakistán (Cachemira) y Bangladés.

El costo de las invasiones musulmanas es inmenso en vidas humanas, riqueza y cultura. Las estimaciones sugieren que entre 60 y 80 millones murieron a manos de los invasores y gobernantes musulmanes solo en el período comprendido entre 1000 y 1525 (es decir, en 500 años la población se desplomó) (Lal citado en Khan, p. 216). ¿Pensamos que esta cifra es imposible? En la guerra de independencia de Bangladés, en 1971, el ejército musulmán pakistaní mató a entre 1,5 y 3 millones de personas (en su mayoría musulmanes) en tan solo nueve meses (Khan, p. 216). El resto del mundo miró hacia otro lado, pero ¿no es lo que hace siempre cuando son musulmanes los que cometen la violencia? [El número efectivo de hindúes brutalmente asesinados por musulmanes, no se limita a 60-80 millones, sino que se estima en unos 400 millones según Firishta (1560-1620), el autor de Tarikh-i Firishta y Gulshan-i Ibrahim.]

Además, basándonos en los datos disponibles, el número de indios esclavizados fue asimismo enorme.

La conquista musulmana de India es seguramente la más sangrienta de la historia

Rizwan Salim (1997) escribió lo que realmente hicieron los invasores árabes:

«Salvajes con un nivel muy bajo de civilización y sin una cultura digna de tal nombre, procedentes de Arabia y Asia occidental, comenzaron a penetrar en India desde principios de siglo. Los invasores islámicos demolieron incontables templos indios, destrozaron incontables esculturas e ídolos, saquearon innumerables fortalezas y palacios de los reyes indios, asesinaron a una inmensa cantidad de hombres y secuestraron a las mujeres… a pesar de ello, muchos indios parecen no querer reconocer que los saqueadores musulmanes extranjeros arruinaron la evolución histórica de la civilización mentalmente más avanzada de la tierra,  la cultura más ricamente imaginativa, y la sociedad más vigorosamente creativa» (citado en Khan, p.179).

Por supuesto, en la India preislámica hubo guerras, pero no practicaban la esclavitud, ni el secuestro, ni la masacre, ni destruían los lugares religiosos, ni causaban daño a los cultivos y a los campesinos. Las batallas usualmente se libraban en campo abierto y entre soldados (Khan, pp. 205-207). No existía el concepto de «botín», por lo que los indios no estaban preparados para los violentos ataques del islam. Los indios nativos se vieron forzados a huir a la selva y la montaña, o afrontar la explotación y los tributos agotadores, las masacres y la esclavización, mientras su sociedad iba siendo degradada y destruida. Los musulmanes atacaban constantemente a los naturales, a la población idólatra y, a veces, también se enzarzaban en guerras de unos contra otros, en incesantes revueltas de generales, jefes o príncipes, durante toda la época de dominación islámica (Khan p. 205).

La esclavitud

Inicialmente, India incluía buena parte del actual Pakistán (Sindh), Bangladés/Bengala y Cachemira. El hinduismo y el budismo florecían en Afganistán antes de la aparición del poder islámico (siglo VII). En el siglo XVI, Afganistán fue repartido entre el imperio Mogol y el safávida de Persia, ambos musulmanes.

Al principio, los omeyas permitieron a los hindúes acogerse el estatuto de dimmíes, probablemente debido a su gran número, su resistencia al islam y su valor económico como fuente de tributos. Pero esto iba en contra del Corán y  de la ley islámica, que prescriben la muerte o la conversión para los idólatras y los politeístas. Cuando preguntaron al sultán Iltutmish (muerto en 1236) por qué no emplazaba a los hindúes a elegir entre conversión o muerte, él replicó:

«En este momento, en India… los musulmanes son tan pocos que son como la sal (en un plato grande), pero dentro de unos pocos años, cuando los musulmanes estén bien establecidos y sus tropas sean más fuertes… entonces será posible plantear a los hindúes la elección entre muerte o islam» (citado en Lal [c], p. 538). (¿Podremos aprender algo de esto?)

A pesar del estatuto dimmí que supuestamente los protegía, las matanzas masivas, las conversiones en masa forzadas y la masiva esclavización, que empujaba a la conversión forzada al islam, eran algo que se practicaba mientras duró la dominación islámica y hasta el siglo XX, dado que muchos gobernantes exigían a los idólatras/politeístas convertirse o morir. Los combatientes y los varones hindúes eran masacrados, mientras que las mujeres y los niños eran esclavizados. A los niños varones jóvenes se los castraba para que fueran esclavos eunucos.

Las cifras efectivas no se suelen mencionar. Solo se habla de «incontables cautivos o esclavos», o «todas las mujeres y niños fueron esclavizados». Cuando se concretan las cifras, son aterradoras. Además de las personas, los musulmanes se apoderaban de todo lo que podían: monedas, joyas, ropas, muebles, ídolos, animales, grano, etc., o lo destruían.

Los gobernantes musulmanes eran extranjeros. Hasta el siglo XIII, la mayoría de los esclavos eran enviados fuera ​​de India. Pero tras el establecimiento del sultanato de Delhi en 1206, fueron retenidos para trabajar en el sultanato, vendidos en la propia India o enviados a otros sitios. Se importaban esclavos de cualquier parte y los ejércitos musulmanes estaban compuestos por una amplia gama de grupos de esclavos extranjeros «convertidos» al islam, junto con «hindúes» y «conversos» indios.

Los esclavos eran el botín prometido por Alá y obtenerlos era una poderosa motivación para la yihad.

«Había tantos esclavos que llegaron a estar muy baratos; los hombres… se degradaban… pero esto era la bondad de Alá, que derrama honores sobre su propia religión y degrada a los infieles» (el cronista musulmán Utbi, sobre la razia de esclavos [942-997] del sultán Subuktigin de Ghazni, en Sookdheo, p. 166).

En Sindh, Pakistán (la primera región atacada con éxito), la primera comunidad musulmana estaba compuesta principalmente de esclavos convertidos por la fuerza al islam y un pequeño número de amos árabes (Khan, p. 299). Inicialmente, los esclavos eran llevados a la fuerza fuera de India. Por ejemplo, Qasim (árabe), el conquistador de Sindh enviado por Hajjaj bin Yusuf Sakifi, en el califato de Walid I, se llevó a 300.000 esclavos, durante una campaña de tres años entre 712-715 (Khan, p. 299; Trifkovic, p. 109). Los combatientes musulmanes venían de todas partes para participar en esta yihad. De improviso, Qasim fue destituido y ejecutado (posiblemente cosido en una piel de cerdo), acusado de violar a dos princesas sindih destinadas al harén del califa (Lal [c], p. 439).

Los turcos ghaznívidas de Ghazni, Afganistán (997-1206) que sometieron Panyab

De sus 17 razias (997-1030), el sultán Muhmud Ghazni (turco de Afganistán) envió a cientos de miles de esclavos a Ghanzi (Afganistán), lo que ocasionó una pérdida de alrededor de dos millones de personas, debido a las masacres, la esclavización y la venta fuera de India (Khan, p. 315). Los cronistas (por ejemplo, Utbi, secretario del sultán) dan algunas cifras, por ejemplo, desde Thanesar, el ejército musulmán se llevó consigo 200.000 cautivos en su regreso a Ghazni. En 1019, fueron capturados 53.000 esclavos. En un momento dado, la quinta parte correspondiente al califa ascendió a 150.000, lo que sugiere un total de 750.000 cautivos. En una campaña en Waihind, fueron capturados 500.000 (Lal [c], p. 551). Al-Utbi, el secretario de Mahmud, escribe:

«Las espadas destellaban como rayos entre de la oscuridad de las nubes, y los chorros de sangre fluían como estrellas al atardecer. Los amigos de Dios derrotaron a sus oponentes… Los musulmanes lanzaron su venganza contra los infieles enemigos de Dios, matando a 15.000 de ellos… dejándolos como alimento para las bestias salvajes y las aves de rapiña…  Dios también recompensó a sus amigos con una cantidad de botín que superaba toda medida y cálculo, incluidos 500.000 esclavos hermosos, hombres y mujeres» (Khan, p. 191).

Los ghaznívidas dominaron el «sultanato islámico de Panyab» hasta 1186. Los ataques en Cachemira, Hansi y distritos de Panyab desencadenaron asesinatos en masa y esclavización, por ejemplo, 100.000 personas en un ataque de 1079 en Panyab (Tarik-i-Alfi, en Khan, p. 276-277; Lal [a], p. 553).

Durante los gobiernos ghaurividas (turcos), por ejemplo, Muhammad Ghauri (afgano) y su entonces comandante militar, el gobernador Qutbuddin Aibak (1206-1210), se instauró el sultanato de Delhi. Continuaron las decapitaciones masivas, las esclavizaciones, las conversiones forzadas, el expolio y la destrucción de templos. Los esclavos eran increíblemente abundantes. En 1195, Aibak capturó 20.000 esclavos de Raja Bhim y 50.000 de Kalinjar (1202) (Lal [c], p. 536).

«Incluso el musulmán más pobre se convirtió en dueño de numerosos esclavos» (Khan, p. 103; Lal [c], p. 537).

Durante los siglos XIII y XIV, bajo la dominación de Khilji (Khaljis) y Tughlaq, la esclavitud aumentó conforme el islam se expandía. Millares de esclavos se vendían a bajo precio cada día (Khan, p. 280). El número de esclavos capturados por Alauddin Khilji (1296-1316) fue fabuloso y él los engrilletaba, encadenaba y humillaba (Lal [c], p. 540). Solo en el saqueo de Somnath,

«tomó cautivos a un gran número de mocitas bien parecidas y elegantes, en total unas 20.000, y niños de ambos sexos, más de lo que la pluma puede enumerar. Los ejércitos mahometanos llevaron al país a la ruina completa, destruyeron las vidas de sus habitantes, saquearon las ciudades y capturaron a los niños» (historiador citado en Bostom, p. 641; Lal [c], p. 540).

Muchos miles fueron masacrados. Alauddin Khilji (1296-1316) poseía 50.000 niños esclavos en su servicio personal y 70.000 esclavos trabajaban permanentemente en sus palacios (Lal [c], p. 541).

Algunas mujeres preferían acabar con su propia vida (quemándose o matándose) para evitar ser esclavizadas y violadas.

El sufí Amir Khusrau anota: «Los turcos, cuando se les antoja, pueden apoderarse de cualquier hindú, venderlo o comprarlo» (Lal [c], p. 541)

Esclavizados y castrados: los eunucos

En todo el mundo islámico, también en India los conquistados eran castrados. De esta manera, los hombres podían guardar los harenes, servir como objetos sexuales a los gobernantes y dedicarse a sus amos, ya que no podían esperar ninguna familia propia. Naturalmente, esto redujo rápidamente la población conquistada. La castración era una práctica común en todo el mundo musulmán, contribuyendo así al declive demográfico de India, desde 200 millones en el año 1000 hasta 170 millones en 1500 (Khan, p. 314).

Cuando el sultán Bakhtiyar Khilji conquistó Bengala, en 1205, pronto llegó a ser un destacado proveedor de esclavos castrados. Esta práctica se mantuvo durante todo el período Mogol (1526-1857).

Akbar el Grande (1556-1605) poseía eunucos. Said Khan Chaghtai (un oficial de Jahangir el hijo de Akbar) era dueño de 1.200 eunucos. Durante el reinado de Aurangzeb, en 1659, en Golkunda (Hyderabad), 22.000 niños fueron emasculados y regalados a los gobernantes musulmanes, o vendidos (Khan, p. 313).

El sultán Alauddin Khilji (1296-1316) poseía 50.000 niños en su servicio personal; el sultán Muhammad Tughlaq (1325-1351) tenía 20.000 y el sultán Firoz Tughlaq (1351-1388) disponía de 40.000 (a Firoz Tulghlaq le encantaba coleccionar niños de todo tipo y era dueño de 180.000 esclavos en total (Lal [c], p. 542). Varios comandantes bajo diferentes sultanes fueron eunucos. Los historiadores musulmanes informan del encaprichamiento de los sultanes Mahmud Ghazni, Qutbuddin Aibak y Sikandar Lodi por los jovencitos guapos. El sultán Mahmud estaba encaprichado por su comandante hindú Tilak (Khan, p. 314).

Conclusión

El tratamiento inhumano aplicado a toda la población india por los musulmanes fue el mismo, ya se tratara de musulmanes sufíes, árabes, afganos, turcos o mogoles, puesto que todos seguían las leyes del islam, el texto coránico y el bello ejemplo de Mahoma.

También se debe tener en cuenta que la violencia y la esclavización continuaron incluso después obtener el pleno control sobre India, porque su objetivo no era meramente conquistar, sino forzarlos a todos a convertirse al islam. Los musulmanes no llegaron para integrarse en la sociedad india, llegaron para borrarla y reemplazarla con el islam -que les dice que lo poseen todo porque es el botín prometido por Alá-. Los paganos/idólatras, politeístas, tenían que convertirse o morir, y ¡solo entonces podría haber paz (islámica)! Los esclavos eran la justa recompensa para los combatientes del islam -parte del botín prometido por Alá-.

Referencias

1) A. G. Bostom, The Legacy of Jihad:  Islamic holy war and the fate of the non-Muslims.  Prometheus Books,  New York,   2005.

2) M. A. Khan,  Islamic Jihad:  A legacy of forced conversion, imperialism and slavery. iUniverse, Bloomington, IN,  2009.  (An Indian ex-Muslim).

3) K. S. Lal [a], «Muslims invade India» (p. 433-455), en A. G. Bostom (1).

4) K. S. Lal [b], «Jihad under the Turks and jihad under the Mughals» (p. 456-461), en A. G. Bostom (1).

5) K. S. Lal [c], «Slave-taking during Muslim rule» (p. 535-548), en A. G. Bostom (1).

6) K. S. Lal [d], «Enslavement of Hindus by Arab and Turkish invaders» (p. 549-554), en A. G. Bostom (1).

7) K. S. Lal [e], «The Origins of Muslim slave system» (p. 529-534), en A. G. Bostom (1).

8) Reliance of the Traveller:  A classic manual of Islamic sacred law. En árabe con texto en inglés, comentarios y apéndices editados por Nuh Ha Mim Keller Al-Misri, Ahmad ibn Naqib. Amana Publications, Maryland USA, 1994.

9) P. Sookhdeo, ‘Global Jihad:  The future in the face of  Militant Islam. Isaac Publishing,  2007.

10) S. Trifkovic, The sword of the prophet. Regina Orthodox Press, Inc.,  2002.

11) Bat Ye’or, Islam and Dhimmitude: Where civilisations collide, Fairleigh Dickinson University Press, 2002, reprint 2005.

FUENTE: https://religion.antropo.es/estudios/TheMuslimIssue.Invasion-islamica-de-India.html

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  1. José Tápia

    Y sin embargo, también hubo musulmanes como IBN ARABI (1165-1240), que han escrito frases que deberían figurar en lugares bien visibles, por ejemplo esta: «Hubo un tiempo en que yo rechazaba a mi prójimo si su religión no era como la mía. Ahora , mi corazón se ha convertido en receptáculo de todas las formas religiosas : es pradera de gacelas y claustro de monjes cristianos ; templo de ídolos y Kaaba de peregrinos ; tablas de la Torá y pliegos del Corán. Porque profeso la ley del amor y voy a donde quiera que vaya su cabalgadura, pues el amor es mi credo y mi fe.»

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