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  • Autor de la entrada:Kiko Bardají Cruz

Ione Belarra, ministra de Asuntos Sociales y Agenda 2030 ha asegurado, este agosto de 2021, que si toda la población mundial se hiciera vegana habría más bosques. Ha animado a hacerse vegano. Desde este escrito queremos remarcar que para tener más bosques no es necesario dejar de comer carne. Debemos sembrar bellotas, combatir la voluntad de poder y promover el silvopastoralismo en comunal.

Es cierto que la ganadería industrial intensiva de confinamiento permanente necesita millones de hectáreas para sembrar los forrajes y piensos que consume. Esta ganadería infernal genera desierto, contaminación de agua y destrucción de todo tipo. Esta ganadería brutal la ha creado el Estado desde su, siempre vigorosa, voluntad de poder. Por ejemplo, por cada kilo de carne de cerdo que se exporta a China el Estado español se embolsa una gran cantidad de dinero. Éste agrobusiness, éste capitalismo, lo crea, cuida, subvenciona y fomenta el Estado. 

Más del 60% de la producción agrícola y ganadera del Estado español es para la exportación. Ésta es fundamental para el Estado. Sus ingresos dependen de estas exportaciones. Su poder depende de cuanto fiscalice. El Estado es un monstruo voraz, una garrapata gigantesca, un pozo sin fondo, que necesita más y más y que crece y crece. El Estado lo arrasa todo y Ione Belarra nos pide, sobre todo, que apoyemos al Estado, que sirvamos a los intereses del Estado como ella lo hace.

La Mesta, fundada en 1273 y disuelta en 1876, era una institución del Estado encargada de fomentar la producción de lana para la exportación a Europa del Norte. Cada kilo de lana era fiscalizado en los puertos y con este dinero se pagaban las mesnadas reales, los sobornos, las guerras, la red clientelar y, más tarde, el imperio.

Nuestra agricultura y ganadería juega hoy el mismo papel que la Mesta en su momento. El Estado siempre hace lo mismo: devasta para crecer.

Lo que ha desforestado especialmente nuestra península ha sido las necesidades del Ejército Imperial, la Desamortización de Madoz, el ferrocarril y la cerealización vinculada a la urbanización industrial, todo orquestado por el Estado. Lo que sigue desforestando y erosionando nuestra península es la voluntad de poder del Estado. Para regenerar los bosques se necesita acabar con el Estado, sembrar masivamente bellotas y apoyar y generalizar al silvopastoralismo (pastoreo en el bosque).

Los veganos nos ofrecen como alternativa inflarnos a cereales. Pero los cereales son incompatibles con el bosque y además necesitan mucho abono. ¿Propone la ministra, tal vez, seguir rociándolo todo con abonos químicos de síntesis? Para sembrar estos cereales se necesita talar los bosques, arar las praderas, desecar los humedales, destruir el suelo vegetal y expulsar a la fauna silvestre.

En cambio, con el silvopastoralismo producimos humus creando suelo y aumentamos su capacidad de almacenar agua, cuidamos el bosque de incendios catastróficos, fertilizamos todo a nuestro paso, creamos fertilidad, transportamos semillas, alimentamos a carroñeros y permitimos a los animales silvestres vivir y prosperar.

No propongo abandonar los cereales a imagen y semejanza de la ministra y su petición de dejar de comer carne, sea ésta producida de la manera que sea. Lo que aquí se propone es remarcar que existe una manera ética, sostenible, viable y revolucionaria (a la vez que tradicional) de comer carne y es a través del silvopastoralismo.

Para tener soberanía alimentaria debemos primero conquistar la soberanía política y para eso es necesario destruir el Estado y sustituirlo por una red de concejos abiertos omnisoberanos confederados entre ellos. Con el Estado es imposible conformar un sociedad sostenible. La voluntad de poder lo destruye todo y la voluntad de poder es, ni más ni menos, que el Estado. El Estado es ecocidio sea este dirigido por quien sea pues el Estado no se conquista, él te conquista a tí.

Remarcamos la vigencia de las palabras de Miguel Caixa de Leruela que en su libro “Restauración de la abundancia de España” escrito en el siglo XVI planteaba que, para volver a tener una península feraz, necesitamos mucho monte, muchos pastores, muchos rebaños y mucho comunal. A estas palabras solamente añadiríamos que necesitamos también procrear. Sin hijos no hay posibilidad de futuro.

Kiko Bardají Cruz

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