Dos regiones del planeta han albergado, históricamente, la mayor concentración de grandes ciudades, excedentes agrarios, producción artesanal o industrial, avances tecnológicos y científicos, grandes civilizaciones y poderosos ejércitos. Estas dos regiones son Oriente y Occidente.

Como si de los dos polos de una pila gigante se tratara, una corriente eléctrica de ideas y flujos comerciales enlazaba ambas regiones, tan lejanas entre sí que la guerra entre imperios de los dos extremos del mundo se antojaba imposible. Cuatro masas continentales quedaban al margen del gran tablero geopolítico euroasiático: África (subsahariana), Australia, Antártida y América.

EL VIEJO ORDEN MUNDIAL

El nacimiento de los Estados Unidos de América como gran potencia demográfica, económica y militar vino a trastocar las milenarias reglas del juego. El presidente James Monroe definió la geopolítica norteamericana en 1823 con la frase ‘América para los americanos’. La doctrina Monroe es una estrategia expansionista de alcance limitado forzada por la peculiar ubicación geográfica de los EE.UU. en un continente remoto aislado del resto del mundo por dos grandes océanos. Los intereses estadounidenses de dominación territorial se reducían a los de contentarse con ser una simple potencia regional, tal y como lo son hoy en día Brasil en Suramérica o Australia en Oceanía. Pero Estados Unidos creció hasta convertirse en una potencia mundial gracias a sus colosales recursos naturales y a la gran capacidad de esfuerzo en el trabajo y en la guerra de los inmigrantes europeos que colonizaron Norteamérica.

La ‘Guerra Europea’ de 1914 a 1918 supuso el escenario ideal para que los EE.UU. dieran el salto a las grandes ligas y se hicieran con el dominio del mundo en el pasado siglo XX. La ‘Primera Guerra Mundial’ no fue tal, pues ni fue ‘mundial’, ni fue la ‘primera’ gran contienda militar del viejo continente; por poner algunos ejemplos, antes se habían producido conflictos armados similares como las guerras de religión del siglo XVI, la Guerra de los Treinta Años del XVII, la Guerra de Sucesión del siglo XVIII o las guerras napoleónicas del XIX. Que los imperios europeos se desgastaran durante años en guerras intestinas no suponía un peligro para la supremacía europea de esta parte del planeta, en tanto que los ejércitos no europeos colindantes tenían un potencial bélico inferior, y los imperios de Oriente estaban demasiado lejos como para sacar rédito de las luchas entre ejércitos europeos. Pero todo esto cambiaría con la intervención de Estados Unidos en las dos grandes guerras del siglo pasado, unas intervenciones militares exteriores que no contaban con el apoyo de su propia ciudadanía, por lo que necesitaron de dos ataques de falsa bandera: el hundimiento del transatlántico RMS Lusitania en 1915 y el ataque aéreo a Pearl Harbor de 1941, unas acciones que sirvieron para alentar entre la población norteamericana el ardor guerrero que reclamaba el Tío Sam. Washington se erigió como principal potencia mundial y, desde entonces, ha señoreado Europa. La monarquía inglesa, la misma que colonizó América del Norte, fue la responsable de solicitar la ayuda del hijo díscolo hasta en dos ocasiones distintas en tan solo 20 años; Gran Bretaña brindó en bandeja el continente europeo a los marines estadounidenses. Si EE.UU. fue la gran ganadora del siglo XX, los grandes derrotados fueron los imperialismos europeos.

Principales rutas comerciales entre Occidente y Oriente en la edad media

Las cruzadas medievales no fueron más que una operación militar de los ejércitos de Occidente, capitaneados por la Iglesia de Roma, para demoler la barrera que levantó el imperialismo islámico en el centro de las rutas comerciales que enlazaban Europa con el remoto Extremo Oriente asiático. Estados Unidos levantaría también, en la segunda mitad del siglo pasado, una gran barrera que ha impedido de facto el flujo de mercancías, materias primas, información y capitales entre Oriente y Occidente por la antigua ruta de la seda. El ‘telón de acero’ separaba Europa entre los Estados capitalistas obedientes a Washington y los Estados socialistas dependientes de Moscú. La ‘guerra fría’ permitió a EE.UU. ser el centro del comercio internacional, pues los intercambios entre Oriente y Occidente se tenían que desviar miles de kilómetros a través de los océanos Pacífico y Atlántico, pasando por… América. ¡Toda una paradoja que la existencia del bloque comunista permitiera a los Estados Unidos de América dominar el mundo!

Mapamundi con América en el centro y el ‘telón de acero’ en Europa

Las ayudas económicas del ‘Plan Marshall’, el aumento de la capacidad adquisitiva de las familias y la implantación del ‘estado de bienestar’ en Europa occidental aumentaron el consumo, al tiempo que la demanda de hidrocarburos en la era de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, un período que se ha extendido de 1945 a 2020, desde Hiroshima hasta Wuhan. Los europeos consumen con avidez petróleo y gas natural, cuando solo disponen de insuficientes yacimientos en el Mar del Norte y el Mar de Noruega. Grandes empresas norteamericanas, además de la británico-neerlandesa Shell-BP, han suministrado a Europa los costosos hidrocarburos extraídos en el Golfo Pérsico, una zona controlada por el ejército yanqui a base de continuas guerras y sobornos a los jeques árabes. Los portaviones norteamericanos desplegados por los siete mares han garantizado hasta el momento el statu quo del comercio internacional. Los intercambios comerciales interestatales se han realizado única y exclusivamente en dólares de los EE.UU., así que el poseedor de la maquinita de fabricar los dólares se ha pasado décadas comprando crudo por la gorra. ¡Ay de quién se atreviera a vender petróleo o gas natural aceptando otras divisas! Y si no, que se lo digan a los dictadores caídos Sadam Hussein o Muamar el Gadafi. Antaño quedaron los tiempos de los grandes imperios territoriales que sometían a los pueblos con la conquista de grandes superficies de tierra. Una talasocracia como Estados Unidos ha dominado el mundo durante 75 años gracias al control de los océanos y siempre con la inestimable ayuda de su principal socio al otro lado del charco, el Reino Unido.

EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

Si EE.UU. ganó las dos grandes guerras del siglo XX, Alemania las perdió. Pero los estadistas germánicos, lejos de tirar la toalla, han aprendido la lección y llevan años trabajando duro con la intención de resurgir de las cenizas y levantar el vuelo de su maltrecho imperio. Si el ‘canciller de hierro’ Otto von Bismarck, el káiser Guillermo o Adolf Hitler se caracterizaron por ser unos matones impetuosos, el nuevo Estado alemán ha aprendido el arte de la guerra, que es también el arte de la paciencia, y se ha puesto a trabajar en la sombra, manteniendo un perfil bajo en las relaciones internacionales. Alemania occidental fue apoderándose de la Comunidad Económica Europea, en buena medida, gracias al debilitamiento de antiguas potencias en decadencia como Italia, Francia o España. Un ejemplo: el Partido Socialdemócrata alemán, el SPD de Willy Brandt, financió al PSOE y puso como presidente del Reino de España a Felipe González, principal artífice de la llamada ‘reconversión industrial’, o reducción de la economía española al turismo y al ladrillo. Mientras Alemania se quedaba con casi todo el pastel del sector secundario en Europa, la PAC (‘Política Agraria Común’) y la PPC (‘Política Pesquera Común’) han debilitado a tal punto la economía de los miembros de la UE que países como España hace mucho que perdieron la autosuficiencia alimentaria. La ‘caída del muro de Berlín’ (1989) supuso la reunificación de Alemania, el despertar de un imperio caído y el acercamiento a Rusia. El imperialismo económico alemán sometió por completo a Europa con la instauración del euro, causalmente emitido por el Banco Central Europeo con sede en Fráncfort. Las “oportunas” guerras yugoslavas (1991-2001) ampliaron hacia el Este el espacio de dominación económica germánica, tal y como hizo el Tercer Reich de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.

Javier Solana, millonario y ex político del P. Socialista Obrero E. (PSOE). Además de ministro de varias carteras durante la presidencia de Felipe González, Solana fue Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores, Secretario General de la OTAN y el encargado de administrar los despojos de la antigua Yugoslavia durante las ‘guerras de los Balcanes’

Pese a su indiscutible liderazgo económico, Alemania tiene 35.000 soldados norteamericanos desplegados en su territorio, un ejército mermado desde 1945 (cuenta con menos de 65.000 militares en activo cuando España tiene casi el doble con la mitad de la población) y es miembro forzoso de la OTAN, la alianza militar atlántica que lidera Estados Unidos. Alemania necesitaba un aliado poderoso que le proporcionase las materias primas que, hasta la fecha, le ha suministrado a elevado coste EE.UU. a través del mar; un poderoso aliado que, de paso, pondrá su imponente ejército al servicio de Berlín para que se pueda desprender del molesto yugo que ha ejercido el Pentágono sobre Alemania en los últimos tres cuartos de siglo. Sin lugar a dudas, Alemania ha reeditado el pacto secreto Ribbentrop-Molotov que firmaron en verano de 1939 Hitler y Stalin. A día de hoy, Alemania y Rusia son Estados aliados. Muestra de ello son los gasoductos Nord Stream 1 Nord Stream 2 que conectan Rusia con Alemania a través del Báltico, o que altos funcionarios del estado centroeuropeo estén siendo colocados en empresas energéticas rusas (el ex canciller alemán Gerhard Schröder fichó por la gasística rusa Gazprom).

Mapa de los gasoductos que conectan Rusia con Alemania, con el Nord Stream 2 destacado

Si la víctima inmolada del pacto germano-soviético de 1939 fue Polonia, el secreto pacto que han sellado Rusia y Alemania en 2022 (sin lugar a dudas acordado hace unos cuantos años) tiene como chivo expiatorio a Ucrania, una nación muy rica en producción energética, industrial, minera y ganadera, todavía más rica en tierras agrícolas fértiles y un país que tiene la desgracia de estar justo al oeste de Rusia, entre Rusia y Occidente, por donde pasan algunos de los oleoductos y gasoductos que permitirán la supervivencia de Alemania y sus esbirros europeos tras su traición a la OTAN.

El dictador soviético Iósif Stalin saluda al ministro de asuntos exteriores alemán Joachim von Ribbentrop (agosto de 1939)

Se trata de un cambio geopolítico natural, en tanto que Occidente volverá a tener contacto directo con la todopoderosa China por la ruta del este, pasando, eso sí, por la gigantesca Rusia, un Estado que, sin las injerencias norteamericanas, pretende conquistar el heartland dominando territorialmente la gran masa continental euroasiática. Putin y el resto de altos funcionarios rusos se están frotando las manos imaginando el gran negocio que van a hacer en las próximas décadas exportando recursos naturales a dos bandas sin tener que cobrarlos en dólares. Rusia suministrará energías a su aliada China en el este, pero también a los países europeos del oeste liderados por su nueva amiga, la República Federal de Alemania. Los rusos podrán permitirse el lujo de “vivir sin trabajar” gastando las energías y los minerales que su suelo les proporciona, comiendo los alimentos que le van a robar a Ucrania, consumiendo los productos manufacturados de China y beneficiándose de la innovadora tecnología importada desde Europa. El fortalecimiento de telurocracias como Rusia o Alemania debilita a las tradicionales potencias marítimas como EE.UU. y Reino Unido. En cuanto sus estadistas supieron del pacto ruso-germánico, los ingleses abandonaron la Unión Europea (¿quién lo hubiera predicho?) con la puesta en escena del tan extraño como precipitado ‘brexit’.

Mapa de la teoría de la región cardial del geógrafo británico Halford J. Mackinder

Tras los ensayos de rigor, la representación político-teatral ya ha comenzado. Rusia está invadiendo Ucrania y todos los gobernantes europeos se han puesto las manos en la cabeza, como si se sorprendieran de lo que ellos mismos han perpetrado. Los medios de comunicación de toda Europa han emprendido ya su campaña de desprestigio contra Rusia y el régimen de Vladimir Putin. Futbolistas que insultan al presidente ruso o abandonan el CSKA de Moscú, actores y presentadores de televisión que se manifiestan en contra de la guerra, testimonios personales de las víctimas ucranianas, reparto de refugiados entre los envejecidos países de la UE… Todos los políticos del Reino de España, tanto los de izquierda como los de derecha, centralistas e independentistas, muestran sin tapujos su indignación por la criminal acción del nuevo ‘Hitler del siglo XXI’. Putin es el malo de la película y recibirá duras sanciones económicas por parte de los Estados occidentales, unas sanciones que tendrán el mismo grado de eficacia que la prohibición de la venta de estupefacientes, ya que parece evidente que Rusia sustituirá progresivamente a los países árabes como gran proveedor energético de Europa. Todos se indignarán con Rusia y clamarán contra Putin en los próximos años, pero… ¿Algún ejército europeo apoyará a los Estados Unidos en una supuesta guerra contra Moscú? Todo parece indicar que Joe Biden se va a quedar más solo que la una y que los días de la OTAN están contados.

El gas que importa la UE procedente de Rusia no hace más que aumentar, pese a la guerra y el supuesto bloqueo económico al régimen de Putin

¿Qué importancia tiene para Alemania el ataque ruso a Ucrania? Que todos los medios europeos van a alertar a sus electores/contribuyentes de la necesidad imperante de defenderse del imperialismo ruso. Ya estamos escuchando voces que nos alertan que después de Ucrania vendrá Moldavia y luego, quién sabe, el resto de Europa. Habrá que defenderse del expansionismo ruso aumentando el gasto militar, así que aumentando los impuestos; es decir, que los Estados europeos se apropiarán de un porcentaje todavía mayor de la riqueza de sus súbditos. Habrá que defenderse de Rusia recortando derechos y libertades, algo que suele ocurrir en tiempos de guerra, y a lo que la ciudadanía se ha ido acostumbrando “gracias” a la reciente “pandemia” de Covid-19. Y habrá que defenderse de Rusia creando un ‘Ejército europeo’ con sede en Berlín, una especie de IV Reich. No hay Estado sin ejército, así que el nacimiento de una fuerza armada europea supondrá el fin de las soberanías de los Estados europeos y la consolidación de un imperialismo alemán sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué Rusia ha invadido Ucrania? Para que Alemania se apodere de toda Europa con la consolidación del “tan necesario” ejército europeo que nos “defenderá” de las locuras expansionistas del ex agente de la KGB.

No me cabe duda de que el Estado Mayor de la Defensa español (EMAD) apoyará a Alemania y se desvinculará de EE.UU. y de la OTAN. Mientras se represente el vodevil, España seguirá enviando alguna fragata, unas cuantas armas ligeras y llorará la muerte de algún soldado en las aguas del Mar Negro. Francia e Italia harán exactamente lo mismo, y Alemania tiene el cinismo de proyectar la bandera de Ucrania sobre la Puerta de Brandemburgo, emblema de la ruptura del telón de acero y de su acercamiento con Rusia. Tal vez Polonia, Finlandia o las repúblicas bálticas, víctimas históricas del imperialismo ruso (y, en el caso de Polonia, víctima también del imperialismo germánico) se opondrán al pacto germano-ruso. Resulta sorprendente que el tablero geopolítico del siglo XXI se parece demasiado al mundo imaginado por Georges Orwell en su premonitoria novela 1984, publicada en 1949. Estamos asistiendo a la gestación de un gran imperio eurasiático (la ‘Eurasia’ de Orwell) que enlazará Finisterre con el estrecho de Bering gracias a la alianza entre Rusia y la “Unión Europea de Alemania”; el imperio chino dominará Japón y el resto de países vecinos, empezando por la absorción de Taiwán (la ‘Estasia’ de 1984); y los actuales Estados Unidos de América mantendrán su dominio en todo el continente, además de su amistad con Reino Unido, Suráfrica, Australia y Nueva Zelanda (la ‘Oceanía’ orwelliana). El mundo árabe, la India, el continente africano y la Antártida serán las zonas en disputa de las tres grandes potencias del nuevo orden mundial.

Las 3 potencias mundiales imaginadas por George Orwell en su novela 1984

Claro que puedo estar equivocado y que los Estados europeos se mantengan fieles a Washington y apoyen a EE.UU. en una guerra abierta contra Rusia. Pero parece poco probable que el mundo se autodestruya en una guerra nuclear o que la Unión Europea muera de inanición por renunciar a los hidrocarburos rusos por amor a su aliado norteamericano. Ahora entendemos mejor por qué el coronel Pedro Baños, el “experto en geopolítica oficial del Reino”, lleva años advirtiéndonos de lo conveniente que sería para el Estado español acercarse a Rusia. El lavado de cerebro al que nos están sometiendo los medios de comunicación se alargará unos cuantos años más, con políticos, periodistas y famosillos que nos seguirán avisando del incesante peligro que supone para nuestra seguridad la presencia de Putin y la consiguiente necesidad de crear un gran Ejército europeo que le haga frente. Al mismo tiempo, el acercamiento de la “Unión Europea de Alemania” a la Federación de Rusia será cada vez más estrecho.

¿PEONES O MILICIANOS?

¿En qué nos va a afectar este juego de tronos a la gente de a pie? En una subida espectacular de los precios, el aumento en flecha de las cargas impositivas, un acusado empobrecimiento de la mayor parte de la población y la pérdida progresiva de derechos y libertades; es decir, un reforzamiento de las dinámicas que nos han venido acompañando en los últimos años. Si en la segunda mitad del siglo XX fuimos construidos a imagen y semejanza de los estadounidenses, comiendo hamburguesas y bebiendo Coca-cola, viendo la tele, escuchando hip-hop, chapurreando inglés y adorando al dios dinero, nuestros nuevos modelos a imitar serán el despotismo de Rusia y la terrible dictadura tecnológica china. No podemos pasar por alto que el yugo estadounidense pesa menos que el que tienen preparado para nosotros Putin y Xi Jinping, sopesando la importancia de la libertad individual en la idiosincrasia de los Estados Unidos y el escaso peso que tiene este concepto en el lejano Oriente. Dentro de unos años añoraremos la menos mala influencia del Pentágono en nuestras vidas y gritaremos con nostalgia: ¡Contra Estados Unidos vivíamos mejor!

Las “medidas sanitarias” contra la Covid-19 han sido el ensayo general de lo que nos va a caer encima, que no es otra cosa que la imposición del modelo chino basado en la reindustrialización de Europa con jornadas de trabajo brutales y sueldos de miseria. Los altos funcionarios ya han cocinado para nosotros un futuro distópico basado en el recorte de las libertades civiles a través del aparato legislativo y judicial, el incremento de la represión policial, el establecimiento del carnet de buen ciudadano, la imposibilidad de viajar sin permiso de las autoridades, la progresiva pérdida de la custodia parental de los niños, el exterminio “humanitario” de los ancianos y enfermos no productivos, la obligatoriedad del trabajo por cuenta ajena, el progresivo debilitamiento del derecho de propiedad, la muerte del dinero físico y la censura total de internet. La crisis demográfica no puede más que desembocar en la progresiva sustitución étnica de los pueblos europeos por parte de gentes originarias de África.

En una situación especialmente crítica quedarán los habitantes de las islas Canarias y las ciudades de Ceuta y Melilla, territorios bajo dominio español situados en un continente en disputa por parte de las tres grandes potencias. Si Marruecos se mantiene fiel a Estados Unidos (durante diez meses del año 2021 se suspendieron las relaciones diplomáticas entre Marruecos y Alemania con la excusa de un conflicto tan viejo como el del Sáhara occidental), las plazas de Ceuta y Melilla serán ocupadas por la monarquía alauita, un Estado que ya ha comenzado sin muchos tapujos la invasión de las islas Canarias. La presencia británica en Gibraltar anticipa que, si los EE.UU. quieren recuperar Europa, desembarcarán sus tropas en la región francesa de Normandía desde Gran Bretaña, como hicieron en 1944, pero también lo harán desde Marruecos a través del puente de Gibraltar, exponiendo a los habitantes de Iberia a la primera línea de un hipotético escenario bélico del ‘ejército europeo’ contra el dúo Marruecos-EE.UU.

Muchos de mis contactos en Facebook están apoyando a Putin solo por llevar la contraria al discurso oficial precocinado en las alturas del poder. Otros están tan desconcertados y abrumados por la desinformación de los medios de masas y el impacto de los golpes de ingeniería política orquestados por los Estados contra la ciudadanía, con la plandemia de coronavirus como última gran operación de psicología de masas, que se han vuelto tan negacionistas que incluso niegan la existencia de una guerra en Ucrania. Pero las guerras han existido, existen y existirán… siempre que existan los Estados. Lejos de incurrir en infantiloides discursos pacifistas del ‘no a la guerra’, debemos gritar, y con más fuerza que nunca, ‘NO A LOS ESTADOS’.

Las guerras no se hacen solas, las hacen los Estados. Algunos se empeñan en imaginar al Estado como un ente neutral y fundamentalmente benéfico que nos protege de los “malos de verdad” (Bill Gates, Klaus Schwab, los masones, tu expareja y el vecino de al lado) y nos proporciona todo aquello que “necesitamos” y que seríamos incapaces de construir por nosotros mismos: policías con porra, hospitales iatrogénicos, colegios que adoctrinan y carreteras que dentro de poco tiempo solo podrán usar los funcionarios del Partido. Pero no hay Estado sin ejército, y en la naturaleza de los Estados está tanto la dominación militar de sus súbditos, como la dominación militar de los otros Estados en un juego llamado ‘guerra’ que solo puede concluir cuando el más fuerte fagocita al resto de sus contrincantes. El mismo Estado que ha prometido pagarte la pensión, bombardeará tu ciudad y ordenará la violación de tus hijas en la guerra que siempre está por llegar. Y además, no te va a pagar la pensión.

Podemos esperar a que regrese el servicio militar obligatorio y a ser reclutados por el ejército en la próxima guerra imperialista para morir sin saber por qué, o podemos correr el mismo riesgo luchando con el objetivo de convertirnos en dueños de nuestro propio destino. La oposición a la guerra de Ucrania, la oposición a cualquier conflicto bélico, solo puede ser revolucionaria y contra el Estado, sea el que sea. Debemos construir una sociedad autosuficiente en lo económico y que se gobierne por asambleas. Debemos construir una nueva sociedad sin Estado, así que sin ejércitos. Debemos construir una sociedad fraternal y sodalicia que tenga a nuestros iguales como aliados y al Estado como enemigo.

¡NO A LOS EJÉRCITOS, SÍ AL PUEBLO EN ARMAS! 

Antonio Hidalgo Diego

Guerrilleros antifranquistas del maquis

ENLACES DE INTERÉS:

Lo que nos va a caer encima:

“Sánchez admite una nueva crisis para España”. El Economista, 2/3/2022.

“Furia contra la máquina. El modelo chino capitalista a través del poeta Xu Lizhi”, intervención de Antonio Hidalgo Diego en el espacio de José Luis Ruiz del canal de Plural-21 (disponible en YouTube).

“Canarias en el abismo: inmigración, ocupación militar y expansionismo marroquí”. Inekaren, 15/2/2021. “Canarias en la encrucijada. La situación geoestratégica en el N.O. de África” de Karlos Luckas, Conciencia, libertad y revolución integral.

La connivencia del Estado alemán con el régimen de Putin:

“Hacemos un llamamiento –Mateusz Morawicki, primer ministro polaco- a nuestros socios alemanes para que se den cuenta de los enormes riesgos derivados de proporcionar este instrumento de chantaje a Moscú –se refiere al gasoducto Nord Stream 2 que proporciona gas ruso a Alemania sin pasar por Polonia-”. Agencia EFE, 19/1/2022. El apoyo polaco a Estados Unidos tiene sus consecuencias: “Tránsito de gas ruso a Polonia suspendido desde el 19 de enero”. Tass, 24/1/2022.

“Schröder, nominado a la junta directiva de Gazprom, llama a ‘no romper completamente’ los lazos entre Europa y Rusia”. La Gaceta de la Iberosfera, 24/2/2022.

“Gerhard Schroeder: el excanciller lobista de Putin”. El País, 14/2/2022.

El apoyo occidental a Ucrania es puro postureo:

“Zelenski: ‘Nos hemos quedado solos. ¿Quién está dispuesto a combatir con nosotros? No veo a nadie’”. rt.com, 25/2/2022 (ahora censurado; se puede consultar en dw.com, 25/2/2022).

Las sanciones económicas de la UE a Rusia no tienen un alcance real:

“La Unión Europea ha importado hoy (4 de marzo de 2022) gas natural ruso por valor de 660 millones de euros, tres veces más que el pasado 1 de enero’. @descifraguerra, 4/3/2022 (fuente: Bruegel).

“Tusk -ex primer ministro polaco- acusa a Alemania, Hungría e Italia de bloquear sanciones más duras contra Rusia”. Europa Press, 25/2/2022.

“La UE excluye de las sanciones el lucrativo negocio ruso de los diamantes”. Público, 2/3/2022.

La alianza entre Rusia y China es un hecho, independientemente de la postura diplomática de China de “quedar bien con todos”; el desafío a Estados Unidos es evidente:

“Rusia y China han llegado a un acuerdo para que la primera suministre gas a la segunda durante 30 años”. El Español, 5/2/2022 (unos días antes de que empiece la guerra).

La relación China-Alemania (2005-2018): asociación estratégica y pragmatismo económico, artículo de Manuel de Jesús Rocha Pino publicado en Foro Internacional, enero-marzo 2020.

“Rusia se apoyará en China y en las materias primas para eludir las sanciones comerciales”. The Objective, 27/2/2022.

“El excanciller (alemán) Gerhard Schroeder advirtió a Berlín que no demonice a Pekín y dijo que las dos potencias económicas –se refiere a Alemania y China- deberían trabajar más estrechamente frente a las amenazas comerciales de Donald Trump -entonces presidente de los EE.UU.-” (…) “Necesitamos pensar en quiénes son nuestros aliados, quién tiene intereses similares. Y por supuesto pienso en China”. Reuters, 16/11/2018.

“La guerra desencadenada por Rusia ha suscitado preocupación en Taiwán, donde se han sucedido las muestras de apoyo público a Ucrania. El hashtag ‘Ucrania ahora, después Taiwán’ circula por sus redes sociales”. El País, 5/3/2022.

Por qué Europa está rompiendo sus vínculos con EE.UU.:

“El gran negocio de EE.UU.: vende el gas a Europa un 40% más caro que Rusia”. El Economista, 24/2/2022.

España se acerca a Rusia:

“La alianza con la petrolera rusa Lukoil está resultando muy rentable para la catalana Meroil”. Cotizalia, 18/8/2014.

“Pedro Baños: ‘No nos dejemos arrastrar a una guerra por intereses anglosajones’” (…) “Macron lleva diciendo desde que llegó al poder que la solución para Europa es acercarse a Rusia (…) Mientras gobernó Merkel, Alemania estuvo muy cerca de Rusia”. Diario de León, 30/1/2022.

Y Francia también:

“Macron quiere que Rusia vuelva a cercarse a Europa”Euronews, 19/8/2019.

El distanciamiento entre Marruecos (aliada de EE.UU.) y Alemania:

“La crisis diplomática entre Marruecos y Alemania se agudiza”. Nius, 8/5/2021.

El incremento del gasto militar en Europa:

“Alemania da un giro a su política de defensa con un histórico aumento de la inversión militar en respuesta a ‘la guerra de Putin’”. El País, 27/2/2022.

“Jorge Buxadé ha defendido que España debe aumentar su gasto en defensa (…) Vox urge incrementar ‘cuanto sea preciso’ el gasto para que España no dependa de nadie, con una serie de actuaciones encaminadas a garantizar la soberanía ‘energética, alimentaria y militar’”. El Confidencial, 28/2/2022.

La “necesidad” de crear un Ejército europeo para defenderse de Putin (y alejarse de Estados Unidos):

“El pasado 22 de agosto, el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, manifestaba la necesidad de que la Unión Europea tuviera una fuerza militar propia e independiente”. Equipo Europa, 21/9/2021.

“¿Está la UE creando un Ejército europeo?”. Noticias Parlamento Europeo, 4/5/2021.

“Así es el embrión del Ejército europeo que Bruselas diseña para no depender de EE.UU.”. La Razón, 16/11/2021.

El Estado contra su propia población (¿dónde están las feministas?):

“Hombres de entre 18 y 60 años tienen prohibido salir de Ucrania, anunció el presidente Zelenski”. El Universo, 25/2/2022.

FUENTE: https://amoryfalcata.com/2022/03/07/guerra-en-ucrania-cambio-en-la-geopolitica-mundial/

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