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Fragmento de La mar d’Amunt. El Port de la Selva. Un caràcter comú, un tarannà i una forma de fer de tot un poble, libro de Isidre Corominas i Zaragoza, vecino de Port de la Selva, pescador, artista, pintor y escultor. Publicado en julio de 2015. Un libro escrito desde la pasión sobre la historia de este pueblo de l’Alt Empordà.

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L’Art Gros (El Arte Grande)

Desde tiempo inmemorial, nuestro pueblo, el Port de la Selva, poseía una red de extraordinarias proporciones que, como que pertenecía a todo el pueblo, la denominaban oficialmente Arte Comunal y popularmente se conocía por el Arte Grande.

Esta red era considerada por nuestro pueblo como un patrimonio de todos y la tenían como «La joya más preciada y de más valor de la villa», el origen de la cual se pierde con la historia de los orígenes de la pesca en aquellas comarcas.

No hay ningún antecedente hasta el día de hoy que nos pueda dar razón de sus orígenes. Hay suposiciones para todos los gustos. Algunos dicen que los habitantes de la villa de la Selva de Mar fueron los que la construyeron o confeccionaron, pero la versión más verosímil es la que supone que fue construida o confeccionada por los monjes del monasterio de Sant Pere de Rodes.

Entrando en consideraciones sobre las hipótesis anteriormente mencionadas, y sobre las posibilidades de cada una de ellas, diremos que, en cuanto a la primera, es muy difícil admitir que en el siglo XVII, o antes, un pueblo relativamente pequeño y con muy pocas posibilidades y recursos, hubiera podido ambicionar, construir o confeccionar, para su aprovechamiento, una red de dimensiones y características tan especiales, considerada un ejemplar único, que según se tiene noticia no existía ninguna red más como el Arte Grande, en ninguna comarca de nuestra costa, desde Blanes al cabo de Creus.

(…)

El año 1854, el alcalde del Port de la Selva, Josep Marés i Bisbe, abuelo del escultor e historiador Frederic Marés Deulovol, tuvo que defender el derecho a la propiedad del Arte Grande y, a pesar de disponer del archivo municipal, se le hizo muy difícil poder precisar los orígenes y la procedencia. No encontró suficiente documentación, tan sólo pudo aludir a su posesión inmemorial, y hacer referencia que los más viejos prohombres de la población, octogenarios aseguraban haber sentido a sus padres, abuelos y bisabuelos, hablar de la red comunal, como un patrimonio del común del Port de la Selva. Era evidente que no existía ningún antecedente en qué basarse para fundamentar el origen del Arte Grande.

(…)

El llamado Arte Grande o Arte Comunal sólo se empleaba cuando se detectaba un gran banco de atunes, para frezar; puesto que requería mucha preparación, tiempo, y toda la pericia de la cual era capaz aquella gente, marinera y muy experta en su pesca, y de la cual dependía el éxito.

En aquel tiempo, según he podido averiguar por los viejos pescadores que he conocido y los que quedan todavía, había tres vigías. Uno estaba situado en el faro de Sarnella (s’Arenella). Otro, en el mirador de la «Lloia». Por último, el otro, durante el día, en estancia permanente, estaba en la atalaya de la roca de la Carbonera, en un lugar conocido como «La Miranda», situado a 117 metros sobre el nivel del mar, desde el cual se dominaba toda la bahía y la mar vecina. Cuando el vigía de Miranda observaba un banco de atunes, valoraba si era necesario calar el Arte Grande o simplemente el Arte de Port de Reig. Si el banco era pequeño, dejaba que el vigía del mirador de la «Lloia» y el de Sarnella dieran el aviso, y se calaba el Arte de Port de Reig. Si por el contrario el banco era muy grande, y se acercaba a la bahía, tocaba un cuerno, y hacía señales con una bandera blanca, al aviso del vigía se hacían sonar las campanas de la Iglesia a «toque de cinta», parecido al toque de alarma o de «sometent», y a su llamamiento toda la gente del pueblo, hombres, mujeres, viejos, jóvenes, y criaturas, tanto si se encontraban en la villa, como cultivando los huertos, olivares o viñas, todos acudían a reunirse ante el Ayuntamiento, y desde allá acompañaban el alcalde camino de la iglesia, que era donde se guardaba la red comunal. Con el alcalde al frente, a cuestas y en procesión, seguidos de todo el pueblo, la red comunal era trasladada al embarcador del muelle de la Timba, donde los dos faluchos más grandes esperaban para su embarque, era un día de alegría y de fiesta para el pueblo.

El Arte Grande era cargado en los faluchos más grandes, mientras tanto los patrones más experimentados en la pesca del atún, con los faluchos denominados de «Port de Reig», con sus artes a bordo, varaban deprisa y corriendo y se hacían a la mar, e iban a cerrar con los artes la bahía, desde la Lloia, a la punta de Sarnella, y dejaban entrar, primero, los atunes y evitaban, con el cierre, que el banco de peces grandes pudiera retroceder. Una vez apresado el banco de los atunes y siguiendo las señales del vigilante que observaba todos sus movimientos desde la atalaya, con botes más pequeños, cargados de red, empezaban a hacer barreras o «Hiladas», con los artes y hacían «calles», y convertían así la bahía en un verdadero laberinto, que desorientaba a los bancos de atunes, y de esta forma los peces, una vez desorientados, eran encarrilados hacia aguas más exiguas, y se los acercaba a la playa para permitir entrar en acción el Arte Grande.

Esta operación requería tiempo y toda la pericia de la cual era capaz aquella gente marinera y pescadora, experta en su oficio y con la responsabilidad que de ella dependía el éxito o el fracaso de la pesquería.

Una vez acabada la operación de cierre y conducción del banco de atunes ante el Port de Reig, las campanas de la iglesia daban la señal de la salida a las embarcaciones que traían el Arte Grande. La salida de la red se saludaba con grandes exclamaciones de alegría de todo el pueblo que seguía atenta la operación.

Estaba construido de la siguiente forma: tenía unos cuatrocientos metros de largo, por pierna, el cope tenía una longitud, de unos veinte o veinticinco metros y su peso en seco era de más de setenta quintales, por su peso en muelle, una vez calado, no necesitaba plomo, y no traía corcho, pero se requería la colaboración de todas las embarcaciones puesto que, debido a sus grandes dimensiones, los elementos de flotación eran insuficientes.

Por las grandes dimensiones, del Arte Grande, para moverlo, calarlo, y arrastrarlo hasta tierra, se necesitaba la colaboración de toda la gente de la población.

(…)

Fuente: http://reconstruirelcomunal.net/cooperativisme-port-de-la-selva/

 

L’Art Gros de Port de La Selva en la Enciclopedia Catalana

La pesca ha sido tradicionalmente la actividad primordial de los habitantes del Port —pueblo fundado precisamente por pescadores de la Selva—, y hasta la actualidad ha llegado la fama del gran arte comunal del Port de la Selva, dicho el «arte grande», red de cáñamo de grandes dimensiones (400 m de largo y 30 h de ancho), muy resistente, que se echaba cuando entraban a la bahía los bancos de atunes para frezar. Era de patrimonio de la comunidad, se guardaba en la iglesia parroquial de la Selva (después en la del Port) y se lanzaba desde el puerto de Reig. Todo el pueblo, convocado por las campanas de la iglesia, participaba en esta operación; los faluchos cerraban la bahía desde la Lloia hasta la punta de s’Arenella, y todo el mundo, desde la playa o desde las barcas, tenía una tarea asignada. A pesar de la hostilidad de los pueblos vecinos, el «arte grande» se mantuvo hasta los últimos años del siglo XIX, periodo en que se extinguió probablemente debido a la progresiva mengua de túnidos en estas aguas.

Fuente: http://www.enciclopedia.cat/EC-GEC-0052228.xml

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