• Categoría de la entrada:Artículos
  • Autor de la entrada:Félix

En febrero pasado desarrollé en Muro (Mallorca) una conferencia con el título «Autoconstrucción del yo«, ante 350 personas. En ella formulé una propuesta compleja encaminada a realizar una de las tareas más fundamentales para todo ser humano, hacerse a sí mismo como sujeto con espiritualidad, virtud, vida interior y valores.

Pronto se colgará el video completo y se podrá conocer lo que allí expuse, pero ahora haré algunas reflexiones complementarias.

El mundo de la espiritualidad suele ser, en muchas ocasiones, bastante opaco y turbio. Ya hace que Robert Greenfield publicó «El supermercado espiritual«, en que lamenta el mercadeo con las cuestiones del espíritu, hoy tan habitual. La dinerización de lo que por su propia naturaleza debería estar al margen del mercado, es la norma, Y también lo es la constitución de sistemas de poder a cargo de gurús, profetas y clérigos que privan al sujeto de la libertad interior para construir su propio mundo espiritual desde sus capacidades y por él mismo.

Toda espiritualidad que induzca o enseñe a humillarse delante de alguien, santón o iluminado, a renunciar a ser uno mismo, a someterse a una supuesta autoridad con dejación y abandono de las propias capacidades psíquicas, es falsa y negativa, porque lo espiritual ha de fluir del yo, al ser algo que está en el interior. No puede ir de fuera a dentro sino de dentro a fuera.

Espiritualidad es muchísimo más que unas técnicas para la relajación, a las que de manera inapropiada se califica de «meditación», unas recetas para lograr «la felicidad» a través de la huida de la realidad, unas formas de hacer la respiración o unos sonidos que, supuestamente, nos elevan cuando nos penetran1. La espiritualidad es vida interior rica, cultivo de la virtud, desarrollo de la moralidad, aprecio por una vida recta sustentada en valores. Es combate interior, a veces muy áspero, autoexamen periódico, ascetismo, autovigilancia y autoexigencia. Es arriesgarse, padecer, ser perseguido. Es amor, y amor al amor.

Las cosas han llegado tan lejos que se nos está vendiendo una espiritualidad sin virtud ni valores, una espiritualidad hecha de cuentos y espectáculo, de trucos y mañas.

En mi conferencia aporto un sistema, práctico y realizable en principio, para elevarse desde la desespiritualización a la espiritualidad auténtica, conveniente para todos, creyentes y no creyentes (yo me sitúo entre los segundos), pues su fundamento es la espiritualidad natural. Con la advertencia de que lo expuesto allí es fácil de decir pero muy difícil de realizar, incluso en sus primeras etapas.

Debe ser así, porque sólo en lo difícil nos forjamos como seres humanos de calidad. Quienes quieran lo fácil pueden comprar «espiritualidad» en el supermercado, o acudir a las religiones de moda, aquéllas que ahora son las más promocionadas por el gran capitalismo multinacional precisamente por su naturaleza violenta, liberticida y opresiva2.

El centro de la espiritualidad es el amor, noción hiper-compleja. Así aparece en textos decisivos, útiles a la vez para la personalidad religiosa y para la que no es religiosa, el Evangelio de San Juan y las tres Epístolas que se le atribuyen, los Hechos de los apóstoles (que ofrece un proyecto de vida asamblearia y colectivista, o sea, amoroso) y el Apocalipsis, cuya lectura se puede complementar con el Comentario que hace Beato de Liébana.

No es ahora posible desarrollar la cosmovisión del amor, asunto muy enredado y sutil, plagado de antinomias y contradicciones lógicas, pero sí de negar la espiritualidad solipsista, o anti-amor, hoy muy ofertada, en la que no hay amante y amado sino sólo… ego. Amor es comunidad, es sociabilidad, es salir del yo para ir hacia el otro. Justamente lo contrario de lo que hacen los espiritualismos de supermercado, que forjan cárceles para el yo, donde éste muta de manera aberrante, haciéndose anti-yo y anti-tu al mismo tiempo, o sea, ego.

La noción del amor tiene que sustentarse en un sujeto autoconstruido que sea apto para amar, pues sólo el que es por sí mismo es capaz de convertir el amor en actos de amor, en vida vivida, haciendo que aquél deje de ser mera sentimentalidad o, peor aún, empalagosa cháchara, para hacerse obras. Eso pretende contribuir a lograr la propuesta que ofrezco, cuyo meollo es la constitución de la precondición para la espiritualidad del amor a través de la creación del sujeto de virtud.

FRM

1 La vida espiritual tiene que estar al margen del poder constituido, que opera por medio de impulsos despóticos, dominio económico, nulificación del sujeto, promoción del odio interpersonal, reducción del ser humano a una existencia fisiológica y desespiritualización general. Por eso, que uno de los integrantes de la casta partitocrática más dinerizada, Juan Carlos Monedero, se reuniera con supuestos devotos del espiritualismo, católicos, budistas, sufíes, laicos, etc. en una parroquia de Madrid indica bien lo degradado que ésta el mundo de la «espiritualidad» institucional. Ésta está atenta sobre todo a capturar subvenciones a cambio de dar apoyo a un partido como Podemos, que es paradigmático por su culto al dinero y al poder, por su entusiasmo por el capitalismo, la monarquía y el Estado. La espiritualidad es por naturaleza anticapitalista, de manera que no puede coexistir con los prebostes de aquella formación, que se reúnen con la gran patronal y el Bank of America a hacer planes de acción conjuntos.

2 Para el análisis de las religiones de Estado, por tanto, de las religiones del capital, un libro de interés sigue siendo «Las religiones asesinas», de Élie Barnavi. Religión de Estado es lo opuesto a religión natural, o creencia autoconstruida que se refiere a las cuestiones decisivas de la existencia sin constituir un aparato organizado, ni un cuerpo de clérigos, ni un sistema dogmatico, ni fusionarse con el ente estatal ni, por supuesto, expandirse a través de «la guerra santa». Las religiones de Estado son contrarias a la espiritualidad, no así las religiones naturales. Los textos arriba citados toman al cristianismo en su prístina autenticidad, como religión revolucionaria y natural que sitúa su meta en el logro de la fusión interpersonal, esto es, en el amor de unos a otros, que es emocional, íntimo, en actos y estructural al mismo tiempo.

 

Esta entrada tiene un comentario

  1. Belén Igual

    Hola!
    Espero que este encuentro nos sirva para empezar a definir que valores queremos y necesitamos en nosotros mismos y por ende que sociedad crear a la luz de esos valores.
    Es un reto pensar juntos, aclararnos y definir las cosas.
    Hasta pronto

Deja una respuesta