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  • Autor de la entrada:Karlos Luckas

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El problema principal de las tesis conspirativistas es que, con su unilateralidad y descontextualización fáctica, hacen de su discurso algo no creíble, y por tanto, aquellos aspectos verdaderos, que son muchos, pasan inadvertidos, barridos por esa marea de fantasía especulativa.

Para toda estrategia que se precie de revolucionaria, es decir, que pretenda al menos definir los blancoshacia los que hay que dirigir las flechas de la acción revolucionaria, es esencial tener lo más claro posible quienes son nuestros enemigos verdaderos, solo de esa manera se podrá avanzar, paso a paso, hacia los objetivos humanamente posibles de vislumbrar un mundo diferente.

Conforme a la lengua española, Conspirar se puede interpretar como Acuerdo entre dos o más personas para ir contra alguien o algo. Es un hecho que las tesis conspirativistas contienen un elemento personalista, que bien puede ir asociado a un cargo o institución, pero que en esa personalización, a la que se demoniza, se centra el objeto de culpa o responsabilidad, y por eso mismo no es un concepto aceptable para comprender las características del verdadero poder que explota y oprime a los seres humanos. Se culpabiliza de tal manera al «sujeto enemigo» que, justamente por ello, se pierde la visión sobre el lugar donde reside el poder real.

Uno de los «teóricos» más reputados y mediáticos de las tesis conspirativistas, es Daniel Estulin. 1 En sus críticas a los poderes mundiales y sus estrategias de control y dominio de la humanidad, dice: Los gobiernos son títeres de la élite financiera mundial…o los ricos tienen un plan muy bien estudiado para conservar sus privilegios: y pasa por acabar con el resto. Lo cierto es que, sus denuncias sobre el Club Bildenberg, Wikileaks, el Instituto Tavistock, o el negocio de las drogas, y muchas más que ya son un clásico, como Monsanto, las farmacéuticas, etc., no contengan certezas, el problema es la personalización que se hace de esas instituciones y la generalización del poder en términos de «ricos» o «elite financiera», o simplemente «malvados», lo que justamente no deja ver, es más, oculta, la verdadera naturaleza, fuerza y estructura del Poder real de las instituciones opresivas. Teniendo en cuenta esas «limitaciones», sus análisis contienen elementos aprovechables, pero claramente insuficientes para un esclarecimiento estratégico respecto de la naturaleza del Poder.

Otra cuestión, mucho más grave, son las tesis conspirativistas claramente idealistas –conspiranoia- que se basan directamente en especulaciones, algunas de ellas, por irreales, cuasi infantiles, como la determinación conspirativa de las estelas de los aviones, ciertas corrientes anti-vacunas, el aterrizaje del hombre en la Luna, e incluso, las de carácter «histórico», como la conspiración étnica como la judeo-masónica, o más genéricamente, el pueblo judío como raza malvada que domina el mundo. 3 Es la institución, no la raza, ni la «personalidad», ni el genio, ni la maldad o bondad. 4 Es la institución, la que oprime, no sus miembros. 5

Es curioso también comentar como, desde la radicalidad, se ha participado mucho de ese discurso economicista y personalista del Poder. Un grupo musical emblemático de esta corriente es Molotov y sostiene un «revolucionario» discurso, lejos de la «buena intención», deja en evidencia su comprensión insuficiente de los mecanismos reales del Poder, o que es peor, cómo se percibe su «revolución», en una forma claramente jacobina del ejercicio de un poder, «igual» de erróneo que el que sufrimos, pero en un sentido «contrario». En sintieses, el «quítate tú, para ponerme yo», o en términos marxistas-leninistas, cambiar una dictadura por otra. 6 Lo mismo cabe decir de los inefables Rage Against The Machine que incluyen fotos de Marx y Engels en sus atributos. Ello les convierte, finalmente, en adoradores del Estado.

El Poder no es una conspiración, otra cosa es que se conspire en el ejercicio del poder. Ciertamente el poder se ejerce por personas, pero se ejerce desde las instituciones, pues hoy no estamos en formas dominantes de poder tiránico por razón de vínculo sanguíneo.

En el lado contrario, desde la radicalidad derechista, incluyendo el nazi-fascismo, se tiene una predilección por el mundo conspirativista malévolo, en general son formas de justificación de una mentalidad exterminacionista, pero cuya importancia no reside en sus locuras y paranoias, sino en cómo tales presupuestos son capaces de calar en amplios sectores de la población en situación de precariedad o resentimiento. Este mecanismo es muy antiguo. Y esta circunstancia es conocida por el Estado que es quien utiliza a tales corrientes para influir en sus luchas hegemónicas. 7 En el Estado español, un ejemplo fue la utilización de Fuerza Nueva y la extrema derecha en la Transición, utilizada como perro ladrador para que el pueblo sin conciencia aceptara de buena gana el sistema de dictadura democrático parlamentaria. El 23 F no fue una conspiración, fue una decisión de las elites del Poder para fortalecer la presencia del PSOE en la configuración del Estado adaptado a las necesidades de integración en Europa. Como tampoco es correcta la posición de que viene el lobo, con Vox. No existe una conspiración para forzar la presencia de Vox por parte de poderes reaccionarios ocultos. Es un hecho político bastante ordinario, de la misma forma que se potenció a Podemos para integrar la crisis surgida con el 15 M inicial, ahora, con el desgaste de las políticas de eutanasia social de género e inmigración, y conociendo como éstas se encuentran en una fase de declive y descrédito, es al propio sistema de Poder al que le interesa polarizar ese descontento (que ya es evidente), hacia una formación política que puedan instrumentalizar.

Entender todo esto correctamente requiere algunas explicaciones complementarias.

1. La cuestión ética. Existe la naturaleza humana, en ella hay bondad y maldad, hay tendencias que reaccionan ante los grandes temas vitales, y este es uno esencial. Existe el «deseo», de forma innata, como criterio de supervivencia, y sucede en todas las sociedades, a las que corresponde formas concretas de ese ejercicio. El ser humano desea, de forma instintiva, la conservación de sí mismo y la de sus allegados de parentesco, y por extensión, de los vecinos. La autoconciencia de la muerte humana le conduce a realizar acciones de competencia permanente en un medio de inseguridad y miedo en esa lucha por la supervivencia. En ese proceso de lucha por la satisfacción de sus necesidades vitales y emocionales, funde el instinto de deseo, con el de poder, de tal forma que cree conjurar la inevitable muerte, suya y de sus allegados, a través del ejercicio del poder, sobre todos sobre aquellos que entren en competencia con su concepción de ese contexto de conservación que pretende tener, y mantener en el tiempo lo máximo posible. Así llega el ser humano sin autoconciencia, a apreciar el poder político, la ambición y el deseo perpetuo e insaciable de poder que no cesará hasta la muerte, y que pretenderá a través de los ritos y mitos religiosos que dure más allá de la misma vida terrenal. Esta situación ya es un hecho desde las primeras sociedades urbanas agrarias y ganaderas desarrolladas en el territorio denominado «Creciente Fértil» de Oriente Medio hace aproximadamente 9.000 años. Desde el momento en que existe una estructura de poder militar permanente capaz sojuzgar a su propia población, como a disputar la hegemonía territorial con fuerzas militares rivales, podemos afirmar que existe el Estado. Dos son los elementos de conciencia que se desarrollan a partir de estas condiciones: la vanidad y la ambición, como aliados inseparables del elemento subjetivo del ejercicio del poder. Solamente con el desarrollo de la conciencia moral, que tiene su origen básicamente en la Grecia Clásica, el ser humano viene siendo capaz de oponer otros criterios filosóficos capaces de contrarrestar las tendencias ególatras de los hombres con posibilidades del ejercicio del poder.

2. Lo que ha conocido la humanidad desde entonces es un crecimiento de los medios de poder a disposición de los individuos que, agrupados en forma política de elite monárquica, toman las decisiones. Con ello se crea una maquinaria de opresión, de violencia organizada, que alcanza su máximo nivel de sistematización, crecimiento y perfección con el Estado nación, moderno surgido de las revoluciones liberales, aunque lo cierto es que ya desde el siglo XII al XVIII se crean las condiciones de concentración de poder militar en Europa suficientes, desde la unificación de las fraccionadas monarquías hacia las de carácter absoluto. Desde entonces el Poder ha continuado creciendo a un ritmo acelerado, extendiendo la guerra a medida que se extendía el mismo. La revolución francesa, como la más de las revoluciones liberales, inauguró el poder despersonalizado, el poder del Estado como instrumento infernal y sin pasión de la «voluntad general«. 8 A partir de ese momento histórico, el Poder ejercido por el Estado nación, capitalista e imperialista, despliega todo su potencial de opresión; un poder que se disfraza de democracia, de soberanía popular y nacional, mediante la representación indirecta de la población, del parlamentarismo y del sistema de partidos, pero que esencialmente contiene aquellos mecanismos de opresión y control de la población cada vez son más amplios y complejos: como el ejército permanente, policía profesional, medidas fiscales, educación pública obligatoria, etc., haciendo con ello invisible la mano negra del poder, cuando antes era evidente la presencia de éste en el poder del monarca, en el cual se podía perfectamente polarizar la responsabilidad de los males, ahora la población confusa y contaminada de democraticismo y nacionalismo se muestra dócil a los designios de los poderosos bajo la consigna demagógica de la «defensa de las libertades y de la patria».

3. El desarrollo del Estado nación en su actual configuración mundial de hegemonía, particularmente después de las guerras mundiales del siglo XX, como superpotencias (USA-Rusia-China) o como bloques imperialistas (UE), pone en evidencia como el Poder real se dispone, más que nunca, esencialmente, en los estados mayores de los grandes ejércitos. 9 Es ahí, y no en individuos u organismos más o menos públicos e internacionales financieros o políticos donde reside la esencia del Poder real. Pero no únicamente ahí, es una trama muy compleja en que la unilateralidad se paga con la ignorancia. Cierto que el poder real reside –en esencia- en el monopolio de la violencia militar-policial por parte de los Estados nación, pero estaríamos fallando si no entendiéramos cual es la naturaleza de la estratificación social en los Estados nación actuales. Por ejemplo, el caso más emblemático, que es EEUU, primera, hoy todavía, potencia militar mundial. Aquí se da un verdadero Triángulo de Poder formado por el orden económico, el orden político y el orden militar, todos forman parte de la estructura de Poder Real del Estado, y está cada uno de ellos constituido por entramados burocráticos jerarquizados interdependientes, pero vinculados los tres poderes por mil formas de interrelación, y las decisiones militares se adoptan teniendo en cuenta el orden político; es decir, cómo éstas van a afectar a la población que «ostenta» la soberanía nacional» y, a su vez, el orden económico, el cómo sirven igualmente a los intereses económicos imperialistas.

4. En definitiva, el poder real sobre los seres humanos de este planeta no se encuentra en familias, razas, individuos perversos, instituciones financieras, en planes globales y siniestros que resultan estar al final o detrás de cada acontecimiento histórico destacable. Es más sencillo, y más complejo a la vez, los señores de la guerra de hoy son la elite que domina las grandes instituciones de Poder del Estado nación y del capitalismo, es decir, los altos mandos militares de las instituciones propias del poder militar, los altos políticos y altos funcionarios de todas las instituciones del Estado que legitiman el conjunto del sistema de poder y los jefes de las grandes empresas, que mediante mil vínculos se relacionan con los instituciones del Estado. Son las elites del Poder. 10

El problema que todo ello plantea, desde una perspectiva revolucionaria, es fundamental, porque las tesis conspirativistas, centradas en situaciones parciales, subjetivas, personalistas, economicistas, o vagamente antiautoritarias, cuando no en fantasías de «ciencia ficción», alejan la mirada del verdadero núcleo duro del Poder, y hace imposible que se pueda establecer una estrategia correcta que sitúe como blanco de la revolución a ese duro entramado de violencia organizada burocráticamente, con máscara democrática, que es el actual omnipresente Estado nación imperialista.

 

NOTAS:

1 Daniel Estulin (Vilna, Lituania; 29 de agosto de 1966) es un escritor, investigador y orador ruso. Hijo de padre científico y madre pianista, trabajó como agente de contraespionaje del Servicio Federal de Seguridad (FSB), la agencia de inteligencia rusa. Habla ruso, inglés y español. Como investigador ha centrado sus estudios en torno al Club Bilderberg (fuente Wikipedia).

Ver artículo: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013-10-01/las-6-estrategias-de-los-ricos-para-reducir-la-poblacion-y-conservar-su-estatus_34781/

2 Obvias, por otra parte, pues no deja de ser un «periodista mediático algo excéntrico», con un pasado -y no se sabe si «presente»- en los servicios de espionaje rusos.

3 Una cuestión es que en determinadas instituciones financieras y de poder económico exista una presencia histórica de la «tradición» de familias de origen judío, y otra cosa bien diferente es que por ese hecho, esas instituciones seas «perversas». Lo son, ya estén controladas por judíos, palestinos, rusos, chinos, o jamaicanos.

Otra de estas majaderías se centran en el discurso sobre si Stalin, o Hitler, Pol Pot, Kim Il Sung, o Fidel, realmente obedecían a no se sabe que conspiración mundial, o simplemente estaban locos. Es bastante más simple que eso, es la dinámica histórica del Poder y del Estado la que sitúa en funciones relevantes a gente ambiciosa y ávidas de poder, como personajes que bien pueden ser los que conocemos, u otros completamente diferentes, pero que se comportarían de forma muy similar.

5 Como los asistentes del Club Bildenberg, que hace difícilmente creíble su importancia real con la presencia de invitados españoles del nivel del rey Juan Carlos, Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre, Jordi Pujol o Albert Rivera, entre otras «eminencias conspirativistas».

En su tema Gimme tha Power, dice Molotov:

Hay que arrancar el problema de raíz

Y cambiar al gobierno de nuestro país…

…Dame, dame, dame, dame todo el power

Para que te demos en la madre…

7 Hay muchísima literatura conspiranoia que mucho ingenuo se cree, y mucho político utiliza, como los famosos Protocolos de los sabios de Sion, donde la conjura judía alcanza niveles planetarios, muy difundidos por cierto en la extrema derecha europea, e incluso entre el fanatismo islamista

8 Jouvenel, Bertrand de. El Poder. Historia natural de su crecimiento. Editora Nacional. Madrid 1956. Imprescindible texto para comprender la verdadera naturaleza del Poder.

9 Hay varios textos, ensayos bastante enjundiosos, que explican en profundidad este conjunto complejo de relaciones, que es dónde se sitúa el poder real: Einsenhower, Dwight D. Cruzada en EuropaInédita ediciones. Barcelona 2007. Kissinger, Henry. Orden Mundial. Ed. Debate, Barcelona, 2015. Stonor Saunders, Francés. La CIA y la guerra fría cultural. Ed. Debate. Madrid 2001. Y sobre todo, Carroll, James. La casa de la guerra. El Pentágono es quien manda. Ed. Crítica. Barcelona. 2006.

10 Texto esencial para comprender esto, es el ensayo Milles, Wright C. La elite del poder. Ed. Fondo de Cultura Económica. México. Ed. 2001. El análisis del marxismo sobre el Estado, muy insuficiente, por economicista y determinista, reduce la estructura de clases a vínculos económicos: burguesía-proletariado, esto es, en función de la relación con la propiedad de los medios productivos. Por esa razón, la afirmación de Engels de que «el Estado no es otra cosa que una máquina de opresión de una clase por otra», supone claramente una errónea e insuficiente comprensión sobre la naturaleza del Estado, no es una máquina de opresión de una clase sobre otra, sino que se trata de un estrato o capa de individuos situados en la cúpula de las instituciones del poder militar, político y económico, una elite, y no se constituye en el curso del desarrollo capitalista, es claramente anterior, con el fortalecimiento y expansión del Estado.

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