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  • Autor de la entrada:Kiko Bardají Cruz

Hola amiga mía, encantado de que me contestes y pienses a tú manera y lo que tú quieras. Sólo faltaría.

Me alegra mucho que respetes y creas en la pluralidad de pensamiento (ya sabía que creías en la pluralidad de hablar contigo en diferentes ocasiones pero remarco mi alegría y, si sigues leyendo, entenderás el por qué).

Yo soy un enamorado de la libertad y por eso respeto al máximo tú libertad de conciencia y de expresión. Es más, daría (y doy) mi vida por defenderla. La libertad de expresión es, sobre todo, la libertad del que piensa diferente. Y la libertad es también, y sobre todo, antagónica al Estado.

Estas ideas sobre la libertad NO las sostiene el feminismo. Y NO hay diferentes feminismos. Lo que hay es dialectos de una misma lengua pero NO lenguas diferentes.

¿Dónde está ese feminismo que se oponga a la censura a los que somos convencidamente contrarios al feminismo; dónde está ese feminismo que se yerga contra la LIVG; dónde está ese feminismo que se levante contra el Ministerio de Igualdad; dónde está ese feminismo que se alce contra la teoría interseccional y sus espacios seguros; dónde está ese feminismo que no calumnie a nuestra abuelas y reconozca la verdad antipatriarcal de nuestro mundo rural popular tradicional ibérico ya extinto; dónde está ese feminismo que se enderece contra la madre de todos los patriarcados, esto es, el Estado…?

En ningún lado, hay dialectos pero en los sustancial NO hay varios feminismos. La realidad es la evidencia.

Cuando se cavilaron y consideraron por primera vez las bases del grupo Pastores en Resistencia, que se fundó por cuatro personas en el pueblo aragonés de Ruesta, yo fui el que más insistió, de esos cuatro, en el asunto de que tenía que respetarse la pluralidad. Y cuando se pergeñaron finalmente esas mismas bases volví a insistir en la pluralidad como pilar fundamental, como idea fuerza; y así se plasmó en nuestros estatutos, bases, normas básicas de organización o como quieras llamarle.

¿Y por qué? ¿por qué insistí yo tanto en que se diera inclusión a la idea de la pluralidad?

Porque el feminismo nos ha perseguido, calumniado, agredido, vilipendiado, censurado, cancelado y expulsado como no te podrías llegar a imaginar. Si te lo imaginaras no te considerarías feminista, tal cual, estoy seguro de ello porque sé que eres buena gente. Y no sólo han hecho estas cosas a nosotros sino a millones de hombres y mujeres por todo el mundo occidental. Este es el proceder del feminismo. El proceder de TODOS sus dialectos; y es así porque hablan, todos esos dialectos, la misma lengua totalitaria. Una acción, una forma de hacer, que nace y es absolutamente coherente con la teoría burguesa, y mil veces urbanita, del feminismo.

¿Por qué insistí yo tanto en que se diera inclusión a la idea de la pluralidad?

Porque tenía en la cabeza al feminismo. Una religión que no cree en la libertad de conciencia, que no cree en la libertad de expresión. Y no cree en ambas libertades porque éste feminismo, que hoy nos asola, es hijo del posmodernismo y de la burguesía; del fascismo y del estalinismo; del liberalismo y de la mil veces perversa socialdemocracia. Una religión política que afirma que los espacios deben ser seguros. Esto, traducido al román paladino, significa que nadie puede disentir porque ofende a los «oprimidos».

Nadie puede disentir pero, muy muy en especial, no pueden disentir los que no están incluídos en esa etiqueta de «oprimidos». Éstos, los que no están dentro de los «oprimidos» llevan la marca del diablo, el pecado original sin bautizar, llevan la estrella de david cosida al hombro, llevan el sanbenito del hereje*…

[*La expresión “colgarle a uno el sanbenito” procede de las prácticas inquisitoriales. Cuando uno era procesado por la Inquisición, podía ser condenado a distintas penas, desde sólo retractarse de algo públicamente, o bien hacer penitencia, hasta ingresar en prisión, y en los casos más graves morir en la hoguera.]

¿Cuántos anatemas sit [maldito, apartado, desterrado de Dios] inquisitoriales nos han hecho ya por atrevernos a hablar y decir lo que pensamos? Incontables, con procesos de Moscú incluidos (pero sin capacidad -aún- de asesinarnos).

¿Por qué insistí pues en la pluralidad?

Porque ya sabía que el feminismo es una neoinquisición; y como sabía que era muy probable que se unieran con el tiempo personas que se consideraban feministas pues quería curarme en salud o, por lo menos, tener la posibilidad de esgrimir las bases y poder defender de esa forma la libertad de expresión y de conciencia, que como ya he dicho, me parecen sagradas. Sí, sagradas.

Y pongo entre comillas la palabra oprimidos porque quien es «oprimido» lo decide el feminismo y su maldita y anglosajona teoría universitaria (y ultraurbanita) de la interseccionalidad. Esta teoría majadera nos habla de una escala de oprimidos donde los varones blancos occidentales heterosexuales estamos en la cúspide de la cadena alimentaria, para que se me entienda.

Una teoría, que junto con su hermana, la teoría crítica de la raza, es incapaz de diferenciar entre pueblo y Estado; y por lo tanto es responsable número uno de insuflarnos día y noche el autoodio, el desprecio de sí, la vergüenza de sí…

Esta teoría, que hace orbitar todo en torno a los privilegios, es nefasta y una mentira. ¿Acaso ha sido un privilegio para los varones de las clases populares que en estos últimos 500 años hayan sido forzados por los Estados a la leva, a la conscripción militar obligatoria, a las quintas…; mientras las mujeres se quedaban en sus aldeas y pueblos? ¿Pero de qué privilegios están hablando cuando han sido los varones los primeros que han tenido que soportar, a la fuerza, la terrorífica vida de cuartel, la vida de fábrica, la vida de mina…?

Tendríamos que hablar, más bien, de los privilegios que el patriarcado a otorgado a las féminas. ¿O tengo que recordar lo que es una guerra? ¿Lo que se ve en ella, lo inenarrable que se ve en ella? ¿Lo que le obligan a hacer a uno? ¿A qué huelen los cachitos de carne podrida de tus amigos?…

¿Puede haber un privilegio mayor que el no tener que ir al infierno de una guerra a morir por los ricos y poderosos?

Se habla del privilegio de la blanquitud desde el puro racismo antiblanco. ¿Pero qué es esto? Y sí, se hace desde los mismos que se autodefinen como feministas. No es algo separado, ni muchísimo menos.

¿Saben que mientras se conquistaba América por lo Corona de Castilla el pueblo castellano luchaba a brazo partido contra dicho Estado por sus libertades medievales en las famosas guerras comuneras?

¿Saben las feministas que el mayor tráfico de esclavos transmarítimo que ha vivido la humanidad ha sido el de esclavos blancos europeos y no el de negros africanos? ¿Saben lo que es el Islam, los diferentes Califatos y el Imperio Otomano? ¿Saben qué son las aceifas? ¿Saben qué son los berberiscos y sus razias? ¿Saben por qué aquí decimos «no hay moros en la costa»? Pues porque si había moros en la costa te raptaban y te vendían en el mercado de esclavos de Damasco, de Bagdag, o de…? ¿Saben acaso que Menorca perdió en el siglo XVI la mitad de su población y que sus familiares tuvieron que recomprarlos (a los que pudieron encontrar, que fue una minoría) en los mercados musulmanes de esclavos?

El feminismo como doctrina, que NO como lucha por la liberación de la mujer, tiene dos hitos en sus orígenes:

1-Las ricachonas y asquerosamente clasistas (y urbanitas) de las sufragistas que luchaban por poder votar siempre y cuando fuera ¡sufragio censitario! pues rechazaban el universal por considerar que los HOMBRES y las mujeres de las clases populares eran inferiores y no tenía derecho a NADA, sólo a trabajar como mulas. (El sufragio universal, no está de más decirlo, es la dictadura parlamentaria turbocapitalista y megaestatalista liberal, absolutamente liberticida, que hoy vivimos).

2-La primera guerra mundial y la necesidad de los ESTADOS de mano de obra en las fábricas de armas y bombas; donde las mujeres de las clases populares, arrancadas de la ruralidad, engrosaban ergástulas de horarios infernales, sueldos de miseria y condiciones hiper-insalubres.

¿Pero qué mierda de emancipación es esta de la que habla el feminismo que nos conduce a la esclavitud como nunca antes ha existido? ¿Pero cómo es posible que las chicas (y chicos) de las clases populares se traguen sin rechistar este feminismo de pijas urbanitas explotadoras y maquiavélicas, ahítas de razón de Estado, hinchadas de sentido de Estado, rebosantes de voluntad de poder y ansias de riqueza?

Que digas que nuestro análisis es simplista cuando está hasta arriba de argumentación no se ajusta a la verdad.

Nos acusas de hipérbole, es decir, de exagerar. Eso es un error.

Si valoras la liberación de la mujer entenderás que es MUY, MUY, MUY importante liberarla, liberar su corazón y su mente de las garras ultrapatriarcales del Estado. Y hoy no hay religión más estatolátrica que el feminismo. No hay hoy religión en Occidente que haya fusionado más a la mujeres y al Estado que el feminismo. Así que NO, no exageramos.

Me preguntas ¿cómo podría existir un debate sin la ofensa? Te contesto: NO puede existir. Cuando a alguien le tocan su religión no puede más que ofenderse. La lucha por la verdad (una verdad limitada igual que las capacidades del ser humano, una verdad no absoluta pero sí tangible) y la lucha por la libertad (libertad razonable, no absoluta) es dolorosa. El hedonismo, el pavor al dolor, del izquierdismo feminista es contrario a la búsqueda de la verdad y es, por supuesto, absolutamente contrario a la libertad de expresión. Pues ésta, la libertad expresión, es sí o sí, causa de dolor, ofensa e incomodidad. Así es como se avanza en el pensamiento. Con el hedonismo, 100% burgués, NO.

Dices que el feminismo está siendo fagocitado. Esto es, a mi parecer, falso pues nació del corazón del Poder y algo que es consustancial al Poder y lo único que hace es fortalecer al Poder no puede ser fagocitado por él, institucionalizado por él, porque ya nació de las entrañas de la Bestia.

Otra cosa, bien distinta, es la lucha por la liberación de la mujer que para desgracia nuestra fue llamado también feminismo, pero que no lo es. O si lo es, que no lo fue, ese feminismo en Occidente ya NO existe. No por fagocitación desapareció sino por destrucción. Luchar por el neopatriarcado, es decir, por el Estado feminista, NO se puede considerar, de ninguna de las maneras como liberación de la mujer. Y hoy, no nos engañemos más, ninguno de los dialectos del feminismo lucha contra el neopatriarcado, al contrario, son sus más leales fuerzas de choque.

Me preguntas ¿desde dónde decidimos ser madres? Dios Santo y válgame Dios amiga mía!!!! No ha habido un movimiento más antiniños y antimadres que el feminismo. Responsable número uno, junto al trabajo asalariado, de la debacle demográfica que vivimos aquí hoy, en vivo y en directo. Con su sustitución étnica incluida.

Me dices que no es casual que muchas neorurales sean feministas y te doy la razón. Creo que nada tiene de casual la comida monumental de coco y, por lo tanto, sí creo que las neorurales tienen que des-urbanizar, desaburguesar y des-izquierdistar (que es en realidad todo uno) sus mentes y corazones, más y mejor, para saber que tienen que luchar codo a codo con sus compañeros y decir NO al Estado, NO al patriarcado. Y esto no es así, por desgracia, ni por asomo.

La liberación de la mujer es CON (y no contra) sus iguales; y SÍ contra los funcionarios, profesores, policías, jueces, carceleros y feministas de momio/de prebenda/de sinecura, todos y cada uno de ellos, a sueldo del patriarcado, es decir, a sueldo del Estado.

Repito para dejarlo claro, el feminismo es un sexismo que nos enfrenta y divide en beneficio del Estado y hoy, nadie lo puede negar, está prácticamente fusionado con éste con, nada menos, que un ministerio; una ley brutal fasciofeminista (LIVG); cuotas y privilegios estatales indignos y supermachistas; miles de asociaciones y fundaciones a sueldo del Estado diciéndonos lo malo que han sido nuestros abuelos, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros compañeros, nuestros vecinos… varones que se dejaron la piel y la vida luchando contra ese mismo Estado que ahora arrastra, persuade, seduce, engaña a las mujeres (no a todas) para que vean a sus compañeros como enemigos y así imperar más y mejor.

La progresía, a la que el feminismo pertenece de pleno, ha calumniado a nuestra ruralidad como nadie lo ha hecho. Falsifican nuestra historia rural popular y difaman, deshonran, ofenden, acusan a nuestros antepasados de ser una cosa que no fueron. Alimentando, junto a los franquistas, liberales y estalinistas el autodio, la vergüenza de sí, el etnocidio, la emigración a la ciudad, la pérdida de cultura.

El feminismo de hoy en día, todo él, todos sus dialectos, son hijos de la Sección Femenina de Falange que tanto persiguió a nuestras abuelas, su folklore, sus cantos, sus bailes, sus fiestas, sus trajes, sus disfraces, sus tradiciones… en fin, que tantísimo persiguió a la ruralidad.

La Sección Femenina ya editaba a discípulas de Simone de Beauvoir y se reivindicaba feminista con sus 500.000 de asociadas VOLUNTARIAS. Hoy el partido neofalangista Podemos (o Sumar) juega el mismo papel que la Falange jugó en su momento. Y el anarquismo, podrido de izquierdismo, que le sigue a la zaga como fiel escudero.

El feminismo, como feroz neopatriarcado que es, habla en nombre de las mujeres igual que antaño hablaba el terrible, vil y perverso, Partido Comunista de España en nombre de los trabajadores. Quitarnos esta losa feminista de encima es una necesidad imperiosa para los que amamos la libertad de LOS SERES HUMANOS.

No ha habido en las últimas décadas un movimiento que haya hecho un mayor uso de la censura, la coacción, la amenaza, la calumnia y la mentira… al viejo estilo del fascismo y del estalinismo. Nunca antes han estado los movimientos sociales más contaminados, más enfermos, más infectados de enfrentamiento, enemistad, hostilidad, confrontación horrible y MIEDO porque un grupito de sexistas fanáticas y sus indignos aliades hacen la vida imposible a los demás con su cháchara insoportable (por llorona y victimizante), su increíble agresividad, su censura y sus acometidas contra la masculinidad.

La virilidad no es lo que dice esta ideología posmoderna de loro amaestrado de universidad yanqui. La virilidad es lo contrario a ser un maltratador, un abusador, un cabronazo. La famosa deconstrucción no es más que la destrucción de nuestra identidad.

Cambiar el código civil patriarcal de 1889 que decía: «el hombre protegerá a la mujer y ésta le deberá obediencia»; a «el Estado protegerá a la mujer y ésta le deberá obediencia», no conlleva ninguna mejora, sólo una adaptación del patriarcado a los nuevos tiempos y necesidades del Estado y su hijastro el Capitalismo. El feminismo, digo una vez más, es un neopatriarcado.

Una religión política nefasta que deshumaniza a las mujeres reduciéndolas a sólo víctimas.

Su retórica contra el llamado amor romántico es en realidad una arremetida, una ofensiva, un ataque al amor, a la amistad, al servicio desinteresado a los demás…

Cuando hablan de heteropatriarcado quieren decir que los heteros en general han establecido el sexismo y con él la persecución de los gays, aserción calumniosa que es una expresión entre miles de la demonización de lo hetero. Lo cierto es que ha sido la legislación positiva, promulgada por el poder, la que ha realizado la represión de la homosexualidad, no la gente común. La expresión «heteropatriarcado» exculpa al Estado imputando a la comunidad popular heterosexual lo que aquél ha hecho. Al proteger al ente estatal salvaguarda a su meollo, que es el ejército. El militarismo de tal formulación, que va en la dirección de estatuir un Estado policial y militar, queda en evidencia. Ciertamente, la fórmula correcta es «estatopatriarcado», al ser la única que describe la realidad con objetividad. Explica que quienes están con el Estado están con el patriarcado, en una u otra de sus manifestaciones.

La liberación es contra el Estado o no es; por eso el feminismo no tiene NADA que ver con la liberación de la mujer.

Como ya hemos dicho: rendimos nuestro más profundo respeto a la libertad de conciencia. Si uno quiere ser un feligrés de la religión política del feminismo, libre es. Pero nosotros somos contrarios a esa Iglesia. Y sobre todo somos contrarios a que nos la impongan con un bombardeo mediático, escolar, editorial, radiofónico, universitario, laboral… absolutamente descomunal. Lo del nacionalcatolicismo durante el franquismo es NÁ comparado con el nacionalfeminismo.

No hay distinción en cuanto a los asuntos claves que hemos nombrado en lo que respecta a los dialectos del feminismo. Hoy todos, absolutamente todos los feminismos, son feminismos de Estado. Y como tales son/es un sexismo horrendo. ¿Es pedir la separación entre Iglesia y Estado tan loco? Aunque nosotros no propongamos la simple separación, sino la desaparición del Estado, la separación es un mínimo. Un mínimo absolutamente insuficiente pero, ¡válgame Dios!, es un mínimo.

Si el feminismo es una cosa distinta para cada persona como dices entonces el feminismo no es nada, no significa nada, y no es así.

El catolicismo no es una cosa distinta para cada personas. El catolicismo tiene un CATECISMO y el feminismo también.

Y sí, es infinitamente más duro ir a la guerra, a una fábrica, a una mina, a la construcción de una vía de tren, de una carretera, de un túnel… con hiperjerarquía, con horarios brutales… que quedarte al lado de tus hijos amadísimos por mucha faena que estos den. La modernidad urbanizadora e industrial destruyó primero al varón DE LAS CLASES POPULARES. ¡Vaya privilegio el de éstos!

Lo del feminismo y su reivindicación del trabajo asalariado es realmente una tragedia de proporciones siderales.

Que digas que es un tópico el afirmar que el feminismo siembra el odio, a nuestro juicio es de otro planeta distinto al que nosotros vivimos, a otra realidad. Uno de los alimentos más nutritivos de la extrema derecha y del auge de los nuevos neomachismos, por no hablar del renacer del viejo patriarcado, es sin lugar a dudas, el odio que rezuma por todos sus poros la ideología feminista, que no es más que un SEXISMO furibundo.

Y sí, la cancelación es consustancial al feminismo porque el feminismo JAMÁS ha creído en la libertad de conciencia. De ahí su absoluta fusión con el Estado. Y de ahí que con muchísima razón se hable de fasciofeminismo.

Nadie, repito NADIE, está proponiendo que dejéis de ser feministas si esa no es vuestra voluntad. Nosotros lo recomendamos porque amamos la libertad y el amor. Y si amas al amor no puedes ser un devoto, un fiel, un parroquiano de ninguna religión del odio.

Los oprimidos somos los sin poder, los hombres y mujeres de las clases populares. Los que somos llevados, traídos, usados como carne de cañón, mandados, adoctrinados, explotados, usados, instrumentalizados… La batalla del Estado en lo que ellos llaman «el frente interior» es por la conquista de nuestras mentes y nuestros corazones. Así que levantar defensa es un deber.

Una cosa debéis saber las/los que os consideráis feministas: que por mi parte hago como un pastor de Ansó me dijo y es que me levanto todas las mañanas y me esfuerzo por mirar las mejoras caras de mis vecinos, amigos, conocidos… pues todos somos poliédricos. Que algunos seáis feministas porque esa es vuestra legítima decisión es secundario o terciario para mí pues ante todo os veo como compañeros de algo elevado que estamos haciendo juntos. Lo mismo con otras religiones o ideologías, pues esa es la pluralidad. Y sí, es muy complicado. Mucho.

Ahora bien, la libre expresión de pareceres, de ideas, de hipótesis… no debe ser anulada sólo porque hoy impere la primacía del bienestar, el confort, la ataraxia, el hedonismo, la monomanía del placer a toda costa o el miedo al dolor y al sufrimiento. Y de esto los pastores sabemos muchísimo, a veces demasiado.

Somos seres pensantes y si por miedo al conflicto no pensamos, ahí sí que nos deconstruimos, pero esta vez hasta el nivel de la ameba.

Una matización que necesito hacer para evitar el malentendido es que cuando digo que los oprimidos somos los sin poder de las clases populares no estoy diciendo con esto que no haya problemas específicos de la mujer o del varón. No.

Ni tampoco estoy diciendo que no existan individuos de esas mismas clases populares ultradegradados que hacen cosas terribles. Lo que estoy diciendo es que el patriarcado (que también afecta y ha afectado muy negativamente al varón de las clases populares) no es fruto de la reunión y votación democrática de los varones o de los heterosexuales de las clases populares; no son ellos en consenso organizado quienes han decidido el derecho positivo (derecho aplicado por el Estado) que discrimina a unos y a otros.

Si se entiende esto se comprenderá porque aquí muchos varones sienten con el feminismo la misma indignación que sintió Martin Luther King con las leyes (estatales, no se olvide) de segregación racial del sureste norteamericano.

El patriarcado siempre busca la división, el enfrentamiento, para gobernar, para dominar, más y mejor. El Estado busca a toda costa que la ira de las mujeres, fruto del malestar infinito que sienten (sobre todo psíquico), se oriente hacia cualquier cosa que no sea él. El Estado busca que esa ira vaya al varón, al compañero, al padre, al amigo, al vecino, al hermano, al hijo… No hay mejor política para un Estado que debilitar, por enfrentamiento interpersonal de alta intensidad, al antagonista, al verdadero enemigo, al oponente potencialmente más peligroso, esto es, al pueblo.

Repito, el patriarcado busca la división entre sexos y la discriminación porque es la única manera de debilitar a su principal adversario: el pueblo y su búsqueda de libertad. En Occidente ya estamos en una vuelta de tuerca aún peor que es la desaparición, la extinción casi completa, de lo que llamamos pueblo, por sobrepresencia, sobrepoder, sobrepeso, sobreaplastamiento del Estado (que resulta en la automización y pérdida de comunidad más brutal).

Tampoco estoy diciendo que como somos sin poder (poder de mandar) lo que se ha de hacer es luchar por la conquista del poder. No. Éste debe estar descentralizado al máximo, hasta la persona, y esto es lo único que se puede llamar democracia. De ahí que el adagio más precioso y famoso de nuestra ruralidad sea el «nadie es más que nadie». Y este, no está de más decirlo, es el meollo de nuestra cultura rural popular tradicional.

Tampoco se me ha de interpretar que no tengamos que luchar contra el machismo en todas sus formas. Hoy, una de las versiones más bestias del machismo, es la que proviene del Islam.

Otra aclaración que considero importante para evitar malos entendidos.

Cuando nos decimos antifeministas, nos referimos a que somos contrarios al feminismo. Y NO, de ninguna de las maneras, lo decimos en el sentido de pertenecer a un ismo. Es decir, antifeminismo se puede enteder de dos maneras. Una ser contrario a. Y otra ser parte del antifeminismo como MOVIMIENTO de extrema derecha y liberal que va a llegar de un momento a otro al poder del Estado para imponer lo que ellos consideran su antifeminismo, que son un conjunto de ideas que nada tienen que ver con los argumentos que aquí hemos expuesto. Esto debe quedar muy claro.

Cuando llegue este ismo al poder dará fuerzas al otro ismo, el feminismo. Y entre ismo e ismo serán silenciados los argumentos contrarios al Estado (una vez más), es decir, los que ni sostenemos uno ni sostenemos lo otro.

Así que por favor, nadie confunda lo dicho con el antifeminismo que sí fomenta el Poder. Por que el Estado fomenta, por evidentes razones, ambos: el anti y el pro. Nosotros estamos en pie contra los dos.

Sin más te envío, como siempre, un abrazo grandísimo.

Y te invito a que abandones el feminismo y te unas a la lucha por la liberación de las mujeres y los hombres DE LAS CLASES POPULARES.

JUNTOS.

Kiko Bardají Cruz. 28-12-2023

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