El presente trabajo ha sido elaborado con la intención de aportar algunos elementos que considero funcionan en la base del fenómeno social de la corrupción y que, ayudando a comprenderlo y explicarlo, aportarán también a su prevención..
Trataré para ello de analizar qué significa la corrupción, cómo se manifiesta, y desde allí, intentar acercarnos a las posibles causas y acciones para combatirla.
Empezaré entonces por definirla, para lo cual tomaré la definición de la Real Academia que nos dice que, «hace referencia a la alteración, vicio o abuso introducido en la esencia o naturaleza de una cosa».
Y aplicando esta definición al hombre, podemos afirmar que dicha alteración o vicio se observa en su obrar, en su conducta, lo cual se revela claramente en los acontecimientos sociales que suceden a nivel mundial: marcada desigualdad e injusticia social que permite la concentración y acumulación de la riqueza por unos pocos dejando en la extrema pobreza a muchos; guerras por intereses sectoriales; negociados; especulación; delincuencia; violencias; terrorismos, etc.. Obrares estos que están en desacuerdo o son contrarios al natural y correcto accionar humano según lo dicta su naturaleza marcadamente social .
Con lo cual quiero precisar que, al referirnos a la corrupción, debemos analizarla como conducta del hombre en toda su amplitud y profundidad bio-psico-social, y no reducirla, como se hace generalmente, a una simple acción económica, la cual sólo se trata de una de sus manifestaciones externas (diagnóstico éste parcial y reduccionista que permite entender que se pretenda controlar y combatir el accionar corrupto desde la sola perspectiva económica mediante la aplicación de diversas medidas punitivas).
Adentrándonos entonces en el tema, destacaré desde esta perspectiva integral los rasgos psicológicos que se destacan en la conducta reconocida como corrupción .
a) En primer lugar, el hombre corrupto se comporta en forma individualista, buscando sólo el mejoramiento de «su» bienestar personal y la satisfacción de sus necesidades individuales, sin interesarle, o más grave aún, actuando en contra del bienestar y armonía de la comunidad social a la que pertenece y necesita por naturaleza.
b) Dicho individualismo se asienta en un bloqueo de los sentimientos que le produce insensibilidad, y es precisamente lo que le permite «no sentir» ni preocuparse por las consecuencias de su accionar egoísta.
c) Bloqueo o «frialdad» emocional, que se explica y complementa en el uso acentuado de la función intelectual, en la que se apoya para «especular sobre la productividad y efectividad lucrativas de su accionar», a la vez que también le sirve defensivamente para justificarse y acallar la culpa y vergüenza que podría producirle la conciencia de su accionar.
d) Esas alteraciones en el funcionamiento psico-biológico de los individuos, les trae a su vez, como consecuencia, sentimientos de insatisfacción, desvalorización personal, vacío interior e inseguridad, que, por dolorosos y angustiantes, buscan acallarse. Pero como esto no se consigue, ya que naturalmente ello sólo se logra en el contacto consigo mismo, en la felicidad y el placer del vivir (valor interior), se busca entonces tapar mediante un valor sustituto que está fuera de sí (valor externo) y que se encuentra en la búsqueda insaciable de posesión de bienes materiales (o del mediador dinero que los posibilita), con lo cual lograr bienestar material y estatus, como elementos compensatorios de satisfacción y valoración personal. Es decir, se ha producido una alteración (corrupción) en el funcionamiento natural del hombre, resultando por ello, alienado (división y actuación separada del intelecto y los sentimientos) y en-ajenado (extraño o ajeno a sí mismo, a su naturaleza).
e) Resultando así encerrado en. un círculo vicioso: debe entrar en competencia y rivalidad (en lugar de colaboración complementaria y solidaria) con sus pares para la conquista individual de esos valores materiales externos. Posesión egoísta que instaura mayor enfrentamiento y desunión en la sociedad y lleva a retomar con mayor intensidad los pasos antes mencionados.
Estos son en síntesis, los principales rasgos psicológicos que encuentro conformando el complejo cuadro de la alteración patológica o enfermedad de la conducta humana que llamamos corrupción.
Pero demos un paso más.
Se puede decir por cierto que, si bien existen marcadas diferencias de responsabilidad personal según sean la posición social económica que ocupa el individuo corrupto y la magnitud y alcance social del hecho cometido, en el fondo y considerado el fenómeno desde la perspectiva psicológica, se trata de un mecanismo semejante en todos los casos, que sólo se distingue por las diferencias de oportunidades, ya que en su esencia se trata de lo mismo, de un acto inmoral o corrupto, y por eso quien acepta y justifica la trasgresión de una ley natural en algo pequeño, está preparando su funcionamiento psicológico intelectual-emocional para repetir el hecho en mayor magnitud cuando se den las condiciones óptimas para ello. Como ejemplo práctico, diré que psicológicamente es similar la «justificación fría, insensible, racional y sin remordimientos» que permite sobrecargar el precio de un caramelo por sobre los márgenes socialmente establecidos, fabricar y vender productos de dudosa calidad, o mediante una simple firma hacer un gran negociado o estafa (aunque por cierto difiera moralmente según las consecuencias). Ya que, según lo visto y salvando las diferencias, en todos los casos se prioriza de modo egoísta e insensible el bien personal sobre el bien común, y se transgrede la norma natural del respeto y la consideración de los derechos de los otros.
Y por último, es necesario destacar que la corrupción, no es un fenómeno que se da en individuos aislados, ni en un sector social determinado, ya que, según nos muestra la experiencia diaria, está generalizada en todos los ámbitos y estratos socio-económico-culturales. Son así de conocimiento público las implicaciones de políticos, industriales, comerciantes, religiosos, deportistas, profesionales, artistas, etc. Observando también que, si bien en estos momentos pareciera mostrarse más acentuada o talvez con más claridad en la Argentina, se trata en realidad de un fenómeno universal.
Todo lo cual parecería complicar nuestro análisis, ya que hace pensar entonces que se podría tratar de algo inherente a la naturaleza humana, lo que fue negado más arriba y explicado como una alteración de su conducta, al demostrar que se contradice con las leyes intrínsecas de su naturaleza.
¿Y cómo podemos explicar entonces este complejo fenómeno humano social?
Para intentar hacerlo, partiré de un principio básico de la ciencia psicológica que nos dice que, a los fines de subsistir, el animal humano debe adaptarse al medio ambiente en el que vive, por lo que dicho medio condiciona, modela y regula las características personales de los individuos que lo integran.
De acuerdo entonces a dicho principio se puede afirmar que, el fenómeno de la corrupción instalada en los hombres es la consecuencia de que la misma está instalada previamente en el medio social al cual debe adaptarse, o sea en el sistema, orden social o modo de relaciones que se dan los hombres para subsistir e instalado a nivel universal (globalización) y que conocemos con el nombre de Capitalismo.
Y que ello es así se comprueba si nos atenemos al valor máximo de vida («aquello que vale o es útil para la vida») que instaura y sostiene dicho sistema e impera en la sociedad mundial en general sin grandes variantes a pesar de las diferencias particulares, el cual se resume claramente en el famoso dicho popular «tanto tenés, tanto valés». Es decir, lo que da valoración personal, autoestima, prestigio, estatus y poder, con lo cual alcanzar el bienestar y la tan anhelada seguridad de la existencia, no es el «ser» (una persona seria y buena, honesta, justa, solidaria y trabajadora), sino el «tener» bienes, es decir, la posesión de un valor material exterior al sujeto, para alcanzar el cual los hombres deben entrar necesariamente en una carrera enfermiza y «de la manera que sea», «a cualquier precio», para obtenerlo. Modo de vida que acepta como lícita y, más aún, estimula, el lucro (ganancia excesiva por encima del valor real), como también, el individualismo, la competencia y la rivalidad entre los hombres (en lugar de la unidad solidaria y la cooperación), con el fin de llegar a la apropiación y acumulación insaciable de ese «valor» social, para tener más y así sentirse valer más.
Todo lo cual permite afirmar entonces, que se trata de un sistema o modo de relación entre los hombres que, analizado integralmente y desde una perspectiva humanista, es intrínsecamente perverso, en el sentido de que es contradictorio y su accionar no conduce a los fines que en teoría dice pretender y pregona: los valores que responden a la naturaleza y dignidad del ser humano -el bienestar, la paz y el amor entre los hombres-. Es decir, es perverso, falso y contradictorio, al proponer como ideal de vida estos valores y conductas, mientras que la práctica real de vida por alcanzarlos, llevan a lo contrario, los atacan y corroen. En síntesis, es el sistema, orden social o modo de vida el que está intrínsecamente alterado o corrupto, condicionando, modelando y estructurando de este modo a los hombres que estando insertos en él, deben adaptarse a él para subsistir.
Debiendo aceptar como una simple y lógica consecuencia que, si la corrupción es un rasgo de comportamiento patológico que se da como consecuencia de la adaptación de los hombres a un modo de funcionamiento social corrupto, entonces no queda más que concluir de acuerdo al principio científico antes mencionado que guía este análisis, que, mientras dicho funcionamiento social no se modifique, necesaria y permanentemente se reproducirán esos rasgos descriptos en las nuevas generaciones.
Ahora bien, de ser esto así, ¿cuál sería entonces la tarea a darse para superarlo? Doy aquí mi visión, como un aporte a esa tarea.
En primer lugar, considero fundamental para la solución de cualquier problema, el diagnóstico y esclarecimiento de su esencia y funcionamiento, lo cual requiere tener la valentía de enfrentarse a la realidad y denunciarla. Y de acuerdo a ello, se deberán adoptar, sin frenos ni temores, las medidas necesarias adecuadas para su corrección y que es lo que pretendo desde este trabajo.
Seguidamente, y según lo hasta aquí analizado, es evidente que una de las acciones más necesarias a tomar para detener este auge de corrupción o inmoralidad y hasta tanto se alcance el desarrollo de la conciencia de la sociedad que le haga posible llevar en forma libre, autónoma y autorregulada, una vida acorde con los principios éticos intrínsecos de su naturaleza, es empezar ya a aplicar, aunque más no sea de manera externa y compulsiva, los dictados de esa ética. Aunque, al instante, se nos aparece una cuestión: si dicha autorregulación no se realiza aún y todos tenemos incorporados esos rasgos corruptos, ¿quién controla entonces que su aplicación sea la adecuada, justa e imparcial para que no esté deformada, amparada y protegida por los intereses personales y/o sectoriales de turno, tal como se observa que se viene dando hasta el presente?
Considero que hay una sola acción que garantiza la seriedad y la imparcialidad de la aplicación de las normas o leyes éticas (es decir, de «una Justicia realmente justa»): ella está dada por la participación interesada y comprometida de todos los integrantes de la comunidad (responsabilidad social), en la denuncia, exigencia y control del cumplimiento de dichas normas por parte de los representantes, gobernantes y de la propia comunidad en general, ya que el silencio y la pasividad del pueblo, el «no te metas» y el «dejar hacer», como hemos visto, es el principal cómplice responsable de la corrupción que legaliza la impunidad. Tarea que, en la práctica de su desarrollo, irá a su vez, transformando y madurando la conciencia, hábitos y costumbres de cada uno de los ciudadanos (responsabilidad individual). Lo que reclama pues como imprescindible por parte de los gobiernos, instalar los mecanismos de participación ciudadana que funcionen adecuadamente y que se sintetizan en una Democracia Real, participativa: Asambleas populares, consulta popular, plebiscitos, revocatoria de mandatos, juicio político, etc).
Todo esto teniendo bien en claro que, si la corrupción generalizada lleva a la desintegración y al caos de la sociedad, antes de que ello ocurra se hará necesario que surja un control, el cual, si no proviene de la participación libre, autónoma y autorregulada del pueblo, asumida como algo de su responsabilidad, se está dando lugar entonces a la aparición de un poder mesiánico autoritario, llámese militares, dictadores, etc, que lo haga «en su nombre». Queda también en claro, por cierto, que ese día morirá el modo de vida verdaderamente democrático, único custodio real de la justicia social y la dignidad humana . Está hoy pues en cada uno de nosotros, defenderlo con nuestra participación activa o facilitar con nuestro silencio y pasividad que sea reemplazado. Es una opción de vida de la cual cada uno es responsable ante sí mismo y la historia.
Lic.Raúl Andrés Cima psicólogo MP 370
Hola Raul, muy interesante reflexión. Lo que no entiendo muy bien es cuando dices: «Lo que reclama pues como imprescindible por parte de los gobiernos, instalar los mecanismos de participación ciudadana que funcionen adecuadamente y que se sintetizan en una Democracia Real, participativa: Asambleas populares, consulta popular, plebiscitos, revocatoria de mandatos, juicio político, etc).»
Suponiendo que algún gobierno promoviera mecanismos de participación como esos, ¿se acabaría así con la corrupción? ¿no ocurriría al revés, que los ciudadanos al ser partícipes de un sistema corrupto se volverían cómplices del mismo y de sus abusos? ¿no podría ocurrir como se dice que «quien hace la ley hace la trampa» y que esos plesbicitos, asambleas… estuvieran convenientemente dirigidos por las altas instituciones y los medios de comunicación? ¿y hablando de estos, acaso no tienen nada que ver en esa corrupción al intentar manipular y dirigir la llamada «opinión pública»? ¿acaso no la tiene el muy corrupto y paternalista sistema educativo?
Estimado Roberto, me alegra tu pregunta ya que se nota que has leído el artículo con seriedad. Trato de responderte.
El problema de la corrupcion, en primer lugar, es como allí lo expreso,es que el orden social o sistema capitalista es intrínsecamente corrupto y perverso, porque lleva al individualismo y apropiación privada de la mayor cantidad de bienes y dinero. Y para sostener eso se construyen gobiernos autoritarios, verticales, y que se dicen representar al pueblo pero no lo hacen y solo gobiernan para su interés. Por eso dicen que la Democracia es solo el voto y que eso garantice que gobierna el Pueblo. Mentiras!! Y así el Pueblo se dedica a sus cosas privadas sin ocuparse de lo social, de lo que solo se enteran la clase política «profesional, y nadie sabe ni puede controlarlos. Por eso, al abrir la Democracia, hacerla real, verdadera, participativa, la sociedad va despertando, instruyéndose y haciéndose responsable, y al ser mayoría, puede ejercer el control sobre todos, pues tiene más posibilidades de conocer y saber los pomenores y negociados de los gobiernos, y de las camarillas que se pretendan formar. Es de confiar que las mayorías viven los Valores Humanos pero se van corrompiendo por ese individualismo que fomenta el sistema, y en cambio, al obrar solidaria y socialmente, esa actitud ética se fortalece. Al menos así lo analizo yo, viendo el funcionamiento real y objetivo imperante. Saludos y espero tu opinión.
Claro Raul si en eso estamos de acuerdo, lo que no entiendo muy bien es cuando dices «Lo que reclama pues como imprescindible por parte de los gobiernos, instalar los mecanismos de participación ciudadana…», lo cual no veo que encaje con el resto, no se si es que yo lo entiendo mal, pero me parece que dices que deben de ser los gobiernos los que tomen la iniciativa y adopten medidas para promover la participación ciudadana. Saludos.
Sí, quizás sea muy ideal pensar en eso, e impensable, ya que es difícil que un gobierno burgues verticalista, nacido del capitalismo, vaya a querer hacerlo, porque ellos asumen como autoridad y estan convencidos que representan al Pueblo y se sienten omnipotentes y les gusta el Poder,y reciben sus beneficios económicos, pero bueno, es una forma de decirles, que lo que hacen los gobiernos no es democracia real y deberían instalarla si es que se dicen democráticos.
Ileana Valenzuela
Montecalvo 25 julio 2016
Las bases psicosociales de la corrupción, un análisis de lo que pasa en Guatemala
En Guatemala después de las masivas manifestaciones de abril 2015, en el que las clases medias se lanzaron a las calles en contra de la corrupción gubernamental, manipuladas por la Embajada de los Estados Unidos como se pudo saber posteriormente, seguidas por maestros, campesinos, etc., conducidos por sus líderes, corruptos ellos también, el país fue declarado campeón en la lucha contra la corrupción. “Este movimiento denominado “priimavera guatemalteca” logró descartar al candidato que llevaba todas las probabilidades de ganar en las elecciones respaldado por la China (rival de los EU en la región), que tuvieron lugar en septiembre de ese mismo año, así como la renuncia de la vicepresidenta y del presidente de la republica que están actualmente en la carcel junto con gran número de ex funcionarios, aparentes secuaces. El nuevo presidente, apoyado por el ejercito, que prometió en su discurso inagural “no tolerar la corrupción ni el robo” demostró desde el principio de su gobierno que él también sucumbía a la corrupción, mostrando que ésta es inherente al sistema de lucro y competencia en el que vivimos, a pesar de las leyes, las declaraciones de intención y decretos de los gobernantes. El cambio de gobierno no fue suficiente y cada día, desde entonces la situacion en el pais es mas inestable, aparecen nuevos políticos e incluso empresarios acusados de corrupción que son encarcelados con gran bombo, lo que oculta el extractivismo, el despojo de tierras y destrucción de paisaje y ecosistemas que está sufriendo la población rural a la que se criminaliza y reprime. Así como a todos aquellos que se oponen de alguna manera al pillaje y despojo que hacen las elites dominantes al pais.
Raúl Cimai quien, desde un punto de vista psicosocial define la corrupción como la alteración, vicio o abuso introducido en la esencia o naturaleza de una cosa y, aplicando esta definición a los seres humanos, afirma que “la corrupción se observa en su obrar, en su conducta y se revela claramente en los acontecimientos sociales que suceden a vivel mundial: marcada desigualdad e injusticia social, concentración y acumulación de la riqueza por unos pocos, dejando en la extrema pobreza a muchos; guerras por intereses sectoriales; negociaciones; especulación; delincuencia; violencias; terrorismos, etc.” (Describe lo que está pasando no solamente en Guatemala sino en todo el mundo.). Y, prosigue diciendo: “estos acontecimientos están en desacuerdo o son contrarios al natural y correcto accionar humano según lo dicta su naturaleza marcadamente social. Por lo que, la corrupción debe analizarse como una conducta de los seres humanos en toda su amplitud y profundidad bio-psico-social y no se debe reducir a una simple acción económica (siendo ésta solamente una de sus manifestaciones externas)”.
Desde ese punto de vista, Raúl Cima nombra los principales razgos psicologicos que caracterizan la corrupción y conforman el complejo cuadro de la alteración patológica o enfermedad de la conducta humana que sufren las personas corruptas:
a) En primer lugar, el hombre corrupto se comporta en forma individualista, buscando sólo el mejoramiento de «su» bienestar personal y la satisfacción de sus necesidades individuales, sin interesarle, o más grave aún, actuando en contra del bienestar y armonía de la comunidad social a la que pertenece y necesita por naturaleza.
b) Dicho individualismo se asienta en un bloqueo de los sentimientos que le produce insensibilidad, y es precisamente lo que le permite «no sentir» ni preocuparse por las consecuencias de su accionar egoísta.
c) Bloqueo o «frialdad» emocional, que se explica y complementa en el uso acentuado de la función intelectual, en la que se apoya para «especular sobre la productividad y efectividad lucrativas de su accionar», a la vez que también le sirve defensivamente para justificarse y acallar la culpa y vergüenza que podría producirle la conciencia de su accionar.
d) Esas alteraciones en el funcionamiento psico-biológico de los individuos, les trae a su vez, como consecuencia,sentimientos de insatisfacción, desvalorización personal, vacío interior e inseguridad, que, por dolorosos y angustiantes, buscan acallarse. Pero como esto no se consigue, ya que naturalmente ello sólo se logra en el contacto consigo mismo, en la felicidad y el placer del vivir (valor interior), se busca entonces tapar mediante un valor sustituto que está fuera de sí (valor externo) y que se encuentra en la búsqueda insaciable de posesión de bienes materiales (o del mediador dinero que los posibilita), con lo cual lograr bienestar material y estatus, como elementos compensatorios de satisfacción y valoración personal. Es decir, se ha producido una alteración (corrupción) en el funcionamiento natural del hombre, resultando por ello, alienado (división y actuación separada del intelecto y los sentimientos) y en-ajenado (extraño o ajeno a sí mismo, a su naturaleza).
e) Resultando así encerrado en un círculo vicioso: debe entrar en competencia y rivalidad (en lugar de colaboración complementaria y solidaridad con sus pares para la conquista individual de esos valores materiales externos. Posesión egoísta que instaura mayor enfrentamiento y desunión en la sociedad y lleva a retomar con mayor intensidad los pasos antes mencionados.
Raúl Cima continúa explicando que “si bien existen marcadas diferencias de responsabilidad personal según sean la posición social económica que ocupa el individuo corrupto y la magnitud y alcance social del hecho cometido, en el fondo y considerado el fenómeno desde la perspectiva psicológica, se trata de un mecanismo semejante en todos los casos, que sólo se distingue por las diferencias de oportunidades, ya que en su esencia se trata de lo mismo, de un acto inmoral o corrupto, y por eso quien acepta y justifica la trasgresión de una ley natural en algo pequeño, está preparando su funcionamiento psicológico intelectual-emocional para repetir el hecho en mayor magnitud cuando se den las condiciones óptimas para ello… Ya que, según lo visto y salvando las diferencias, en todos los casos se prioriza de modo egoísta e insensible el bien personal sobre el bien común, y se transgrede la norma natural del respeto y la consideración de los derechos de los otros”. Razón por la cual, la corrupción está generalizada en todos los ámbitos y estratos socio-económico-culturales.
Esto lo lleva a preguntarse entonces si la corrupción es algo inherente a la naturaleza humana, a lo que responde “que partiendo del principio básico de la ciencia psicológica que dice que: a los fines de subsistir, el animal humano debe adaptarse al medio ambiente en el que vive, por lo que dicho medio condiciona, modela y regula las características personales de los individuos que lo integran se puede afirmar que, el fenómeno de la corrupción instalada en los hombres es la consecuencia de que la misma está instalada previamente en el medio social al cual debe adaptarse, o sea en el sistema, orden social o modo de relaciones que se dan los hombres para subsistir e instalado a nivel universal (globalización), siendo conocido actualmente con el nombre de Capitalismo”.
“En un sistema en el que lo que da valoración personal, autoestima, prestigio, estatus y poder, con lo cual alcanzar el bienestar y la tan anhelada seguridad de la existencia, no es el «ser» (una persona seria y buena, honesta, justa, solidaria y trabajadora), sino el «tener» bienes, es decir, la posesión de un valor material exterior al sujeto, para alcanzar el cual los hombres deben entrar necesariamente en una carrera enfermiza y «de la manera que sea», «a cualquier precio», para obtenerlo. Modo de vida que acepta como lícita y, más aún, estimula, el lucro (ganancia excesiva por encima del valor real), como también, el individualismo, la competencia y la rivalidad entre los hombres (en lugar de la unidad solidaria y la cooperación), con el fin de llegar a la apropiación y acumulación insaciable de ese «valor» social, para tener más y así sentirse valer más. Por lo que es un sistema intrínsecamente perverso, pues su accionar no conduce a los fines que en teoría dice pretender y pregona: los valores que responden a la naturaleza y dignidad del ser humano -el bienestar, la paz y el amor entre los hombres-. Es decir, es perverso, falso y contradictorio, al proponer como ideal de vida estos valores y conductas, mientras que la práctica real de vida por alcanzarlos, lleva a lo contrario, los atacan y corroe. En síntesis, es el sistema, orden social o modo de vida el que está intrínsecamente alterado o corrupto, condicionando, modelando y estructurando de este modo a los hombres que estando insertos en él, deben adaptarse a él para subsistir”.
Volviendo a Guatemala, estas conclusiones nos llevan a afirmar, junto con Raúl Cima que, “si la corrupción es un rasgo de comportamiento patológico que se da como consecuencia de la adaptación de los hombres a un modo de funcionamiento social corrupto, entonces no queda más que concluir, de acuerdo al principio científico antes mencionado, que mientras dicho funcionamiento social no se modifique, necesaria y permanentemente se reproducirán los rasgos descriptos en las nuevas generaciones”. Por lo que en el país no son necesarios más manifestaciones, más cambios de leyes, ni cambiar un presidente por otro, ni un golpe de estado que implante el totalitarismo sino, algo que ya está pasando en Guatemala y de lo que tenemos que estar orgullosos es: “tener la valentía de enfrentarse a la realidad y denunciarla”, esto es esencial, ya que: “el control del cumplimiento de normas eticas por parte de los representantes, gobernantes y de la propia comunidad genera el silencio y la pasividad del pueblo, el «no te metas» y el «dejar hacer», es el principal cómplice responsable de la corrupción que legaliza la impunidad”. Sin embargo, aunque esto es esencial para exigir que la sociedad funcione según normas éticas, tenemos que estar muy claros de que no es suficiente. Lo que falta es “adoptar sin frenos ni temores, las medidas necesarias adecuadas para su corrección”. O sea, las medidas necesarias para cambiar en forma integral y radical al sistema en que vivimos; Transformando un sistema que gira alrrededor del dinero, de la explotación de los seres humanos y de la destrucción de la naturaleza en un sistema basado en el amor, la solidaridad, el compromiso, la generosidad, la construcción y el trabajo conjunto.
Es necesario comprender y tomar conciencia de que la corrupción es un problema de sociedad que no va a poder erradicarse en tanto que la forma de organización, los objetivos y comportamientos sociales (incluyendo la democracia representativa y el sufragio universal cada cuatro agnos no cambien en forma integral y radical). Por lo que, si desde ya todos y cada uno de nosotros no empezamos a aplicar esas normas eticas en nuestras vidas, en nuestras comunidades y en la sociedad en su conjunto, cambiando y restructurandonos en tanto que individuos y miembros de una comunidad urbana o rural, la lucha actual contra la corrupción será vana y no conducirá sino a una mayor represión, militarismo y totalitarismo. Todos tenemos una responsabilidad social que comienza por nosotros mismos por lo que debemos, no solamente denunciar la corrupción sino exigir mecanismos de democracia directa de la misma población en Asambleas populares, consulta popular vinculante, pleibicitos, etc., en las que no haya jerarquias y el poder pertenezca al pueblo. Hay que salir de la democracia burguesa para comenzar a cambiar la sociedad en forma integra y radical, desde nuestras casas hasta nuestras relaciones internacionales.
El capitalismo para reproducirse y acumular capitales necesita de personas individualistas, egoistas, capaces de hacer cualquier cosa para beneficiarse ellas mismas sin respetar ni tomar en cuenta ni a las demás personas ni a la naturaleza. Debemos analisar este sistema y su forma de funcionamiento para ver en que medida satisface nuestras necesidades sociales, ecológicas y morales y empezar a reestructurarnos nosotros mismos en el ambito de nuestra familia y de la sociedad, construyéndo una relación que nos permita crear nuevos sistemas de gobierno, de salud, educación, cultura, etc., que realmente estén dirigidos hacia la satisfacción de las necesidades, no solamente sociales y económicas sino espirituales, afectivas e intelectuales de la población en su conjunto.
Llegando como Raúl Cima a la conclusión que, si gran parte de la población guatemalteca sigue lavandose las manos y facilitando con su pasividad e indiferencia que prosiga la corrupción, esto llevará a la desintegración y al caos de la sociedad. Sino surge un control, proveniente de la participación libre, autónoma y autorregulada del pueblo, asumida como su responsabilidad “se dará lugar a la aparición de un poder mesiánico autoritario, llámese militares, dictadores, etc, que lo haga «en su nombre». Un totalitarismo que es el que está en juego en Guatemala, ya que las protestas en contra de la minería, las hidroelectricas, la palma africana y el descontento son demasiado grandes y desde ya el militarismo y la represion se estan expandiendo . Está hoy pues en cada uno de nosotros impedir que este totalitarismo se implante y consolide cada día más