• Categoría de la entrada:Artículos
  • Autor de la entrada:Jesús Franco Sánchez

Una de las cuestiones esenciales a abordar en la tarea transformativa integral de lo real ha de ser la elaboración de un conjunto de propuestas, ideas, referencias, guías, formas de vida, valores y metas alternativas mejorantes a lo establecido.

Para ayudar a la cumplimentación de dicho objetivo puede resultar de mucha utilidad la cosmovisión de la filosofía cínica.

La escuela cínica, fundada por Antístenes(446-366 a.n.e) tras trabar relación con Sócrates y tomar de él la firmeza de carácter y emular su impasibilidad, fue sobre todo un modo de hacer frente a la vida, una actitud vital encaminada a “transmutar los valores”.

Su forma de pensar (crítica, subversiva y revulsiva) hizo frente al idealismo platónico y la retórica convencional. Menospreciaban los conocimientos meramente teóricos o científicos. Ejemplificaban a través de los actos (sabiduría práctica).

Contribuyó a superar las barreras entre ciudadanos libres y esclavos, minó la idea de ciudad-Estado (atacando las instituciones políticas, las leyes y a los hombres de Estado atenienses), preparó una concepción universal del hombre y de la historia, luchó contra los prejuicios étnicos, condenó la esclavitud, ensalzó el trabajo (también el manual) y fomentó la espiritualidad.

Los cínicos se aplicaron al estudio de la ética, una ética individualista y libertaria. Propusieron vivir sencillamente, precisando pocas cosas, y de acuerdo con la virtud, despreciar la riqueza y la fama, y adaptarse a toda situación y lugar.

Pasemos a profundizar en su ideario, estableciendo categorías definitorias que se dotarán de contenido con el decir y el hacer de aquellos filósofos.

Libertad

No se ha de preferir ni anteponer nada a la libertad, ya sean placeres, oro o poder. Lo cardinal es llevar una vida elegida.

Las leyes y prejuicios nacionales niegan al hombre dicha libertad.

Así también son los hombres con su actitud mental los que se esclavizan o liberan. No serán las condiciones materiales las que liberten al ser humano, sino su disposición interior frente a ellas.

Democracia

Sin una ciudad democrática no hay ningún beneficio del ser civilizado.

Proclamaban la igualdad de sexos.

Verdad

Mónimo era muy riguroso en su desprecio de la opinión pública y en el hábito de perseguir la verdad.

Hay que atreverse a quebrar tabúes y convencionalismos, a discriminar entre lo realmente necesario y las vanas figuraciones.

Esfuerzo

Es un bien. “Yo soy un luchador”, decía Antístenes. Este valor, junto al ejercicio de la sobriedad y el endurecimiento de la sensibilidad posibilita hacer frente a las tentaciones del confort y el lujo, que suelen comprarse a costa de sumisión.

Sociabilidad

La convivencia en concordia de los hermanos era tenida por más segura que cualquier muro.

Defendían un cosmopolitismo que resonaba como una invitación a la fraternidad, al ser interpretado como una misma patria para todos los hombres (como una es la naturaleza de los hombres).

Fortaleza

Entre sus consejos estaba fortificarse contra las calumnias más que contra los apedreamientos y acostumbrarse a todos los rigores. Antístenes abrió camino a la impasibilidad de Diógenes (que habitaba en una tina, se acostumbraba a ser rechazado, soportó del modo más digno su venta como esclavo, para quien los débiles eran esclavos de sus pasiones, caminaba sobre la nieve con los pies desnudos y estaba sin ciudad, sin familia, privado de patria, pobre, vagabundo, tratando de subsistir día a día), a la continencia de Crates (que tenía como patria el anonimato y la pobreza y se ejercitaba en acostumbrarse a las calumnias) y a la firmeza de ánimo de Zenón.

No dejarse dominar por nada, por ningún contratiempo, ni por hambre, la sed y el frío, ni por el dolor físico, la pobreza, la humillación o el destierro, sino ver en todo ello una mera ocasión de probar la propia fuerza moral y de voluntad, una ocasión de endurecimiento en sentido corporal y anímico.

Austeridad

Conviene disponer el equipaje que en el naufragio vaya a sobrenadar con uno. Se impusieron como única prenda el basto tejido de estameña. Repudiaban la riqueza material, bastando con atender al mínimo, desechando lo accesorio.   Adoptaron un modo de vivir frugal, encontrando una solución para adaptarse a las circunstancias: Diógenes se doblaba el vestido según algunos por tener necesidad de dormir en él y enseñaba a cuidarse a uno mismo usando una alimentación sencilla y bebiendo sólo agua. Crates pasaba el invierno con unos andrajos.

Renuncia del hedonismo

“Prefiero someterme a la locura antes que al placer”, Antístenes. La victoria sobre el placer posibilitaría una libertad sin trabas

Rechazo de la vanidad, el elogio, el medro y lo superficial

Prescindían del boato. Eran indiferentes ante la nobleza de nacimiento y de la fama y de todos los honores, pues son adornos externos del vicio. Repudiaban la espléndida vida de la corte de Alejandro y a los oradores que buscaban la fama con sus discursos. Al ver figurones engreídos por su fama o su riqueza pensaban que nada había más vacuo que el hombre. Echaban en cara que la gente se demoraba en ir a los asuntos serios, se contentaba con el aspecto externo y no competía en ser honesta.

Reputaban mejor caer entre cuervos que entre aduladores; quienes estaban entre éstos se hallaban tan abandonados como los corderos entre los lobos. El discurso de elogio era un lazo meloso.

Virtud

Es enseñable y está en los hechos. “Evitar los vicios que tienes”, Antístenes. Que asimismo afirmaba que la única inmortalidad es la de la virtud. Diógenes oponía al azar el valor, a la ley la naturaleza y a la pasión el razonamiento.

Argumentos, reflexión y oratoria

Para el cínico la sensatez es un muro seguro, que ni se derruye ni se deja traicionar. Hay que prepararse muros en nuestros propios razonamientos inexpugnables. Rechazan los conocimientos generales, enunciando incluso Antístenes que los prudentes no debían aprender a leer libros, para no dejarse distraer con escritos ajenos. Los conocimientos han de escribirse en el alma, no en el cuaderno de notas, para que no se pierdan. Diógenes era admirable en su fuerza de persuasión y mágica la atracción de sus palabras.

“El individuo que se basta a sí mismo”

Encarnado por Diógenes, que decía haber sacado de la filosofía el estar equipado contra cualquier azar. Ofreció una lección de auto-suficiencia y enseñó el camino más ligero del vivir.

El bagaje del cínico es interior.

Crítica a la incoherencia <palabras-actos>

Se extrañaban que los oradores dijeran preocuparse de las cosas justas y no las practicaran jamás.

Independencia de lo material

Diógenes al observar una vez a un niño que bebía en las manos, arrojó fuera de su zurrón su copa, diciendo: “Un niño me ha aventajado en sencillez”. Arrojó igualmente el plato, al ver a un niño que, como se le había roto el cuenco, recogía sus lentejas en la corteza cóncava del pan. Crates dejó su hacienda como pasto para rebaños y arrojó al mar todo el dinero que tenía.

La verdadera riqueza es la del alma.

Fijación en la realidad

Diógenes, a quienes se angustiaban por sus sueños, les reprochaba no ocuparse de lo que hacían en la vigilia. Así mismo reconvenía a quienes en el ejercicio de la virtud dejaban de lado lo real y acudían a lo literario.

Repudio del dinero

“La pasión por el dinero es la metrópoli de todos los males”, Diógenes. Mónimo arrojaba las monedas del banquero con el que trabajaba para ser tildado de demente y así ser despedido, quedando libre para seguir las enseñanzas de Diógenes.

Entrenamiento espiritual y corporal

Uno sin el otro está incompleto. Tanto la buena disposición como el vigor son muy convenientes. En la vida nada en absoluto se consigue sin entrenamiento y éste es capaz de mejorarlo todo. El objetivo de este doble ejercitarse constante es la adquisición de los hábitos de una vida apuntalada en la virtud, entendida ésta como impasibilidad ante los continuos embates de la fortuna.

Totalidad

Diógenes citaba un verso de la Odisea homérica: “Hay que estudiar lo bueno y lo malo que acontece en nuestros hogares”.

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

–         Vidas y opiniones de los filósofos ilustres, Diógenes Laercio.

–         La secta del perro, Carlos García Gual.

–         Atlas del pensamiento universal, Heleno Saña.

Deja una respuesta