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  • Autor de la entrada:Félix Rodrigo Mora

Ante el asunto covid-19 y lo que vendrá

“El mérito de la virtud reside en la acción”

Cicerón

La “lucha contra el coronavirus” que está realizando el Estado y el gobierno español de la izquierda es un tan gigantesco como atroz proyecto de ingeniería social dirigido a destruir nuestra sociedad y a destruirnos como personas. A medicalizar y sobreenfermar aún más al país y a cada individuo. A devastar la economía. A superatomizar al cuerpo social. A aniquilar las libertades individuales, incluso las formales, y las colectivas, fascistizando el país. A establecer una dictadura política total. A empobrecer radicalmente al 70% de la población. A saquearnos con un sistema tributario insaciable. A concentrar la propiedad en muy pocos individuos inmensamente ricos y en las más grandes empresas, instaurando un inhumano régimen de mega-capitalismo. A llevar el Estado policial y la represión a un nivel máximo. A realizar impunemente una matanza de improductivo, ancianos y enfermos crónicos, quizá nueve millones en diez años, lo que es un gerontocidio nunca antes acaecido. A establecer jornadas de trabajo de 12-14 horas diarias con salarios míseros. A imponernos la tecnología liberticida y destructiva que interesa al poder. A hacer del adoctrinamiento totalitario, con abolición de la libertad de expresión y la libertad de conciencia, el todo de la actividad política, educativa y cultural. A enriquecer desmesuradamente a la casta partitocrática, de izquierda, centro y derecha. A aculturarnos ya definitivamente. A imponer a cada persona la tristeza, el miedo, la humillación, el rechazo al otro y la depresión, para hacernos, al mismo tiempo, tullidos anímicos y criaturas inmorales. A triturar nuestra salud con un régimen de vacunas obligatorias de naturaleza genocida.

Es, por tanto, un proyecto de EXTERMINIO DE LOS PUEBLOS IBÉRICOS[1], planeado y realizado desde las instituciones estatales. En él, la pandemia es, en lo principal, un pretexto[2]. El poder constituido se propone realizar esta operación durante 7-10 años. Para lograrlo está dispuesto a todo.

HAY QUE DISEÑAR UNA ESTRATEGIA DE ACCIÓN POPULAR PROLONGADA

Estamos en una sociedad muerta con un individuo polidegradado, pasivo, no-pensante, sumiso y cobarde. Pero aun así la respuesta popular está siendo apreciable, y crece. Se han ido celebrando concentraciones populares masivas de protesta y repulsa[3]. Y lo que es más importante, en numerosos barrios y pueblos cada día hay más individuos y grupos dispuestos a sumarse a la resistencia, a la pelea.

Así pues, necesitamos una estrategia de larga duración para la acción, el combate y la victoria.

La base de ello ha de ser una comprensión realista de la situación. Para contribuir a explicarla, he escrito el libro “Autoaniquilación. El hundimiento de las sociedades de la última modernidad”. Expone que el agregado, enorme e interrelacionado, de las transformaciones realizadas en los años 60 del siglo pasado, ha resultado ser un laberinto de disfuncionalidades irremediables, nocividades abrumadoras y contradicciones irresolubles, que están estrangulando a la sociedad. Para “remediar” a todo ello desde sus intereses, los Amos del Universo han diseñado un plan de intervención político-médica único por su brutalidad y enloquecimiento. Se proponen hacer tabla rasa de todo, destruirlo todo para luego construir sobre las ruinas la sociedad mega-dictatorial y el sujeto hiper-servil que desean y que, sobre todo, necesitan absolutamente. De ahí su extrema destructividad. 

Ello significa que: 1) No estamos ante una cuestión ni menor ni pasajera, no se reduce a la obligatoriedad de la mascarilla y las vacunas, sino que es algo muchísimo más enredado, peligroso, amplio y tenebroso; 2) no habrá vuelta a la “normalidad” anterior al Estado de alarma, pues la actual es la nueva “normalidad”, que se agrava día a día; 3) la respuesta institucional, represiva, a la oposición popular ya es visible, pero será muchísimo más dura en el futuro inmediato.

Necesitamos pensar y planear a 7-10 años vista, para hacer frente a una situación extrema, sin precedentes históricos. Tenemos que afrontar lo que está sucediendo y, más aún, a lo que va a suceder, sin temor ni pesimismo, considerándolo en primer lugar como una oportunidad para crear una sociedad nueva y mejor, y un ser humano nuevo y mejor. Cuando todo el sistema de dominación y envilecimiento se está desmoronando por autoaniquilamiento, la posición de todas las personas de bien es celebrarlo. Y, sobre todo, preparar su sustitución revolucionaria.

CONSTRUIR LA RESPUESTA POPULAR

Lo que ha habido hasta ahora son acciones personalizadas y de pequeños grupos organizadores, valiosas en un primer momento, pero ya insuficientes. La réplica al proyecto genocida político-sanitario tiene que ser popular masiva.

Contenido y Programa Básico. Los puntos mínimos programáticos para la acción multitudinaria, en el presente, deben ser: 1) Por la salud natural, 2) por la libertad individual y colectiva, 3) por la verdad, 4) por la supervivencia económica, 5) por el optimismo y la esperanza, 6) por la recuperación de la convivencia y la amistad con nuestros iguales, 7) por rehacer la confianza en nosotros mismos, como personas y como comunidad popular.

Eso equivale a ir contra la política del gobierno español, sustentada en sobreenfermarnos, negar nuestras libertades naturales, mentir y adoctrinar, arruinar intencionadamente la economía del país, meter miedo y ansiedad patológicas, aislarnos presentándonos al otro como quien nos contagia y enferma, aniquilar nuestra autoconfianza, argüir que son la medicina estatal, la tecnología, los expertos y los profesionales sanitarios quienes nos pueden curar, pero no, en lo principal, nosotras y nosotros mismos.

Autoorganización. La acción individual, creativa y combativa, es y será siempre decisiva, pero se requiere además una respuesta colectiva, multitudinaria.

Así pues, la meta es constituir un movimiento popular de abajo a arriba, autoorganizado, para derrotar la estrategia institucional de aniquilación múltiple en curso con acciones de toda naturaleza, también en la calle, durante años.

Para ello hay que comenzar por la base de la sociedad. En cada barrio, pueblo, centro de trabajo, universidad, instituto, etc. se han de formar grupos para el compromiso y la acción. Si es posible en asambleas, si no lo es por el momento, en tertulias, conversaciones informales, actos públicos, etc. El segundo paso es contactar con los grupos similares que pueda haber en la propia ciudad, pueblo, comarca, etc. El tercero, coordinarse en el marco provincial. El cuarto, hacer lo mismo en cada territorio, Castilla, Andalucía, Euskal Herria, Aragón, Murcia, Extremadura, Cataluña, País Valenciano, Galicia, Asturias, Canarias, etc.

Lo antes posible es necesario convocar una asamblea de portavoces (no de representantes) de todas las provincias (por ejemplo, tres personas por provincia), elegidos por ellas, para designar y constituir: a) una Junta de Unificación y Acción, compuesta por 9 personas, que estaría en funciones durante un año, b) unos Grupos de Trabajo, con un número variable de personas cada uno, verbigracia: Análisis Estratégico y Táctico, Comunicación e Información, Denuncia de los Bulos Institucionales y Señalamiento Público de Sus Creadores y Difusores, Autoprotección frente a la Represión, Formación Personal y Grupal, Operaciones de Resistencia Popular Masiva en la Calle, Relación con Movimientos de Otros Países, Salud Natural y Autocuración, Critica de la Medicina Institucional, la Tecnología, la Ciencia y los Expertos, Sanación Psíquica, Asistencia Legal y otros.

Cada uno de estos colectivos debe responder ante las bases, estando subordinados a ellas por el mandato imperativo, y será de actuación anual. Cada uno de ellos ha de redactar unas breves Normas de Funcionamiento, con naturaleza estatutaria. Esos organismos deben funcionar por el principio de mayorías y minorías, vale decir, por medio del debate libre y unitario, tomando luego las decisiones por mayoría simple. Después, la minoría cumple lo acordado por la mayoría, y ésta respeta a la minoría.

A tales grupos puede acceder cualquiera que las bases designen, con independencia de sus creencias, ideología política, etc., con una excepción, los afiliados a partidos políticos o similares.

Para tales actividades serán preferidas personas con una moralidad, ética y valores probadas en la práctica. Los criterios morales y axiológicos deben ser preferidos a cualquiera otros en la designación de personas para tomar responsabilidades. La autoorganización es, en primer lugar, un asunto convivencia y relacional, así como una expresión de virtud cívica y espíritu de servicio desinteresado. En consecuencia, un hecho moral, y sólo secundariamente un asunto técnico y de efectividad.

Resistencia popular combativa. Movilizar es una de las grandes metas. Hay que convocar concentraciones y manifestaciones. Es necesario organizar jornadas de desobediencia civil multitudinaria, así como encuentros masivos para, por ejemplo, liberarse de las mascarillas y quemarlas. Se hace preciso planear la toma de ambulatorios para extinguir su subordinación al Ministerio de Sanidad y, tras modificarlos cualitativamente, ponerlos, con su equipo y personal, al servicio de la Medicina Popular. Conviene lanzar desafíos de variada naturaleza, desde la negativa a pagar impuestos hasta el boicot a cadenas de televisión particularmente embusteras. Sería conveniente convocar, cuando la situación económica este en su peor momento, una huelga general contra la manipulación política totalitaria de nuestra salud y sus letales consecuencias económicas. Hay que movilizarse contra la represión y el Estado policial. El estudio estratégico y táctico de las diversas formas de acción, oposición, resistencia y lucha debe ser constante, y su aplicación a la práctica ha de ser regular.

Pero no puede olvidarse que la acción popular, en todas sus manifestaciones, tiene que desarrollarse en el plano local, en el barrio o pueblo, en la ciudad y la comarca. La verdadera democracia es, antes que otra cosa, un acontecimiento local, municipal, y sólo secundariamente supralocal. Por eso la resistencia a la destructividad yatrogénica gubernamental ha de ser sobre todo descentralizada.

Conviene tenerlo todo preparado para el periodo del máximo enfrentamiento, que se dará, probablemente, en dos años o poco más, hacia 2022, o 2023, que será cuando la combinación de todas las agresiones estructurales y gubernamentales en curso se hará máxima, y con ella la oposición de la gente común.

Pero no basta con movilizar en la calle. Los partidos políticos lo hacen, pues sacan de cuando en cuando a “las masas” al asfalto y luego las mandas a casa, y eso es todo. No. La autoorganización en el plano barrial, local, comarcal y provincial es lo decisivo, así como el compromiso individual. Y la acción en el ámbito local es fundamental.

Hay que convocar una magna concentración-manifestación unitaria para todo el país un día de los meses de noviembre o diciembre de 2020. Y luego convocar una y otra vez durante los años próximos cada 3 o 4 meses.

Las vacunas son el punto débil del poder. La resistencia popular espontánea a los horrores de la medicalización y a la política sanitaria actual se está centrando en el repudio ya masivo, pero aun así creciente, a la vacunación. Ya la rechazan unos 3 millones de personas, al mismo tiempo que otros 11 tienen muchas dudas respecto a la bondad y utilidad de ser vacunados. Estos últimos pueden ser ganados en poco tiempo, con lo que se lograría una masa ingente de personas, 14 millones en nuestro país, dispuestas a ir al choque por esta cuestión.

La meta, hay que decirlo, no puede ser simplemente conseguir la libertad de vacunación sino cuestionar la totalidad de la medicina institucional. La totalidad. No sólo los procedimientos, el trato a los pacientes, su carácter yatrogénico, la arrogancia insufrible de médicos, expertos, matasanos y cirujanos, sino también y sobre todo su estructura institucional.

Hay que repudiar íntegramente al Ministerio de Sanidad, ese ente monstruoso que en 2019 manejó un presupuesto colosal, de 3.200 millones de euros, a los que hay que añadir el presupuesto de las Comunidades Autónomas y el de la Unión Europea. Ahí está el culpable número uno de la sociedad de la medicación global, los médicos-policías, las vacunas-que-enferman y la yatrogenia universal.

Hay que desmantelar la medicina estatal enfermante y hay que negarse a pagar impuestos para mantenerla. Con los recursos así ahorrados las clases populares podrán establecer una medicina de la libertad, la verdad sustentada en la experiencia, el saber cierto y la eficacia curativa.

No sólo está el Ministerio de Sanidad sino los Colegios de Médicos y de Farmacéuticos, esas liberticidas entidades corporativas que actúan en régimen de monopolio, imponiendo sus teorías, dogmatismos e intereses, y persiguiendo a los disidentes y heterodoxos. Lo mismo cabe decir de las Facultades de Medicina y otras instituciones “educativas” similares, que imponen, sin respetar la libertad de conciencia, la libertad de expresión, el libre debate y la libertad de investigación, un modo de concebir y practicar el acto de atender y curar al enfermo que, quizá en un 80% de sus contenidos, resulta experiencialmente falso y desacertado, enfermante y yatrogénico. Y además padecemos a las multinacionales farmacéuticas, las únicas empresas gran-capitalistas que jamás entran en crisis y que nunca tienen beneficios en descenso, lo que muestra la monstruosidad que ha llegado a ser el asunto de la salud. Su expropiación sin indemnización en el plano comarcal, provincial y territorial, haciéndolas instituciones democráticas, es la solución estratégica para ellas.

Hay que poner fin al dogmatismo y teoricismo, al escolasticismo, verborragia y fanatismo de la medicina ortodoxa actual, que es medicina-política ejercida por unos muy codiciosos y vividores médicos-policías. La meta es lograr una MEDICINA AUTOCONSTRUIDA, EXPERIENCIAL, HUMANIZADA, EFECTIVA, LIBRE, MÍNIMA Y POPULAR. Con todo, esa medicina tiene que ser auxiliar y secundaria respecto a las fuerzas naturales curativas de cada persona (“vis medicatrix naturae”) y a la potencia de autoconservación personal, también llamada instinto global de supervivencia. Reforzar éstas sin disminuirlas o dañarlas (como hace la medicina del Estado de bienestar), ha de ser el meollo mismo de todo sistema sanativo admisible.

Lo apropiado es autoobservarse, autoconocerse, autodiagnosticarse, autoprescribirse y autocurarse. Una misma y uno mismo, sólo y en cooperación con sus iguales. Así se realiza el principio sagrado de la soberanía del individuo en este terreno. Delegar en el aparato sanitario es renunciar a la propia soberanía, mismidad y libertad, y además ponerse en grave peligro de perder la salud.

Hay que promover un debate general en toda la sociedad sobre las vacunas, que debe englobar al asunto tremendo de la yatrogenia, esto es, de la medicina actual que, cada vez más, enferma y quita la vida.

Así pues, la comunidad popular autoorganizada tiene que tomar la iniciativa y suscitar, durante los próximos años, toda una sucesión de actos de debate público e información veraz, de resistencia, oposición, denuncia y lucha en la calle contra las vacunas y contra quienes niegan la libertad individual respecto a ellas. En este asunto, llevamos las de ganar y tenemos que actuar con energía, hasta poner en un brete, en retirada y descomposición, a la medicina institucional en todas sus manifestaciones.

Los dos partidos más totalitarios que padece nuestro país, Podemos y Vox, son entusiastas de las vacunas, las mascarillas y el conjunto de la medicina yatrogénica actual. El primero, Podemos incluso convoca manifestaciones para exigir un “mayor gasto sanitario”, esto es, más pruebas PCR, más vacunas, más consumo forzoso de medicamentos, más tecnología médica, más obligatoriedad del bozal, más confinamientos, más autoritarismo sanitario, más degeneración del sistema inmunitario y de las fuerzas naturales curativas de cada persona, más anulación del instinto de supervivencia, etc. Vox es un fanático de la vacunación coercitiva, algo espantoso. Por tanto, la lucha en la calle contra las vacunas ha de ser la lucha contra Podemos y Vox. El análisis político de lo que está aconteciendo concluye que la agresión médico-estatal a la gente de la calle iniciada en marzo de 2020 no se podría haber hecho sin estar Podemos en el gobierno, verdad que invita a unir la acción contra aquélla con la denuncia permanente de este partido.

La represión. Está siendo ya fuerte, no sólo la judicial y policial sino la de las multinacionales capitalistas totalitarias y liberticidas, Amazon, YouTube, Facebook, etc. En el periodo del confinamiento el gobierno español izquierdista/neofranquista sancionó a 1,2 millones de personas y detuvo a unas 10.000, sufriendo una parte de éstas malos tratos, palizas y otras formas de suplicio, a manos de las diversas policías y la guardia civil. Internet está entregado a la acción represiva, y a medio plazo no podrá ser utilizado (tampoco en sus lugares más “seguros”), de manera que habrá que valerse de procedimientos alternativos. La fe en Internet y el reducirse a Internet tienen que desaparecer[4].

Para hacer frente a la represión, que no dejará de crecer en los próximos años, es necesaria la organización, para resistir de manera colectiva y coordinada, por tanto, segura. Hay que combatir, hay que arriesgarse, hay que sufrir para vencer. Es necesario planear la autoprotección, acudiendo al cuerpo normativo del derecho consuetudinario, a los equipos de seguridad popular, a los tribunales populares y a las redes de ayuda mutua antirrepresiva. En esta materia, como en cualquier otra, el objetivo es ir constituyendo formas de autogobierno y soberanía popular que abarquen la totalidad de la vida en sociedad

La cobardía de las gentes de hoy puede disminuir cuando quien resista y pelee sepa que no está sólo, que tiene detrás todo un movimiento popular autoorganizado que le ampara… De eso se trata.

La denuncia de la represión y el Estado policial, en defensa de las libertades y de una Sociedad de la Libertad ha de ser, por necesidad, una tarea tan importante como la resistencia al derrumbe social general y a la política sanitaria de las estructuras con poder.

Constituir un movimiento autoorganizado específicamente popular. Hemos de ser pueblo y sólo pueblo, sin celebridades, ni expertos ni sabios ni sujetos con poder. Aquellos de éstos que tengan buena voluntad han de ser bien recibidos, pero una vez que se bajen del pedestal, renuncien a sus privilegios y sean unos más. Porque NADIE ES MÁS QUE NADIE. Solo cuando el pueblo, los pueblos de Iberia, se pongan en pie, la situación podrá ser resuelta, mientras que a base de “notables” y “gente importante” nunca se logra nada.

El movimiento de oposición, lucha, autoorganización y resistencia ha de ser plural. El pueblo es diverso, hay diversos modos de entender el mundo y cosmovisiones, y debemos unirnos sobre esa pluralidad natural, aceptándola. La unidad no excluye, al contrario, la crítica constructiva, ni los debates esclarecedores ni las controversias formativas, pues eso educa y autoeduca. Todo ello debe ser fomentado.

El compromiso y el esfuerzo individual son lo decisivo. Organizar la soberanía concreta de la comunidad popular para afrontar unas circunstancias del todo excepcionales, por graves y peligrosas, no ha de llevar a olvidar o minimizar la función decisiva del individuo, de la persona. Lo colectivo no puede ser la tumba de lo individual sino el procedimiento para impulsarlo y multiplicarlo. En todo el proceso de acción, conflicto y pelea, que necesariamente va a manutenerse durante años, la creatividad de la persona, de esta y de la otra, de todas, es lo más valioso, de manera que resulta vital evitar que las estructuras colectivas que, en efecto, es necesario constituir, limiten el esfuerzo creativo global de todos y cada uno de los individuos integrados en ellas.

OBSERVACIONES FINALES

¿Quiénes se atreven?, ¿Quién da un paso al frente? Yo lo doy. Necesitamos activistas. Ellas y ellos. Quien desee inscribirse lo puede hacer en esfyservi@disroot.org

Como se ha expuesto, hay que responder a la actual agresión genocida médico-policial con un movimiento popular masivo de supervivencia. O combatimos o nos destruyen. Pero es de sentido común que poner en pie un proyecto como el aquí formulado llevará tiempo, no puede hacerse de golpe.

Hay más. La actual sociedad muerta y en putrefacción únicamente puede regenerarse a través de la lucha, por medio del combate. Los libros, productos audiovisuales, charlas, artículos, cursos, etc. no bastan. Son necesario pero muy insuficientes. Se necesita, sobre todo, del compromiso, la entrega, el análisis estratégico, la voluntad de servicio, el coraje y el resto de los valores positivos imprescindible para hacer de nosotros parte de la especie humana y no horda degenerada, que es lo que ahora somos, porque así nos han construido desde arriba y, también, porque así nos hemos dejado construir. Sólo en el compromiso puede el ser nada de la contemporaneidad redimirse de sus taras y elevarse a ser humano.

Félix Rodrigo Mora

Nota. – Ruego se dé difusión a esta Declaración.

 

[1] Me ha facilitado la comprensión de “la operación pandemia” el haber previamente estudiado la demografía y biopolítica mundial actual, que tiene como consecuencia el exterminio de la humanidad (no hay exageración en tal afirmación, sólo valoración objetiva). Lo expongo en mi libro, editado en junio de 2019, “Erótica creadora de vida. Propuestas ante la crisis demográfica”. Es triste que las personas adheridas a “la nueva rebeldía” nada tengan que decir sobre la catástrofe demográfica, que es la primera y principal de todos los sucesos muy nocivos en desarrollo propios de nuestro tiempo.

[2] Al respecto, consultar mi libro, “Sé el mejor médico de ti mismo. Yatrogenia, coronavirus y pandemias”. Empero, hay que ofrecer una solución razonable a la realidad médica, pandémica, de la actual intervención política institucional, pues están muriendo decenas de miles de personas. Lo hago en el mencionado trabajo.

[3] Yo fui uno de los primeros en sostener que la acción popular contra el confinamiento/encarcelamiento tenía que rebasar el marco de la protesta verbal individual dispersa y realizarse masivamente en la calle. Lo hice desde el principio, y ya de manera explícita en mi video del 24 de abril de 2020 titulado “Hay que ganar la calle ya”.

[4] No voy a dejar de denunciar la persecución y represión que padezco, lo que debemos hacer todos y todas con la de cada cual. Google lleva años colocando torticeramente en lugar privilegiado lo que es calumniador y manipulador en contra mía, actividad financiada ¿por quién? Resulta que en el tiempo en que más público visita mis videos, de la primavera de 2020 para acá, el número de quienes se inscriben en mi canal permanece casi estancado por semanas, y el número de visualizaciones de cada video está bastante por debajo de lo esperado y lo que es lógico, lo que es consecuencia de intervenciones encaminadas a manipular en mi contra la mentalidad borreguil imperante. Esto sin olvidar la censura de Amazon (que se negó a editar un libro mío) y de YouTube (que ya me ha retirado un video). Hay más, bastante más, que iré contando más adelante, por ejemplo, los “pequeños” actos de intimidación y hostigamiento, a cargo de los aparatos policiales del Estado. La represión es inevitable, pues el sistema de poder es, en primer lugar, violencia institucionaliza, usada contra los disidentes y, más aún, contra los revolucionarios. DENUNCIARLA ES UNA MANERA DE COMBATIRLA.

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