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Joan Carles Gelabertó en «Història de la revolta a Catalunya. Lluites i revoltes antisenyorials i antiestatistes durant l’època medieval i moderna»:

A otro nivel, las autodefensas armadas existían para el mantenimiento del orden público y la represión del delito. Las convocatorias de los hombres armados útiles al grito de «Via Fora!» o «Via Fors!» acompañados de repiques de campana dan lugar a concordias en las universitats, llamadas sometent (de emitiendo sonido), o también sagramentals. Estas asociaciones se hacían entre habitantes de un pueblo o entre pueblos vecinos, para su defensa y para el mantenimiento de la paz y la tranquilidad públicas. Estaban dirigidos por capitanes escogidos, siendo reconocidas desde 1257 en el Pla del Llobregat, y hacia 1314, en el Vallès. Las potencialidades antifeudales de estas uniones motivaron que la Corte de 1291 estableciera que el sagramental no podía ser convocado contra la voluntad del señor jurisdiccional o del rey. (…) Huestes señoriales, somatenes, sagramentales y milicias urbanas ejercían el derecho a alzar mano armada y a la violencia gracias a la superposición de jurisdicciones propia del feudalismo y a la falta de monopolio estatal de la violencia. La familiaridad de la población con el uso de las armas y la movilización en partidas y facciones armadas fue una característica de las sociedades del Antiguo Régimen.

David Algarra en «El común catalán. La historia de los que no salen en la historia»:

También había otros ámbitos que estaban regulados por la comunidad, como las funciones o servicios para mantener la paz y el orden interno, la defensa de la población y la promulgación y ejecución del derecho. El común había asumido el deber de acudir al llamado hecho para la aprehensión de cualquiera que hubiera perturbado la paz o infringido las normas establecidas por la comunidad, así como para defenderse de ataques externos. Los vecinos tenían armas disponibles en casa según remarcaban las ordenanzas de muchas universitats. En caso de ataque, se convoca a hueste vecinal [12] con hogueras encendidas de cima a cima o haciendo sonar un cuerno, a toque de trompeta o repicar de campanas. Estas milicias vecinales tuvieron distintas denominaciones, como sagramental [13], sometent [14] o cavalcada [15]; y podían estar formadas por la hermandad de distintos pueblos. El primer sagramental que se conoce documentalmente es el jurado por los pueblos de la Plana del Llobregat el 1257, pero esta organización o alguna cosa parecida, presumiblemente, existió desde el principio de cualquier asentamiento, como defensa colectiva. Los vecinos, igualmente, tenían el derecho de acudir a los trabajos comunales de construcción o de reparación de sus edificaciones, como podían ser las murallas o los puentes. Otra obligación era el servicio de guaita o vigilancia del castillo que era prestado por la población, como se puede comprobar, por ejemplo, en la Carta de Población de Lledó (Tortosa, 1210) o en las Cartas de franquicias de Bagà (1233).

(…) Otra muestra de solidaridad muy importante es la que se daba cuando algún vecino o la comunidad de vecinos al completo tenían que defenderse de una agresión. De hecho, aparte del autogobierno local, otro objetivo era la capacidad defensiva de la comunidad local y así se recoge en muchos privilegios y cartas de población, como la carta comunal de Perpinya de 1197, donde se reconoce la capacidad de autogobierno, así como de proceder contra los lugares y personas que no reparen los daños cometidos a los perpiñanenses. Estas formas de defensa adoptaron nombres como sagramentalhost veïnal o sometent, que eran auténticas milicias populares donde participaban miembros de todas las casas de la comunidad local en un contexto de fragmentaciones jurisdiccionales donde el poder se disputaba en tres bandos: local, baronial y real (SABATÉ, 2008). En las tierras de Girona el sagramental se implantó el año 1340, antes existían las comúnies del obispo de Girona que eran unas milicias populares que hacían el servicio de hueste y cavalcada (MALLORQUÍ, 2007).

(…) Para estar preparados para un llamado de auxilio todos los vecinos tenían armas en casa y así se constata en muchas ordenanzas locales, como, por ejemplo, en las ordenanzas de Tarragona, donde se dice «que tothom tenga armes en sa casa o en son obrador […] que cadascu dege tenir ses armes a les portes e ganxos en lurs obradors»; o en las de Barcelona: «que tot hom tenga armas, ço és espasa, escut e lansa o ganxo en sa casa o en son obrador a la porta, per ço que si hoya o veya alcun hom barallant o fugent, que isque ab les armes». (…) Estas milicias populares también actuaban contra el poder señorial.

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El escritor e hispanista británico Gerald Brenan afirmó en su conocida obra «El laberinto español. Antecedentes sociales y políticos de la guerra civil»:

En el apéndice, acerca de las cooperativas y comunas rurales, incluyo una descripción de tres de dichas comunas colectivas, junto con un informe sobre su origen. Pero el movimiento anarquista señala un retomo a las instituciones medievales no sólo en el orden económico, sino también en el político. Cuando se produjo el alzamiento militar en julio de 1936, todos los pueblos de las zonas anarquistas derrocaron a sus ayuntamientos y comenzaron a gobernarse por medio de su sindicato. El sindicato consistía simplemente en la  asamblea de todos los hombres y mujeres del pueblo pertenecientes a la clase trabajadora, estuviesen o no afiliados a la CNT. Se reunían una tarde cada semana y, durante varias horas, discutían los problemas lósales. Todo el que lo deseara tenía derecho a hablar. El sindicato elegía un comité que gobernaba el pueblo y que era responsable ante él, de un modo similar a como el gobierno británico es responsable ante el Parlamento. Este sistema no era una invención del momento. Muchas veces, durante los últimos setenta años, cada vez que el triunfo de una huelga o de un alzamiento lo permitía, aparecían organizaciones similares para hacerse cargo del gobierno del pueblo. La única cosa que produce sorpresa es la rapidez, espontaneidad y facilidad con que estos sindicatos y hacían su aparición y la honda y plena satisfacción que proporcionaban a los pequeños propietarios de

tierras y a los obreros agrícolas. Todo el conjunto trabajaba con tal naturalidad como si el pueblo no hubiera conocido nunca otro sistema. Esto nos lleva a investigar si tal modo de administración de los pueblos fue realmente una invención anarquista. Por el contrario, el sindicato y el comité de 1936 eran en todos los aspectos idénticos al concejo abierto y al cabildo de las comunas medievales españolas. Las ciudades y pueblos de la edad media en España eran gobernados por una asamblea de todos los hombres adultos de la población, llamada Concejo abierto, y esta asamblea, que tenía plenos poderes, nombraba sus empleados municipales, los cuales en su capacidad y función colectiva eran llamados el Cabildo. Con el paso del tiempo se fueron introduciendo abusos en este sistema. Los nobles obtuvieron puestos hereditarios en el Cabildo, o compraron los votos de una manera similar a los caciques de épocas posteriores. El rey, con el fin de debilitar la influencia de los nobles e incrementar la suya propia, nombró empleados especiales llamados corregidores. El carácter democrático de las municipalidades se había perdido. Hacia 1500, los concejos abiertos habían ya dejado de reunirse en las ciudades, excepto para la superficial ceremonia de la elección del Cabildo. Pero en los pueblos pequeños esta decadencia no se produjo, y, a mediados del siglo XVIII aún conservaban, con palabras de Ballesteros, «toda la temprana fragancia de las instituciones medievales» Incluso, en algunos lugares de Castilla y de León continuaron existiendo hasta el siglo actual. En 1898, se aprobó una ley para concederles estado legal. Y así, nos encontramos de nuevo a los anarquistas empeñados en restaurar la base de la vida local, de la que brotó España en los días de su grandeza. Y esto no suponía, como algunos aspectos de la teoría carlista o falangista, una simple restauración arqueológica. El anarquista no piensa en absoluto en que tiene unos lazos que lo unen al pasado. Pero su credo ha conseguido expresar los deseos y recuerdos extraordinariamente tenaces de gran parte del pueblo más conservador de Europa: el pueblo español. Y en ello radica su triunfo. De aquí también se deduce esa aparente actitud negativa, esa fe en la simple destrucción que tanto asombra a algunos observadores. Los trabajadores y los anarquistas españoles creen en común que tan pronto como se aparten determinados obstáculos, la sociedad se organizará automáticamente en comunas libres. Esta es una creencia que se basa no en ninguna teoría ni en la famosa frase de Bakunin, sino en la propia experiencia de los campesinos.

Reconstruir el Comunal

Fuente: https://reconstruirelcomunal.suportmutu.org/sometent

 

❀ Història de la revolta a Catalunya. Lluites i revoltes antisenyorials i antiestatistes durant l’època medieval i moderna https://reconstruirelcomunal.suportmu… (Joan Carles Gelabertó, 2015)

❀ El comú català. La història dels que no surten a la història https://reconstruirelcomunal.suportmu… (David Algarra Bascón, 2015) #ViaFora #Diada2023 #11s2023 #HistòriaDesDeBaix

Altres vídeos interessants:

❀ Entrevista a David Algarra Bascón a ETV https://youtube.com/watch?v=mnKU65OxXo4

❀ La Comuna del Camp. 400 anys en contra del poder senyorial https://youtube.com/watch?v=7nsNilqgr9U

❀ Pagesos sense senyors (xerrada de Meritxell Bru) https://youtube.com/watch?v=M0f4vbklTd4

❀ Junta d’Arbre i Ball de l’Arbre. Democràcia veïnal, tradició i… sardanes? https://youtube.com/watch?v=Qlv4ywDnFjs

Altres lectures interessants:

❀ El sometent a la Catalunya medieval (Flocel Sabaté Curull, 2007)

❀ A Society Organized for War: The Iberian Municipal Militias in the Central Middle Ages, 1000-1284 https://reconstruirelcomunal.suportmu… (James F. Power, 1992)

❀ Milicias concejiles de Castilla. Los campesinos guerreros (II) https://ciudaddelastresculturastoledo…

❀ La guerrilla española y la derrota de Napoleón (John Lawrence Tone, 1999)

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