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Antes de responder a la pregunta que da pie al título, se debe dejar claro que aquí no se va a atender y criticar a lo mejor que se ha dado dentro del anarquismo, a sus mejores autores y a sus mejores ideas y versiones. Aquí vamos a observar el anarquismo que hoy encontramos en la calle, al mayoritario, hoy en 2023. Aquí no se va a hablar del anarquismo que apuesta por redes de asambleas federadas, con mandato imperativo, ni del anarquismo que se aleja de todos los constructos del dúo ESTADO-GRAN CAPITAL, ni del que apuesta por una mejora ética del individuo… no.

Se va a hablar del anarquismo realmente existente que hoy está a años luz de las mejores corrientes que se pudieran encontrar en él. Se va a hablar de ese anarquismo real, de hoy, que nada tiene que ver con aquella definición de “comunismo libertario” que la CNT acordó en 1936.

Esta pequeña introducción aclaratoria se hace para que luego no vengan diciendo que éste o el otro anarquista ya hablaban de esto, de aquello y de lo de más allá. Sí, conocemos grandes personalidades anarquistas y grandes aciertos de los movimientos anarquistas pero aquí, hoy, no se va a hablar de eso.

Ese anarquismo, el mejor anarquismo, ya no existe. El anarquismo que encontramos cuando salimos a la calle es feminazi, LGTBIsta, inmigracionista, cambioclimatista, ecologista, conservacionista de parque nacional, vegano, bienestarista, antirural, etc.

Ya no queda NADA de las mejores corrientes, cero, es un solar, pero además un solar putrefacto. Si fuera un desierto, se podría sembrar algo, siquiera cactus; pero es una CLOACA. No sirve ni para compostar. Dados sus múltiples productos tóxicos, las bacterias y el resto de microorganismos no lo pueden descomponer (para ser convertido en el nutriente de lo por nacer).

El anarquismo mayoritario es progresista material, desarrollista, industrialista, proletarista, economicista, etc. El anarquismo que uno se encuentra hoy es, ¡ojo a la infamia!, defensor del Estado de Bienestar. Es un anarquismo que siempre orbita en torno a la izquierda. Que ve el mal en la derecha pero casi no lo ve en la izquierda. Esto es, el anarquismo es hoy un izquierdismo.

Un concepto útil para entender el anarquismo de hoy es el de “acracia”. Este es un concepto equivocado (si de buscar la libertad se trata) que significa “sin poder” y “sin autoridad”. Esto es un error enorme, pues el poder no puede desaparecer, ni la coacción, ni la vigilancia, ni la fuerza armada, ni las cárceles…

El concepto acracia es un NO querer pensar cómo puede ser una sociedad de la libertad, una sociedad autogestionada. La consigna “contra toda autoridad o poder” puede pasar por un posicionamiento de lucha, pero es nulo en lo constructivo. Algo estéril. Y al no ser constructivo no es verdadera lucha, no es revolución. Esto es fundamental entenderlo: el anarquismo hoy existente es anti-revolucionario. Es un pataleo, una protesta, que lleva directo a ser instrumentalizada por la izquierda socialdemócrata. El activismo de calle que realiza este anarquismo posmoderno es muy fácilmente recuperado por la socialdemocracia del Partido del Estado de turno que lo utiliza encantada para su eterna lucha por la conquista del Estado. Y lo hace así porque hablan el mismo idioma, hablan de lo mismo, con la misma lógica, de la misma forma y rinden culto a las mismas religiones políticas.

Si se supera el infantilismo de estar contra todo poder, contra toda autoridad, se llega a la conclusión de que sí es necesario que exista un poder, el de una asamblea de iguales organizada mediante portavocías dispuestas, pertrechadas, del mandato imperativo de la mayoría. Y decimos portavocías que NO representantes. Un poder asambleario que debe tener la jurisdicción sobre un territorio. ¿Y que significa esta jurisdicción, este poder? Pues entre otras cosas el control, la vigilancia, el poder de coacción y castigo, el encarcelamiento, la expulsión, las prohibiciones…

El anarquismo que hoy uno encuentra ahí fuera es una idea utópica mentirosa de que puede existir una sociedad de individuos que no hagan el mal. Los individuos tenemos muy presente en nuestro ser la tendencia al mal tanto como al bien; y siempre, y decimos siempre, necesitaremos, por ejemplo, encarcelar a un violador. El NO a las cárceles es no entender nada.

Los anarquistas presumen (se llenan la PUTA boca) con que son antijerárquicos (vale), contra toda jerarquía (vale), pero confunden-enmierdan todo mezclándolo con AUTORIDAD.

Los cargos anuales de la asamblea (rotatorios y/o por sorteo) tienen AUTORIDAD durante el tiempo de su mandato; y al la finalización del mismo deben RENDIR CUENTAS ante el órgano soberano que los designó-mandató: la ASAMBLEA. Los cargos tienen, por tanto, AUTORIDAD sobre los individuos que conforman la Asamblea, pero no sobre la ASAMBLEA.

¿Podríamos decir entonces que el anarquismo es un buenismo? Es un buenismo convertido en malismo, con el objeto de hacer creer a la gran mayoría que es imposible una sociedad sin Estado.

Tal es la cruda realidad del anarquismo del siglo XXI.

En todo occidente encontramos un anarquismo que entiende que «toda organización humana genera poder», roles de poder o autoridad entre los participantes. En eso tienen razón, pero son incapaces de distinguir un poder legítimo democrático de otro autoritario.  Así, solo creen en el «individuo libre» que son ellos, que actúan por impulso espontáneo y socavan cualquier intento de organización en la base. No casualmente por ello mismo son los mejores agentes del poder existente del Estado: hacen necesario al Estado para reprimir sus excesos.

De forma similar, algunos rechazan el concepto «trabajo», no distinguiendo entre libre o asalariado, de forma que se convierten en unos vagos parásitos del despilfarro ajeno, explotadores del trabajo de los demás. Estos anarquistas «anti-trabajo» terminan reproduciendo la moral hedonista de la burguesía y su parasitismo.

Para hablar con ellos tienes que empezar por redefinir todo el vocabulario, por ejemplo si dices «yo creo qué…» te dirán: «creencia! Eso es religión!». No, joder, «creer» es tener convicciones, ciertas o falsas.

Un debate con ellos es solo un juego de palabras, rechazan el concepto democracia porque lo igualan al régimen de dictadura parlamentaria actual (como en el famoso libro anarquista «Contra la democracia»). Si les preguntas: “¿entonces qué?” Te dicen: anarquía (entendida como caos tipo Mad-max). Es muy muy tedioso.

En mayo de 1968, anarquistas como Cohn Bendit, que ahora es eurodiputado, gritaban «prohibido prohibir». Esto es infantil y alimenta a todos los enemigos de la libertad, que se les deja a huevo identificar toda crítica al Estado con infantilismo y juvenilismo.

En las antiguas ordenanzas de los concejos abiertos de nuestra tradición rural popular ibérica estaba, por ejemplo, prohibido cortar una encina por el pie sin comunicarlo a la asamblea. Pues esto es sensato; por contra, no lo es decir no a todo tipo de prohibición.

Por supuesto hoy en la calle uno se encuentra un anarquismo que te dice: “por abolición de toda la propiedad privada”. Esto es un liberticidio como la copa de un pino. La pequeña propiedad privada es legítima. Lo que es ilegítimo es la concentración, la acumulación de propiedad privada.

También encontramos en el anarquismo de la calle de hoy la muy tradicional (esto sí que es una tradición del anarquismo de toda la vida que no se ha perdido y sigue intacta y muy viva) confusión entre cristianismo y catolicismo, un profundo anticlericalismo burgués y una negación terrible de la libertad religiosa.

De la misma forma, y aunque parezca mentira, el anarquismo que hoy vemos es contrario a la libertad para portar armas y a la idea de “pueblo en armas”. Están contra el Ejército pero no esperes que ningún anarquista de los hoy existentes te diga qué alternativa proponen para un mundo sin ejércitos. Ninguna, porque rechazan de pleno la autogestión armada de la seguridad y están imbuidos de un pacisfismo insostenible, «casualmente» idóneo para los intereses del Estado.

Asimismo este anarquismo de hoy se zampa entera toda la teoría socialdemócrata, y también mussoliniana, de un Estado víctima del Capital. Y se la traga sin rechistar, sin entender que el Estado creó al capitalismo, lo crio como flor de invernadero, lo potenció, lo alimentó, lo rescató y de él vive y de incrementar su desarrollo depende.

De igual modo el anarquismo que hoy contemplamos es enemigo acérrimo de la libertad de expresión y, junto con su compañera la izquierda partitocrática ultraestatista (valga decir, ultrafascista) practica la censura sin control, sin freno, a lo grande. Lleva a cabo campañas de mentiras y calumnias infames contra los disidentes a sus malditas religiones políticas.

Y finalmente, el anarquismo que hoy uno se encuentra en la calle es antirural, muy antirural, al seguir las tesis históricas liberales. Un anarquismo que ingiere al completo el relato que el liberalismo/marxismo hace de nuestra historia. Los anarquistas son unos seguidores de pro de la falsísima teoría del feudalismo. Falsísima para el caso ibérico sobre todo.

Son muy adeptos a la teoría del paleto rural que nada sabe, que mete una paliza a su mujer cada noche para violarla, que maltrata a los animales, que está dominado por los curas, etc. Sueñan además con la erradicación de las pasiones humanas. Los anarquistas de hoy son muy de eso. Por lo tanto el anarquismo actual supone una distopía deshumanizadora porque busca un ser humano que no es humano.

El anarquismo, igual que la mayor parte de ismos políticos-económicos famosos, surge de la ILUSTRACIÓN, por tanto, contiene desde su génesis las mismas taras que todos ellos. Por eso en la revolución de 1936 el anarquismo contribuyó a la reconstrucción del Estado y al impulso del trabajo asalariado como nunca antes.

En cuanto los anarquistas de hoy ven que alguien critica la Ilustración, de forma AUTOMÁTICA (los anarcas tienen muchos automatismos  irreflexivos) te dicen que estás defendiendo el feudalismo… y bla bla bla.

El feudalismo, incluso el peor (que no se dio en la Península Ibérica) fuese lo que fuese, fue PODER NO CONCENTRADO, poder desconcentrado; y un poder desconcentrado siempre es menos malo que un poder concentrado. Un ejemplo de lo que hace el PODER CONCENTRADO y/o los que intentan crear de nuevo el poder concentrado, son los mitos del «derecho de pernada» y el «cinturón de castidad»; mitos que surgen sobre todo como arma de la Corona contra la nobleza (o señor feudal) en el marco de la competencia entre ambas instituciones de PODER; mito que el pueblo llano hizo suyo de forma ingenua; y mito que recogió más tarde la Ilustración para afirmar la «oscuridad» de la Edad Media y así afirmarse los ilustrados como los emancipadores del pueblo. Luego llegó el social-ismo emancipador, el capital-ismo emancipador, el femin-ismo emancipador… Todas falsas emancipaciones que simplemente, y como es lógico, demonizan a regímenes anteriores para autolegitimarse.

Poco a poco se están acabando los ismos con los que engañar y simular progreso, por lo tanto, el PODER CONCENTRADO (que todos, progres y antiprogres, por resumir, defienden, y que, de facto, también defiende el anarquismo del siglo XXI) tendrá que volver a recurrir a métodos explícitos de dominación. La REVOLUCIÓN INTEGRAL se prepara para ese momento, que va a llegar, sí o sí.

¿Para qué se prepara el anarquismo? Recordemos, a modo de ejemplo, lo que hizo el anarquismo ibérico en su mejor momento histórico:

En el congreso de la CNT de mayo de 1936 en Zaragoza, aparte de otros asuntos (también errados, como casi todo lo que hacía la CNT) uno de los temas de debate fue cuándo empezaría la Segunda Guerra Mundial (Hitler por aquí, Hitler por allá), es decir, NI SE OLIERON que la guerra civil empezaría justo dos meses después de ese congreso. Ni que decir tiene que la mayor parte de los que asistieron a ese congreso murieron después a manos tanto de comunistas como de nacionales.

Es lo que tiene no enterarse de nada (ni los que apoyan la existencia del Estado, ni los anarquistas al uso, se enteran de nada).

Mientras la mayoría no entienda que el poder no puede no existir, y que, además, debe estar distribuido y no concentrado, y que la única libertad real es la que tu puedes defender por ti mismo (junto a tus iguales, en el caso de que decidas vivir en comunidad)… mientras no se tenga claro eso (para empezar) sólo queda hacer nada más que lo que hace casi todo el mundo: llorar y patalear, cual niños (porque las decisiones las toman y seguirán tomando otros).

Al que le resuene en su interior este texto, le invitamos a que se sume a la REVOLUCIÓN INTEGRAL. Al que le produzca bilis, le invitamos al DEBATE LIBRE DE LAS IDEAS.

Nota: Este escrito es fruto de las conversaciones colectivas de personas simpatizantes de un revolución integral. 17-12-2023.

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