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  • Autor de la entrada:Sandra de Miguel Moller

A pesar de estar acostumbrados hoy en día a acudir al hospital cuando necesitamos la atención de un médico y/o especialista, la realidad es que el primer hospital estatal (que no público) en el Estado español es el Hospital Cantoblanco, inaugurado en 1917 por el rey Alfonso XIII (todo un proletario).

Si bien el primer hospital moderno como los actuales es el Hospital la Paz de Madrid, inaugurado en 1964 por el General Francisco Franco (otro gran proletario).[1]

Al conocer sus orígenes resulta más sencillo comprender por qué el sistema sanitario estatal está tan jerarquizado, a imagen y semejanza de un cuerpo militar. Donde los altos mandos del Ministerio de Sanidad toman las decisiones e imponen leyes que, a su vez, los funcionarios de rango superior obligan a cumplir a los inferiores. Abajo del todo de esta pirámide se encuentran los pacientes, quienes han de acatar sus órdenes sin oponer resistencia alguna, pues deciden los “expertos”.

En el momento que una mujer declara a un médico el estado de embarazo, igual que cualquier otro “problema” sanitario, comienza un protocolo de seguimiento del mismo con la finalidad de hacer a la persona incapaz de decidir por sí misma y su futuro bebé, convirtiéndose en un sujeto pasivo y teledirigido.

En lugar de facilitar a la futura madre un desarrollo de su autoconfianza para con el embarazo y el parto, se instaura en ella la idea de que necesita que la enseñen absolutamente todo de sí misma y de su cuerpo, de su capacidad innata para parir. Así como la apabullan con un sin fin de posibles complicaciones que podrían surgir, sin reflexionar su origen, donde el miedo juega un papel decisivo.

Por ende, los partos hospitalarios continúan siendo la opción más común, aunque afortunadamente cada vez son más las mujeres embarazadas que deciden recibir la nueva vida en su hogar con la compañía de sus parejas y familia. Parece, además, que a raíz de la plandemia los índices de natalidad en el domicilio han aumentado;[2] a pesar de que el total de nacimientos ha disminuido debido a ésta.[3] O eso es lo que nos quieren hacer creer, ya que las cifras demográficas del Estado español y de todo el mundo llevan cayendo desde mucho antes del famoso coronavirus.[4]

El primer paso en un hospital cuando llega la parturienta es dejarla en una sala de trabajo de parto, donde la conectan a una serie de máquinas para controlar su tensión, el latido del bebé, etc. Además de esto, es habitual inyectar oxitocina, una hormona que produce el propio cuerpo humano si se respetan los ritmos naturales del parto, como cualquier mamífero. Sin embargo, se prefiere acelerar las contracciones de forma artificial y que el parto dure menos de lo que debería, provocando habitualmente lo contrario. Cuando la mujer ha dilatado lo establecido por el ginecólogo, las enfermeras, etc. la trasladan a la sala de parto, algunas veces totalmente sola, alejada de su pareja o seres queridos y, después del parto, a una habitación semiprivada.

Todos estos procedimientos causan en la futura mamá una sensación de inseguridad, ya que no se establece en un lugar determinado para todo el proceso del parto, sino que la van cambiando de lugar según los “protocolos”, sin darle oportunidad de decidir. A su vez, manipulan con frases como “la mujer puede disfrutar su parto sin dolor”, gracias a la famosa epidural. Procedimiento que ya casi ninguna mujer se atreve a rechazar, a pesar de vivir cada vez más bajo “el mando” de las mujeres. Con la connivencia y complicidad de las feministas y los partidos políticos de tinte izquierdista las embarazadas son tratadas como enfermas, necesitando la ayuda constante del Estado para afrontar su propio dolor. Porque el parto es maravilloso, pero también es doloroso; y no hay que tener miedo al dolor, sino ser capaces de afrontarlo y superarse.

La anestesia epidural o anestesia peridural consiste en la introducción de un anestésico local en el espacio epidural, de manera que las terminaciones nerviosas quedan bloqueadas a nivel de la médula ósea, concretamente a su salida. Esto hace que no se sienta absolutamente nada de cintura para abajo, provocando un cierto desconocimiento sobre el momento que ha de empujar para expulsar al bebé (reflejo de expulsión). La futura madre simplemente se abre de piernas, esperando que le saquen a su bebé de sus entrañas, para posteriormente ser presentado a la madre. No hay mayor despropósito que un especialista sea el que presenta el bebé a su madre y no al revés.

Como analiza Michel Odent en su libro El bebé es un mamífero, el proceso de parto es un acto involuntario que pone en marcha las estructuras instintivas del cerebro. Si bien es cierto que este médico se pierde en la espiritualidad y no investiga lo suficiente la parte racional, acierta cuando rechaza la idea comúnmente aceptada de que una mujer puede aprender a parir. Y es que no se puede ayudar activamente a una embarazada a parir. No se puede ayudar en un proceso involuntario. Solo se puede evitar perturbarla demasiado.

Un parto en casa, aunque efectivamente puede acarrear problemas, debería ser una decisión de los padres, en especial de la madre, pero siempre teniendo apoyo emocional de aquellos que crean que está tomando la decisión correcta. Puesto que el apoyo de alguien que no crea que sea una buena idea, no servirá de mucha ayuda.[5] Incluso puede interferir negativamente en el proceso de parto debido al miedo que transmita.

Por otro lado, hay que añadir que para llevar a cabo un parto en casa es habitual tener que pagar una cifra de mínimo 2000 euros, convirtiéndolo en un vasto negocio.[6] Otro ejemplo de la degradación actual, cuando todo está comercializado y se realiza por medio de mercenarios.

Por último, y para disipar dudas respecto a los posibles inconvenientes que pueden surgir en un parto en casa, hago referencia a un estudio realizado por la Asociación de Matronas del Parto en Casa, publicado en su página web www.elpartoesnuestro.es. El estudio que llevaron a cabo en Cataluña recoge la información de 750 embarazadas entre los años 2016-2018, y muestra cómo la mortalidad perinatal es de 1,3 por 1000; mientras que en los hospitales catalanes es de 4,9 por 1000. La mortalidad perinatal o muerte perinatal se refiere a la muerte del feto o recién nacido dentro del periodo perinatal, es decir, desde las 28 semanas de embarazo hasta la primera semana de vida (7 días).

En este sentido, otros datos concluyentes son los que aporta Michel Odent en El bebé es un mamífero: “Holanda… es el único país donde coinciden las tasas de “mortalidad perinatal” inferiores a 10 por 1000 y las tasas de mortalidad materna inferiores al 1 por 10.000 y unos porcentajes de cesáreas del orden del 6 por 100. Asimismo, es el único país altamente industrializado donde uno de cada tres bebés nace en casa, un bebé de cada tres nace en un pequeño centro llamado policlínica y solamente uno de cada tres en un servicio de obstetricia convencional.”

Estos datos demuestran no sólo que en el hospital puede haber más muertes, sino que, al haber complicaciones durante el embarazo y parto, es probable que con toda la instrumentalización de la que disponen los “expertos” no sean capaces de resolverlo.

En definitiva, tenemos que ser por nosotros mismos, mujeres y hombres, madres y padres, los que decidamos por nuestro futuro bebé. No podemos delegar en el Estado, en los médicos ni en los expertos nuestras responsabilidades y deberes; no somos seres incapaces. Nazcamos, vivamos y muramos por nosotros mismos, junto a nuestros iguales.

 

Sandra de Miguel Moller

Colectivo Amor y Falcata

www.amoryfalcata.com

amoryfalcata@riseup.net

 

[1] Franco es quien instaura el pernicioso Sistema de la seguridad social en el territorio del Estado español, aunque muchos lo quieran ocultar. Proceso que encabeza su ministro y hombre de confianza Jesús Romeo Gorría, quien en 1963 impone, pues existía una dictadura política explicita, la primera Ley de Bases de la Seguridad Social; seguida en 1966 por la Ley General de la Seguridad Social. Sus orígenes se remontan al modelo alemán de 1883, creado a manos del general Otto von Bismarck, el “Canciller de Hierro”, ¿otro proletario?

[2] El coronavirus aumenta el interés por los partos en casa, noticia ensalzada por el conjunto de radio televisión española (RTVE), principal cadena al mando de las élites y el Estado. https://www.rtve.es/noticias/20210201/coronavirus-parir-casa/2071267.shtml

[3] Parece que no pueden ocultar por más tiempo que la demografía está cayendo en picado: https://elpais.com/sociedad/2021-06-17/la-pandemia-causa-la-mayor-crisis-demografica-en-espana-desde-la-guerra-civil.html

[4] Véase Erótica creadora de vida. Propuestas ante la crisis demográfica de Félix Rodrigo Mora, a fin de comprender la crisis demográfica que asola al planeta en su conjunto. A su vez, para más referencias sobre análisis del coronavirus y comprender la estrategia detrás de la falsa pandemia, consultar el artículo La política mundial y el coronavirus redactado por el compañero José F. E. Maenza; igual que Sé el mejor médico de ti mismo. Yatrogenia, coronavirus y pandemias de Félix Rodrigo Mora.

[5] En mi artículo Mi primer parto. Bienvenida a la vida describo cómo fue mi experiencia de parto en casa.

[6] En el Reino Unido, a pesar de sus carencias, al menos el costo de los partos en casa está cubierto por la Seguridad Social. Es más, incluso se recomienda para las embarazadas de bajo riesgo. Véase: https://www.abc.es/familia-padres-hijos/20141209/abci-nacer-casa-embarazada-201412051254.html

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