La noche del 22 de septiembre se escuchaba un sonido alto y machacante en el parque de Las Cruces del distrito Latina de Madrid. En esta ocasión era música techno, una de las creaciones “artísticas” de la modernidad. (En el siguiente enlace se puede visualizar un vídeo corto de aquel espectáculo: https://drive.google.com/open?id=1w6BLLBH7v0rS9SaYvu4rnLYxPcCxj3pf)
El ayuntamiento de Madrid, de Podemos, concedió entusiastamente el permiso necesario a la empresa privada que organizaba el evento. De este modo, al igual que con la reciente propuesta de su cacique Pablo Iglesias de legalizar (promocionar) el cannabis, los beneficios capitalistas y los ingresos del Estado aumentan, así como este último consigue mantener a la juventud narcotizada, entontecida y pasiva.
La empresa se lleva una pasta a costa de intoxicar espiritual y somáticamente a una cantidad de jóvenes considerable, so pena de ofrecerles un entretenimiento tan pobre como degradado. Por otro lado, las élites podemitas cumplen su función de continuar promoviendo e instaurando la destrucción social y personal por doquier, intentando aniquilar todo aquello que tenga que ver con la autoconstucción del yo.
Obviamente, a todo poder le interesa degradar y destruir a los de abajo tanto como sea hacedero, ya que cuanto más débiles e inútiles sean las personas que sufren su explotación, adoctrinamiento y opresión, menos resistencia opondrán.
Sin embargo, esto se va a evitar, al menos minoritariamente. Ya somos algunos los que, tras haber conocido y padecido (por voluntad “propia”) esas formas de ocio, nos situamos en una posición crítica y superadora. No se puede seguir ocultando la liquidación de lo humano que producen, por lo que más y más gente joven rechaza tales espectáculos.
De momento han surgido, aunque de manera parcial, débil y a veces silenciosa, corrientes contrarias a dicha destrucción, como el movimiento straight edge. Por ello, una de las tareas fundamentales hoy es proponer a la juventud alternativas atractivas e integrales con la finalidad de que emprendan la ardua, mas imprescindible, labor de autoconstruirse como seres humanos.
Si los de arriba quieren que los zagales sean egoístas, irresponsables, inmorales, vagos, maleducados, sumisos, ignorantes, zafios, ininteligentes,… nosotros, el pueblo, vamos a enfrentarnos a su plan y promover el resurgir de lo humano especialmente a través de la juventud, pues nuestros hijos, sobrinos, hermanos, primos, nietos,… son el futuro de toda sociedad.
Pero no sólo se van a desarrollar estos procesos de autoconstrucción como respuesta al constate ataque de las élites sobre el sujeto, para desafiar a un sistema que priva de futuro a los jóvenes, les niega ser por ellos mismos, les fuerza a convertirse en esclavos inconscientes y sumisos, les intoxica y sume en la depresión y la abulia por medio de un vaciado existencial y espiritual,…
Más bien, dichos procesos de automejora van a dotar a las vidas de los jóvenes sentido existencial y metas trascendentes por las que luchar. Comprenderán que la autoedificación personal es el mayor y más noble acto de amor, pues quererse a uno mismo y esforzarse por mejorar es, a su vez, un acto de amor para con los demás. O sea, cuanto mejor personas seamos y más capacidades poseamos, mejor seremos con nuestros seres queridos y más podremos ofrecerles, al tiempo que más aportaremos al resto de la sociedad.
La batalla está servida. Quienes apostamos por lo humano, por la persona individual con nombre y apellido, debemos esforzarnos al máximo por autoconstruirnos, ya que la mayor enseñanza es por medio del ejemplo. Igualmente, hemos de conseguir que la autoconstrucción, los valores y la lucha por grandes ideales sean la primera preocupación de todo joven.
