La filósofa francesa Simone Weil con su ejemplo nos animaba a leer en la historia el silencio de los vencidos. Así lo hizo en obras como «La Iliada o el poema de la fuerza» (1940) o «¿En qué consiste la inspiración occitana?» (1943). Este poema de Daniel Demoin me ha recordado la necesidad de recuperar esa memoria como un faro que nos ilumine hacia el futuro, para reconstruir nuestra esencia y un nuevo mundo de comunidades reales hermanados en lo que tenemos en común: somos hijos de un planeta, de una virgo mater excepcional, que no se merece nuestro desprecio ni nuestra guerra de todos contra todos.
BEBER LA COPA DE LA RABIA
I
Versos rojos
como cuchilladas desnudas
cantan, cuentan penas negras
interminables aflicciones
sueños de derrota
en mitad de la amargura
sudan, sangran, lloran
tiemblan las almas presas
crujen como hojas en otoño
los huesos gastados
abrigando puertas cerradas
y dignidades rotas
de muertos vivos
sin hilo ni coraje.
Versos de llama fría
en un mundo desquiciado
clausurado con increíble impiedad
versos despedazados
por la sangre y el odio
arden el en claro gris de su mañana
crepitan dolientes
en este fuego malasangre
que ruge y mata mil veces
y donde mil veces mueren mil
en sus garras destructoras.
Verdad terrestre
atropellada, sangre evaporada
que arrebola cielos
revolviendo tristezas
libre en su cárcel
dando la vida
para que la vida conozca
por la vida la libertad.
El valor que extiende
y alimenta el alma
encuentra el desencuentro
de labios presos
de cuerpos interrumpidos
y pies ciegos
inundados de egoísmo que separa
ojos cerrados llenos de soledad
vidas innumerables, moribundas
en paz sin reposo
taladran la verdad
y se pierden en la memoria
de tanta vida derramada.
Así fue ayer, así es hoy
la conciencia calla atada
con la mordaza del sufragio
farsa oculta tras la dictadura
que impone su ley
de voto y silencio.
¿Te acuerdas de la mano de unión
que en el pueblo crece alzada
transparente, alta, revolucionaria
o sigues de rodillas ante el poder
disolviéndote de asco por dentro
comiendo sumisión y corrupción
en el umbral del abandono?
Por un grito de rebelión
clavado en el alma
doy todos mis versos
por un grito mudo
con los labios
con los ojos
tendidos al infinito
doy todos mis versos.
Por un grito de claridad
que tiembla desnudo
como el fuego
doy todos mis versos
por un vuelo que vuela
donde crece la verdad
con el gesto abrazado
con la voz al viento
doy todos mis versos.
Hay tanto que decir.
Heredamos una vida lacerada
arrastramos un castigo de siglos
de pueblos arrancados, enmudecidos
de carne golpeada, esclavizada
por las campanas de la miseria.
Las muchas derrotas y hambres
injusticias, soledades y guerras
las pálidas lunas de cobardes
que sobreviven calladas como
un mal olor de cenizas podridas
alimentan sueños quietos
de piedras talladas, pulidas
diseminadas, hundidas en la luz
de cuerpos que tejen muerte
a la sombra que nos agravia
y destejen el sol de la justicia
en tierra de claridades encerradas.
En su pisoteada compostura,
ojos evadidos sufren inquietos
escondidos con su hambre
de riqueza abrigada
en la dulce violencia del consumo.
II
Versos como pájaros
que sólo anidan en su vuelo
hablan, andan, pelean
mueren para nacer
al calor de una luz oculta
al abrigo desnudo
ternura o llama
que narra la oscuridad
que agrieta y destapa
que enseña el frío
y sin esperar nada
roe la tristeza
a la humanidad herida
que en lo alto de su rama
tiembla silenciosa
gime asustada, dividida
esparcida en mil frentes
como un otoño sin memoria
taladro de la inmensa virtud
que va royendo el alma.
Hombres y mujeres
temblando de coraje
beben la copa de la rabia
manifiestan su queja
miran a sus hijos
con una desdicha infinita
su vida abrevada nos golpea
con un vuelo de tristeza
y hace leña nuestro ser.
Sus frutos entregados
tienen derecho a un pensamiento
a un recuerdo, a un poema.
Bañada en un rocío de ternura
la voz de la sangre
nos empuja, nos llama
a golpear la puerta
de esta prisión de indignidad
a morir como fuego
a matar juntos la derrota.
Sí, hay días, habrá noches
habrá cielos de victoria
de vida nueva
en brazos de la revolución
aunque muchos rostros
del mundo no lo vean.
Con paciencia de hoy, de ayer
con amor y sabiduría ancestral
manos calladas siembran
soledad de brazos roturan
fecundan esta tierra dura
mineral, polvorienta.
Con sus voces innumerables
quiero compartir una queja
un aliento, un vuelo
una sensación de ternura flotante
la copa de vino de la hermandad.
No habrá un verso,
una palabra, una sílaba
un todo embebido de claridad
por un salvaje y apasionado y dulce
sentimiento de amor reunido
hacia la vida en la tierra.
Versos de frentes con sed
empapados en dolor
en desesperanza
entre floraciones y tumbas
con aire de vida en rostros
como hojas de un otoño
donde caen cuerpos
de llegada, de despedida
del vasto drama de una historia
oscura, larga, retorcida, infernal
manchada por el sacrificio
en una hoguera de explotación
que humilla la carne asalariada
miran venas rojas de crepúsculo
en las ciudades, en los campos
en la voz que sale del agua
y crece ancha en el pecho
de las olas
mejor hoy que mañana.
Agonía y aire
vendaval oceánico
que lleva su aullido en un trueno
de canto libre que habla, medita
recorre almas y cuerpos
y selvas y eriales y estepas
y bosques y senderos y desiertos
y arenas blancas y vientos marinos
bebidos de tiempo.
Entre el sueño y la realidad
con el gallo cantor
un pájaro de pasión
vuela despertando el valor.
Huye el miedo herido de muerte
cuando el sol de la justicia
calienta las furias
agita las aguas del alma
despierta el brillo de los ojos
vestido de claridad
y empuñando su luz por la culata
por fin se alza el día.
¿Quién puede parar al sol?
Daniel Demoin
Según el documental «La teoría sueca del amor» estos hallazgos de personas muertas solas son habituales en el país escandinavo, de muy desarrollado Estado de Bienestar y que todo buen estatófilo tiene como referente.