El 16 de febrero de 2020 hace 84 años que el Frente Popular “ganó” las elecciones y constituyó gobierno en Madrid. Su criminal trayectoria, que se sustanció en al menos una matanza cada día de trabajadores, principalmente en pueblos y aldeas, entre el 17-2-1936 y el 18-7-1936, ha sido y sigue siendo ocultada por la historiografía académica marxista-fascista que domina las universidades.
Para ésta el problema era “el peligro fascista (de derechas)” cuando el gobierno republicano del Frente Popular (apoyado por todos los partidos de la izquierda fascista, PSOE, PCE y POUM, además de por CNT, el sindicato-partido estatolátrico), lanzaba una y otra vez a los cuerpos represivos contra los trabajadores, causando numerosos muertos y heridos por los disparos policiales, y llenaba cuartelillos y comisarias de detenidos, casi todos ellos atrozmente torturados, de tal modo que muchos cientos fallecieron por esa causa posteriormente.
A ese país de las matanzas diarias, o casi, de trabajadores y de las torturas a escala nunca antes alcanzada, por su extensión e intensidad, se le conoce como la España del Frente Popular.
En el pacto entre el fascismo franquista y en fascismo marxista suscrito en la Transición (1974-1978), del cual salió en régimen actual, una mezcla entre el fascismo de derechas y el fascismo de izquierdas con apariencia parlamentarista, este último se quedó con el aparato universitario, muy particularmente en las facultades de humanidades e historia, lo que ha sido utilizado para, entre otras muchas tropelías y maldades[1], falsear la historia del Frente Popular, que en esencia es la historia de una matanza continuada, efectuada en defensa de la gran propiedad privada capitalista y de los intereses más esenciales del Estado. Ni siquiera hoy, cuarenta años después, está permitido decir la verdad, tampoco inquirirla, sobre está determinante cuestión. Por eso mi libro “Investigación sobre la II república española, 1931-1936”, continua siendo, tres años después de ser publicado, una obra excepcional, por desgracia[2].
Esa es la naturaleza del marxismo-fascismo: 1) asesina a los trabajadores de la ciudad y sobre todo del campo que se levantaron contra el capitalismo, en particular para defender el comunal, esto es: los bienes comunales, el estilo de vida comunal, la cosmovisión comunal y la concepción comunal de la persona[3], 2) impide y prohíbe investigar objetivamente lo que sucedió, lanzándose con furor contra quienes afirmamos y demostramos que el Frente Popular fue una máquina de matar trabajadores, igual que lo había sido el gobierno republicano-socialista de 1931-1933. Igual que lo es cualquier gobierno marxista-fascista en cualquier país del planeta y en cualquier tiempo.
Su truco es presentar la matanza de Yeste (Albacete), perpetrada a finales de mayo de 1936, como algo excepcional, un suceso “desgraciado” aunque aislado, meramente casual. Este encubrimiento de la carnicería tapa que la policía y la guarda civil comenzaron a asesinar obreros y trabajadores por orden del gobierno del Frente Popular al día siguiente de que éste llegase al gobierno, y que la matanza continuó no sólo hasta el inicio de la guerra civil, en julio de 1936, sino mucho después, pues en la zona republicana se reprimió, persiguió y exterminó tanto al pueblo trabajador como en la zona franquista. En particular, y esto conviene decirlo una vez más, la violencia frentepopulista contra las gente trabajadoras del mundo rural fue algo atroz, espeluznante, un verdadero baño de sangre.
Ciertamente, los siervos del capitalismo-Estado que se dicen historiadores de izquierda cada día tienen más difícil ocultar la verdad. Mi libro ha abierto una brecha por la cual se van filtrando diversos estudios que, aunque parciales, lograrán, en unos pocos años, ofrecer un cuadro completo y veraz de lo que sucedió. En aquél no he podido confeccionar y ofrecer la lista completa de las matanzas y sus circunstancias, día a día, porque hacerla demanda un trabajo tan colosal que excedía con mucho mis posibilidades económicas, físicas, temporales y vitales. Pero sí que muestra un cierto número de ellas y, sobre todo, desafía al marxismo-fascismo tal como es hoy, la ideología por excelencia del capitalismo español transnacional y del aparato estatal español en su actual fase de hipertrofia fascistizante. Por eso los historiadores de izquierda se llenan los bolsillos con sus mentiras y ocultaciones, a la vez que se permiten denostar, discriminar y censurar mi libro.
Pero estamos cerca ya de obtener y ofrecer la lista completa de las matanzas de trabajadores perpetradas por el Frente Popular. Mucho más ardua de hacer es la lista de los torturados y con ello (en bastantes ocasiones) asesinados, en especial, en los cuartelillos de la guardia civil, muchos miles de personas. Primero porque a menudo ni siquiera eran registradas burocráticamente tales detenciones, al ser tantísimas; segundo, porque las bestiales “palizas” propinadas no solían matar en el momento a la persona que las recibía sino días o semanas después, y el parte de defunción, firmado en general por médicos cobardes y reaccionarios, no establecía la verdadera causa de la muerte…
Pero cuando tengamos la lista completa o casi completa de las carnicerías realizadas por el gobierno de la izquierda frentepopulista, más un cierto número de referencias al gigantesco sistema de torturas masivas de proletarios que instaura el Frente Popular, habremos propinado un golpe demoledor a la teoría y a la práctica del marxismo como fascismo primigenio, como generador de un orden ultra-capitalista y mega-estatal de naturaleza terrorista anti-popular. Ello tendrá un significado teórico y estratégico colosal, pues ayudará de manera notable a cambiar el paradigma sobre la naturaleza y procedimientos de las revoluciones auténticas.
Queda pendiente otra gran tarea, que es hacer una segunda lista de las matanzas, atrocidades y crímenes contra trabajadores efectuados por el régimen del Frente Popular y la dictadura fascista de izquierda de los partidos y sindicatos tras el inicio de la guerra civil en el territorio republicano, en 1936-1939. Y una tercera, efectuar la relación de los crímenes, traiciones y colaboración con la guardia civil de las fuerzas de la izquierda, en particular del Partido Comunista, en el maquis (1939-1952), fuerzas que han pretendido apropiarse de los méritos y logros de la guerrilla antifranquista, obra señera del campesinado, de la rural gente, y no de la escoria reaccionaria marxista-fascista.
[1] Marx consideraba con simpatía a la obra de Maquiavelo, cuyo sistema de gobierno se reduce a cinco principios: 1) uso de la mentira y la propaganda sin limitaciones, 2) recursos a la violencia contra el pueblo, aún más sin limitaciones, 3) creación un aparato fiscal poderosísimo para fortalecer al Príncipe-Estado, 4) ampliar más y más el poder y aparato estatal, 5) renunciar y hacer mofa de cualquier regla o norma moral, pues sólo el poder cuenta, en la forma de razón de Estado. Eso es el marxismo, la teoría en pro de la peor tiranía de la historia y del peor sistema de explotación de los trabajadores. Así, el monstruo Maquiavelo parió al monstruo Marx… y el monstruo Marx parió al monstruo izquierda fascista actual.
[2] Este libro muestra que una buena epistemología, o teoría del conocimiento, no es única, ni a menudo principalmente, un asunto intelectivo, un problema de pensar correctamente, porque sin valentía, sin voluntad de afrontar riesgos, la verdad no puede ser expuesta y ni siquiera investigada. Más aún: ni siquiera pensada. Por eso un país de cobardes y gallináceas como el nuestro es una sociedad dominada por la mentira. Los cobardes y hedonistas son unos pobres tipos tan aterrorizados por cualquier peligro, incluso si es exclusivamente imaginario, y por cualquier displacer, aún el más pequeño, que se dejan tratar como esclavos por el poder. Sin coraje personal, sin una cosmovisión anti-placerista y de combate, sin la cosmovisión del combate, la verdad no tiene ninguna oportunidad. Particularmente funesta y burguesa es la apología del hedonismo que hace la escuela anarquista, hermana de la marxista, asunto por el cual alguno de sus jerarcas, auténticos anarcofascistas y FAI-langistas, se desencadenan de vez en cuando contra mí. Por eso en el congreso anarquista de Zaragoza de la primavera de 1936 ni siquiera se enteraron de que el país estaba entrando en una situación revolucionaria y que la tarea del momento era impulsar la revolución comunal popular en desarrollo. Pero los anarquistas allí congregados estaban mucho más atentos a gozar y disfrutar en plan pequeño-burgués que a hacer la revolución, y prestaron más atención a los campamentos lúdicos a organizar para el verano próximo, el de 1936, que a las luchas campesinas que estallaban por doquier…
[3] Nada ha sido más decisivo para el desarrollo del capitalismo español que la aniquilación del comunal. Nada. Por eso la izquierda que con el Frente Popular, y ya antes con la II República, se opuso con las armas de la guardia civil y guardia de asalto (e incluso en varias ocasiones con las del ejército) a los trabajadores rurales y pequeños campesinos que exigían con luchas la devolución de los bienes comunales expoliados a las comunidades rurales, es la defensora sustantiva y esencial del capitalismo. Por eso esa izquierda, que ahora hace gorgoritos verbales con su “anticapitalismo” de juguete, es la quintaesencia del capital, el capital hecho ideología, proyecto, programa y personas. Por ejemplo, la matanza de Yeste aconteció porque el Estado, esa Deidad Suprema Siempre Benéfica y Salvífica, conforme nos lo presente la izquierda, había expropiado el comunal de esa remota población albaceteña y se lo había vendido, en realidad semi-regalado, a una familia de terratenientes progresistas y anticlericales. Cuando la comunidad popular de Yeste dijo ¡No! y se lanzó a recuperar sus tierras, la guardia civil enviada por el gobierno de Frente Popular con el respaldo absoluto de la izquierda marxista-fascista, mató a tiros a casi dos docenas de vecinos y dejó heridos de bala a unos cien. Como era una operación de castigo, para meter miedo a todo el país, la censura de prensa frentepopulista, permitió e incluso alentó la difusión del evento. Pero cuando constataron que eran docenas e incluso cientos los casos similares, en un sinnúmero de poblaciones, entonces la vil censura del Frente Popular cerró el grifó y prohibió se hablase y escribiese de ello, de ahí que resulte tan laborioso reconstruir lo que sucedió en aquella épica y magnifica primavera del combate por el comunal, entendido no sólo ni principalmente como bienes económicos sino como sublime cosmovisión civilizatoria.
Félix Rodrigo Mora