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  • Autor de la entrada:Alex Cosma

Juan Ramón Rallo, Javier Milei y Jesús Huerta de Soto.

1- En ESTE VÍDEO Juan Ramón Rallo nos dice que Milei y Huerta de Soto hacen ataques frontales contra el Estado; pero lo cierto es que el primero ha llegado al poder del Estado, y el segundo es profesor-catedrático (por tanto, no un profesor cualquiera) en dos universidades estatales

2- La excusa que suelen poner los anarcocapitalistas es que, hoy por hoy, no se puede eliminar el Estado, y que se trata primeramente de reducirlo. Correcto, hoy por hoy no se puede eliminar el Estado porque todo el mundo depende de él (empezando por el capitalismo); pero puestos a la tarea de empezar a reducirlo poco a poco, el primer paso debería ser el de reducir o eliminar los poderes coercitivos y represivos, ya que son éstos poderes del Estado con los que precisamente se llenan más la boca los anarcocapitalistas (y anarquistas en general). Y de ese poder de la fuerza, y de esas esas labores de seguridad y defensa, debería hacerse cargo el pueblo, mediante un sistema avanzado de milicias populares.

3- Milei en concreto habla de que no es cierto que sin Estado automáticamente otro Estado te vaya a invadir, y estamos de acuerdo con él en esto. Pero, en todo caso, la posibilidad de que te invadiera otro Estado estaría relacionada, sobre todo y para empezar, con la intención de éste de la derrota-eliminación de tu ejército estatal, y no, por ejemplo, con la eliminación del «intervencionismo» de tu Estado en materia económica (que es el mantra anarcocapitalista).

4- ¿Por qué son tan canallas y sinvergüenzas estos tres personajes? Porque pueden. Porque tienen poder sobre el Pueblo, sobre todo Milei, claro. Pero también Jesús Huerta de Soto, que como se ha dicho, es profesor en dos universidades estatales. En el caso de Juan Ramón Rallo su poder es mediático, con más de un millón de seguidores de sus redes sociales, así como vendedor compulsivo de libros engañabobos dirigidos a las gentes del pueblo llano que empiezan a estar hartas del Estado. Hartura que, por desgracia, sólo la manifiestan en lo tocante a los impuestos, el trabajo, es decir, en materia económica, olvidando el resto de libertades, empezando por la libertad de conciencia, que es de la que dependen todas las demás. Libertad de conciencia que es imposible dentro de un Estado con ejército permanente, policía a sueldo, etc. Cosa ésta (libertarismo mínimamente honesto) que precisamente manifestaban los padres de la Constitución de EEUU y de los cuales beben muchos, por no decir todos los liberales y anarcocapitalistas (pero como son unos canallas y sinvergüenzas, pues se olvidan de ello).

5- Sí, los anarcocapitalistas no ven mal que algunas personas tengan poder sobre otras personas; ellos en concreto ven bien que existan personas con poder económico, dado que el anarcocapitalismo no incluye ninguna limitación a la propiedad privada ni a la forma de conseguirla. Por ejemplo, los anarcocapitalistas están a favor del trabajo asalariado que es precisamente la principal herramienta del poder como sustituto (más funcional y operativo) de la esclavitud explícita.

Sigamos: El Poder primero y último reside en la fuerza, es el poder de la fuerza y más en concreto el monopolio de la fuerza (que en sistemas con Estado reside en el Estado, y en forma de monopolio).

El Estado, el capitalismo y el trabajo asalariado son vectores de poder concentrado, es decir, vectores de tiranía; tanto por separado, como cuando van juntos, que es como van siempre.

La realidad del capitalismo: El Estado creó el capitalismo. Lecturas recomendadas al respecto: una, dos, tres, cuatro, cinco.

Más lecturas recomendadas relacionadas, en concreto sobre el capitalismo español:

LA CONSTITUCIÓN DE 1812 OTORGÓ AL CAPITALISMO LA MAYORÍA DE EDAD, CREÁNDOLO DE HECHO

MATERIALES PARA LA CRÍTICA ARGUMENTADA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812, “LA PEPA”, Y DEL BICENTENARIO

LA CONSTITUCIÓN DE 1812 CAUSA AGENTE PRIMERA DE LA MILITARIZACIÓN DE LA SOCIEDAD

EL CONCEJO ABIERTO Y EL COMUNAL AGREDIDOS POR LA CONSTITUCIÓN DE 1812

DISCURSO PRELIMINAR A LA CONSTITUCIÓNDE 1812

DE LA PATRAÑA DEL “FEUDALISMO” A LA CERTIDUMBRE DEL CAPITALISMO. LOS APOLOGETAS DE “LA PEPA” EN EVIDENCIA

LA MILICIA NACIONAL, UNA ORGANIZACIÓN CRIMINAL AL SERVICIO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812

CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL Y LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1812. LA VERDAD DESNUDA

CÁDIZ 1812. LA CREACIÓN A VIVA FUERZA DE “LA NACIÓN ESPAÑOLA”

Es una entelequia falsaria el «capitalismo sin Estado».

El Estado tiene su propia naturaleza, origen y objetivos, por tanto, el capitalismo, en tanto que hijo de aquél, no puede estar, y no está, al margen de dichas naturaleza, origen y objetivos. Además, la historia nos dice que fue precisamente el liberalismo (las revoluciones liberales), desde sus inicios, el que agigantó el Estado. A más liberalismo, más Estado, y viceversa; eso es lo que demuestran los hechos (hechos que a nadie importan, porque todos, estatistas y capitalistas del pueblo llano, prefieren vivir ideologizados y prefieren seguir alimentado el falso debate Estado contra Capitalismo, y viceversa).

No puede haber capitalismo sin Estado.

El comercio (y el «libre mercado») no es lo mismo que el capitalismo. Mercado siempre ha habido, de una u otra manera. En la demonizada Alta Edad Media también, en la cual (y para el caso de la Península Ibérica) los pueblos de la mitad norte se autogobernaban en Concejo Abierto, con derecho consuetudinario, mandato imperativo, bienes comunales, propiedad privada familiar, y pueblo en armas (milicias concejiles). En esos lugares y en esa época se comerciaba entre concejos, y en su mayoría en forma de trueque, no con moneda; ésta sólo funcionaba en el entorno (por desgracia existente) que controlaba el otro poder paralelo al poder del Pueblo autogobernado en Concejo Abierto: el trío Corona-Clero-Nobleza.

Esa es la razón de la demonización de la Edad Media, porque fue una época sin poder concentrado, ni político, ni económico, ni militar. Y es que el relato de que el pueblo siempre estuvo bajo el yugo del poder es el relato que lógicamente interesa (y crea) toda élite de poder. La mayor parte del relato antifeudal se basa, además, en la baja edad media, que es cuando el PODER CONCENTRADO (que desapareció a la caída de Roma) empezó a ser de nuevo notorio (y más aún durante el llamado Renacimiento, que efectivamente fue el renacimiento del poder concentrado).

Aun con todo, el capitalismo, tal y como lo entendemos, no se creó en el siglo XIV en Florencia, Venecia y Génova (como reza la versión oficial); en esa época el pueblo llano vivía todavía en un 90% al margen de ese «capitalismo» incipiente y disfuncional que sólo operaba en las ciudades; un capitalismo que no hubiera ido a mucho más si no es, precisamente, por la intervención posterior del Estado. De hecho, los reyes de aquella época criticaban el poder y los desbarajustes que estaba creando ese incipiente «capitalismo» (digamos, al margen del Estado) y tomaron medidas… ¿Cuáles?

El capitalismo que conocemos no es aquel que era disfuncional funcionando sin Estado (y del que no participaba todo el pueblo llano, que en su mayoría era rural), sino el que se basa en la destrucción del mundo rural para provocar las migraciones masivas a las urbes, que es donde estaban las fábricas y el ESTADO. Y el objetivo era generar trabajo asalariado de forma masiva, para generar impuestos de forma masiva, con los que financiar las empresas de guerra y conquista, es decir, objetivos militares-imperialistas. Y esto tuvo lugar en la Revolución Industrial inglesa (y en la revolución burguesa francesa). Las necesidades imperialistas del ESTADO inglés generaron la revolución industrial e impulsaron el capitalismo. Allí, en Inglaterra, el paso previo a la revolución industrial fue la imposición de los enclosures (cercamientos) en los siglos XV y XVI. De tal forma que el Estado inglés eliminó las «tierras de uso común». En Inglaterra no existía como tal el Comunal que sí existió en la Península Ibérica; allí eran «tierras de uso común», que no es lo mismo que comunales (hay una diferencia esencial entre propiedad y jurisdicción). Así potenciaron el imperialismo inglés (empresas de guerra y conquista), y así se potenció el Estado (y por tanto la concentración del poder militar, político, judicial, etc. y el poder económico del propio Estado) y así se potenció el capitalismo (la concentración de poder económico privado) en todo occidente. Y así se creó luego el Estado de Bienestar, con el que bajo el espejismo de libertad (en realidad comodidad a cambio de libertad) el poder constituido fue destruyendo al PUEBLO.

El capitalismo sólo pudo prosperar debido a la intervención del ESTADO para obligar a las gentes del mundo rural a emigrar a las fábricas y a las ciudades, y con el cobro masivo de impuestos a raíz de la masificación del trabajo asalariado. Y el feminismo posterior también aumentó y aumenta el trabajo asalariado, por tanto también hace crecer al Estado y al Capitalismo. Y la inmigración masiva (con sustitución de población) completa el ciclo arrasador (de todo) de acuerdo a la lógica del poder (en este caso lógica estatocapitalista).

La «finanza», que ya existía en el siglo XIV, no es lo determinante del capitalismo (como sí afirma el conspiracionismo), sino que lo decisivo es el factor humano y la producción. Lo que hizo el poder constituido fue capitalizar (en tanto que monetarizar) la totalidad de la existencia del pueblo llano. El «capitalismo» del siglo del siglo XIV era cosa de ricos y poderosos, el pueblo llano vivía al margen, como siempre. Una vez que el capitalismo se impuso como única forma de existencia, comenzó a bajar (que no desaparecer) la importancia de la producción y a subir la importancia de la finanza, y con ésta aumentó la especulación y el parasitismo desde arriba; y luego llegó -se sumó- el parasitismo desde abajo, con el «Estado de Bienestar», el derechohabientismo y la victimización sistemática de colectivos destinados a ser salvados por el Estado y por la gran empresa capitalista; «salvación» mediante el trabajo asalariado masivo pagador de impuestos, que es la herramienta de dominación principal de ambos entes-estructuras de poder concentrado (Estado y Capitalismo).

Resumen: Sólo cuando el Estado (con su ejército, poder represivo) y su legislación (no los ricos al margen de cualquier ley) consiguieron intervenir de forma rotunda en el medio rural, fue cuando el capitalismo empezó a funcionar realmente de forma generalizada.

El que tiene el poder de la fuerza es el que puede robar y/o recaudar impuestos (expoliar) a la fuerza. Así empezó a tener poder la casta guerrera, que fue la que creó el proto-estado inicial hace 5.000 años (otros dicen 10.000 años) usando la rapiña como forma inicial de cobro de impuestos. Luego el Estado evolucionó a guerrero-sacerdotal, luego militar-sacerdotal, luego militar-capitalista. A poco que nos fijemos, veremos que el denominador común es el poder de la fuerza (el poder primero y último siempre es el poder de la fuerza, no el poder económico, ni la religión, ni  tampoco «la razón»).

Con el paso de los siglos, el Estado se dio cuenta de que con el látigo no podía conseguir la financiación suficiente para sus empresas de guerra y conquista. Llegó, por tanto, ese primer y disfuncional capitalismo en el siglo XIV-XV, y finalmente se impulsó el capitalismo con la ayuda de la imposición (a la fuerza) del trabajo asalariado masivo (pagador de impuestos), creando  así el capitalismo tal y como lo conocemos. Lo llamaron «progreso» y «emancipación» del Pueblo. Eso tuvo lugar en Inglaterra, en la llamada «Revolución Industrial» que, como se ha dicho antes, fue impulsada para poder financiar las empresas de guerra y conquista de Inglaterra. Estrategia que, obviamente, imitaron el resto de Estados. El capitalismo de Estado estilo soviético fue un intento de competir con el capitalismo de la socialdemocracia liberal, con el resultado que todos conocemos, derrota del primero. China es el mayor ejemplo de hiperEstado con HiperCapitalismo, y ese es el modelo (quasi explícitamente esclavo) al que nos lleva el dúo ESTADO-CAPITAL europeo.

En el artículo que sigue a continuación los propios liberales entienden que un libre mercado con trabajo asalariado (es decir, el capitalismo «perfecto» de los anarcocapitalistas) es nocivo, porque no existiría el «Estado Mínimo» que garantizara las libertades y la propiedad privada de los liberal-capitalistas. Un «Estado Mínimo» que es una entelequia-oxímoron contra-natura, porque el poder concentrado siempre tiende a crecer sin solución de continuidad (hasta que destruye todo; momento éste el que, por cierto, se abren ventanas de libertad que el pueblo llano debe aprovechar para recuperar libertad).

Artículo: La defensa del liberalismo frente a libertarios y anarcocapitalistas

Con lo que los liberales afirman en ese artículo (afirmación no exenta de verdad), los liberales esconden, por tanto, que sí es posible un libre mercado, pero sin Estado, sin Capitalismo y sin trabajo asalariado (o el menor posible), que es la situación que se daba, por ejemplo, en la Alta Edad Media Hispana (que no «española»); periodo éste que todos ellos, capitalistas y estatistas, nazis y antinazis, por resumir, e incluso la Iglesia (los creyentes), demonizan, esconden u olvidan. Así es, la Iglesia sólo saca pecho de sus logros a partir del renacimiento, que fue cuando la Iglesia alcanzó un poder notorio (es decir cuando se concentró de nuevo el poder; el suyo y el de la corona y el de la nobleza; todos ellos por encima del pueblo).

Sólo algunos (no todos) anarcocapitalistas mencionan algo la existente libertad de la Edad Media (por ejemplo Miguel Antxo Bastos), pero lo hacen de una forma muy concreta-sibilina (que les permiten estar a dos aguas, por lo que pudiera pasar): afirmando, de facto, la imposibilidad de un capitalismo sin algún tipo control o contrapoder, tomando como ejemplo precursor el capitalismo incipiente de la baja edad media dentro de un sistema sin un poder concentrado estatal (cierto es), pero sí con un poder desconcentrado llamado feudalismo (que ciertos anarcocapitalistas ven como mal menor, y que en realidad no se dio como tal en la mitad norte de la Península Ibérica durante la Alta Edad Media).

La realidad del supuesto (y falso) enfrentamiento Estado-Capitalismo:

La seguridad defensa (física y jurídica) son muy caras y difíciles de gestionar para el Gran Capital (no serían viables), y esto es así ahora y siempre; por eso éste delega en el Estado dichas funciones. Así, el Estado, con los impuestos que cobra al Pueblo (con el expolio al Pueblo), costea los gastos de defensa (física y jurídica) del Gran Capital, pero garantizándose al mismo tiempo el monopolio de la violencia y de la justicia; es decir, las minorías poderhabientes que conforman el Estado se garantizan a sí mismas su existencia vía expolio del Pueblo (expolio con el que se sufragan precisamente los gastos de protección del Gran Capital por parte del Estado). De esa manera todos salen ganando menos ¿quién?; menos el Pueblo, que es sometido y expoliado por partida doble: sometido por el Estado y expoliado por el Gran Capital (y en definitiva por el capitalismo).

La cruda realidad es que el Gran Capital es el capitalismo verdaderamente triunfante-exitoso, por tanto es mejor capitalismo que el pequeño capitalismo de pymes que apenas llega a fin de mes. Es necesario hacer esta matización porque los anarcocapitalistas afirman que el Gran Capital es lo que es (poder concentrado económico) porque está apoyado por el Estado, y que ellos, los anarcocapitalistas, hablan de una economía capitalista en la que supuestamente no podrían generarse multinacionales gigantes porque no estarían apoyadas por el ESTADO.

¿Esa afirmación tiene alguna verosimilitud? NO.

El capitalismo triunfante-exitoso lo es según la propia lógica y criterio de los capitalistas («el que es mejor… gana»); por tanto no nos estamos inventando nada. Así es, el mejor capitalismo es el que se impone, el que gana, por tanto el mejor capitalismo es el Gran Capital es la Gran Empresa Capitalista Multinacional.

Porque la cruda realidad es que en esa hipotética (e imposible) sociedad capitalista sin Estado (según la propia lógica capitalista) también se generarían mega empresas, porque cuando unas empresas son mejores que otras, las primeras terminarían (como siempre terminan) por derrotar a las segundas, y, por tanto, las mega-empresas vencedoras se convertirían en oligopolio, y finalmente en monopolio, es decir, en Estado. Y eso es precisamente lo que el Estado regula; pero no para que eso no suceda, porque como vemos sucede igualmente con Estado (empresas gigantes pero que no llegan a ser Estados porque no tienen el monopolio de la violencia, de la justicia, etc.), sino que lo regula por dos razones básicamente:

Primera razón: Atender a las necesidades más importantes del Estado, que son la de seguridad y defensa (pero no de la población, sino de las minorías poderhabientes que conforman el dúo Estado-Gran Capital).

Así es. Cuando es época tranquila y/o de «vacas gordas», y con la seguridad y defensa del Gran Capital garantizadas por el Estado, éste da manga ancha al Gran Capital, ya que a más mercado y a más capitalismo, más impuestos recauda el Estado. Pero cuando llegan tiempos difíciles, el Estado pone coto al Gran Capital.

Ahora, en el siglo XXI, el Estado precisamente está poniendo coto al Gran Capital, pero muchos creen que el Estado lo está beneficiando, por ejemplo a las Eléctricas; pues no, lo que hace el Estado es mandatar a las grandes empresas energéticas para que ésta hagan lo que tienen que hacer según el interés actual del Estado, y éste, por supuesto, las mantiene con ganancias, porque de lo contrario no podrían llevar a cabo el mandato del Estado. Otro tanto sucede con la (estratégica) industria del automóvil: todos los fabricantes de automóviles se están quejando de las medidas «anticontaminantes» que impone la UE (que es una asociación de Estados), pero tienen que cumplirlas. Los conspiracionistas creen que es cosa de judíos, masones y «globalistas» (no dan para más).

Segunda razón: Que parezca (se genere el falso debate de) que el Estado y el Capitalismo son enemigos.

Y eso es lo que vemos; siempre están todos (estatófilos y capitalistas) metidos en un falso debate sin fin, y además están orgullosos de ello (de creer que tienen razón, unos y otros). Les da igual la verdad y la evidencia, sólo quieren tener razón, y se irán a la tumba creyendo que la tienen.

Repitamos: El Estado o proto-estado existe desde hace 5.000 años (otros dicen 10.000). Y ese proto estado era la casta guerrera, es decir, el poder de la fuerza. Luego el Estado evolucionó a guerrero-sacerdotal, luego militar-sacerdotal, luego militar-capitalista. El denominador común es el PODER DE LA FUERZA. Y es el Estado y sus necesidades de financiación el que crea el capitalismo, por tanto el que crea el Gran capital.

El capitalismo (que en definitiva supone la total monetarización de la existencia: todo se compra, todo se vende, hasta el alma) es más operativo y no da tan mala imagen al poder, como, por ejemplo, ir confiscando a la fuerza lo que el pueblo produce, que es lo que hacía el Estado (o proto-estado) antes de diseñar el capitalismo, el real, el que conocemos, no el capitalismo disfuncional original, sin Estado pero también con trabajo asalariado; éste en la forma de sustituto de la esclavitud explícita.

Por esa razón empezó la acuñación de moneda; y esa acuñación no la hicieron los «capitalistas» al margen del Estado, sino que la acuñaba el Rey en persona, con su propia efigie. Con moneda era más fácil el asunto del cobro de impuestos (que es lo determinante para la financiación del Estado con formas «legales» revestidas de «progreso»). El Estado es una imposición a la fuerza, no lo eligió el Pueblo. Luego, con el paso del tiempo, el Estado se ha ido autolegitimando creando la sensación de dependencia dentro del Pueblo. Eso lo hizo (y lo sigue haciendo) por medio del sistema educativo obligatorio, y luego con el Estado de Bienestar (amén de la casta intelectual, casta estetocrática y medios de comunicación, siempre al servicio del Poder).

No, en realidad nadie quiere que exista un poder concentrado como es el Estado. Si fuera así, todos seríamos globalistas, es decir, todos veríamos como bueno que existiera un único poder concentrado planetario (estatista o capitalista, tanto da). Pero como la idea de «Estado necesario e imprescindible» ha sido metida a fuego (por el propio Estado) en el cerebro de la gente (mediante el sistema educativo obligatorio), pues la mayoría se contenta con con haya Estados diferentes porque creen que eso no es poder concentrado (porque no es un poder planetario). Pero no, no es así; de hecho, es la existencia de ese poder concentrado estatal lo que lleva lógicamente a que los Estados fuertes se coman a los pequeños, y finalmente se vaya conformando una especie de globalismo de Estados asociados (bloques geopolíticos-geoestratégicos). El «globalismo», por tanto, no es cosa de élites globalistas «antiestatales», sino que es cosa de Estados, es cosa de la lógica del poder concentrado. Y como se ha dicho, el PODER siempre tiende a crecer hasta destruir todo.

Repitamos:

Milei es estatista en tanto que anarcocapitalista, porque el anarcocapitalismo no puede existir. Es decir, mostrando como alternativa algo que no puede existir, lo que hace Milei, de facto, es impedir que surjan movimientos realmente ANTI-ESTADO, porque las personas anti-estado creen ser representadas por Milei.

Y como siempre, recordemos que la propuesta del movimiento por una REVOLUCIÓN INTEGRAL COMUNAL, no es un retorno al pasado, ni es una visión idealista del mismo, sino al contrario, una visión y análisis del pasado que nos ha permitido identificar los errores del pasado en la lucha del pueblo por su libertad, para, precisamente, no repetirlos cuando se vuelvan a abrir esas ventanas de libertad; para estar preparados para la REVOLUCIÓN cuando se den las condiciones objetivas y subjetivas para ello; momento ese que se está acercando. 

Lo que va a llegar es el MOMENTO para la revolución, pero la REVOLUCIÓN no llega por sí sola, sino que hay que hacerla. O se hace o no se hace, no hay más alternativas. Todo aquel del PUEBLO LLANO (de los sin poder) que no quiera hacerla sólo tendrá la opción se seguir siendo toda su vida un OBJETO PASTIVO DE LA HISTORIA y obedecer al PODER CONSTITUIDO. El que sí quiera sumarse a la REVOLUCIÓN podrá ser un SUJETO ACTIVO DE LA HISTORIA, y podrá combatir realmente a ese PODER del que tanto se queja (y que tanto le hace llorar y patalear).

 

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