• Categoría de la entrada:Artículos
  • Autor de la entrada:Sandra de Miguel Moller. Colectivo Amor y Falcata

Y con razón serán llamados miserables los que se anegan en una felicidad desmedida, donde, como en un mar tranquilo, los detiene una calma nunca rota. Cualquier trance que les sucediere será una novedad: las cosas adversas atormentan más a los faltos de experiencia.” 

Séneca

“Educación a cargo de instituciones estatales o privadas es violación de la libertad de conciencia, mientras que autoeducación es construcción del sujeto a partir de sí mismo y de sus iguales, sin adoctrinamiento.”

Félix Rodrigo Mora, María del Prado Esteban

 

Debido a un creciente rechazo popular hacia el sistema educativo convencional, cada día más gente apuesta por pedagogías alternativas.

Este fenómeno es comprensible, pues la función primordial del sistema educativo institucional es amaestrar y adoctrinar a los más jóvenes. Su meta es construir seres dóciles políticamente, que no piensen ni sientan por sí mismos. Igual que las instituciones privadas o concertadas, dado que siguen las mismas pautas, normativas, procedimientos y currículos que las estatales.

Es más, gracias al “maravilloso” partido Podemos, ahora los niños son triturados desde los 4 meses. Obviamente, según su habitual demagogia, implantaron esta “mejora” para “liberar” a las mujeres de la “carga” de la maternidad; es decir, para poder ser explotadas al máximo en la empresa. Puesto que dedicar nuestro tiempo a nuestros hijos, educarles con amor y dedicación, nos esclaviza como mujeres. Como dijo la impulsora número uno del feminismo Simone de Beauvoir: “Las mujeres son esclavas de la maternidad. La maternidad es una cárcel.

De hecho, esta mujer odiaba su condición de mujer, como expone en su libro El segundo sexo, al tiempo que practicaba la pederastia, hecho comprobado y por lo que fue juzgada.

A pesar de esto, hoy en día, hemos de ser todas y todos, perdón, todes, feministas. O, mejor dicho, feminazis, ya que debemos odiar a los niños, y a los hombres, tanto como nuestros dominadores nos odian a nosotras.

En cuanto al sistema educativo, éste aniquila, en primer lugar, la capacidad de amar de los niños, pues les separan con sólo unos pocos meses de la única persona que existe para ellos y quien les puede impregnar de las sensaciones, emociones y sentimientos amorosos, su madre.

Una vez calcinada esta faceta puramente humana, prosiguen con un amaestramiento y adoctrinamiento masivos, los cuales, en el mejor de los casos, acaban a los 16 años; si bien más de la mitad de los jóvenes continúa en la universidad hasta los 24 aproximadamente.

De tal forma que, tras esos 20 años de trituración promedio, el resultado es un tipo de sujeto sin cerebro ni corazón, sin pensamiento propio ni mucho menos crítico; altamente competitivo y receloso de sus iguales; sin creatividad y totalmente pasivo ante la vida que le rodea, en especial hacia lo transcendente; sin ningún valor ético o moral; carente de fortaleza de espíritu; completamente aculturado; sin referencia histórica cultural ni existencial; solitario y depresivo, así como altamente patológico.

Ante esta cruda realidad, algunos padres buscan una alternativa para educar a sus hijos, siendo más o menos conscientes del horror que se sufre en las aulas. Habitualmente éstos se cruzan con pedagogías aparentemente alternativas, las cuales afirman otorgar una educación integral y holística. Dicen respetar la libertad del niño, creyendo en sus capacidades innatas y potenciándolas; como la creatividad, autonomía, sensibilidad, entendimiento, etc.

Pero, ¿cuánta verdad hay en estas afirmaciones?

Con el fin de aportar alguna luz en esta dirección, analizaré la pedagogía alternativa más extendida hoy en día. Aunque, en verdad, este análisis es válido para las demás pedagogías supuestamente antisistema.

Esto es así porque ninguna posee la noción de sujeto que se autoconstruye a sí mismo. Como tampoco una cosmovisión ni unos valores verdaderamente humanos y transformadores. Cuando estas pedagogías surgieron, y casi todas aparecieron durante el siglo XX, no se propusieron superar las graves taras del orden vigente, sino meramente acometieron una crítica superflua y reformista. De ese modo aceptaron los valores fundamentales del sistema tiránico que padecemos y rechazaron algunos aspectos secundarios, en el mejor de los casos. Como resultado, los niños que crecen bajo estas pedagogías acaban por ser esclavos con mentalidad de esclavos.

La pedagogía Waldorf

Esta se basa en los principios metodológicos que Rudolf Steiner diseñó o, mejor dicho, se inventó, ya que no llevó a cabo ningún estudio ni análisis reflexivo.

Se dice que Steiner fue un pedagogo, filósofo e incluso revolucionario de la educación, y pionero en otras materias como la antroposofía, en la cual está basada su teoría pedagógica, la agricultura biodinámica y la medicina antroposófica.

En 1919, se le presentó la oportunidad perfecta para empezar a expandir su metodología de la mano del empresario Emil Molt, propietario de la tabacalera Waldorf-Astoria Cigarrette Company de Stuttgart (Alemania). Éste le encargó que fundara una escuela para los hijos de sus empleados, ya que era un fiel seguidor del pensamiento de Steiner y su teoría antroposófica. Así nace la pedagogía Waldorf, adquiriendo el nombre de esa famosa marca de tabaco. Ya sólo el nombre suscita cierta reticencia a admitir que es positiva para la educación de nuestros hijos e hijas.

Después de 100 años de existencia, habiendo pasado millones de personas por sus aulas, el resultado es estremecedor. De hecho, igual, o incluso peor, que la educación estatal. Lejos de formar personas críticas con el sistema, aportando ideas creativas, capaces de vislumbrar y perseguir una cosmovisión distinta a la establecida por las élites, apostando por un cambio revolucionario de la sociedad y, por ende, del sujeto, han formado a multitud de “profesionales” elitistas, quienes no han hecho otra cosa que promover, proteger y reforzar el orden establecido; entre los más destacados: medios y altos funcionarios, arquitectos, periodistas, profesores, políticos, científicos, grandes empresarios, artistas y, sobre todo, actores famosos.

Sigamos con el análisis de su teoría. En su libro Cosmic Memory: Prehistory of earth and man, o Memoria Cósmica, prehistoria de la tierra y el hombre, explica que: “El hombre puede penetrar a los orígenes eternos de las cosas que se desvanecen en el tiempo. Un hombre amplía su poder de cognición de esta manera si no está limitado a la evidencia externa donde el conocimiento del pasado se encuentra… En gnosis y en teosofía es llamada ““El registro Akáshico””. Para aquellos no iniciados que no se han convencido aun así mismos de la realidad de un mundo espiritual separado por su propia experiencia, el iniciar parece ser una simple visión, si no es que algo peor. Aquél que haya adquirido la habilidad de percibir en el mundo espiritual llega a saber eventos pasados en su personaje eterno.”

Dicho de otro modo, no es necesaria la formación, ni el esfuerzo por la verdad, de la persona para adquirir conocimiento, como tampoco importa la experiencia de ésta, dado que podemos sustraer toda la sabiduría del mundo espiritual, a través de este registro akáshico y nuestras reencarnaciones pasadas.

Si profundizamos más en su teoría encontramos que, aparte de promulgar la ley del cero esfuerzo y la ataraxia, su inclinación orientalista tiene una función aculturadora. Por ejemplo, el famoso registro akáshico proviene de un término hindú, el cual significa “archivos de las memorias del alma”; o sea, las reencarnaciones del alma de la persona, las cuales otorgan todos los saberes que uno desee a través de dicho registro. Otro invento descollante suyo es la euritmia, una especie de yoga-baile para niños, donde a través de determinados movimientos corporales “armonizan” sus almas, con o sin música.

El problema es que para este señor valores como la autodisciplina, la libertad de conciencia, el esfuerzo, la humildad, la entrega, la reflexión, la valentía, etc. no significaban nada, pues, según él, podía comprender todo sin, literalmente, mover un dedo. Empero, no estaríamos analizando sus chaladuras si éstas no se estuvieran popularizando y, a su vez, materializando; con terribles consecuencias para millones de niños.

A continuación, presento las características fundamentales de su metodología, así como sus “fines”:

  • A pesar de dar un máximo valor a la naturaleza, lo cual considero que es un aspecto positivo de su teoría, los primeros que pudieron “disfrutar” de sus enseñanzas se encontraban en las inmediaciones de una fábrica. No se me ocurre un sitio más artificial y, por consiguiente, menos natural que dicho establecimiento. Lo mismo ocurre en la mayoría de escuelas infantiles, colegios e institutos que siguen este modelo, ya que se encuentran en medio de la urbe y el espacio más natural al que pueden acceder es un parque. E incluso aquellas que se encuentran en medio del bosque, siguen estando desconectadas de la vida diaria y real de los niños, así como de sus familias, amigos, vecinos, etc.
  • La importancia del uso de materiales naturales, en especial en las escuelas infantiles, también es algo positivo a tener en cuenta, en contra del plástico y demás productos tóxicos. Sin embargo, proporcionar objetos menos procesados y seguir en un ambiente completamente artificial, alejado de la vida convivencial y experiencial con el resto de la comunidad y familia, resulta anecdótico.
  • A diferencia de las demás instituciones académicas, no promueve la competitividad, por no calificar a sus alumnos a través de notas absurdas y exámenes, que lo único que consiguen es la acumulación de datos por mera repetición y memorización, sin ninguna reflexión. No obstante, desde Waldorf no se propone ninguna vía para la transformación de las personas ni el establecimiento de una sociedad opuesta a la actual; por tanto, gracias al resto de medios de propaganda y adoctrinamiento del sistema, los niños acaban por ser egocéntricos, competitivos e inmorales. De ahí sus resultados que anteriormente se comentaron. Así mismo, su silencio al respecto denota su complicidad con las instituciones.
  • Dice promover el pensamiento crítico y reflexivo Pero, por otro lado, deja bien claro en su teoría que el niño no está preparado para esta tarea hasta mínimo los 7 años, ya que prioriza fomentar su clarividencia innata. Asegura, además, que el pensamiento racional es un obstáculo para el desarrollo de su espiritualidad (como la entiende él) y dicha clarividencia. Recalco la contradicción de su teoría al atestiguar que promueve el pensamiento crítico, cuando en realidad no les deja pensar y ni siquiera considera que sean capaces de hacerlo hasta esa edad. Con su continuo ataque a la racionalidad, oculta la importancia del pensamiento autónomo complejo, el cual comienza a desarrollarse en el niño desde el mismo momento que empieza a hablar y a tener conciencia de sí mismo, como individuo autónomo e independiente. Además, oculta la importancia del estudio de los clásicos, hecho que muestra su propósito aculturador y estupidizador.
  • Como explica Steiner, el objetivo general del plan de estudios es “impregnar al niño con la sensación de que el mundo es bueno”. Esto es engañar por completo a los jóvenes, haciéndoles vivir en el país de la piruleta permanentemente, incapaces de afrontar la vida real y entender el mundo por lo que realmente es. Las personas vivimos en una constante dualidad, es decir, existe lo bueno y lo malo. Somos capaces de hacer el bien tanto como el mal, así como hay dolor y placer, tristeza y alegría, amor y odio, vida y muerte, etc. Es nuestro deber como adultos mostrar a los niños el mundo tal cual es, y no sólo parcialmente, como pretendía Steiner, desarrollando así los valores que les permitan autoconstruirse en la fortaleza, la búsqueda de la verdad, la virtud, el esfuerzo, la valentía, la inteligencia, la emocionalidad, la sensibilidad, etc. a la vez que autoconstruirnos nosotros mismos. Como dice Félix Rodrigo Mora “La vida es una constante lucha del yo contra el yo”. Quien no quiera comprender la necesidad de la autoconstrucción del sujeto, se verá arrastrado por diversas ideologías tales como el buenismo, victimismo, pacifismo, ecologismo, feminismo, etc. que lo único que promulgan es la total irresponsabilidad de los propios actos de la persona, su incapacidad para resolver y escoger su propia vida, así como la súplica de constantes ayudas provenientes de las élites, infantilizando completamente a la persona, anulando su inteligencia y, por tanto, despreciando al sujeto; convirtiéndole en un inútil, un ser pasivo que ni siente ni padece.
  • Otro objetivo, con el cual en principio estoy completamente de acuerdo, es “convertir a los jóvenes en personas libres, moralmente responsables e integradas”. Sin embargo, este propósito no sólo está ausente en la práctica pedagógica, sino también en el desarrollo mismo de su teoría. Más aún, Steiner afirma que los jóvenes no están preparados para perseguir dicha meta hasta los 14 años. En realidad, esto es absurdo puesto que los valores y la axiología han de estar presentes desde el mismo nacimiento. Si bien, ya que tanto en su propuesta pedagógica como en la del Estado los niños están aniquilados para esa edad, su hipocresía y demagogia resulta redundante. De hecho, a esa edad ya podrían y deberían ser adultos; es decir, hacerse responsables de su existencia, contribuir a la comunidad y autoformarse.

En definitiva, al rechazar la disciplina, el esfuerzo, o la aceptación del sufrimiento y el dolor, elementos imprescindibles para la autoconstrucción del sujeto, no hace más que abanderar la pasividad, el infantilismo, la más pueril felicidad, la docilidad, la sumisión, etc. Sin las aptitudes arriba mencionadas una persona no puede desarrollar sus capacidades reflexivas, volitivas, emocionales, artísticas ni pasionales. Tal y como expone Séneca, “las dificultades fortalecen la mente, como el trabajo lo hace con el cuerpo.”. Por otro lado, E. Rojas explica que “el sufrimiento es la forma suprema de aprendizaje”. Y Tácito de verdad eleva nuestro espíritu al afirmar que “con osadía se consiguen muchas cosas que parecen arduas a los cobardes”.

En la práctica, el objetivo es crear personas totalmente desconectadas del mundo real, preocupados por un mundo espiritual abstracto e inexistente, concentradas únicamente en sí mismas, destruyendo completamente al sujeto; así como convirtiéndolo en un tirano, entre otras cosas, por una ausencia voluntaria de límites.

Esta ausencia de límites no sólo la encontramos en Waldorf, sino en el resto de las pedagogías alternativas. Éstas niegan una disciplina absolutamente necesaria, no sólo para los niños, sino para todo ser humano. Acaban por hundirse en un libertinaje puramente tiránico, ya que otorgan todo el poder a unos niños que aún están en pleno desarrollo de sus facultades y necesitan la mano firme y amorosa de un modelo, esto es, sus padres y toda la comunidad en general, educándole a través del ejemplo, la autodisciplina, el esfuerzo, sacrificio, fortaleza, valentía, etc.

La noción de límites es secundaria en cuanto a la autoconstrucción del sujeto, aunque imprescindible. Son necesarios en todas las dimensiones de la existencia.

A nivel individual requerimos mantener un equilibrio entre los diversos constituyentes de nuestro ser. Esto es, necesitamos poner límites a nuestro esfuerzo reflexivo pues también hemos de trabajar nuestra convivencialidad, y viceversa. Lo mismo que precisamos poner límites al desarrollo de nuestra fortaleza interior ya que igualmente hay que laborar nuestra sensibilidad, y viceversa. Y así sucesivamente con todas nuestras capacidades, para ser sujetos integrales, o, simplemente, seres humanos.

En cuanto a lo colectivo, asimismo son obligados los límites. La política es importante, sobre todo para autogobernarnos, y cuando no se pueda, como en el presente, para luchar por su materialización. Si bien hemos de preocuparnos igualmente de la ética, de la sociabilidad, de la verdad, de la libertad de conciencia, de lo festivo, de la economía, de lo transcendente, de lo artístico, etc. Con que, si no establecemos límites entre estas expresiones sociales, la sociedad degenera en un reduccionismo y especialización muy peligrosos.

Así pues, desde pequeños debemos aprender la necesidad de los límites y el esfuerzo por lo integral, lo holístico.

En el fondo, estas pedagogías prefieren olvidar los límites porque les encanta la modernidad. Ésta nos enseña que no debe haber límites al egoísmo y egocentrismo, no hay límites al pisotear al prójimo, no hay límites al poder, no hay límites a la riqueza ni a la propiedad privada, tampoco al desarrollo tecnológico o al control social, ni la destrucción de la naturaleza, y mucho menos a la destrucción del sujeto. Aunque sus disvalores principales son el hedonismo y el epicureísmo, a los que no ponen ninguna traba; los cuales son la mayor fuente de destructividad junto al desarrollo del Estado.

Hay que añadir, además, su adhesión al pensamiento de Nietzsche. En su libro La filosofía de la verdad Steiner enuncia: “Las ideas de Nietzsche permanecieron mucho tiempo en mi mente, pues en ellas estaba reflejado lo que una personalidad debe sentir respecto a la evolución y al ser esencial de la humanidad”.

No hace falta añadir que Nietzsche es el principal ideólogo del nazismo, férreo impulsor del odio interpersonal, la voluntad de poder, el individualismo, etc. Éste entendía el amor al prójimo como una muestra de debilidad. Antonio Hidalgo Diego hace un análisis muy acertado de este sujeto en su libro El minotauro en Alcásser. Crimen sádico, voluntad de poder y feminismo de Estado. Concluye que: “el filósofo prusiano desató su parte más oscura convirtiéndose en Zaratustra, un superhombre amoral que justificaba la práctica de la violencia, el robo y el asesinato en virtud de un desarrollo personal centrado en la satisfacción de la voluntad de poder… por desgracia, el hábil pensador alemán publicó un libro atractivo y bien escrito que ha conseguido tener más influencia que la Biblia, al menos en los dos últimos siglos”.

En conclusión, hay partes de la teoría de Rudolf Steiner que se pueden calificar como parcialmente positivas, si bien, como he analizado, en la práctica de su metodología no se encuentran presentes. Más aún, se puede entrever una finalidad perversa, que es formar personas tiránicas, autocomplacientes, buenistas, perezosas, amorales, victimistas, y un sinfín de adjetivos que ya se han expuesto a lo largo de todo el escrito.

De modo que debemos dejar de delegar en iluminados, sabios, ideologías, pedagogías, teorías, poderes, élites o el Estado, a fin de decidir nuestro modo de pensar, actuar, educar, sentir, sanar, en definitiva, vivir. Ídem, hemos de comenzar a pensar por nosotros mismos, empezando por una autoconstrucción consciente, permanente, reflexiva, sentida; basada en la convivencialidad, el respeto y el amor por los demás tanto como por uno mismo. Igual que combatir por un cambio integral de la sociedad y del individuo, apostando por una vida en comunidad soberana y autodeterminada, en la que la educación de los niños sea gestionada por todos los integrantes de la comunidad, esto es, padres, familia, amigos y vecinos. 

Sandra de Miguel Moller

Colectivo Amor y Falcata

www.amoryfalcata.com

amoryfalcata@riseup.net

Deja una respuesta