Artículo de 2020 de Alicia Melchor, marida de Santiago Armesilla, ambos izquierdistas que son nacional-patriotas, es decir que reniegan del internacionalismo propio de la izquierda. En la Revolución Integral renegamos de los capitalistas, de los nacionalistas, y de los defensores del Estado. El artículo en cuestión se cisca, como suele suceder, en el capitalismo y olvida al Estado. En la revolución Integral afirmamos que Estado y Capitalismo van de la mano, en tanto que padre y hijo. Dicho lo cual, el artículo es interesante, de ahí que lo publiquemos.
Introducción:
I.- La (In)Cultura Urbanita Globalizada y su Nueva Moral.
Tengo muchos amigos, cada vez más, que no consideran «moralmente lícito» comer carne de otros animales. Y ya no se trata de una cuestión marginal, se está convirtiendo en una nueva ética, un nuevo tabú cultural [1]
Nada que objetar al tabú en sí, yo mantengo otros, como por ejemplo no comer carne humana, por eso sé que contra el dogma es difícil razonar [15].
Nada que objetar tampoco a los cambios: la antropología me enseñó que la moral humana no es universal ni inmutable, y que lo que en una determinada sociedad y en un determinado momento es perfectamente admisible, en otra sociedad o en otro tiempo, se considera un comportamiento socialmente pernicioso.
II.- La Cadena Trófica
Yo soy omnívora, como lo ha sido el 99% de la humanidad a lo largo de su historia. Y no me avergüenzo, porque para seguir vivos, todos los animales necesitamos comer otros seres vivos. El lince caza conejos y el conejo come hierba, de la misma manera que nosotros, primates homínidos, ocupamos nuestro puesto en la cadena trófica, de la que somos otro eslabón. Como el resto de animales, debemos alimentarnos de acuerdo a nuestra propia biología[7].
Empezamos recolectando y luego aprendimos a sembrar, empezamos cazando y luego aprendimos a criar animales, como las hormigas pastorean pulgones por las plantas más dulces, para luego «ordeñarlos».
El origen más probable de la ganadería es la alianza entre el humano y el lobo, en un principio para cazar, y luego, gracias a su domesticación, que nos ayudaba (y aún nos ayuda) a proteger el ganado de otros depredadores, el homínido empezó a hacerse pastor. Así fuimos asentándonos y formando tribus cada vez más grandes.
Comer carne no es una afición, ni una necesidad circunstancial asociada a un momento histórico o a un modo de producción concreto. El mundo puede haber cambiado mucho en los últimos siglos, pero nuestro cuerpo sigue estando diseñado para comer carne, la biología no es una elección.
III.- Los Sentidos de las Plantas
También establecen relaciones sociales: se ha demostrado que unos árboles ayudan a otros, pero no a todos en la misma medida, sino que eligen a sus amigos. A través de las raíces los progenitores entran en contacto con sus retoños y les proporcionan azúcar y otros nutrientes (podría decirse que los árboles bebé son amamantados). Un árbol recién nacido en un bosque denso, es alimentado y cuidado por su familia durante unos 15 años [10].
IV.- Responsabilidades con el Ecosistema y Nuestra Propia Biología
Los animales humanos somos responsables de nuestras relaciones y actuaciones con las demás especies y con el ecosistema, que es común. Pero de lo que no somos responsables, ni como especie ni como individuos, es de nuestra propia biología: de que para seguir vivos necesitemos comer otros seres vivos (sean animales o plantas). Ni tampoco de ser animales biológicamente diseñados para comer carne (por eso necesitamos B12) [7].
Nuestra responsabilidad moral como especie (la que hemos heredado de nuestros antepasados), es cuidar la salud y el equilibrio de los ecosistemas y recursos que lo conforman. De ello depende la salud de toda la cadena trófica, y en consecuencia, la nuestra.
Pero no creo que nuestra obligación moral sea conceder a ciertos animales algo así como «derechos humanos». Una hipotética legislación antiespecista requeriría crear la figura legal de *animales sintientes*, sujetos con derechos pero sin deberes, figura que ahora mismo no existe en el sitema legal, ya que tanto los menores como los incapacitados psíquicos están sujetos al código penal y ambos tienen obligaciones fiscales que deben cumplir a través de sus tutores legales.
V.- Antiespecismo y Animales Sintientes
Por otra parte (y aquí está el meollo de la cuestión) no está muy claro cuáles serían los *animales sintientes*, (¿un mejillón es sintiente? …no lo saben ni ellos); es una cuestión de empatía, y por eso suelen conceder tal categoría a los más antropomorfos (está demostrado que, especialmente en mujeres, mirar fotos de crías de ciertas especies animales, especialmente las más parecidas a las crías humanas, reduce las ganas de comer carne. ¿responde el animalismo a un instinto maternal mal encauzado?). Además, el antiespecismo no contempla las especies vegetales, así que un árbol centenario, o el propio ecosistema, estarían menos protegidos que una mascota en un hipotético marco jurídico antiespecista.
El verdadero carácter individualista, emocional y anticientífico del antiespecismo, aflora frente al principio comunitarista de la ecología.
El antiespecismo antepondrá los intereses de los animales «sintientes» a los del Ecosistema; porque unos le provocan empatía y del otro lo desconoce todo, hasta sus más básicos principios.
Creo yo que si para respetar al ecosistema o a los seres que lo habitan necesitamos equipararlos a un ser humano, es que nos hemos convertido en una sociedad profundamente antropocéntrica. Una sociedad que necesita humanizar a perros, gatos, cerdos… porque no es capaz de respetarlos ni entenderlos como animales; una sociedad de seres humanos que han olvidado que ellos mismos son animales; una sociedad individualista e hipócrita, de humanos que no saben de dónde vienen, ni a dónde van.
No es ninguna casualidad que el animalismo nazca y crezca en una sociedad cada vez más individualista, en donde la soledad es una epidemia y la desintegración de las tradicionales y sólidas relaciones sociales y familiares, se sustituyen por otras más «ligeras», que no conllevan un compromiso emocional profundo, y por la relación afectiva con las mascotas, mucho menos exigente. Las mascotas colman esa necesidad de amar y ser amados, y por eso necesitamos humanizarlas.
No hace falta ser vegetariano, vegano ni antiespecista o animalista para entender que si criamos animales estamos obligados (por ley, incluso) a tratarlos de la mejor forma posible, de la misma manera que si cultivamos vegetales, tenemos que hacerlo de forma que respete lo máximo posible el ecosistema. Ser omnívoro no significa ser psicópata: cualquiera es capaz de ver diferencias morales entre criar cerdos que no conozcan más que la tortura de vivir en un metro cuadrado sin ver nunca la luz del sol (Cosa que ya pasa en España gracias a las exigencias establecidas por el Código de Protección y Bienestar Animal, en particular a las condiciones de estabulación [18]), y criarlos de forma que se pasen la vida hociqueando en una dehesa o en condiciones salubres bajo techado.
El veganismo es un principio ético, que si se lleva de forma coherente, deriva en el antiespecismo.
Y es lógico que quien tiene una ética antiespecista, no pueda convivir con el resto de la sociedad, se dedique a asaltar granjas y criaderos para «liberar» a los animales, y exija a los omnívoros que modifiquen su dieta.
Las guerras de religión que se dieron en el pasado tenían una razón de ser: valores incompatibles que derivaban en leyes incompatibles. Y eso mismo está pasando aquí: no caben dos éticas contradictorias en la misma legislación, y no caben dos legislaciones contrarias en la misma sociedad.
VI.- Ganadería Tradicional y Ecología
La ganadería tradicional nos ha dado de comer en los últimos milenios manteniendo el ecosistema, mientras que el antiespecismo aboga de facto por dejar la producción alimentaria en manos de los propietarios de las patentes de semillas, los laboratorios de carne sintética y las multinacionales biotecnológicas.
En losmontes y dehesasdonde se cría y se ha criado ganadoen extensivo durante siglos, hay más biodiversidad (pájaros, insectos, anfibios, mamíferos, …sin contar las especies vegetales) que en las grandes extensiones cultivadas, donde lo primero que molesta son los árboles, para arar. Ni los pájaros, ni la mayoría de los insectos, ni los anfibios, ni los roedores, son bienvenidos en una plantación. Ni tampoco lo son en una huerta, ni en un invernadero.
Las cabras adultas ingieren entre 1,5 y 2,5 kg diarios de materia vegetal seca (entre 350 y 1500 g de hojas y brotes de matorrales), mientas que las ovejas adultas en pastoreo pueden consumir de 2 a 3 kg de materia seca diaria (matorral y especies leñosas) que de otra forma se convertiría en combustible de incendios veraniegos (apaga más incendios una oveja en invierno, que un helicóptero en verano). Además, su lana, pelaje y deposiciones son vehículos para la dispersión de las semillas.
La propaganda que pretende demostrar que el veganismo es la opción más ecológica (o sostenible, como prefieren llamarlo), se basa en engañosas teorías elevadas a verdad científica, como la de que «la única forma de producir un kilo de carne es invertir diez de soja«[6].
Parece mentira que sea necesario recordar que la ganadería existió durante milenios. ¿Cómo cree esta gente que nuestros antepasados alimentaban al ganado, antes de que se comercializaran los piensos? ¿No saben que el ganado come broza, maleza y arbustos leñosos que nosotros no podemos digerir? ¿o es que piensan que la ganadería se inventó en el siglo pasado? ¿No saben que somos pastores desde el neolítico?
Sólo alguien que nunca ha visto pastar a un rebaño, sólo alguien totalmente desconectado de la vida rural puede afirmar tal disparate. Pero es esa gente la que se declara ecologista, mientras defiende un escenario en el que los únicos que ganan son los accionistas de Bayer-Monsanto y de la patente de la carne de laboratorio.
Respetable es que cada uno coma lo que quiera, pero no que se pretenda imponer una nueva ética global esgrimiendo falsedades.
En cuanto a la cantidad de carne que puede comer un ser humano manteniéndose saludable, ahí tenemos a los masai (que se tradicionalmente se alimentan a base de sangre, leche e infusiones) y a los inuit (que comen carne cruda, para obtener la vitamina C que no hay en el polo Norte). Durante milenios han basado su dieta en la carne y derivados, y bien sanos que están ellos y sus ecosistemas.
Y es que de eso se trata: de mantener sanos y equilibrados los ecosistemas en los que vivimos. Esa es la responsabilidad que heredamos, y de ello depende nuestra salud y la de todas las demás especies.
* En España consumimos poco más de una tercera parte de los cerdos que criamos, y aún menos nos queda de los beneficios. Eso sí, los perjuicios nos los comemos todos… *
VII.- Ganadería Industrial, Condiciones de Estabulación y Contaminación
VIII.- Ganadería Tradicional y Sistema Mixto: Legislación y Viabilidad Económica.
Pero, ¿podríamos producir suficiente carne para mantener un nivel de consumo similar al actual, utilizando sólo ganadería extensiva y granjas ecológicas?
Tal y como se está demostrando, la contaminación de la producción porcina «intensiva» no era irresoluble. Con esos purines que producen las granjas, difíciles de tratar y gestionar cuando lo que se intenta es hacerlos desaparecer, y que muchas veces acababan contaminando acuíferos y ríos, se pueden fabricar abonos mucho más ecológicos que los fertilizantes sintéticos[3] que se utilizan actualmente en la producción agrícola y que tan buenos beneficios dejan a Monsanto[2].
Ahora bien, el hecho de que la producción de carne tanto en intensivo como en extensivo pueda ser ecológica y productivamente viable, no significa nada. El producto del futuro es la carne sintética [14], que es la apuesta del capital financiero. Al igual que en la producción agraria, el negocio del futuro no está en producir el alimento, sino en poseer la patente y cobrar a los productores por su utilización.
IX.- Biotecnología, Biogenética y Capital Financiero Vs Ganadería: Globalismo contra Soberanía Alimentaria.
Bill Gates ha invertido decenas de millones junto con la Fundación Rockefeller, Monsanto Corporation, Syngenta Foundation, DuPont/Pioneer Hi-Bred y el gobierno de Noruega, entre otros, en diferentes bancos de semillas, acaparando muestras de todas las semillas del planeta en lo que han llamado ‘el banco semillero del día del juicio final’, construido dentro de una montaña en una isla situada en el Mar de Barents cerca del Océano Ártico, a unos 1.100 kilómetros del Polo Norte, en un archipiélago reivindicado por Noruega y cedido en 1925 por un tratado internacional. El banco tiene puertas dobles a prueba de explosiones con sensores de movimiento, dos esclusas de aire, y paredes de hormigón reforzado con acero, de un metro de grosor, y contiene hasta tres millones de variedades diferentes de semillas de todo el mundo especialmente envueltas para excluir la humedad. Además de acaparar semillas, ahora también, Bill Gates se ha convertido en el mayor terrateniente de EEUU [2].
La mejor forma que tiene el capital financiero de hacerse con el sector alimentario a nivel internacional, es fomentar la ideología veganista mientas desarrollan la fórmula de la carne sintética, que pretenden comercializar a gran escala bajo el seudónimo de «carne limpia».
Esta carne sintética tiene una producción bastante gore: se cultivan células sacadas de animales vivos y se las alimenta con suero fetal bovino, que se obtiene de un feto mayor de tres meses, que se saca vivo tras haber sacrificado a la oveja madre. Al feto se le clava una aguja en el corazón y se le saca sangre hasta que muere. Suele tardar unos cinco minutos»[14].
X.- Agricultura, Patentes y Soberanía Alimentaria.
¿Interesa que comamos plantas porque tienen patentadas las variedades de semillas más productivas y los animales se pueden criar sin más trabas que las leyes que nos obligan a criarlos en condiciones prácticamente industriales?
¿Por qué tenemos tanta información y preocupación sobre el cambio climático o la salud del Ártico y tan poca sobre los ecosistemas que nos rodean, la salud de nuestros mares, ríos y acuíferos, los estragos causados por los transvases y sondeos, la gestión de las Confederaciones Hidrográficas, el mantenimiento de montes y bosques, el imparable aumento del porcentaje de suelo asfaltado, la supervivencia de la fauna autóctona o la diversidad genética de nuestra flora, el equilibrio químico y biológico de nuestros suelos, o la eficacia en la gestión de basuras, contaminantes y aguas residuales por parte de nuestros ayuntamientos e industrias?
¿Por qué le llaman cambio climático cuando quieren decir contaminación? ¿Quizás porque la contaminación no le soluciona la jubilación a los políticos que se enriquecen comerciando con cuotas de CO2? ¿Quizás porque la contaminación tiene responsables con nombres y apellidos y el cambio climático es «culpa de todos»?
¿Lo solucionamos todo subvencionando empresas privadas para que produzcan e instalen energías renovables, prohibiendo el acceso a las ciudades de coches no eléctricos, subiendo los impuestos al petróleo, traficando con cuotas de emisión de CO2, pagando impuestos por exhalar?
* ¿En qué ayuda al equilibrio ecológico que acallemos nuestras recién estrenadas conciencias antiespecistas consumiendo Mc Vegan, si no luchamos contra el desenfrenado capitalismo global que esquilma el planeta en beneficio de unos pocos? *
XI.- Conclusiones:
https://aliciaatravespantalla.blogspot.com/p/ecologia-soberania-alimentaria.html