Artículo de 2020 de Alicia Melchor, marida de Santiago Armesilla, ambos izquierdistas que son nacional-patriotas, es decir que reniegan del internacionalismo propio de la izquierda. En la Revolución Integral renegamos de los capitalistas, de los nacionalistas, y de los defensores del Estado. El artículo en cuestión se cisca, como suele suceder, en el capitalismo y olvida al Estado. En la revolución Integral afirmamos que Estado y Capitalismo van de la mano, en tanto que padre y hijo. Dicho lo cual, el artículo es interesante, de ahí que lo publiquemos.

Introducción:

Estamos en 2020 y el animalismo se ha institucionalizado. Tenemos una Subsecretaría del «Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030» que en un principio se llamó «Dirección General de Protección Animal», y que posteriormente cambió su denominación por el de «Dirección General de los Derechos Animales». El cambio es importante, ya que refleja la filosofía del Secretariado: ya no somos los humanos los que tenemos, además de derechos, obligaciones (en este caso tratar bien y proteger a los animales)sino que son los animales los que, sin tener obligaciones, tienen derechos. 
El derecho es una forma de regular las relaciones dentro de las sociedades humanas. No tiene sentido aplicar derechos ni deberes a la naturaleza. Un bosque o una especie animal puede tener una protección especial, pero no por eso adquieren derechos, porque esa protección sólo obliga a los humanos. 
Las hienas, por ejemplo, empiezan a comerse a sus presas por los cuartos traseros, manteniéndolas vivas durante gran parte del tiempo que son devoradas. No podemos decirle a una hiena que su presa tiene derechos, ni obligarla a matar según las normativas que se aplican en los mataderos, por la misma razón que no podemos juzgar y condenar a un león por comerse a una persona. Los humanos estamos obligados, por ley, a sacrificar a los animales según determinados protocolos. Pero es una ley humana y sólo nos obliga a los humanos, no es un supuesto derecho de los animales. Por eso en la naturaleza ese derecho no existe y la presa de la hiena agoniza durante horas mientras es consciente de que está siendo devorada y no tiene escapatoria. Si un bosque tiene protección especial, es porque los humanos tenemos el deber de respetar ciertos espacios protegidos por la ley, y si no lo hacemos, tendremos que hacer frente a las consecuencias penales o civiles. Sólo se puede aplicar el derecho a las actividades humanas, es absurdo hablar de derechos animales.

 
El director de la «Subsecretaría de los Derechos Animales» es Sergio Antonio García Torres, animalista y vegano, activista por los derechos de los animales, coordinador de varias plataformas estatales de ONG de derechos animales, portavoz estatal de Podemos Animalista y propietario de un restaurante vegano. El Sr. Torres, que difunde falacias como que «beber leche supone un maltrato animal, puesto que para que haya leche tienen que quitársela a un ternero» [7], es el encargado de desarrollar la futura Ley de Bienestar Animal, que determina, entre otras cosas, las condiciones e infraestructuras de las naves dedicadas a la ganadería, así como la legislación que deben acatar los ganaderos [17]
 
Cuando en 2016 escribí el texto que reproduzco a continuación, fue porque ví la potencialidad de esta filosofía, tan conveniente para el capital financiero propietario de las patentes de las semillas certificadas. Hoy en día, cuando se dictan (en el Reino Unido) sentencias que dicen que «El veganismo es una «creencia filosófica» que debe ser protegida por la ley» y que «Todo insulto a los veganos éticos podría considerarse acoso, de la misma manera que un insulto racista o sexista puede ser discriminatorio»[16] , este texto corre peligro de ser censurado por delito de odio. Leánlo, reflexionen sobre ello, y difúndanlo.
 

I.- La (In)Cultura Urbanita Globalizada y su Nueva Moral.

Tengo muchos amigos, cada vez más, que no consideran «moralmente lícito» comer carne de otros animales. Y ya no se trata de una cuestión marginal, se está convirtiendo en una nueva ética, un nuevo tabú cultural [1]

Nada que objetar al tabú en sí, yo mantengo otros, como por ejemplo no comer carne humana, por eso sé que contra el dogma es difícil razonar [15].

Nada que objetar tampoco a los cambios: la antropología me enseñó que la moral humana no es universal ni inmutable, y que lo que en una determinada sociedad y en un determinado momento es perfectamente admisible, en otra sociedad o en otro tiempo, se considera un comportamiento socialmente pernicioso.

Pero en el imperio global en el que habitamos, de la misma manera en la que se ha estandarizado la cultura, las preferencias estéticas, el lenguaje, la moneda o las estructuras socio-económicas; también la moral está abocada a la uniformidad

II.- La Cadena Trófica

Los urbanitas vemos la comida en el estante del súper, y no nos planteamos cómo se ha producido eso. Nos cuesta imaginar que comemos animales muertos, como los linces o los lobos. Nos repugna nuestra propia animalidad.Renegamos del primitivismo, y nos acogemos al civilizado ciudadanismo que esconde las vergüenzas bajo hipnóticas alfombras de plasma.
 

Yo soy omnívora, como lo ha sido el 99% de la humanidad a lo largo de su historia. Y no me avergüenzo, porque para seguir vivos, todos los animales necesitamos comer otros seres vivos. El lince caza conejos y el conejo come hierba, de la misma manera que nosotros, primates homínidos, ocupamos nuestro puesto en la cadena trófica, de la que somos otro eslabón. Como el resto de animales, debemos alimentarnos de acuerdo a nuestra propia biología[7].

Mitos del veganismo

Empezamos recolectando y luego aprendimos a sembrar, empezamos cazando y luego aprendimos a criar animales, como las hormigas pastorean pulgones por las plantas más dulces, para luego «ordeñarlos».

El origen más probable de la ganadería es la alianza entre el humano y el lobo, en un principio para cazar, y luego, gracias a su domesticación, que nos ayudaba (y aún nos ayuda) a proteger el ganado de otros depredadores, el homínido empezó a hacerse pastor. Así fuimos asentándonos y formando tribus cada vez más grandes.

Comer carne no es una afición, ni una necesidad circunstancial asociada a un momento histórico o a un modo de producción concreto. El mundo puede haber cambiado mucho en los últimos siglos, pero nuestro cuerpo sigue estando diseñado para comer carne, la biología no es una elección.

*Todos los animales necesitamos comer otros seres vivos, sean animales o plantas*

III.- Los Sentidos de las Plantas

No podemos decir que las plantas «sientan», pero sí que tienen «sentidos», a través de los cuales obtienen informaciones que les permiten tomar decisiones sobre su propia supervivencia y la de la comunidad con la que se interrelacionan. Pueden ver sin ojos, oler sin nariz, tocar sin piel, saborear sin boca y comunicarse sin voz. A través de sus hojas perciben señales olfativas (como esa señal de ¡Peligro! que nosotros percibimos como olor a hierba recién cortada), y a través de sus raíces y en simbiosis con redes de hongos, emiten y perciben «sabores». El micelio (que podríamos equiparar a un sistema nervioso central) tiene la estructura de un sistema neuronal y les permite comunicarse entre ellas y con otros organismos y compartir nutrientes especialmente con sus familiares, así como pedir ayuda, o emitir señales de alerta.

También establecen relaciones sociales: se ha demostrado que unos árboles ayudan a otros, pero no a todos en la misma medida, sino que eligen a sus amigos. A través de las raíces los progenitores entran en contacto con sus retoños y les proporcionan azúcar y otros nutrientes (podría decirse que los árboles bebé son amamantados). Un árbol recién nacido en un bosque denso, es alimentado y cuidado por su familia durante unos 15 años [10].
 

IV.- Responsabilidades con el Ecosistema y Nuestra Propia Biología

Los animales humanos somos responsables de nuestras relaciones y actuaciones con las demás especies y con el ecosistema, que es común. Pero de lo que no somos responsables, ni como especie ni como individuos, es de nuestra propia biología: de que para seguir vivos necesitemos comer otros seres vivos (sean animales o plantas). Ni tampoco de ser animales biológicamente diseñados para comer carne (por eso necesitamos B12) [7].

Nuestra responsabilidad moral como especie (la que hemos heredado de nuestros antepasados), es cuidar la salud y el equilibrio de los ecosistemas y recursos que lo conforman. De ello depende la salud de toda la cadena trófica, y en consecuencia, la nuestra.

Pero no creo que nuestra obligación moral sea conceder a ciertos animales algo así como «derechos humanos». Una hipotética legislación antiespecista requeriría crear la figura legal de *animales sintientes*, sujetos con derechos pero sin deberes, figura que ahora mismo no existe en el sitema legal, ya que tanto los menores como los incapacitados psíquicos están sujetos al código penal y ambos tienen obligaciones fiscales que deben cumplir a través de sus tutores legales.

 
Recordemos que la ley ya contempla penas por delito ecológico o maltrato animal, y el Código de Protección y Bienestar Animal[18]. incluye diferentes protocolos de aturdimiento en los mataderos antes del sacrificio para reducir al mínimo el dolor y la angustia, cosa que no pasa en la naturaleza, donde un depredador que caza y devora a su presa, no se anda con protocolos ni remilgos, como podemos ver en el vídeo.

V.- Antiespecismo y Animales Sintientes

Por otra parte (y aquí está el meollo de la cuestión) no está muy claro cuáles serían los *animales sintientes*,  (¿un mejillón es sintiente? …no lo saben ni ellos); es una cuestión de empatía, y por eso suelen conceder tal categoría a los más antropomorfos (está demostrado que, especialmente en mujeres, mirar fotos de crías de ciertas especies animales, especialmente las más parecidas a las crías humanas, reduce las ganas de comer carne. ¿responde el animalismo a un instinto maternal mal encauzado?).  Además, el antiespecismo no contempla las especies vegetales, así que un árbol centenario, o el propio ecosistema, estarían menos protegidos que una mascota en un hipotético marco jurídico antiespecista.

El verdadero carácter individualista, emocional y anticientífico del antiespecismo, aflora frente al principio comunitarista de la ecología.

El antiespecismo antepondrá los intereses de los animales «sintientes» a los del Ecosistema; porque unos le provocan empatía y del otro lo desconoce todo, hasta sus más básicos principios.

Creo yo que si para respetar al ecosistema o a los seres que lo habitan necesitamos equipararlos a un ser humano, es que nos hemos convertido en una sociedad profundamente antropocéntrica. Una sociedad que necesita humanizar a perros, gatos, cerdos… porque no es capaz de respetarlos ni entenderlos como animales; una sociedad de seres humanos que han olvidado que ellos mismos son animales; una sociedad individualista e hipócrita, de humanos que no saben de dónde vienen, ni a dónde van.

No es ninguna casualidad que el animalismo nazca y crezca en una sociedad cada vez más individualista, en donde la soledad es una epidemia y la desintegración de las tradicionales y sólidas relaciones sociales y familiares, se sustituyen por otras más «ligeras», que no conllevan un compromiso emocional profundo, y por la relación afectiva con las mascotas, mucho menos exigente. Las mascotas colman esa necesidad de amar y ser amados, y por eso necesitamos humanizarlas.

 

A ningún animal debería avergonzarle ocupar el puesto que le ha tocado ocupar en la cadena trófica. *



No hace falta ser vegetariano, vegano ni antiespecista o animalista para entender que si criamos animales estamos obligados (por ley, incluso) a tratarlos de la mejor forma posible, de la misma manera que si cultivamos vegetales, tenemos que hacerlo de forma que respete lo máximo posible el ecosistema. Ser omnívoro no significa ser psicópata: cualquiera es capaz de ver diferencias morales entre criar cerdos que no conozcan más que la tortura de vivir en un metro cuadrado sin ver nunca la luz del sol  (Cosa que ya pasa en España gracias a las exigencias establecidas por el Código de Protección y Bienestar Animal, en particular a las condiciones de estabulación [18]),  y criarlos de forma que se pasen la vida hociqueando en una dehesa o en condiciones salubres bajo techado.

 

El veganismo es un principio ético, que si se lleva de forma coherente, deriva en el antiespecismo.



Y es lógico que quien tiene una ética antiespecista, no pueda convivir con el resto de la sociedad, se dedique a asaltar granjas y criaderos para «liberar» a los animales, y exija a los omnívoros que modifiquen su dieta.



Las guerras de religión que se dieron en el pasado tenían una razón de ser: valores incompatibles que derivaban en leyes incompatibles. Y eso mismo está pasando aquí: no caben dos éticas contradictorias en la misma legislación, y no caben dos legislaciones contrarias en la misma sociedad.

*   El idealismo del vegano niega la realidad biológica, mientras el materialismo del ecologista omnívoro asume su propia biología y racionaliza su interacción con el medio ambiente  *

VI.- Ganadería Tradicional y Ecología

La ganadería tradicional nos ha dado de comer en los últimos milenios manteniendo el ecosistema, mientras que el antiespecismo aboga de facto por dejar la producción alimentaria en manos de los propietarios de las patentes de semillas, los laboratorios de carne sintética y las multinacionales biotecnológicas.

 
Los argumentos contra la sostenibilidad ecológicade la produccióntradicional de carne son más que discutibles, cuando se dan, porque normalmente los animalistas sólo se acuerdan de que existe el medio rural cuando hablan de toros.


En losmontes y dehesasdonde se cría y se ha criado ganadoen extensivo durante siglos, hay más biodiversidad (pájaros, insectos, anfibios, mamíferos, …sin contar las especies vegetales)  que en las grandes extensiones cultivadas, donde lo primero que molesta son los árboles, para arar.  Ni los pájaros, ni la mayoría de los insectos, ni los anfibios, ni los roedores, son bienvenidos en una plantación. Ni tampoco lo son en una huerta, ni en un invernadero.
 
En cambio, el pastoreo tradicional es perfectamente compatible con muchos ecosistemas autóctonos,  favorable a su biodiversidad y, por tanto, a su salud y equilibrio.  (En realidad, lo más ecológico sería alimentarse de caza).
 

Las cabras adultas ingieren entre 1,5 y 2,5 kg diarios de materia vegetal seca (entre 350 y 1500 g de hojas y brotes de matorrales), mientas que las ovejas adultas en pastoreo pueden consumir de 2 a 3 kg de materia seca diaria (matorral y especies leñosas) que de otra forma se convertiría en combustible de incendios veraniegos (apaga más incendios una oveja en invierno, que un helicóptero en verano). Además, su lana, pelaje y deposiciones son vehículos para la dispersión de las semillas.

La propaganda que pretende demostrar que el veganismo es la opción más ecológica (o sostenible, como prefieren llamarlo), se basa en engañosas teorías elevadas a verdad científica, como la de que «la única forma de producir un kilo de carne es invertir diez de soja«[6].

Parece mentira que sea necesario recordar que la ganadería existió durante milenios. ¿Cómo cree esta gente que nuestros antepasados alimentaban al ganado, antes de que se comercializaran los piensos? ¿No saben que el ganado come broza, maleza y arbustos leñosos que nosotros no podemos digerir? ¿o es que piensan que la ganadería se inventó en el siglo pasado? ¿No saben que somos pastores desde el neolítico?

 
Quiero ver al ignorante urbanita que propagó tremenda falacia, escalando despeñaderos en Gredos para alcanzar brotes verdes. Dudo que las jaras del monte le resulten apetitosas… pero a una cabra sí. ¿No es más lógico y ecológico dejar que la cabra se coma la jara y luego comernos la cabra?
 

Sólo alguien que nunca ha visto pastar a un rebaño, sólo alguien totalmente desconectado de la vida rural puede afirmar tal disparate. Pero es esa gente la que se declara ecologista, mientras defiende un escenario en el que los únicos que ganan son los accionistas de Bayer-Monsanto y de la patente de la carne de laboratorio.



Respetable es que cada uno coma lo que quiera, pero no que se pretenda imponer una nueva ética global esgrimiendo falsedades.

En cuanto a la cantidad de carne que puede comer un ser humano manteniéndose saludable, ahí tenemos a los masai (que se tradicionalmente se alimentan a base de sangre, leche e infusiones) y a los inuit (que comen carne cruda, para obtener la vitamina C que no hay en el polo Norte). Durante milenios han basado su dieta en la carne y derivados, y bien sanos que están ellos y sus ecosistemas.

Y es que de eso se trata: de mantener sanos y equilibrados los ecosistemas en los que vivimos.   Esa es la responsabilidad que heredamos, y de ello depende nuestra salud y la de todas las demás especies.



En España consumimos poco más de una tercera parte de los cerdos que criamos, y aún menos nos queda de los beneficios. Eso sí, los perjuicios nos los comemos todos… *
 

VII.- Ganadería Industrial, Condiciones de Estabulación y Contaminación

Las macrogranjas, especialmente las de porcino, presentan problemas en ocasiones para los ecosistemas en los que se asientan por la mala gestión de los desechos, que contaminan los acuíferos cercanos. Pero eso tiene una fácil solución que ya se está aplicando[19]: depuradoras para los purines y las aguas residuales y aprovechamiento de los residuos sólidos para la fabricación de abono para la agricultura.
 
También hubo un momento en el que las condiciones de los animales en las granjas industriales eran muy precarias, en muchos casos una vergüenza para el sector de la ganadería que durante siglos veló por el ecosistema, pero hay que reconocer es que en los últimos años ha variado mucho la normativa sobre las condiciones de los animales estabulados, que han ampliado su espacio vital por imperativo legal de acuerdo al Código de Protección y Bienestar Animal, en el que se se especifican las medidas de estabulación y las situaciones (alimentación, tratamientos médicos, inseminación, gestación y parto) y condiciones (siempre procurando la comodidad del animal) en las que se puede enjaular al ganado, así como los diferentes protocolos de aturdimiento que se deben aplicar en los mataderos antes del sacrificio, para reducir al mínimo el dolor y la angustia de los animales.
 
La calidad de la carne de ganadería industrial está a nivel altísimos gracias a la exigente normativa, y los requisitos que deben cumplir las granjas, que tienen muy limitado su tamaño, cada vez son más severos.
 
¿Ganadería intesiva vs ganadería extensiva o complementariedad? *
 
La ganadería extensiva consiste en un principio muy básico: llevar al ganado donde está el pasto. Por el contrario, la ganadería intensiva consiste en llevar el pasto a donde está el ganado.
 
La elección de un sistema u otro (extensivo o intensivo) depende de la capacidad de producción agraria de cada zona: donde los suelos son pobres o difíciles de cultivar se han aprovechado los escasos recursos tradicionalmente con ganadería extensiva, y donde la agricultura es abundante, la cría de ganado suele ser intensiva, en granjas, para aprovechar las partes de la cosecha que no son comestibles para los humanos.
 
Por eso existen las razas de ganado «de granja», que ha sido seleccionadas genéticamente por el hombre durante milenios para ser criadas en establo. No todas las razas de ganado pueden criarse en extensivo, para eso sólo valen las razas autóctonas, que soportan a la intemperie el clima de la zona en la que se crían.
 
El conflicto entre ganadería intensiva y extensiva es completamente artifical y torticero, sólo existe en las redes, pues en cada zona se aprovechan los recursos que hay. La finalidad de ese falso debate es demonizar la mayoría producción ganadera para imponer otro tipo de alimentación que permita monopolizar el mercado de la proteína de origen animal.

VIII.- Ganadería Tradicional y Sistema Mixto: Legislación y Viabilidad Económica.

Se puede criar ganado sin pienso, únicamente con pasto y forraje. Eso sí, hay que trashumar, subir las vacas al monte, mover el ganado… y por otra parte, protegerladiversidad genética (razas autóctonas, adaptadas al entorno) y mantenerlosderechos de pasoypasto comunales que persisten, pretenden que arcaicamente, en nuestra legislación. Un ejemplo: a día de hoy, sólo quedan 80.000 de los 125.000 km de vías pecuarias, el resto (36%) está en manos privadas por la desidia o con la connivencia de las autoridades.
*Viabilidad de la producción ecológica de carne*



Pero, ¿podríamos producir suficiente carne para mantener un nivel de consumo similar al actual, utilizando sólo ganadería extensiva y granjas ecológicas?

 
Actualmente mantenemos menos ovejas y algo más de la mitad de cabras que entre 1950 y 1980, antes del cambio de modelo productivo. En cambio, hemos pasado de criar 4 millones de vacas a 6 millones, y de 7 millones de cerdos para consumo nacional, a 10 millones [5].
 
Además, criamos otros casi 17 millones de cerdos para exportar. 
 
Mantener un nivel productivo que garantice un precio asequible y una cantidad suficiente para garantizar el suministro a la población actual, es imposible sin ganadería intensiva. Por eso, no se trata de acabar con la intensiva, sino de mantener un modelo mixto que garantice suministro, precio y equilibrio ecológico.
 

Tal y como se está demostrando, la contaminación de la producción porcina «intensiva» no era irresoluble. Con esos purines que producen las granjas, difíciles de tratar y gestionar cuando lo que se intenta es hacerlos desaparecer, y que muchas veces acababan contaminando acuíferos y ríos, se pueden fabricar abonos mucho más ecológicos que los fertilizantes sintéticos[3] que se utilizan actualmente en la producción agrícola y que tan buenos beneficios dejan a Monsanto[2].

 
También se podría variar la alimentación de los cerdos de granja, consistente en maiz y soja, fabricando el pienso con desechos de la industria alimentaria humana.
 
Si criáramos y comiéramos más cabrito y cordero de extensiva y gestionásemos adecuadamente los purines de las granjas porcinas, podríamos producir de forma ecológica al menos la carne que consumimos. Incluso un aumento de la producción podría ser sostenible, si se van recuperando bosques y zonas de pasto, justo lo contrario de lo que consigue el nuevo CAP [4].
 
Y con ello, se mantendría elentorno ruralse prevendrían incendios, se fijaría carbono al suelo, segeneraría biodiversidad, se malgastaría menos agua, se contaminaría menos(en el campo, las bostas abonan y contribuyen al transporte de semillas), se transportarían menos piensos, se lucharía contra la globalización del mercado alimentario y la despoblación del entorno rural, y se garantizaría nuestra soberanía alimentaria (¿o no interesa?).



Ahora bien, el hecho de que la producción de carne tanto en intensivo como en extensivo pueda ser ecológica y productivamente viable, no significa nada. El producto del futuro es la carne sintética [14], que es la apuesta del capital financiero. Al igual que en la producción agraria, el negocio del futuro no está en producir el alimento, sino en poseer la patente y cobrar a los productores por su utilización.

IX.- Biotecnología, Biogenética y Capital Financiero Vs Ganadería: Globalismo contra Soberanía Alimentaria.

Por otra parte, la ganadería es uno de los sectores productivos más difíciles de acaparar, ya que necesita una producción de cercanía. Es muy difícil monopolizar, acumular y centralizar internacionalmente la producción cárnica, y además no es fácil crear variaciones genéticas ganaderas que permitan vivir de las rentas a los accionistas de las patentes, como pasa en la agricultura. En cambio, en el sector agrícola, quien más gana y menos trabaja es quien cobra el canon de las semillas certificadas. 
 

Bill Gates ha invertido decenas de millones junto con la Fundación Rockefeller, Monsanto Corporation, Syngenta Foundation, DuPont/Pioneer Hi-Bred y el gobierno de Noruega, entre otros, en diferentes bancos de semillas, acaparando muestras de todas las semillas del planeta en lo que han llamado ‘el banco semillero del día del juicio final’, construido dentro de una montaña en una isla situada en el Mar de Barents cerca del Océano Ártico, a unos 1.100 kilómetros del Polo Norte, en un archipiélago reivindicado por Noruega y cedido en 1925 por un tratado internacional. El banco tiene puertas dobles a prueba de explosiones con sensores de movimiento, dos esclusas de aire, y paredes de hormigón reforzado con acero, de un metro de grosor, y contiene hasta tres millones de variedades diferentes de semillas de todo el mundo especialmente envueltas para excluir la humedad.  Además de acaparar semillas, ahora también, Bill Gates se ha convertido en el mayor terrateniente de EEUU [2].

La mejor forma que tiene el capital financiero de hacerse con el sector alimentario a nivel internacional, es fomentar la ideología veganista mientas desarrollan la fórmula de la carne sintética, que pretenden comercializar a gran escala bajo el seudónimo de «carne limpia».

Esta carne sintética tiene una producción bastante gore: se cultivan células sacadas de animales vivos y se las alimenta con suero fetal bovino, que se obtiene de un feto mayor de tres meses, que se saca vivo tras haber sacrificado a la oveja madre. Al feto se le clava una aguja en el corazón y se le saca sangre hasta que muere. Suele tardar unos cinco minutos»[14].

X.- Agricultura, Patentes y Soberanía Alimentaria.

Los pequeños agricultores, propietarios de suelos «yonkis», enganchados a los fertilizantes sintéticos, plaguicidas, fungicidas, insecticidas, herbicidas… [3] van camino de ser meros franquiciados del oligopolio de las semillas[2]  y los pequeños ganaderos están condenados a perder una desigual batalla contra la producción industrial de carne y lácteos, en un sector regulado para extinguirles[4]. Vamos camino de dejar morir los pueblos, y perder con ellos un sistema de producción alimentaria ecológica y sostenible, en favor de otro industrializado y globalizado. Y, para más inri, justificándolo en base a unos valores, como el antiespecismo, que no sé si se pueden asociar con la ecología.
Se muere lo rural. 
 
¿En qué ayuda a la naturaleza que dejemos de comer carne, si seguimos viviendo en un sistema que nos obliga a alimentarnos con proteína vegetal proveniente de monocultivos intensivos ubicados a miles de km, cuyos beneficios revierten únicamente en las multinacionales propietarias de la patente de las semillas, los herbicidas y pesticidas?
 
¿Dónde hay más biodiversidad, en una dehesa o en un invernadero de espinacas? [3]
 

¿Interesa que comamos plantas porque tienen patentadas las variedades de semillas más productivas y los animales se pueden criar sin más trabas que las leyes que nos obligan a criarlos en condiciones prácticamente industriales?

¿En qué ayuda al equilibrio ecológico que acallemos nuestras recién estrenadas conciencias antiespecistas consumiendo McVegan, y Whiskas[13]para las relucientes mascotas que pueblan nuestras urbes primermundistas, si no luchamos contra el desaforado capitalismo global?



¿Por qué tenemos tanta información y preocupación sobre el cambio climático o la salud del Ártico y tan poca sobre los ecosistemas que nos rodean, la salud de nuestros mares, ríos y acuíferos, los estragos causados por los transvases y sondeos, la gestión de las Confederaciones Hidrográficas, el mantenimiento de montes y bosques, el imparable aumento del porcentaje de suelo asfaltado, la supervivencia de la fauna autóctona o la diversidad genética de nuestra flora, el equilibrio químico y biológico de nuestros suelos, o la eficacia en la gestión de basuras, contaminantes aguas residuales por parte de nuestros ayuntamientos e industrias? 

¿Por qué le llaman cambio climático cuando quieren decir contaminación? ¿Quizás porque la contaminación no le soluciona la jubilación a los políticos que se enriquecen comerciando con cuotas de CO2? ¿Quizás porque la contaminación tiene responsables con nombres y apellidos y el cambio climático es «culpa de todos»? 

¿Lo solucionamos todo subvencionando empresas privadas para que produzcan e instalen energías renovables, prohibiendo el acceso a las ciudades de coches no eléctricos, subiendo los impuestos al petróleo, traficando con cuotas de emisión de CO2, pagando impuestos por exhalar?

¿En qué ayuda al equilibrio ecológico que acallemos nuestras recién estrenadas conciencias antiespecistas consumiendo Mc Vegan, si no luchamos contra el desenfrenado capitalismo global que esquilma el planeta en beneficio de unos pocos? *

XI.- Conclusiones:

Necesitamos comer, y necesitamos tomar conciencia del destrozo medioambiental que supone el actual sistema productivo alimentario, especialmente el agrícola, en un incontrolable capitalismo global dirigido por el capital financiero.
 
Pero pensémoslo en profundidad y atendiendo a todos los factores, porque si confundimos el problema, confundimos la solución.
Empeñarse en presentarlo como una cuestión de moral personal o de buenismo superficial, no nos ayudará a encontrar soluciones efectivas.
El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones *
 

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