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  • Autor de la entrada:José María Peiró

En la última jornada del II Encuentro RI, José María Peiró nos expuso desde su visión y experiencia el tema: «Reforestación-repoblación ecológica». (AUDIO) 

Publicamos también el texto que le sirvió de guía para su charla.

Hola.
Trataremos de condensar en este tiempo disponible un tema de gran significación, pues con cierto enfoque resulta de importancia vital y atañe a objetivos de revolución integral.

A modo introductorio, un recordatorio sobre los vocablos humilde y humano, derivados de la voz indoeuropea humus, relacionada con vida.

El humus es producto y sustento del árbol, del bosque.
Desde una actitud humilde, el ser humano conecta con lo vital, desde una visión biocéntrica, que se hace necesaria en los tiempos que corren de destrucción de lo humano y de lo vivo. Como de un metafórico postrarse, bajando el ego, reconectamos con lo radical, como los árboles anclados en la tierra que van haciendo suelo vivo y fértil, sustento de la vida.

Los conceptos y actuaciones a relacionar con reforestación, repoblación, recuperación, rehabilitación y restauración son parecidos pero no equivalentes. Típicamente se emplean referidos al manejo de especies vegetales, generalmente arbustivas y arbóreas, pero en sentido más amplio incluyen otros seres vivos, como los animales, también.
Y es en este punto donde adquieren una significación más completa si consideramos las poblaciones humanas implicadas.
Si lo rural importa, -y claro que importa en términos de recuperación de lo humano- va a estar muy ligado a la recuperación de cubiertas vegetales ricas y estables en interacción con comunidades humanas análogamente en construcción.

De la revolución de una brizna de paja(*) a la revolución de los bosques

No recuerdo a quién se lo escuché decir, ¿Félix?. Sin niños, sin mujeres, sin árboles, me atrevo a decir también que no puede haber revolución, re-vuelta, transformación profunda y radical de lo humano que nos reconecte con la vida haciéndonos iguales y semejantes en lo sustancial.

Recuperar para la vida, humanizando, grandes extensiones hoy en día deforestadas de la península Ibérica, por ejemplo, es una ardua pero necesaria tarea que requerirá esfuerzos prolongados en el tiempo de varias, de muchas, generaciones humanas.

La frase del santo de Asís, Francesco, no puede ser más significativa <Empieza haciendo lo necesario, después lo posible y acabarás haciendo lo imposible>.
Desde los entornos más próximos y favorables, junto a fuentes, ribazos, caminos, ir extendiendo la grata compañía vegetal, como aquel «hombre que plantaba árboles»(**), reconstruyendo como se pueda setos y senderos, vergeles, que nos cobijen , alimenten y hagan (más) llevadera la vida humana.

Sin ánimo de usar términos algo manidos quizá desde enfoques buenistas, o, por decir algo, simplificadores, la idea de los bosques comestibles o bosques de alimentos no se puede ignorar.
Se ha apuntado en este encuentro la idea de que los huertos urbanos apenas es una especie de parche, con todo su potencial socializador, eso sí, y al igual que la agricultura, y ganadería por muy ecológicas que sean, dudamos de que puedan proporcionar sustento llevadero en un futuro próximo.

Grandes extensiones cultivadas durante siglos, y últimamente de forma más intensiva, unas de cereal, otras de viñedo, o de olivo, pero reducidas drásticamente en diversidad tanto ecológica como alimentaria.
Puestos a imaginar escenarios post petroleros no muy lejanos en el tiempo estos paisajes pobres en sus potencialidades tienen aún menos sentido (común).

La recuperación del arbolado y del bosque se impone por muchas razones, también las alimentarias. El libro de la alimentación con bellota de César Lema Costas (***) es un buen ejemplo del todo recomendable en su lectura y puesta en práctica.

Sin embargo, las cubiertas forestales (ricas en alimentos, combustibles, materiales de construcción, cobijo y medicina) se fueron esquilmando con el paso de los siglos y en la actualidad el reto en su recuperación es grandísimo y también será una tarea de muchas generaciones. La dificultad del esfuerzo no nos debe alejar o llevar al abandono de estas metas, al contrario, análogamente a nuestra propia construcción personal, familiar, grupal, modelar espacios diversificados, vivos y sustentadores de vida es tarea ineludible.

Tengamos en cuenta además la pérdida del comunal (a tener en mente la cifra orientativa de diez millones de hectáreas expoliadas con las desamortizaciones decimonónicas) en grandes extensiones, siendo también todo un reto su recuperación para una vida plena de sentido, en la que se haga viable la toma de decisiones y el manejo de territorios asumibles y sanamente habitables por comunidades humanas lo más libres posible.
Sería bonito, y bueno rehacernos como pueblo(s) libre(s) y soberano(s) y llegar a ser llamados algún día el pueblo de los árboles, los pueblos de los árboles, como en culturas originarias, si cabe.

Como suele ocurrir, no existen panaceas, pero se dispone de herramientas, como son lo mejor de la ingeniería ecosistémica, el reasilvestramiento (rewilding), el diseño permacultural, la selvicultura y la ordenación de montes (comunales), así como la agricultura regenerativa, natural y biodinámica.

Imaginar y visualizar la recuperación progresiva y gradual de paisajes como los que nos rodean en estas antiguas y degradadas extensiones celtibéricas -cabeceras de ríos importantes de la península-, con esas cubiertas aparentemente estancadas por la sobrexplotación y los incendios en etapas de jarales con pino, pero con el resalvo que no llegó a perderse del todo de los robles, propios y comunes de las etapas potenciales o climácicas, es algo asequible y que puede ser dotado paso a paso de visión humana integradora, aunando mente y corazón para moldear y diseñar por así decirlo la tierra que vamos habitando y viviendo en adelante. Una especie de puzzle en el que poco a poco encajan piezas aparentemente dispares, incluso, cobrando sentido paisajes, países y paisanajes.
Re-vuelta, con las manos, la mente y el corazón, el pueblo de los árboles.

(*) La revolución de una brizna de paja es el título de la traducción al castellano (español) de la primera obra del campesino filósofo japonés Masanobu Fukuoka, un gran referente en ámbitos como la permacultura.

(**) El hombre que plantaba árboles, aleccionador y emotivo cuentecillo de Jean Giono.

(***) MANUAL DE COCINA BELLOTERA PARA LA ERA POST PETROLERA.
Una propuesta artística y revolucionaria para encararel cénit de los seres nada.
Para leer, aprender y practicar con gusto.

 

Antigua dehesa comunal de Solanillos, Mazarete, Guadalajara, comarca del Señorío de Molina. Hermanadamente bajo los chopos.
Mayo de 2016
José María Peiró Barrero, ingeniero de Montes

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Roberto Serna

    Que buena charla Jose María… humanos, humus, humildad y acercarnos a los pueblos originarios, como alguna vez hicieron nuestros ancestros.
    Tan fácil, tan difícil… no hay otra opción.

  2. Gracias Roberto, me alegro de que te guste. Tan sencillo al menos en idea, como nuestra propia construcción como sujetos y gradualmente como pueblos libres y soberanos y por más difícil que sea nos va la vida en ello, si cabe.

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