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  • Autor de la entrada:Laura Herrero Román

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Cuando hablamos de vientres de alquiler, no podemos partir de la premisa de que todo el mundo tiene derecho a ser padre o madre, porque refleja una mentalidad basada en el egoísmo, y no se puede criar a un hijo desde ese sentimiento.Es el sistema capitalista el que nos hace creer que la obligación del mercado es ofrecernos todo aquello que necesitemos, o que sencillamente se nos antoje.

Hace tiempo me comentaba un amigo hasta dónde llega el mercado de las necesidades afectivas en Japón. Un ejemplo es el alquiler de seres queridos, cuyosservicios van desde aparecer en una foto o en un evento hasta cumplir un rol con cierta frecuencia. El propio fundador de la empresa dedicada a esta actividad<<lleva varios años haciéndose pasar por el padre de una niña de madre soltera>>. (https://www.elespanol.com/mundo/asia/20171227…).

Pero esto no sucede solo en Japón. Desde hace algunos años, la plataforma estadounidense Rent a Friend pone en contacto a personas que buscan compañía con otras que la ofrecen a cambio de dinero.

<<La propuesta es sencilla: permitirles a las personas, que por cualquier motivo estén solas, en su ciudad o en cualquier parte del mundo, encontrar a alguien simpático y comprarle “horas de amistad”, en efectivo o con tarjeta de crédito, para compartir todo tipo de salidas y actividades>>.

(https://www.lavanguardia.com/vida/20160926/41581606615/alquilar-amigos-horas.html)

No me quiero detener demasiado en estos ejemplos. Sé que caigo en el subjetivismo, pero creo que cualquier persona que ha tenido una vida emocional más o menos saludable entiende que aquí hay algo que cojea. Estamos hablando de comprar afectos. Todos a veces nos hemos sentido solos, necesitados de alguien que nos escuche o nos acompañe (dejamos de lado el mercado de las apariencias nipón), pero al vernos enfrentados a ese sentimiento desagradable, hemos tenido que aprender a resolver el conflicto por nosotros mismos. Y en ese proceso, no solo somos conscientes de lo que sentimos y pensamos, sino que también nos volcamos en el otro, aprendemos que otros seres humanos tienen las mismas necesidades emocionales que nosotros. Parece mentira tener que explicar estas cosas, y sin embargo, en nuestra época somos testigos de la decadencia a la que es sometido el sujeto por parte del sistema capitalista. Sería interesante analizar en otra ocasión las razones por las que el sistema se esfuerza tanto en mantenernos aislados, atomizados e incapaces de solucionar nuestros problemas.

Volviendo al comienzo del artículo, insistimos en que la premisa de que “todo el mundo tiene derecho a ser padre o madre” es absolutamente errónea y proviene de la mentalidad del sujeto descrito: atomizado, alienado, sin empatía ni capacidad de entrega, sin iniciativa ni autonomía; mejor dicho, la autonomía se la da su potencial económico, pero no sus capacidades interiores. En “La incontenible infantilización de Occidente” (Revista Disidentia), explica Juan M. Blanco: <<Va desapareciendo la cultura del pensamiento, de la reflexión, del entendimiento y es sustituida por el impulso, la búsqueda de la satisfacción instantánea. La infantilización se impone>>. Esa es la clave: la búsqueda de la satisfacción instantánea.

(Disculpadme si a partir de este momento soy aún más dura). ¿Que me siento solo porque jamás he desarrollado la capacidad de iniciar una amistad y no estoy dispuesto a aguantar, y mucho menos aprender de esa soledad? Pues pago a alguien para que se tome un café conmigo. ¿Que me apetece mucho ser padre porque me he creado unas expectativas, tal vez irreales, o tal vez no, de lo que eso significa, y no quiero pasar por un proceso de adopción? Pues compro un hijo. Ya no basta con llenar nuestros espacios vacíos con la telebasura, con los nuevos objetos tecnológicos, con su exceso de luz, ruido y movimiento. Ahora también compramos los afectos.

Con esto hemos visto qué lleva a una persona a pagar por un afecto. Ahora podríamos preguntarnos qué motivación tiene una persona que ofrece su tiempo y su compañía a cambio de dinero, y acabo de contestar. No es altruismo, no es entrega, no es hacer sentir bien a otros o incluso sentirse bien consigo mismo (de esto he hablado en la reseña de La moral anarquista de Kropotkin). Es obtener dinero. Puede tratarse de una salida rápida para cubrir las necesidades básicas (techo, comida, abrigo, salud). En ese caso, estaría en la misma situación de neoesclavitud que lleva al trabajador a venderse a la empresa (http://culturayanarquismo.blogspot.com/2014/03/la-alienacion-del-trabajo-asalariado.html).

Ahora bien, en el caso de los vientres de alquiler (me niego a usar el eufemismo), sí que se habla de altruismo. Sin embargo, a la hora de la verdad, escasean las mujeres dispuestas a entregar a su hijo de esta manera.

<<El hecho de que en Canadá se permita, únicamente, la gestación subrogada con fines altruistas hace que el número de candidatas a gestante sea muy escaso. Es una afirmación que hace Babygest, la revista española especializada en la materia y referencia para aquellos que quieren ser padres por esta vía. La consecuencia: miles de canadienses buscan ‘hijos’ en el extranjero>>.

(https://www.elboletin.com/noticia/151264/nacional/el-altruismo-en-la-gestacion-subrogada:-los-casos-de-canada-y-reino-unido.html)

Curiosamente, uno de los testimonios que podemos encontrar en la red de una madre gestante que decidió tener gemelos para una pareja con problemas para concebir, debidos a un cáncer de útero, es la directora de una agencia dedicada a los vientres de alquiler, SurrogateSolutions. Esta persona utiliza constantemente en la entrevista palabras que parecen salidas de un libro de Paulo Coelho: don, Dios, bendición. Pero aunque maquille su actividad con buenas palabras, cuando entramos en la página web de la agencia, nos encontramos con que eso del altruismo es relativo, ya que vemos que sí que se ofrece una compensación a las familias gestantes apelando a que todos tenemos sueños, como por ejemplo (traducción aproximada; podéis ver el texto original aquí: http://www.surrogacysolutionsinc.com/surrogates/) empezar a ahorrar para los estudios de sus propios hijos, tener el dinero inicial para una nueva casa o empezar un negocio.

No obstante, la banca siempre gana, ya que <<las agencias intermediadoras copan actualmente la mayoría del mercado de la subrogación y siempre cobran a su cliente por los servicios prestados (el altruismo se reserva para la gestante)>>. (https://eldebatedehoy.es/familia/maternidad-subrogada/)

Los defensores de los vientres de alquiler se olvidan, además, de un aspecto fundamental: la conexión que existe entre una madre y su hijo incluso antes de nacer. Este vínculo produce una serie de efectos determinantes, tanto en la madre como en el bebé. Por ejemplo, se dan cambios en el cerebro de la madre, relacionados con las hormonas que se liberan y desactivan:

<<El análisis por neuroimagen de las emociones que la madre siente ante los estímulos de ver fotografías o vídeos del hijo o escuchar su risa y su llanto pone de manifiesto cómo es ese vínculo natural emocional y afectivo que se ha generado en ella por el embarazo. La tecnología actual nos muestra lo que la humanidad ha sabido siempre: que la madre es siempre partidaria de sus hijos y que con el embarazo el cerebro de la mujer cambia, estructural y funcionalmente,al responder a las consignas básicas que recibe del feto y se configura el que se puede llamar cerebro materno>>.

(http://infogen.org.mx/sensibilidad-y-comunicacion-feto-materna/#indice-3)

Asimismo, esta relación prenatal influye en el futuro del niño:

<<Un reciente estudio de la revista International JournalofBehavioralDevelopment ha puesto de manifiesto que el tipo de relación que el niño tiene con su madre durante el embarazo, y con su familia durante el primer año de vida, condiciona las respuestas emocionales en su niñez y adolescencia>>.

(https:/www.observatoriobioetica.org/2016/04/relacion-embrion-humano-y-madre-embarazo/13099)

Recomiendo también este artículo de psicología de la Universidad del País Vasco: Vínculo materno-fetal: implicaciones en el desarrollo psicológico y propuesta de intervención en atención temprana.

El embarazo, por tanto, produce una serie de cambios biológicos y psicológicos en la madre que se manifiestan en un sentimiento de afecto hacia el bebé que aún no ha nacido. La ciencia solo da nombre a algo que todas las mujeres que hemos pasado por un embarazo hemos sentido, incluso en casos en los que ese embarazo no ha sido planificado. Tan solo la angustia causada por graves circunstancias externas puede opacar ese sentimiento.

Ahora debemos preguntarnos qué procesos experimenta una mujer que acaba de parir cuando, tras todos esos cambios en el embarazo, tiene que desprenderse de su hijo. No creo que sea como el que entrega un objeto a un comprador de Wallapop. Pienso que solo graves circunstancias externas, como acabo de mencionar, pueden acallar ese desgarro. Por mucho que la mujer gestante decida “alquilar” su útero para darle una vida mejor a los hijos que ya tiene o para solucionar cualquier otro problema en su vida, no es posible que no le quede un vacío por dentro y que, años después, no se pregunte por ese hijo que llevó en su vientre. Puede que le tranquilice pensar que ese niño o niña es feliz con su otra familia. Sea como sea, no se trata de una situación fácil, por lo que no creo que deba normalizarse, ya que solo traería dolor a muchas mujeres:

<<Ante esta situación, nuestros paisanos tenderán a contratar fuera, y de paso, rebajar el coste de la inversión (puede ser más barato el proceso completo pagando precio a la gestante en un país en vías de desarrollo que compensándola en España por los eventuales perjuicios derivados del embarazo y el parto). Legislar sin tener presente que somos un país de comitentes es una enorme irresponsabilidad, pues implica poner en grave riesgo de explotación a muchas mujeres en situación de vulnerabilidad a quienes no estamos en condiciones de proteger>>.

(https://eldebatedehoy.es/familia/maternidad-subrogada/)

Para comenzar esta tercera parte, me gustaría mostrar la mentalidad de algunas personas que recurren al negocio de los vientres de alquiler para saciar su necesidad de ser padres. En el foro Babygest aparece la siguiente consulta: <<si el bebé tuviera algún problema que no tiene solución médica querríamos abortar (…). ¿La madre subrogada puede decidir no abortar? ¿Qué pasaría en ese caso? ¿Podríamos decidirlo nosotros?>>. (https://www.babygest.es/foro/tema/que-pasa-si-la-gestante-no-quiere-abortar-y-nosotros-si/)

Creo que no es necesario comentar nada. La pregunta es un clara muestra del concepto equivocado de paternidad que existe en personas dispuestas a pagar por un bebé a la carta. Es cierto que debemos ser honestos y no caer en la generalización, ya que no todos los clientes de este servicio llegan a tal extremo. Aun así, parten,como digo,deuna idea errónea de la paternidad.

Por desgracia, esta mentalidad egoísta se extiende por nuestra sociedad, fruto de un proceso gradual de deshumanización al que asistimos con los ojos vendados, distraídos como estamos por las quimeras del sistema capitalista, incapaces de mirar ni a nuestro interior ni al interior de los otros. Cada día, al salir a la calle, nosvestimos nuestra máscara, la cual vamos identificando poco a poco con nuestro propio ser, que acaba desapareciendo cuando finalmente esta se apodera por completo de nosotros.

Y dicha máscara no entiende del sacrificio. Hemos olvidado (o estamos olvidando, si somos menos pesimistas) una idea fundamental, que es la del amor. No sabemos amarnos a nosotros mismos, lo que implica conocerse, aceptarse, mejorar, tener valor, saber perdonarse y juzgarse de manera objetiva. El sujeto que no ha aprendido a amarse a sí mismo de este modo, que nada tiene que ver con el narcisismo, no tiene la capacidad de amar a los otros (no puede conocerlos por dentro, sino que solo ve su máscara; ni aceptarlos con todos sus defectos, y mucho menos soportarlos; etc.). Y esta falta de amor produce un gran vacío existencial que el sistema capitalista se ocupa de llenar con sus baratijas (también lo intentan llenar las religiones, la falsa espiritualidad a lo Paulo Coelho…).

La conclusión a la que quiero llegar es que esa necesidad de ser padres de quienes recurren a los vientres de alquiler no es sino una de las manifestaciones de ese fatal sentimiento de vacío, por lo tanto, el bebé a la carta sirve para llenar su vacío. Lo triste de esto es que no solo los clientes de la gestación subrogada tienen hijos para satisfacerse a sí mismos, sino que es una actitud que abunda en nuestra sociedad y que en ningún momento lleva a plantearse lo que es mejor para la criatura, o al menos no de una manera profunda. Lo que hacen es transmitir al hijo su idea narcisista del amor, haciendo que el vacío colectivo de nuestra sociedad aumente.

Volviendo a la consulta que compartíamos al principio, vemos que estos padres quieren bebés a la carta, llegando incluso a elegir el sexo (https://www.babygest.es/foro/tema/podemos-elegir-el-sexo-del-bebe/). ¿En un futuro se podrá elegir la personalidad? No lo sé, pero eso ¡no es amor! Lo sublime de la paternidad es amar a una personita que no sabes cómo va a ser, aceptarla sea como sea, porque eso fortalece nuestro carácter, nos hace superarnos a nosotros mismos. El amor no tiene expectativas, porque conlleva obligatoriamente sacrificio. Sin sacrificio lo que hay es una sensación agradable de compartir buenos momentos, pero ¿qué va a pasar cuando lleguen problemas serios? Creo que no me equivoco al afirmar que todos conocemos a algún padre o madre que cuida de un hijo dependiente. En mi caso, conozco a una señora que tiene un hijo de aproximadamente mi edad con parálisis cerebral. Para mí, los cuidados de esa mujer hacia su hijo -cada vez que le limpia, le da de comer, le besa sin que su beso le sea devuelto- son la expresión máxima del amor; igual que cuando un hijo cuida de su madre o su padre enfermo de alzhéimer.

Sin embargo, esta actitud escasea cada vez más. En una conversación reciente surgía el tema de la crianza de los hijos: me comentaban, por ejemplo, el caso de una niña pequeña que estaba en su sillita con un teléfono, en un parque, porque al adulto en cuestión no le apetecía llevarla a los columpios. Día tras día vemos ejemplos similares. Aparte del asunto del trabajo asalariado, en el que no voy a entrar, falta la voluntad de sacrificarse por los niños incluso en estas pequeñeces. Como planteaba en el párrafo anterior, ¿cómo vamos a enfrentarnos así a las adversidades?

Tampoco voy a desarrollar el tema de la adopción, pero no olvidemos que existen muchos niños huérfanos (casi veinte mil en España). A las dificultades burocráticas (esta noticia habla de los intereses económicos que hay detrás de un niño no adoptado: https://extraconfidencial.com/noticias/casi-20-000-ninos-huerfanos-espanoles) se suma la actitud egoísta que estamos mencionando. Y es que es mucho más fácil tener un bebé a la carta que cubrir las necesidades afectivas de un niño de catorce años que lleva en su alma unas cicatrices que pocas personas conocen, porque eso exige paciencia, inteligencia, firmeza, honestidad y, en fin, mucho, mucho sacrificio.

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