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    Carmen Angulo Martos
    Participante

    Para los que no me conocéis,
    Me llamo Carmen y soy del Sur de la Península: concretamente de Sevilla.
    Los que hemos asistido a los dos encuentros, más o menos conocemos un poco los recorridos personales y los proyectos sociales en los que cada uno andamos. Como se, que hay compañeros que no han asistido los encuentros, antes de exponer por donde ando ahora, me parece oportuno aclarar de donde vengo, cual ha sido mi trayectoria-
    Vengo de caminar con las izquierdas, en la dictadura y en la transición. Desencantada, estuve un gran periodo desconectada de todo lo que tenía que ver con los Partidos Políticos, aunque no, de la política y seguía identificaba con la izquierda.
    En este periodo, tome conciencia que la vida tenía que ser algo más de cómo “yo”, la estaba viviendo y me dedique al “auto conocimiento”: a desprender lo aprendido y buscar nuevos senderos.
    Estado en ese avatar, surgió el 15M y la necesidad de tener un grupo de pertenencia hizo que VOLVIERA SOBRE LO ANDADO, volví politizar mi vida. Mi necesidad de CREER, me segó: tarde dos años en tomar consciencia que era más de lo mismo, que de nuevo los egos y protagonismos de los militantes de partidos políticos de izquierda, nos manejaban. Hoy, hecho la vista atrás y tomo conciencia de que no hay peor ciego, que el que no quiere ver: eso fue lo que a mí me sucedió, era tanta la necesidad de creer en algo colectivo que, aun viendo como se iban creando grupos dominaste, grupos que preparaban a escondidas lo que se iba a llevar a las asamblea ( yo, estaba dentro de esos grupos), me negaba a verlo.
    Y desperté. Fue, poco a poco: como cuando has tenido una pesadilla: se van sumando acontecimientos almacenados en ese subconsciente y que te has negado a ver.
    Si algo aprendí fue: que izquierda y derecha caminan igual, solo que con distintos discursos. Y volví de nuevo a la no PERTENENCIA: aunque esta vez, había aprendido algo más; la importancia del apoyo entre iguales. y con eso me quede. Aposte por acompañar a tres familias, que le habían dado de lado “los activista, esa izquierda solidaria, que cuando el proyecto no le sirve para apuntare tantos, lo abandonan y les da igual “las personas que estén involucradas”: las dejan solas, desprotegidas y si es posible los hacen culpables del fracaso del proyecto.
    No fue fácil el acompañamiento: familias con hijos, a cargos sin nada para comer y ocupando un espacio en obra, sin luz, si agua y pendiente de un nuevo desalojo. Aunque eso no era lo peor, lo peor: era que ni en tu asamblea quieran saber nada del tema. Si los activistas que acumulaban años de “pertenencia en el izquierdismo” se habían desentendido, algo mal habían hecho las familias.
    Hoy, tras cinco años: las familias más o menos han encauzado su vida SOLAS y se enfrentan a un juicio, donde la propiedad les pide 190.000 € por destrozo y agresión a la autoridad (las dos acusaciones falsas), pero al abandonar los “abogados activistas” que llevaron el caso que tenían toda la información: los de oficio, no han presentado ninguna prueba en la vista preliminar y ahora no le admiten las pruebas.
    Por otro lado, pertenecía a una Asociación de Familias y personas con algún padecimiento de Trastorno Mental. Me volqué en dicha Asociación hasta que también tomo conciencia de que las familias y usuarios, somos simples relleno para mostrar a las instituciones y saca el máximo de subvenciones.
    Estaba en un grupo de apoyo mutuo, pensábamos que detrás nuestra, estaba la asociación para echarnos una mano, pero termino el curso y los problemas que tenían las madres no solo no habían mejorados, si no que empeoraban por día y la asociación hacia oído sordos.
    Y llego las vacaciones: los problemas no entienden de estación del año y las enfermedades menos. Cuatro familias han visto el drama del abandono institucional y social. A dos de los hijos de mi grupo, les ha costado la vida: no han podido soportar el dolor y decidieron marcharse, decirle adiós a la vida. Las otras dos: viviendo el calvario de no saber dónde acudir, pues la enfermedad se mantenía latente y no conseguían una estabilidad.
    Hoy, tras el intenso y duro verano, tomo conciencia que nada que no sea desde la verticalidad, desde NO SIRVE, es más de lo mismo y llego a la conclusión, que lo que he ido buscando es ESA TRIBUS donde todos sumamos.
    Tras llegar a esta conclusión, me quedo: fuera de todo lo que tenga que ver con “una tutela institucional”. Acompaño a esas madres que intentan salir aflate tras la pérdida de sus hijos, esa madre que “patea el sistema sanitario”, buscando una mejoría para su hija y esa madre y padre, que le ha abierto la puesta de su hogar a un hijo deteriorado por el exceso de droga LEGAL e INLGAL.
    Me quedo con la alegría de haber conocido a Manuela y sus hijos, mujer valiente, que lucha por su libertad y la de sus hijos: de haberla acompañado en la medida que me ha sido posible y me ha trasmitido, lo poco y lo mucho que se necesita para vivir: mucho AMOR, SER y muy poco TENER. Me despido con un hasta pronto y deseándole lo mejor en ese hogar que confió que sea el definitivo.
    Y, me quedo: con el haber sido capaz de soltar a ese niño que adopte a sus 37 años. Ha sanado, ha recuperado a su madre y a mí, me ha tocado hacer el duelo: un duelo nada fácil, pues durante cuatro años he sido sus ojos cuando él no podía ver, su pies cuando no podía caminar y su boca cuando era incapaz de hablar. Me he despedido de ese niño indefenso y me encuentro con un adulto que apenas si conozco que solo me une el amor que me ha despertado su dolor.
    Carmen.

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