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Hola Laura. Muy interesante el artículo de Alex Gahr. Ante todo comentarte que no me animé a escribir en este tema porque apoye las tesis de Yves Cortez o de Carme J. Huertas, sino por mi interés en conocer sobre las culturas de tradición oral y sobre la romanización, es decir con que grado de certeza sabemos que las culturas prerromanas dejaron de hablar sus lenguas y se pasaron «en bloque» al latín o a las lenguas romances que teóricamente de él surgieron. Ya entiendo que si fue así debió ser un proceso lento.
De todas formas algunos de los puntos que Gahr expone se pueden explicar mediante el préstamo lingüístico o el calco léxico y otros puntos como el tema de las declinaciones comparando con otros idiomas son meras hipótesis, podría haber ocurrido así o quizás no. Digamos que la teoría que concluye que las lenguas romances vienen del latín es la mejor con los datos que poseemos hoy día, pero no es tampoco una evidencia. Si en el mañana encontráramos la piedra roseta del ibero tendríamos más datos, pero por ahora es lo que hay. Gente como Torres o Huertas tendrán que esforzarse mucho más para que se empiecen a tomar en serio sus planteamientos.
Por último, que los medios de comunicación y las instituciones del poder a veces difunden teorías, pensamientos o formas de vivir alternativas que puedan poner en riesgo al sistema, muchas veces se explica porque quedarían retratados si siguieran haciendo como si no existieran. A veces no tienen más remedio que tratarlos para dar una apariencia de libre pensamiento, suele ocurrir cuando la información ya ha llegado a una masa crítica por canales alternativos. Cuando esto pasa, la reacción del poder se da con el objetivo de desprestigiar o quitar fuerza a esa idea, o incluso muchas veces la forma de anularla es integrarla deformada dentro del sistema, como ocurrió con el cristianismo primitivo y el catolicismo creado en el Concilio de Nicea.
Y no me cabe ninguna duda que las universidades son centros de creación ideológica para el control social. Como ejemplo, después de la Guerra de Sucesión Felipe V cerró las seis universidades catalanas y creó una nueva en Cervera, una ciudad que había sido partidaria de los borbones. Para muestra un fragmento del decreto que abolía las antiguas universidades (que también eran centros de control social, pero de la causa austracista) y creaba la nueva:
«Por cuanto las turbaciones pasadas del Principado de Cataluña obligaron mi providencia a mandar se cerrasen todas sus universidades, por haber los que concurrían en ellas fomentado muchas inquietudes. Mas viendo reducido a mi obediencia todo aquel Principado, y reconociendo la obligación en que Dios me ha puesto de atender al bien de aquellos vasallos y no permitir que las torpes sombras de la ignorancia oscurezcan el precioso lustre de las ciencias, he resuelto restituir a sus naturales esta común utilidad, eligiendo para general comprehensión de todas las ciencias, buena crianza de la juventud y esplendor de esta monarquía, una Universidad que, siendo émula de las mayores de Europa en riqueza, honores y privilegios, convide a los naturales y extranjeros a coronar su grandeza con el más autorizado concurso.
Y teniendo muy presente mi gratitud, cuanto he debido al amor y constante lealtad de la fidelísima ciudad de Cervera, en todo el tiempo que ocuparon los enemigos aquel Principado, como acostumbra a mantener siempre la fe prometida a sus soberanos. Y siendo sano su temperamento y proporcionada su situación, no siendo plaza de armas, donde los militares suelen turbar la quietud de los estudios, la he elegido para teatro literario, único y singular de aquel Principado. A cuyo fin he mandado hacer diseño y planta de un majestuoso edificio a proporción de la idea formada de esta Universidad.» Decreto del 11 de mayo de 1717 (Albareda Salvadó, Joaquim (2010). p. 442).