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  • Autor de la entrada:Laura Herrero Román
Mi objetivo en estas páginas es reflexionar brevemente sobre las fronteras que hay entre el individuo y la colectividad, tomando como punto de partida la película Rebeldes del swing (Thomas Carter, 1993) y el capítulo “Psicología del nazismo” del libro El miedo a la libertad (Erich Fromm, 1941).
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Hitler, a pesar de ser un don nadie sin ninguna perspectiva de futuro (Fromm, 1941), posee una gran perspicacia y conoce en profundidad los anhelos y motivaciones del ser humano. El experimento de Solomon Asch confirmó unos años más tarde que los seres humanos tienen, por lo general, una profunda necesidad de pertenecer a un grupo.
 
Esta cualidad no es un defecto; sin embargo, al no ser plenamente consciente de ella, debido a que está arraigada en la psique, puede ser utilizada para los intereses de un solo individuo. En realidad, esto habría que matizarlo, pues no sé si realmente una sola persona puede manejar a todo un pueblo o si necesita, como en el caso de Hitler y de otros dictadores, verse arropado o reafirmado por un régimen que se va instalando en el poder, aprovechando una serie de circunstancias favorables.
 
Como es obvio, también en la actualidad los individuos tienden a agruparse según sus gustos, intereses e ideas. Estos grupos (culturales, religiosos, políticos…) tendrán más o menos peso en la sociedad, dependiendo, entre otras cosas, del número de miembros que los compongan. Por ejemplo, si solo dos o tres personas piensan que quienes tienen pelo rizado son perjudiciales para la sociedad y deben ser desterrados o eliminados, sus ideas no tendrán consecuencia alguna. Para ello, necesitarían arrastrar a más personas a su causa, y creo que, en este aspecto, es muy importante la fuerza militar. Si pensamos en personajes históricos que consiguieron imponer sus ideas a todo un pueblo, vemos que pertenecieron al ejército (en algunos casos participando en golpes de estado). Por ejemplo, Franco, Napoleón o el mismo Hitler, quien, además, tenía el apoyo de un partido político.
 
Pero no es este el caso de los swingjugend. A estos jóvenes les une fundamentalmente su amor por el género musical y por los rasgos culturales asociados al mismo. Hemos de tener en cuenta que no se trata de un fenómeno exclusivo de Alemania, sino que, procedente de Estados Unidos, se estaba extendiendo por Europa. Como en este caso, los miembros de un grupo se identifican entre ellos, sobre todo, por su forma de vestir, tal vez por su actitud y, también, por el lenguaje. Por ejemplo, los swingjugend o chicos swing de la película tenían como contraseña una melodía.
 
La sociedad puede permanecer estable mientras los distintos grupos se limiten a las características mencionadas arriba. Así, encontramos, en una determinada ciudad, varias tribus urbanas cuyo eje es, de nuevo, un estilo musical (rock, punk, rap…). Sus respectivos miembros visten de manera semejante, tienen gustos muy parecidos, comparten un mismo código lingüístico y gestual, y algunos valores e ideales; pero la existencia de una tribu urbana, normalmente, no excluye la existencia de otra, aunque tal vez se opongan en algunos aspectos. Incluso en la Alta Edad Media española encontramos una relativa convivencia pacífica entre las tres comunidades religiosas, judía, musulmana y cristiana.
 
El problema viene cuando hay un choque frontal entre dos grupos, que puede ser bidireccional (la cultura de Occidente y el imperio turco en tiempos de Cervantes; las disputas entre neonazis y antifascistas, en los años más recientes) o unidireccional, en el caso de nazis y chicos swing. Hay quien podría pensar que también se trata de un choque que parte de ambos grupos, porque es evidente que los chicos swing se oponen al régimen nazi, pero yo creo que el choque surge del lado nazi y lo que hay en los swingjugend es simplemente una resistencia, una voluntad de no dejarse absorber por otro grupo.
 
Desde 1939, año en que transcurre la acción de la película, es obligatorio alistarse en las Juventudes Hitlerianas para todos los jóvenes mayores de diecisiete años. En la cinta no vemos que persigan con armas a Peter y a sus amigos para que se alisten, pero sí que hay un seguimiento, un control, ciertas amenazas subrepticias. En este sentido, vemos un paralelismo entre los hechos narrados en la película y el propio desarrollo del nazismo, con un progreso gradual de la violencia, que comienza como algo que los alemanes saben que está ahí, pero que no se manifiesta en todo momento y desemboca en la sangrienta Segunda Guerra Mundial. En la película, se empieza con una paliza a un judío y se acaba con el suicidio de Arvid y el ataque a los jóvenes que se divierten en el Café Bismarck y que son llevados, finalmente, a un campo de trabajo.
 
En esta fase, por tanto, la realidad del nazismo no es del todo patente y el control del pueblo no se obtiene por la fuerza, o al menos no, si se puede evitar. La violencia explícita se ejerce sobre los focos de insurrección y sobre ese otro inferior que el nazismo crea para satisfacer el anhelo sádico que nos explica Fromm, pero no para convencer a las masas:
 
Describe Hitler cómo el quebrar la voluntad del público por obra de la fuerza superior del orador constituye el factor esencial de la propaganda. Hasta no vacila en afirmar que el cansancio físico del auditorio representa una condición muy favorable para la obra de sugestión.
(Fromm, 1941)
 
Esta última palabra es clave, pues es precisamente la sugestión lo que vemos en Herr Knopp, el agente de la Gestapo que visita con frecuencia la casa de los Müller, a quienes trata con gran amabilidad. Y, además, comprobamos cómo el régimen se introduce en los hogares y controla aspectos de la vida cotidiana. Herr Knopp trata de suplir la figura de autoridad que falta en la familia Müller y se convierte en una representación del papel que Hitler desempeña con respecto a la sociedad alemana, que, tras la Primera Guerra Mundial, pierde todo referente del poder.
 
Una muestra muy clara es el proceso de transformación al que es sometido Thomas. Incluso siendo un chico swing, vemos características en él que formaban parte de un joven nazi: el exceso de pasión (resulta curioso que las últimas palabras que le dice Herr Knopp a Peter, cuando ha comprobado que, a pesar de sus esfuerzos, no lo ha podido convertir a su causa, sean tanta pasión para nada), demasiado cercana a la violencia, o el sentimiento de superioridad (en el ataque al chico judío, llama a un nazi maricón, mientras que él es un vaquero). Con respecto a esta última, es destacable la manera en que trata a Arvid. El trato despectivo hacia aquellos que tienen un defecto físico -en el caso que nos ocupa- o de otro tipo no es algo que haya sucedido solo en la Alemania nazi, sino que parece ligado a la naturaleza humana y llega hasta nuestros días (tenemos el grave ejemplo del acoso escolar); si bien es cierto que Hitler lo llevó al extremo (murieron miles de personas personas con el programa T4).
 
Thomas, al contrario que Arvid, tiene una personalidad propicia para ser adiestrado por las Juventudes Hitlerianas. El fin de tal adiestramiento es acabar con todo rasgo individual y convertir al joven en un súbdito leal al régimen. Para ello, se utilizan varias técnicas. En primer lugar, como responden Peter y Thomas al amigo que les pregunta, estudian Mein Kampf y otros libros propagandísticos, que podían calar hondo en las conciencias más débiles. Se hace hincapié en la superioridad del aprendiz. Dice Fromm, citando a Hitler: toda educación y desarrollo del alumno debe dirigirse a proporcionarle la convicción de ser absolutamente superior a los demás. Es necesario, entonces, fabricar un enemigo, que será principalmente el judío; y, al mismo tiempo, hacer creer al joven que forma parte de una causa mayor que él. El individuo aislado, parafraseo a Fromm, se siente frágil, y necesita pertenecer a un grupo, ya que esto es algo que en muchos produce un efecto fortificante y alentador (Hitler). Se llevan a cabo competiciones deportivas, se estimula la fraternidad y se utiliza constantemente el halago. Se cortan lazos con el exterior, al controlar los hábitos, como el de fumar, que, si no me equivoco, también estaba ligado a la cultura swing. Así es como jóvenes que, en cierta medida, compartían los mismos anhelos sádicos y masoquistas que el dictador, acaban convirtiéndose en verdaderos nazis (no obstante, en Thomas aún queda algo de humanidad).
 
Podemos decir que existen tres tipos de personas, fundamentalmente. Aquellos que, por sus características psicológicas, son absorbidos con cierta facilidad por el régimen y acaban apoyándolo, llegando a cometer actos violentos. Los que apoyan el régimen externamente, pero, en su interior, saben o al menos intuyen que no está bien. Lo hacen por miedo, como la madre de Peter, que ya ha perdido a su marido y no quiere perder también a su hijo. Y, por último, están los que siguen fielmente sus principios, aunque tengan momentos de duda, como le sucede a Peter. Él llega a alistarse en las Juventudes Hitlerianas, algo que nunca haría Arvid. Quizás por su madre, a la que ha visto sufrir, o porque no es del todo consciente de hasta qué punto llega el régimen nazi. Pero Peter nunca podría haber hecho lo que Thomas, agredir a los enemigos del régimen. Era consciente en todo momento de que su uniforme no era más que un disfraz. Arvid es el extremo. Tal vez por su gran inteligencia y perspicacia, es muy capaz de comprender la realidad del régimen nazi y lo peligroso de su ideología. Y prefiere mucho antes morir que seguir viviendo en un mundo donde incluso sus amigos son atrapados.
 
Esta clasificación solo sirve para hacernos una idea general, pero es obvio que el individuo fluctúa entre los distintos tipos. Es importante, para no acabar absorbido por ideologías peligrosas como el nazismo, tener unos principios firmes y no traspasar la frontera entre el mundo individual y el espacio mental en que se mueve la sociedad. Arvid afirma en la película: quien ama el swing no puede ser nazi. Sin embargo, también es importante para reforzar el yo permitirse dudar, cuestionar aquello en lo que se cree. Se corre el riesgo de caer en la ideología de masas, pero puede servir para salir de ella.
 

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