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  • Autor de la entrada:David

El pasado sábado, 24 de octubre, por fin se publicó mi libro «El comú català» después de casi  tres años de esfuerzo y todo tipo de anécdotas. El lugar escogido para la presentación fue Terrassa, en la inauguración del curso anual del Instituto d’Estudis Ibers. El curso se inició con mi charla «Continuïtat cultural ibera a l’Edat Mitjana catalana», que consistió en una introducción de las costumbres comunales catalanas durante la Edad Media y una segunda parte en la cual retrocedía a los tiempos de la dominación romana para intentar esclarecer si después de la caida del Imperio romano sobrevivió algo de la cultura ibera y si esta fue la base de las tradiciones comunales catalanas.

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Este libro, este en concreto, no hubiera sido posible si no hubiera conocido la obra de Félix, pues hasta ese momento mi desconocimiento sobre la historia del comunal y las formas asamblearias de autogobierno popular en época precapitalista era total. Félix, que tiene un gran conocimiento sobre la historia comunal de muchos pueblos de  la península Ibérica, reconocía su ignorancia sobre la historia comunal catalana y en algunas de sus charlas animaba a los catalanes que lo estuvieran escuchando a recuperar y difundir su historia.

Han sido muchas horas dedicadas, robadas al sueño, a los amigos y a la familia, pero creo que el trabajo resultante ha merecido la pena. Félix se prestó a hacer el prólogo del libro, y por justicia, porque como he dicho es una persona clave en la realización del libro, he luchado contra viento y marea para que se mantuviera el prólogo. Publicar este libro no ha sido tarea fácil, pero gracias a algunas personas que, cuando lo veía todo negro, me han ayudado y animado en momentos puntuales, este trabajo ha visto la luz. En el libro, una nota de arte y belleza la pone el epílogo de Blai Dalmau, con una versión en catalán de la canción «El mundo al revés» de Leon Roselsson, cantautor de canciones políticas radicales.

El libro en versión digital está disponible en la web elcomu.cat de forma gratuita. El coste económico del libro en papel ha sido adelantado por mi, pues no he encontrado editorial que se prestara a ayudarme en ese sentido. La versión en papel tiene un precio bastante económico de 12 euros con la intención de ponerlo al alcance de quien esté interesado.

Os dejo con el prólogo en versión castellana. Abrazos.

PRÓLOGO

            Cuando en 2008 se publicó “Naturaleza, ruralidad y civilización” el acervo historiográfico sobre nuestro pasado inmediato realizado con una mínima objetividad era pobre hasta lo patético: apenas había estudios de alguna calidad sobre los modos de existencia y formas de autogobierno, políticas, jurídicas, convivenciales, culturales y económicas, de las clases laboriosas de los diversos pueblos de la península Ibérica.

            Existían, es cierto, unos cuantos estudios pero casi todos de naturaleza académica, muy poco conocidos y confinados en espacios alejados de donde se pelea por la transformación integral de la sociedad y la persona. Había algo más de elaboración acerca del comunal -por lo general bastante distorsionadora- mientras que el concejo abierto seguía siendo un tema tabú. Al parecer, nadie deseaba comprometer su carrera académica ocupándose de él, dejando de lado unos pocos trabajos casi todos característicamente toscos. Incluso la obra de Joaquín Costa y sus discípulos había caído en el olvido.

            Por eso titulé el capítulo VI de aquel libro “El concejo abierto y el mundo rural popular”. Tomando como caso particular el régimen concejil de Álava (Euskal Herria) examino las expresiones populares asamblearias de autogobierno -parcial- que se han dado en el pasado, y que todavía sobreviven en algunos territorios, aunque cada vez más desnaturalizadas. Señalo que no ha existido nunca, y no puede existir, comunal sin concejo abierto, de manera que los estudios que tratan del primero sin referirse al segundo se equivocan y nos equivocan.

            En 2010, al aparecer, en gallego reintegrado, “O atraso político do nacionalismo autonomista galego”, la situación no se había modificado. Continuaba la indigencia intelectual en lo referente a estas decisivas materias, aunque para el estudio del mundo rural popular tradicional gallego, definitivamente aniquilado hace sólo unos decenios primero por el franquismo y luego por el régimen parlamentarista, me fue bastante útil lo que sobre los sistemas asamblearios aporta un pensador de tanta significación como es Castelao.

            En Cataluña la situación era incluso peor. Debido a que la burguesía nacionalista había dictaminado e impuesto, ya en el siglo XIX, que la historia del pueblo catalán era tan singular que no conocía ni los procedimientos asamblearios ni la propiedad colectiva, se carecía casi por completo de investigaciones al respecto, y las pocas que existían habían sido arrinconadas y marginadas.

            De ese modo la burguesía nacional y sus agentes intelectuales habían hecho de Cataluña una anomalía historiográfica en Europa, algo tan irreal que rondaba lo esperpéntico. Si en diversos países europeos el comunal era, e incluso es todavía, una realidad bien perceptible (lo que, por ejemplo, es señalado en el siglo XIX por el francés Frédéric Le Play, estudioso de estas materias), en Cataluña, de creer a los manipuladores autóctonos de su historia, se había dado un individualismo agrario perfecto, intemporal y perpetúo.

Y dicha burguesía añadió que, aunque los modos asamblearios de autogobierno tienen, documentadamente, una existencia milenaria en la península Ibérica (pensemos en los bagaudas, revolucionarios activos en las tierras de Lleida en el siglo V, cuyas asambleas gubernativas se celebraban a la sombra de los más copudos árboles), en la sociedad catalana jamás habían existido…

            Dicha burguesía había imaginado la Cataluña del pasado a su imagen y semejanza, con propiedad privada burguesa y formas parlamentaristas de gobierno. Que incluso la legislación municipal promulgada por la Generalitat durante la II república refutase todo ello, mostrando que en el siglo XX las instituciones populares tradicionales catalanas, aunque bastante debilitadas, seguían siendo actuales, no tuvo apenas ningún significado práctico, ni en la historiografía ni en la política ni en la emocionalidad. Para aquélla el pasado era el presente (su presente) en el pasado, con lo que ignoraba la diferenciación cualitativa entre el hoy y el ayer, negando el cambio y reduciendo el acontecer histórico a persistencia y permanencia cuando en realidad es mudanza y transformación.

            Enseña muchísimo sobre la historia contemporánea y la actualidad política de Cataluña que la burguesía supuestamente nacional, que dice desear la “liberación nacional”, lo primero que hace es falsificar, con fines reaccionarios, la historia del pueblo catalán. Si Madrid altera dicha historia de un modo la burguesía catalana lo hace de otro…

            Rosa Congost es casi la única investigadora que señaló con preocupación y alarma lo anómalo, e incluso lo ridículo, de una historia de Cataluña escrita de espaldas a la propiedad mayoritariamente comunal de los principales factores de producción, no sólo la tierra, impostura que situaba a Cataluña fuera de Europa. Pero dicha autora, por desgracia, suele ignorar a la asamblea popular tradicional, de tanto arraigo y presencia en Cataluña hasta casi hoy mismo.

            El tabú referido al concejo abierto tiene una causa fácil de determinar, que éste muestra y descubre que la denominada pomposamente “democracia representativa”, o sea, el régimen parlamentario y partitocrático es una forma de dictadura política, una tiranía, un orden sin libertad política para el pueblo. Para disimular esto se ha elegido el procedimiento de ocultar todo lo posible algo tan central, tan fundamental, de la vida de los pueblos peninsulares como las asambleas vecinales populares tradicionales.

            En los últimos años la situación historiográfica se ha ido modificando. Sobre los bienes comunales en Cataluña tenemos ya una cierta cantidad de estudios académicos, pero acerca del concejo abierto y el derecho consuetudinario, o de formulación popular, seguimos careciendo de ellos casi del todo.

            Este es el marco en que David Algarra Bascón escribe “El comú català. La història dels que no surten a la història”. Con este libro todo se modifica, al presentar la realidad histórica de Cataluña de manera objetiva, a partir de sus fuentes documentales y estudios fiables, sin teoricismos ni doctrinarismos. En él es el pueblo, la gente común, que no suele ser citada en la historiografía institucional, quien tiene todo el protagonismo. Aquélla se organiza asambleariamente compartiendo la propiedad de los principales medios de producción, y lo hace hasta que la revolución liberal española (y la revolución francesa al norte de los Pirineos) va desmontando y aniquilando toda su sociedad y cosmovisión, desde el siglo XVIII hasta el presente, venciendo la persistente y épica resistencia de los catalanes, y derramando mucha sangre.

            Cataluña es una creación del pueblo catalán, de la gente de a pie, no de los condes, igual que hoy no depende de la partitocracia subordinada de facto a Madrid y Bruselas que, demagógicamente, dice ser partidaria de “la liberación nacional”. Es absurdo que se siga fechando el origen de Cataluña en la ruptura condal con los carolingios. Ese hecho fue de segundo orden y nada explica del porqué y cómo se formó y constituyó el pueblo catalán, con su lengua, modos de vida y cultura, a partir de la gran revolución civilizadora de la Alta Edad Media del suroeste de Europa.

            No, no fueron los condes, fue el pueblo llano y anónimo quien en los siglos VIII-X crea una comunidad humana nueva, revolucionaria, viable, diferenciada, con una lengua, una cultura, una idiosincrasia, un sistema de valores innovadores y unas formas nuevas de existencia, en lucha contra el imperialismo islámico andalusí. Y lo hace con tanto éxito que esa comunidad humana singular continúa existiendo más de un milenio después, aunque sin libertad, al carecer de autogobierno. El pueblo catalán, que nació en medio de la lucha y se desarrolló a través de ella, continúa hoy el combate para afirmarse y emanciparse. Lo que Algarra estudia tuvo, en aquella revolución, sus orígenes o su reafirmación y actualización creadoras.

             Poner el acento en el pueblo o ponerla en los poderhabientes: ésa es la línea divisoria entre quienes comprenden objetivamente la historia catalana y los que se equivocan, entre quienes entienden cuál es hoy el camino de la liberación integral de Cataluña (cuyo meollo necesariamente ha de ser una revolución tan total, por poderosa, vivencial, multivalente e integral, como la de la Alta Edad Media), y aquéllos que se abrazan a la partitocracia en curso, lo que equivale a fundirse políticamente con el gran capitalismo mundializado, enemigo estructural de lo que es particular, auténtico, entrañable y singular, en consecuencia, de todos los pueblos del mundo que aspiran a ser libres, a ser.

            Si, pongamos por caso, la constitución de Cataluña en los siglos altomedievales se hizo en combate contra el régimen esclavista carolingio e islámico, su liberación hoy necesariamente ha de realizarse en oposición a la manifestación casi universal de esclavismo en la contemporaneidad, el trabajo asalariado. Por tanto, sin una revolución contra el capitalismo, anticapitalista integral y por tanto antiestatal, no puede lograrse una Cataluña libre, verdad primaria que está validando la experiencia última.

            El libro de Algarra Bascón se ocupa, conviene repetirlo, de lo popular catalán, de la sabiduría de la gente común, de sus logros y realizaciones. En ello reside su mérito, su valía y originalidad. De ahí emana su gran contenido de verdad. Al ser verdadero (en la única forma posible, verdadero-finito) en la intención y los logros, se hace revolucionario, como historiografía y como política. Y por revolucionario resulta ser una contribución notable al esfuerzo y la lucha por la liberación de Cataluña, más allá de la politiquería de los partidos políticos.

            El marco en que dicho libro surge es diferente al de hace años. Ahora tenemos más estudios, provenientes de la autogestión del saber y el conocimiento y no del mundo académico, sobre la historia de los pueblos peninsulares. En Euskal Herria contamos con “Batzarra, gure gubernua”, de Pablo Sastre, que tiene mucho en común con el trabajo de Algarra, al concentrarse en la investigación del régimen concejil en su expresión más genuina, el batzarre o asamblea local gubernativa vasca. Está el libro de Jasone Mitxeltorena “Auzolanaren kultura”, que se ocupa del trabajo comunitario vecinal desde el batzarre y el comunal, y “Comunidades sin Estado en la Montaña Vasca”, de Sales Santos e Itziar Madina. Hace muy poco ha sido editado “Las Vecindades Vitorianas. Una experiencia histórica de comunidad popular preñada de futuro”, de Egin Ayllu (Colectivo). Podría citarse algún título más.

            En Galiza se están elaborando textos de significación y contenidos similares, así como en otros territorios, que cuando estén editados serán un notable triunfo sobre la historiografía burguesa. Una obra que asimismo puede situarse dentro de esta corriente de recuperar el pasado desde la voluntad de objetividad y el afán de preservar lo popular tradicional en tanto que saberes y conocimientos, poniéndolo al servicio del presente, es “Manual de cocina bellotera…”, de César Lema Costas (con prólogo y un capítulo míos). Poseemos además un número creciente de artículos, conferencias y charlas, de videos y documentales, una parte de ellos excelentes, que han derribado el fúnebre tabú de referirse y citar el concejo abierto en textos, documentos y análisis.

Lo expuesto permite pensar que en unos años habremos dado un giro tal vez copernicano a la historia de los pueblos sur-europeos, superando la parcialidad politicista y general sinrazón de las elaboraciones académicas a cargo de profesores-funcionarios. Éstos carecen de lo más necesario, libertad para exponer la verdad, pues en su actuar se deben a la razón de Estado, aunque hay excepciones, en la forma de textos meritorios, en particular por los datos que proporcionan.

            Ese vuelco historiográfico, realizado desde fuera de lo académico, significa que los diversos pueblos se están haciendo dueños de su historia en los aspectos citados, tan esenciales. Y, con ello se sitúan en las mejores condiciones para hacerse dueños de su futuro, que no puede ser construido si no se comprender el propio pasado más allá de la propaganda historiográfica, esté fabricada en Madrid o en Barcelona.

            El pasado ha de ser conocido ateóricamente, y el futuro ha de ser construido también ateóricamente. La objetividad es la única precondición, para pensar el uno y el otro desde sí mismos, sin elaboración doctrinal que impida captar la realidad tal cual es. La verdad es lo más decisivo y la política se hace desde la verdad. Por eso la historia ha de ser verdadera, no politiquería institucional elaborada historiográficamente.

            Al encarar el pasado no vale ni la idealización ni la denigración. La teoría del progreso, que está en el meollo de la concepción burguesa del mundo, impone lanzar una mirada de desdén, cuando no de desprecio, hacia el pasado, tenido por inferior y peor en todo lo importante. De ahí que los textos ortodoxos no pretendan explicar el pasado tal cual fue, sobre todo en su vertiente popular, sino desacreditarlo, llenarlo de lodo, lo que es más indudable todavía en lo que se refiere a la historia rural que, hasta hace poco más de un siglo coincidía con el 95% de la historia de las clases trabajadoras. La burguesía catalana fue rigurosamente adepta al progresismo, de ahí que falseara el pasado.

            Como reacción a la concepción progresista de la historia, mera denuncia hiper-crítica de lo que la gente común hizo y fue, existe el peligro de caer en idealizaciones, aunque los progresistas de toda naturaleza en cuanto perciben que no se describe el pasado popular con los mantras demonizadores de rigor (“miseria”, “feudalismo”, “clericalismo”, etc.), esgrimen la acusación de idealización del pasado, ellos, que magnifican el presente de mil maneras, y todavía más el futuro, que conciben como un presente asombrosamente fantaseado, como un hiper-presente…

            La objetividad, en lo referido a las formaciones sociales anteriores al auge vertiginoso del aparato estatal que son las revoluciones liberales y a la implantación del capitalismo, tiene que atender a dos consideraciones inaugurales. Una es percibir el pasado de los pueblos en sus contradicciones internas, con sus aciertos y desaciertos, en sus luces y sombras, para incorporar lo positivo y desechar lo negativo. La otra es considerar que el futuro no puede, ni debe, ser una repetición del pasado sino una elaboración nueva, única y singular, que aprende del ayer y se nutre del hoy superando dialécticamente a ambos para ser por sí misma, autónomamente.

            Una tercera cautela es percibir todos y cada uno de los textos ya elaborados, los antes citados, como punto de partida pero no como obras de madurez. Son tantas las materias todavía incomprendidas, superficialmente tratadas, o examinadas de manera harto incompleta, que la investigación en estos campos tiene muchísimo que hacer. Sería magnífico que todos los libros mencionados, los míos y los otros, quedasen superados y sobrepasados lo antes posible debido a que se fueran produciendo y publicando sucesivos trabajos y estudios, conforme al criterio de la autogestión del saber y el conocimiento, que esclarecieran más y más cuestiones hoy oscuras e incomprendidas, con creciente rigor y profundidad.

            Finalmente, ninguna de las obras mencionadas se contenta con el mero conocer y comprender debido a que se proponen formular aportaciones importantes para la solución de los problemas más graves y acuciantes de nuestro tiempo.

La sociedad catalana, igual que el resto de las europeas, está en una situación de desintegración y disfuncionalidad crecientes, quizá todavía no extrema pero no por eso menos visible y preocupante. De su pasado inmediato se puede y debe aprender para hallar inspiraciones en la reflexión acerca de cuestiones fundamentales: la conquista y realización de la libertad política, la creación de una sociedad ética y de valores, la superación revolucionaria de la propiedad privada concentrada, la resolución de la crisis demográfica, el final de los sexismos, los remedios al desastre medioambiental, la liberación del cuerpo social del yugo atroz del ente estatal, el poblamiento territorial equilibrado con dilución de las ciudades, la salida de la sociedad tecnológica para recuperar lo humano, la eliminación del caos educativo, la estetización de la existencia, la liberación del erotismo, la constitución de seres humanos integrales a partir del ser nada de la modernidad, la erradicación del trabajo asalariado, la superación del estado de inespiritualidad y barbarie hoy vigente, la re-culturización del sujeto común, el tránsito del ego al yo en el proceso de construcción pre-política del sujeto, la recuperación de la convivencia, del amor, como gran y fundamental bien y, por supuesto, la liberación integral de Cataluña, que será un quehacer revolucionario o no será.

            El futuro sólo puede hacerse mirando selectivamente hacia el pasado popular. Únicamente la fusión entre tradición y revolución permitirá edificar un futuro viable que sea eso, futuro, no una actualización del presente. Porque la revolución sin tradición se hace fascismo, y la tradición sin revolución se convierte en reacción.

            En conclusión, David Algarra ha hecho un trabajo meritorio, con mucho esfuerzo y dedicación, mantenidos durante un tiempo prolongado, con enorme ilusión, entrega y generosidad, como sabemos quienes hemos seguido el laborioso proceso de acumulación documental, lectura, reflexión, síntesis, redacción y corrección. El lector o lectora tienen ahora ante sí los resultados.

                                                                    Invierno de 2015

Félix Rodrigo Mora

Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Vanesa Quiles Gomis

    Felicidades David, estoy deseando leerlo.
    Gracias por tanto esfuerzo, gracias por todo.

  2. Jose Luis Millares Lorenzo

    David, ¡¡¡al fin ha visto la luz!!!, con muchísimo esfuerzo por tu parte y felicidades.

    No se catalán, pero haré el esfuerzo para leerlo.

    Aunque podría acceder a la página Web, agradecerte que lo hayas puesto disponible, pero me gustaría ayudarte al esfuerzo económico y la única manera que conozco es comprarlo, por lo que me dices como obtenerlo, si tú me lo puedes enviar y donde ingreso el importe.

    Espero tú respuesta.

    Un abrazo

  3. David Algarra

    Gracias a los dos, me acuerdo mucho de todos vosotros. A ver si el año que viene volvemos a vernos.

    Jose Luis, el libro en papel se puede pedir rellenando este formulario:

    http://www.elcomu.cat/comanda/

    También puedes hacerlo enviándome un e-mail a info@elcomu.cat indicando los datos de dirección para poder hacer el envío y yo te respondo a tu correo con la forma de realizar el ingreso.

    Cualquier duda que tengáis sobre el libro (traducción, algún concepto, alguna aclaración, etc.) me podéis enviar un correo a ese mismo e-mail y os responderé gustosamente.

    Creo que había un colectivo de Huesca que se prestaba a realizar la traducción al castellano, pero supongo que si se hace tardará un buen tiempo en salir.

    Un fuerte abrazo

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