• Categoría de la entrada:General E2015
  • Autor de la entrada:Félix

Arguye Aristóteles en «Retórica» que «es más difícil el que exista una cosa bella que el que exista una cosa«, lo que es una exhortación a la búsqueda de la excelencia (en este caso estética), de la labor bien hecha, siempre más dificultosa de alcanzar que la realizada de manera descuidada y lerda.

Para el Encuentro tenemos que querer lo mejor y hacer lo posible por conseguirlo. Nuestras señas de identidad han de ser alcanzar lo excelente en todo lo que nos propongamos, no por interés personal ni por vanidad ni por afán de lucro sino porque es lo óptimo para los seres humanos.

Obrar por amor y vivir el amor demanda actuar atenta y cuidadosamente, haciendo de cada acto una obra de amor.

Expongo aquí a la atención general algunas cuestiones que no tienen respuesta o solución apropiada todavía, lo que significa que están por pensar, comprender y resolver, aunque al mismo tiempo en todas ellas lo ya conseguido es apreciable aunque insuficiente.

Para avanzar en el logro de nuestros objetivos necesitamos diferenciar lo que ya sabemos con seguridad de lo que todavía conocemos de forma insegura, y ello de lo que por el momento ignoramos. Ser conscientes de nuestras carencias, aceptándolas con serenidad, reflexivamente, es la condición para superarlas en el futuro. Si obramos de un modo acertado y con una epistemología apropiada lo que hoy desconocemos podremos saberlo (en más o en menos) en algún momento del futuro, con lo que estaremos en condiciones de servirnos de ese conocimiento en nuestra práctica.

Ser revolucionarios es buscar nuevos caminos, no contentarse con las soluciones dentro de lo constituido, mirar en torno con voluntad de localizar lo nuevo, lo innovador, lo que existe fuera de lo institucional. De eso se trata en el Encuentro, por más que nuestra capacidad para hacerlo es, por el momento, reducida. Pero nos desarrollaremos e iremos a más, también porque las condiciones objetivas para que ello pase son bastante favorables.

Se enumeran las cuestiones a mi entender aún oscuras y por pensar.

NUESTRA FUNCIÓN, SIGNIFICACIÓN, MISIÓN O TAREA, ¿CUÁL ES? Si nos constituimos como corriente no organizada, plural e internacional de ideas, prácticas y actuaciones colectivas y personales es ¿para qué en concreto? En las actuales condiciones, ¿cuál ha de ser nuestro propósito o meta fundamental? Se podría contestar que el desarrollo del factor consciente en la sociedad, proporcionando ideas e ideales, siempre que esto no se entienda de una forma intelectualista. Pero, ¿es así?, ¿no pueden definirse mejor y más precisamente las metas estratégicas del movimiento desorganizado y no homogeneizado que deseamos impulsar?

EL AQUÍ-Y-AHORA Y EL PROYECTO DE TRANSFORMACIÓN TOTAL. Hoy los diversos movimientos que buscaron logros prácticos e inmediatos están casi acabados. Es el caso del 15-M, Rurales Enredadxs, movimiento contra los desahucios, varias expresiones de cooperativismo, las acciones de la nueva ruralidad, la operación por «el derecho a decidir» en Cataluña, un gran número de asociaciones reformadoras de ámbito local, etc. En años pasados atrajeron a muchísimas personas pero hoy sólo pueden presentar unos logros prácticos muy escasos, o nulos, a pesar de la indudable buena voluntad y abnegación de sus integrantes. Por el camino han dejado a bastante gente desencantada, psíquicamente deteriorada, desmovilizada. Además, los movimientos reformadores demandan una enorme cantidad de trabajo personal para unos resultados por lo general irrelevantes. Hay dos motivos de su insustancialidad en lo logros, que el sistema actual es hiper-rígido, no reformable, y la baja calidad de las personas. El proyecto de revolución integral no es práctico, no busca resultados cortoplacistas disfrutables, de manera que lo expuesto pone sobre las mesa dos cuestiones, una es la definición de logros esperables, la otra la relación entre el proyecto de revolución integral y los irrealistas movimientos de reforma, muy debilitados pero aún existentes. También hay que examinar cómo advertir a quienes se entregan a proyectos reformadores que éstos son al mismo tiempo muy escasamente prácticos, bastante frustrantes y que proporcionan exiguas posibilidades para la autoformación y autoconstrucción personal, más bien todo lo contrario, al deformar y dañar al sujeto.

SER REVOLUCIONARIOS EN TODO, INTEGRALES, ¿QUÉ SIGNIFICA? Se coincide en que la meta de la revolución integral no es reformar el actual sistema sino transformarlo cualitativamente, primero porque aquél reformado es todavía más poderoso, y segundo porque hay que introducir la noción de un cambio cualitativo total, frente al reformismo utópico, hoy en fuerte declive1. La idea de revolución suele asociarse a la política, y apenas se usa la expresión revolución interior, revolución personal, etc. Hoy sabemos que una revolución política, puramente política-económica, no es deseable y no sirve, de ahí la persistente crítica del politicismo, o exageración del significado de la política en la vida de los seres humanos. Por eso hay que ampliar el ámbito del concepto «revolución» a otros terrenos y otras actividades, sobre todos a los del sujeto en tanto que tal, sin olvidar la perentoriedad de revolucionarizar la ética social, la educación, la salud, los valores, la convivencia interpersonal, la estética, la espiritualidad2, etc. Por tanto, la necesidad de afinar, ampliar, extender y profundizar la idea de modificación total es evidente.

LA PERSONALIDAD CREATIVA. Hemos rechazado el modelo caudillista de organización, en la que un jefe rodeado de una pequeña camarilla dirige a una masa abúlica, desmotivada e ineficaz pero dócil de seguidores. Lo hemos hecho por razones varias, una de ellas que tal estructura no se adecua al proyecto y programa de revolución integral3, dado que éste por su misma mega-complejidad e hiper-dificultad necesita de muchas (en realidad de innumerables) personalidades autónomas, autosuficientes, competentes, con iniciativa, que operan por convicción interior y no por órdenes, que se hacen cargo (o al menos lo intentan) de la totalidad de las cuestiones, que obran con responsabilidad, sociabilidad, inteligencia, compromiso y desinterés. Los jefes existen también porque las bases y cada persona de las bases no cumplen con su obligación de esfuerzo, dedicación, centinela, reflexión, autoexigencia y autoconstrucción. De la conjunción de lo uno y lo otro resulta una incapacidad completa de transformación de la sociedad. Pero la personalidad creativa y autosuficiente, que se preocupa más de contribuir que de recibir, no es fácil de constituir, y su desarrollo es una de las cuestiones más determinantes de la revolución holística que preconizamos. La pregunta es cómo hacerlo en concreto, cuál tiene que ser el programa y proyecto para el sujeto, considerando que en lo principal el sujeto se autoconstruye. Hacerse a sí mismo persona creativa lleva mucho tiempo, es todo un plan de vida, por lo que debe evitarse la ansiedad y los sentimientos de culpa por no lograr hacer aportaciones creativas en esta o la otra situación.

Lo conseguido, cuando el proyecto es común, resulta ser cosa de todos, y de todos depende también que sea poco o mucho lo alcanzado, así como los aciertos y errores. No hay y no puede haber personalidades redentoras una vez que se admite la colosal complejidad de la revolución total integral, lo que no debe interpretarse como un acto de fe en el igualitarismo, pues las diferencias en experiencia, conocimientos, disposición, etc. existen y existirán.

NO AL INTELECTUALISMO Y SI A… ¿QUÉ? Los viejos credos «radicales» concebían la consciencia como asunto exclusivo del intelecto, como saber demostrativo, mientras que los otros componentes de la psique humana eran ignorados, la emocionalidad, la sensibilidad, lo pasional, la percepción estética, la voluntad (a pesar de su enorme importancia práctica), la intuición, la fortaleza anímica, la memoria, etc. De tal enfoque racionalista (más racionalista que intelectualista, lo que agrava el traspié) resultó una mutilación del ser humano. En los hechos, ese sujeto amputado, lisiado, era muy poco apto para realizar las tareas de la transformación social, contradicción que nadie deseó percibir… Hay un acuerdo amplio entre nosotros de que el intelecto es parte y sólo parte, de enorme importancia pero nada más que parte, pero esto nos demanda definir qué es el factor consciente en sus diversas manifestaciones, y las vías para crear, pongamos por caso, una nueva emocionalidad y sensibilidad, o una nueva voluntad, a la vez que nuevas explicaciones a los grandes interrogantes de nuestro tiempo.

PASIVIDAD Y ACTIVIDAD. El sistema actual transforma al ser humano en una criatura pasiva que lo recibe todo de arriba, de las instituciones, sin que él tenga nada que hacer más allá de implorar, reclamar e incluso amenazar verbalmente al poder, siempre sin cuestionar la existencia misma de dicho poder ni mucho menos convertirse él mismo en sujeto apto para extinguirlo. Aquí ha habido un cambio total en dos o tres generaciones, se ha pasado del sujeto que hace e interviene, que se responsabiliza, al sujeto que pide y reclama, que dice ser víctima, por tanto, irresponsable. La revolución no puede solicitarse pues por su propia condición únicamente cabe hacerse. El Estado de bienestar es el sumun de la degradación del sujeto a ente demandante y reivindicativo, de donde resulta un tipo de personalidad que todo lo espera de fuera, todo para sí y nada por sí. Tal sujeto fluctúa entre esperar que todo le sea dado, regalado, y la frustración y desencanto cuando ello no sucede e incluso cuando no sucede, pues lo suyo es exigir y demandar sin fin… Lo que nunca hace es responsabilizarse en la tarea de crear y obrar, participando innovadoramente. En definitiva, pasar del sujeto pasivo al activo y multicapaz requiere todo un programa de revolucionarización de la persona y los valores, que no existe por el momento y que hay que formular.

EL TRATO Y CONVIVENCIA CON LOS SERES NADA. La personalidad intencionadamente nulificada y disminuida propia de nuestro tiempo, triturada por un Estado extraordinariamente expandido y por una gran empresa multinacional que acumula poderes colosales crea a los seres nada, criaturas en transición desde lo humano a los subhumano. Esto es muy real, lo vivimos todos los días, y tenemos que establecer una formulación práctica para la relación con ellas, que no tenemos. Hay, en primer lugar, una exigencia de cariño hacia ellos, un cariño complejo al incluir el distanciamiento, la indicación de responsabilidad individual y grupal (ser nada no es sólo el que es producido como tal sino quien se ha dejado manipular hasta ese punto), la disensión, etc. No estamos a favor de crear una secta, de apartarnos de las clases populares, de vivir en un gueto, de formar una contrasociedad. Sea cual sea la situación si deseamos ser transformadores y personas como cualquier otra tenemos que compartir nuestras vidas para lo bueno y lo malo con la gente común, conforme a la idea de estar con ella sin ser de ella, considerando sus aspectos positivos y esperando que se den procesos de regeneración, personales y colectivos, aunque no apostándolo todo a esto y ni siquiera haciéndonos muchas ilusiones. Por eso hay que negarse a tener una ideología definida y aparte, que sea diferente a las nociones más básicas sobre verdad, virtud, cambio social, etc., lo mismo que hay que rechazar constituir una organización. Ideología y organización son los dos fundamentos de la nueva burguesía y el nuevo Estado, como se ha comprobado en todos los procesos revolucionarios, incluida la guerra civil, según se ha expuesto. Esto pone sobre la mesa problemas prácticos complejísimos, para los que hay que establecer unas reflexiones y normas básicas.

EL SILENCIO DE LOS BUENOS TIENE QUE TERMINAR. Esto es uno de los asuntos más trágicos del actual momento. Los necios, los neo-carcas y los perversos tienen una capacidad colosal de decir y exponer, de dominar lo discursivo, mientras que la buena gente, con ideas originales, propias y revolucionarias, está callada. Muy a menudo se asiste a actos públicos (sobre todo en el 15-M en su mejor momento) en los que quienes intervienen es para repetir el discurso del poder (por ejemplo, los editoriales del diario El País) ante una masa silenciosa. Pero si se comparte un rato de privacidad con algunos de los integrantes de ésta no es difícil encontrar que poseen un sentido de la realidad muy agudo, con ideas magníficas y rompedoras a menudo desarrolladas con un excelente estilo escrito u oral… que por eso mismo no se atreven a exponer, a veces ni a sí mismos. Esto tiene que acabar, tenemos que mover a los buenos a explicar, decir y hablar, hay que ir creando puntos y herramientas de emisión de ideas, valiéndonos de todo lo que esté a nuestro alcance, para desarrollar el factor consciente a partir de la realidad y no de los sistemas de creencias del poder. Hay que descubrir procedimientos normalizados para que estas personas llenas de creatividad y sabiduría experiencial digan y digan y digan. Si lo logramos podemos poner al poder a la defensiva en el terreno del discurso en un tiempo no muy largo… No basta con que eleven su voz unas cuantas personas, por bien que lo hagan o aunque tengan mucha audiencia. No, es necesario que lo efectúen miles y miles4, mejor o peor, con más o menos conocimientos. La suposición de que habla y diserta alguien mientras que los demás asienten y aplauden tiene que ser sustituida por otra, la de que sean innúmeros los que expongan. Hemos de arrojar fuera de nosotros la idea de los jefes que «saben» para abrir camino en el interior del yo a la creatividad personal cuasi universal. Así pues, ¿cómo hacer para que cese el silencio de los buenos?, ¿cómo articular múltiples procedimientos de intervención discursiva?, ¿de qué manera establecer cada vez más numerosos puntos de emisión de ideas e ideales, unos colectivos y otros individuales?

SOBRE EL ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN. Nuestra época resulta ser: 1) de una abrumadora complejidad, 2) diferente, muy diferente, en el sentido de mucho más negativa y destructiva, al pasado inmediato. La razón última de ello es que los poderes tiránicos que nos gobiernan tienen una fuerza incomparablemente mayor que en el pasado mientras que las clases populares y su cosmovisión están en trance de desaparición como realidades más o menos autónomas. Se han producido más cambios, por lo general a peor, en los últimos 25 años que en los pasados 250, y eso produce una sensación de inseguridad, caos y vértigo, que paraliza a las personas, pues el no comprender suele ser el inicio de no hacer5. Estamos a las puertas de un triunfo total de las instituciones del poder a escala planetaria, con el correspondiente colapso de lo que hasta ahora ha sido considerado como popular y como humano. Esto otorga un notable dramatismo a nuestra época, lo que no impide que tantísimos vivan meramente preocupados por las cuestiones del dinero y el bolsillo… Hacer un plan general de acción realista y efectivo (estrategia) en tales condiciones es asombrosamente enrevesado y difícil, pues consiste en nada menos que comprender un tiempo histórico en que el poder opera sin freno, lanzado a una carrera para hacerse con la integridad del dominio, reduciendo a las clases preteridas a una masa de neo-siervos totales. Eso significa que no se podrá acabar el análisis estratégico en el Encuentro, sólo empezarlo y que habrá que idear sistemas para seguirlo haciendo, tarea larga, dificultosa y embrollada pero al mismo tiempo decisiva y apasionante, pues desde ella se podrá luego fijar líneas de acción estratégica efectivas. Para eso necesitamos aún unos pocos años, aunque el Encuentro servirá de inicio…

LA REVOLUCIÓN HA DE SALIR DE LO HONDO DE LA SOCIEDAD. Una transformación total no la puede hacer -ni es deseable que la haga- una escuela o corriente de pensamiento, y no puede provenir de un partido o movimiento específico, pues una futura sociedad libre no debe estar homogeneizada y tiene que ser plural. La revolución integral tiene que resultar de un pacto entre muchas tendencias y fuerzas, un pacto fundacional de una nueva sociedad. Esto está por perfilar y definir, lo que es complicado, pero ahora nos exige estar muy atentos a lo que vaya madurando, a todo lo positivo por pequeño que sea, aunque vaya acompañado de elementos negativos (lo que es la norma), y lo haga quien lo haga. Eso significa que tenemos que escudriñar de manera metódica la sociedad para respaldar, aprender de ello, afirmar e incorporar al proyecto revolucionario a todo lo que en ella haya de positivo, por parcial, modesto y mezclado que esté. Esto se ha de efectuar ordenadamente, y ahí está el interrogante… Pero la estrategia acertada es ir sumando todos los elementos de verdad, bien, buena voluntad y transformación que vayan apareciendo en la sociedad. Esa suma, cualitativamente transformada, será la revolución, que no la haremos nosotros sino la sociedad en su base popular, la gente, o al menos esa es la noción estratégica a sostener6.

Dicho lo anterior hay que recordar que la estrategia de revolución integral está por hacer. Y no se podrá terminar a corto plazo. Buscamos caminos nuevos, para evitar el torpe y cansino reformismo inoperante, fracasado, que no lleva a nada, pero localizar dichos caminos es bastante complicado. Aún así lo haremos.

LA JUVENTUD Y LA REVOLUCIÓN. Dejar de lado rancios juvenilismos y actuales paternalismos no debe llevarnos a ignorar la cuestión de la juventud. Ésta hoy dista de ser una corriente revolucionaria, ni siquiera potencialmente, como se pone de manifiesto en la desaparición de facto del movimiento estudiantil en tanto que fuerza de transformación de la sociedad. La juventud en sus sectores más activos tiene que ser considerada como sector de la sociedad que necesitamos atraer al proyecto de transformación holística, asunto peliagudo. Lo importante es que esto quede planteado y localizado como tema de primera importancia, a tratar e ir solventando paso a paso. Lo previo es dar de lado el apestoso paternalismo con que la juventud es hoy tratada por sociólogos, profesores, padres y madres, publicistas, etc., que ha contribuido a infantilizarla de una manera tan intensa como pérfida, lo que la han desactivado como sujeto de acción social.

SOBRE LAS METAS DEL ENCUENTRO. ¿Cuáles pueden ser? 1) Conocernos, que es mucho más que vernos, pues consiste en encontrarnos y reconocernos como sujetos transformadores, esto es, como personas que desean actuar en común desde la primacía de la iniciativa individual. Conocernos es la meta principal. 2) Continuar la tarea de ir desarrollando una línea común coincidente para la interpretación y la transformación del individuo y la sociedad, que sirva de base a las tareas de difundir ideas e ideales. Dado que las revoluciones son fenómenos de la conciencia que se preparan y hacen desde las ideas, tenemos que ampliar y desarrollar nuestra principal herramienta, las ideas, para dar con éxito la batalla de las ideas. 3) Fijar procedimientos para ayudarnos unos a otros en las tareas comunes, ayuda mutua que deberá adoptar muchas formas, de tal modo que nadie se sienta solo ni perdido en el caos, hostilidad e hiper-complejidad del mundo actual, realizando la autogestión colectiva del saber y el conocimiento. Nuestro sistema de funcionamiento ha de ser ir fomentando las propuestas individuales y grupales para pasar a darlas apoyo, esto es, tenemos que operar con una actuación de abajo a arriba. 4) Establecer un proyecto de intervención social bien pensado y enérgicamente realizado, que lleve nuestras ideas e ideales a toda la sociedad, a la totalidad de las personas conscientes de las clases populares, a partir de la experiencia social compartida. Fijar un plan para llegar más y más y emitir ideas desde cada vez más centros y focos de emisión de nuestro ideario es fundamental, y podemos hacerlo porque hemos avanzado en tener lo principal, las formulaciones y argumentos que se adecuan a la realidad de este momento. En este terreno nuestra superioridad es clara y ascendente, máxime cuando la realidad evoluciona en el sentido pronosticado, en líneas generales, por nosotros, y de manera bastante contraria a las formulaciones y expectativas de socialdemócratas, «radicales» de pega, devotos de las religiones políticas, prácticos/pragmáticos, «independentistas», gueto político, espiritualismo mercantilizado, etc. Podría, incluso, señalarse que nuestros oponentes se van desprestigiando y difuminando ellos mismos, por causa de sus contradicciones internas, mientras que la idea revolucionaria permanece y progresa también con la marcha de los acontecimientos, locales y mundiales. 5) Considerar el Encuentro como un momento de un devenir, con un futuro. Por tanto, habrá que pensar en el día después para darle continuidad. El Encuentro ha suscitado más expectativas de las esperadas, y más personas de las que podía suponerse cuando se convocó están atentas a él, incluso cuando no van a participar. En un momento de descréditos de las demás propuestas el ideario de la transformación total suficiente emerge como una formulación ascendente por su lógica interna, sensatez, radicalidad, novedad, trasversalidad, universalismo y voluntad holística. 6) Las personas que no han asistido aunque deseaban estar, por razones diversas (enfermedad, trabajos, compromisos familiares, etc.) tienen que ser consideradas parte integrante del Encuentro, pues son bastantes y de gran interés.

LLEGAR, INFLUIR EN TODA LA SOCIEDAD COMENZANDO POR LOS MÁS CONSCIENTES, NO LIMITARNOS A LOS SECTORES DE «ENTERADOS», PREPARAR LAS CONDICIONES SUBJETIVAS DE LA REVOLUCIÓN BUSCANDO LA MAYOR INFLUENCIA DE NUESTRAS IDEAS E IDEALES ASÍ COMO EL MÁXIMO APOYO A TODAS LAS INICIATIVAS Y ACTIVIDADES DE OTROS REAL O POTENCIALMENTE REVOLUCIONARIAS. Somos con voluntad de llegar a todos los sectores populares y transformar la sociedad, no con la de vegetar como un grupo más. Vamos a pelear muy serio para crear una sociedad libre, sustentada en la verdad experiencial, plural y abierta, asentada en valores, con personas de virtud y calidad. Para ello ahora tenemos que usar a fondo la herramienta de las ideas. En éstas lo primero es crearlas, lo segundo difundirlas. Y todo sin constituirnos en una realidad aparte de las clases popular, en una organización, viviendo con ellas, cada cual como le parezca mejor, con la esperanza de que reviertan los mejores, los avanzados, desde su situación de seres nada a seres humanos. Todo esto está por pensar, por planear y por hacer. La meta está clara pero los caminos y vías todavía no.

EL INDIVIDUO ES LO CENTRAL. Frente a las nociones arcaicas de que lo central es la organización, lo «colectivo», hay que enfatizar la función de la persona en el proceso revolucionario. Lo «colectivo» eran en la realidad modos de delegar responsabilidades en el grupo, a su vez manejado por oligarquías grupales y partidistas, de manera que el sujeto real se iba haciendo cada vez más pasivo, gris y desencantado. Al situar en el centro al individuo desde esta interpretación se puede crear un entramado colectivo sin comillas, algo realmente eficaz gracias a la cooperación y la ayuda mutua, sobre la base de la autoexigencia. Por tanto, lo nuestro se sitúa en dos fuerzas, la del individuo y la de lo colectivo. Pero este asunto, tan decisivo, está necesitado de un desarrollo mayor en lo discursivo y de articular las formas concretas de efectuarlo en la práctica.

FRM

1 El montaje mediático-político Podemos es quien está institucionalizando el reformismo pragmático y dinerizado emergido en los pasados años. Pero lo limitado de los logros está a la vista, incluso en resultados electorales, por no hablar de militancia en la base, que apenas posee, al ser un aparato para capturar y sumar votos. Podemos ya sólo conserva atractivo entre sectores atrasados mientras que entre las personas más conscientes lo ha perdido. Su rápido desenmascaramiento está en relación, también, con el esfuerzo realizado en su crítica, que ha sido exacta, serena y acerada. La operación es ya un semi-fracaso y Podemos se desliza hacia la irrelevancia. Todo esto es bastante útil a la estrategia y proyecto de revolución.

2 La opinión pública ha conocido que el conocido plutócrata Rodrigo Rato, que fue un alto cargo del FMI y ahora encausado por varios delitos financieros, es un yogui entusiasta e incluso autor del prólogo a un libro sobre yoga de Ramiro Calle, el famoso maestro de «espiritualidad»… El libro es «Ingeniería emocional«, 2008. Que en el mundo del espiritualismo de supermercado las cosas estén de ese modo, con sujetos desbordantes de codicia mandando en él, muestra la necesidad que hay de revolucionarizar todo eso, según un principio de sentido común: quienes viven para el dinero, o quienes se aproximan al poder estatal, no pueden ser admitidos en el universo de lo espiritual ya que éste se define, por su propia naturaleza, en contra del dinero, de la codicia y la dominación, al hacer de los bienes inmateriales, de la virtud, la ética y los valores, sus fundamentos. Por eso el ideario de la revolución integral es el óptimo para la verdadera dedicación al cultivo de la vida del espíritu. Un espiritualismo sin ética ni virtud personal es una monstruosidad, además de una ridiculez, pero ese es uno de los principales productos que se vende en el supermercado espiritual. Ramiro Calle tiene otros títulos no menos ardorosamente pro-capitalistas, por ejemplo, «Dividendos para el alma. Como ser un ejecutivo eficaz y mejor persona«.

3 Hay más motivos. Uno de ellos es el análisis de la experiencia en la guerra civil, donde todas las organizaciones de izquierda, partidos y sindicatos, tenían en sus direcciones grupos consolidados de poder que, llegado el momento, se opusieron a la revolución espontánea obrera y popular para afirmar y ampliar sus privilegios de mando y autoridad. Lo hicieron además en tres ocasiones en un lapso breve de tiempo, primero al respaldar la instauración de la II república en 1931 (aunque entonces no había todavía una situación revolucionaria), en la primavera de 1936 con el Frente Popular y luego, en los territorios en que el golpe militar faccioso fue aplastado, en el verano y otoño de 1936, culminando todo ello en la constitución del gobierno presidido por F. Largo Caballero, en noviembre de ese año, del que forman parte los jefes y jefas de todos los partidos y sindicatos. Esa nueva burguesía y nuevo funcionariado ya estaba formada en el interior de la totalidad de los partidos y sindicatos de la izquierda desde hacía bastante. Por tanto, tal modelo de organización no sirve para una revolución de verdad. Pero sería fácil culpar solamente a los jefes de todo ello, cuando también son responsables las bases, que no se ocuparon lo bastante de formarse y constituirse como seres humanos de calidad. Lo importante ahora es no volver a incurrir en tales desaciertos, tomando medidas correctoras cuando aún es tiempo.

4 Un caso bien expresivo es el de la critica a Podemos. Ha bastado con que poco más de una docena de personas, cada cual a su modo y de manera independiente, hayamos realizado la denuncia de ese montaje para que la artificial ola de entusiasmo comenzase a bajar, con la ayuda, eso sí, de las indignidades y torpezas mil de sus jefes. La pregunta es, ¿qué se habría logrado si las fuentes de crítica y denuncia hubieran sido, pongamos por caso, un centenar? Si conseguimos establecer numerosos centros de emisión que vayan tratando coincidentemente en el tiempo pero cada uno conforme a sus ideas cuestiones determinantes podremos incidir de manera poderosa en la opinión pública, en beneficio de la verdad. Esto es mucho más fácil de hacer porque nuestras exigencias en este asunto, para tratar los diversos temas, son bien simples, objetividad, voluntad de verdad y espíritu transformador radical.

5 Un asunto de una complejidad que estremece es la mundialización. Estudiar ésta, entenderla, extraer conclusiones y aplicarlas a la elaboración de un proyecto de oposición y resistencia, es una tarea larga, pesada y compleja.

6 Las experiencias históricas sirven para aprender. Al estudiarlas nos mejoramos pues evitamos errores ya cometidos. El congreso de Zaragoza de CNT, en mayo de 1936, incurrió en un desarreglo grave al ignorar lo que estaba sucediendo en la sociedad en esa decisiva fecha, para centrarse en los problemas del movimiento libertario. ¿Qué acontecía? Pues nada menos que un flujo revolucionario de la gente corriente, en la industria y sobre todo en el campo. Esto no es recogido por los documentos de dicho congreso, elaborados desde el ombliguismo. La idea negativa de fondo es que la revolución la hacia el movimiento libertario y no las clases trabajadoras. A partir de ahí todo se desarticuló, comenzando por las resoluciones del congreso, que levantaron un foso entre la persona media y la CNT. Mirar fuera y no, o mucho menos, dentro, y persistir en la idea de revolución popular, sin signo ideológico ni fuerzas rectoras organizadas, es lo acertado.

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