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  • Autor de la entrada:Félix

No podemos cambiar la estructura de la sociedad, por el momento, pero sí ampliar la libertad interior de muchas personas, al facilitarlas otra manera de entender la realidad y entenderse como seres humanos.

Si las grandes transformaciones sociales son, en lo principal, fenómenos de la conciencia1, consecuencia de las ideas y los ideales, es necesario examinar la manera de que unas y otros lleguen a la sociedad con los modos y los procedimientos más eficaces. Tenemos que instituir la decisión de comunicar, de transmitir. No basta con influir en los “enterados” sino en todo el cuerpo social, aunque siendo conscientes de que en la sociedad de la manipulación metódica de las masas sólo una minoría muy reducida puede autoelevarse a consciente.

Las ideas son la realidad aprehendida en la mente. Los ideales son las ideas hechas factor de transformación social. Las primeras han de ser simplemente objetivas, verdaderas en el sentido epistemológico. Los segundos contienen una voluntad de transformación, de eficacia, de influir y persuadir, de movilizar y vencer.

El proyecto revolucionario no puede naufragar en un contentarse con poco, en un ir tirando, en un renquear y arrastrarse cansinamente, en un encerrarse en un reducido círculo. No, tiene que ser un hacer vibrante y ambicioso que se encamine con fuerza hacia su objetivo, por más que éste sea muy lejano y muy arduo2.

Para esto lo primero es admitir que las ideas e ideales son los principales factores transformadores de la sociedad. Apostamos por este par y resistimos la formulación sobre que el cambio social tiene que sustentarse en intereses, en lucha por intereses y en realización de intereses. Rechazamos esa formulación porque no nos une otro objetivo que la mejora cualitativa de la sociedad y la persona, no conseguir una existencia con más consumo y más bienestar.

Una consecuencia de ello es que las luchas reivindicativas no son ni pueden servirnos como causa primera de desarrollo del factor consciente. Los hechos muestran que son muy poco lo que aportan a ello. Además, exigen mucha atención y esfuerzo a las personas involucradas. Éstas, dedicadas a la elaboración y difusión de ideas e ideales podrían hacer aportaciones bastante mayores a la causa, al mismo tiempo que autoconstruirse a sí mismas como sujetos de calidad, pues es conocido lo degradatorio y desestructurador de la persona que son las prácticas reformistas cuando se hacen como actividad principal3.

Teniendo en cuenta que la correlación de fuerzas entre los poderes constituidos y nosotros es asombrosamente desigual, de tal manera que por cada emisión de ideas nuestra hay billones de las suyas, examinemos en qué reside nuestra fuerza y eficacia.

Para que sean transformadoras, las ideas han de resultar de la realidad y ser confirmadas por la realidad. No proponemos ningún doctrinarismo raro y extravagante sino que argumentamos desde la experiencia, la sana sabiduría popular, la parte positiva de la cultura occidental (sin renunciar a incorporar lo útil de otras culturas), las enseñanzas de las luchas emancipadoras del pasado y el aprendizaje de todo lo positivo, por parcial que sea y sin importar su origen.

Nuestra finalidad no es convencer sin más sino ir ofreciendo formulaciones que, en lo principal, serán aceptadas en lo que tengan de verdadero (que no es todo, ni nunca lo será) a través de su validación por la realidad4. Es la prueba de la práctica, de la experiencia, lo que cuenta. A través de ella podemos esperar que más y más personas se vayan haciendo conscientes, y vayan aceptando compromisos y tareas.

Convence la realidad. Nuestra labor, que siempre ha de considerar el largo plazo, reside en aportar los datos y las reflexiones apropiadas desde la experiencia, dando al conjunto un sentido revolucionario. La realidad es común a todos los seres humanos, de tal modo que los une, mientras que las teorías y los doctrinarismos dividen y enfrentan, además de extraviar y confundir.

En la comunicación nuestra actividad adopta la forma de lo cualitativo contra lo cuantitativo. No podemos hacer mucho pero cada emisión tiene que ser valiosa en sí misma, para que pueda llegar y convencer. Es la batalla de la calidad contra la cantidad, de la verdad contra la propaganda. Esta es nuestra baza y ahí podemos vencer. Pero si descuidamos la valía entonces nos equivocamos.

En segundo lugar tenemos el diseño mismo de la revolución, como un acontecimiento de todo el pueblo/pueblos, no de una élite, una vanguardia, un partido, un sindicato o una ideología. La transformación integral, en la práctica, vendrá de un pacto o convenio entre muchas fuerzas sociales y un sinnúmero personas, una gran decisión para vivir en una sociedad libre, autogobernada y autogestionada.

Esto ahora significa que estamos muy atentos a conectar con todo lo positivo que exista y se vaya formando en la sociedad, dejando de lado sectarismos y doctrinarismos5. Esto favorece mucho la difusión de nuestras ideas pues dejan de ser “nuestras” para ser de todos en varios sentidos. La noción de revolución como insurgencia popular múltiple ajena a partidismos y banderías, dirigida a crear una sociedad regenerada, es una gran baza estratégica.

Un tercer factor de eficacia es la condición integral-total del proyecto. Hoy la sociedad sufre y el sujeto es triturado por la parcialidad, por la división social del trabajo, por los remedios incompletos. Pero es de sentido común que el ser humano es totalidad y que no puede satisfacerse con soluciones meramente económicas, o políticas, o éticas, o espirituales, o estéticas, o… Al aportar a la reflexión y la acción la categoría de todo (todo-finito) nos situamos en condiciones muy buenas para que nuestro sistema de ideas penetre, sea admitido.

Otro elemento más a nuestro favor es la actual combinación de descrédito, ya bastante avanzado, de las ideologías “liberadoras” del pasado, de todas ellas, junto con una tendencia al agravamiento de los factores objetivos, en particular el decaimiento continuo de las sociedades europeas. Esto, que debemos poner en el centro del análisis estratégico, nos ofrece enormes posibilidades, primero, de ganar a una parte al menos de quienes hasta hace muy poco creían en aquéllas.

Vivimos, en efecto, un momento que nos brinda una oportunidad, muy real, de convertir el ideario y programa de una gran mutación civilizadora, la revolución integral, en patrimonio de muchas personas, muchas entendidas en sentido cualitativo más que cuantitativo.

Otro elemento a nuestro favor es la autonomía, el alejamiento de lo instituido. Todos los movimientos políticos conocen tres fases. La de ascenso, que es de radicalidad verbal. La de institucionalización, en la que el lenguaje se hace más calmado y se entra a formar parte del régimen parlamentarista. La de putrefacción, en la que dicho movimiento se va desacreditando más y más a partir de su relación con las instituciones, hasta hacerse un montaje partitocrático como otros. Dado que nosotros jamás estaremos en ninguna institución, es más, que ni siquiera seremos movimiento organizado ni tampoco un movimiento exclusivamente político, es mucho más difícil que conozcamos ese ciclo fatal.

Los movimientos y corrientes sociales se destruyen por diez errores o defectos fundamentales: 1) apartamiento de la realidad y la experiencia, 2) aproximación al poder y reformismo utópico, 3) teoricismos y dogmatismos, 4) ausencia de ética y valores, 5) carencia de un cuerpo argumental bien construido, 6) baja calidad personal de sus integrantes, 7) jerarquización interna, 8) falta de una estrategia pensada para el largo plazo, 9) cerrarse sobre sí mismos, guetizarse, perdiendo el contacto con la sociedad, 10) no ocuparse del todo. Si los evitamos habremos dado un gran paso, al ser persuasivo en sí mismo el soslayar los puntos citados.

Para remover las conciencias y mover la sociedad lo más importante es que el propio ideario sea sólido, esté bien anclado en la realidad y haya sido adecuadamente desarrollado, pues en esto reside su poder persuasivo. Para convencer hay que argumentar bien.

Hay tres experiencias que merece la pena analizar en esto. Una es la de varios blog llevados por personas próximas que, en pocos años, han pasado del anonimato a hacerse referentes en la Red. Lo han logrado a base de esfuerzo personal, constancia y buen hacer, cuidando los contenidos y también el estilo. La segunda experiencia es la de la denuncia del montaje mediático-político Podemos, realizada por no más de una docena de personas en Internet, que ha tenido unos resultados magníficos, lo que ha contribuido a llevar a dicho montaje a su actual situación de creciente descrédito. Se puede calcular que, en total, han leído los textos citados unas 40.000 personas, desde mayo pasado. La tercera fue la reflexión crítica sobre la Constitución de 1812, La Pepa, que realicé en solitario en 2011 y 2012, con buenos resultados, en particular porque hasta unas 40 webs y blog acogieron textos de los míos, o pusieron conexiones, o hicieron trabajos propios inspirados en lo que leían.

Si en vez de una docena se lograse que varias, o muchas, docenas de blogs o páginas trataran de manera a la vez unitaria y desigual asuntos decisivos coincidiendo en el tiempo, el efecto sobre la opinión pública podrá ser notable.

Una suposición errada es que basta con que alguien, unos pocos, escriban y publiquen, mientras los demás leen y asienten. No. Se necesita que un número creciente de personas y colectivos adopte en el tema de la comunicación una función activa y creadora, cientos y miles. Ciertamente, un blog es difícil de llevar en solitario pero mucho más fácil por un equipo. Al mismo tiempo, conviene la pluralidad, de tal modo que un mismo asunto sea tratado de manera diversa, pues esa pluralidad abarca más la totalidad de la materia y, al mismo tiempo, llega mejor a las diversas sensibilidades que existen en la sociedad.

Hay muchas formas de bien (igual que muchas formas de mal), por tanto, diversos modos de hacer adecuadamente la comunicación, diferentes entre sí pero todas valiosas.

El uso de las diversas lenguas existentes en la península Ibérica es del todo necesario. También debería publicarse algo en lenguas foráneas.

Para comunicar, en particular por medio de la escritura, hay que creer en sí mismo, en la capacidad de hacerlo, recordando también aquello de “si debo, puedo”. Hay que atreverse a desarrollar las propias potencialidades y capacidad, que a menudo están sin uso pero existen. Cada cual ha de hacerlo de acuerdo a su manera de ser y de explicarse. Quienes dudan de poder realizarlo en un alto porcentaje de casos se equivocan.

Internet, que es negativo en sí mismo, ofrece al mismo tiempo posibilidades de comunicar y llegar. La primera condición es colgar textos de cierta calidad, producto de una investigación previa, que contengan una buena cantidad de tiempo de trabajo dedicado o invertido en ellos. Es la voluntad de explicarse bien y el deseo de servir a la verdad lo que atrae.

Pero se puede usar también el lenguaje oral, con audios, mucho menos difíciles por más espontáneos. Están los videos, tan resolutivos. Lo que cuenta es que en la Red haya una presencia plural, variada, amplia, explícita e implícita, del proyecto y programa de revolución integral.

Pero no sólo en la Red. Todas las posibilidades comunicativas se tienen que utilizar, las revistas, los folletos y los libros, sin dejar a un lado la poesía, la narrativa, el teatro o las artes plásticas. Es conveniente que más y más personas se decidan a ir dominando el arte de hablar en público. Hay que atreverse a hacer todo esto por sí misma y sí mismo, sin delegar en una minoría, aunque deben ser comprendidas las personas que no se sienten llamadas a estas actividades. Comunicar, emitir ideas e ideales, es un oficio y un arte que se mejora con la práctica continuada.

Conviene repetirlo, el éxito de la comunicación tal y como la entendemos reside en la calidad de los contenidos.

Se necesitan libros, hay que escribir más libros. Y conviene vayan proliferando los equipos de estudio de los libros ya publicados. Estos tendrían que ser al mismo tiempo talleres de comunicación, espacios de emisión, porque no hay persuasión sin contenidos sólidos y bien estructurados,

La labor persuasiva y comunicadora se realiza también a través de mecanismos y procedimientos que ahora se pueden citar simplemente, aunque son de una enorme importancia. Hay que fijar tácticas para cuestiones coyunturales y, sobre todo, hay que cuidar lo relacional y convivencial, en una sociedad donde el sujeto es empujado a la soledad, la insatisfacción emocional y la depresión. Se debe insistir en que no somos un movimiento intelectualista, por lo que las actividades no intelectivas, del ámbito de las relaciones, la sensibilidad y de las emociones, de la vida espiritual y el mundo interior del sujeto, tienen que ser consideradas y promovidas con mucha atención, conforme a la noción de construcción pre-política del sujeto. No vamos a mutilar al ser humano, no vamos a resaltar ninguna de sus capacidades o atributos por encima de otros, porque creemos en el ser humano completo, integral…

FRM

1 Una sistematización de esta formulación es «La función de la conciencia en la revolución«, recogida en mi libro «Seis Estudios«.

2 Las etapas y vías del proyecto de revolución para el siglo XXI es un asunto de bastante importancia y mucha complejidad que está por investigar y estudiar. Se hará. El conocimiento avanza paso a paso y es acumulativo, de manera que lo que hoy no sabemos lo podremos conocer mañana.

3 Esto no debe entenderse como una negación de las luchas reivindicativas, sólo como un enfoque realista de éstas. Su significación para el proyecto de transformación holística se ha de establecer en el marco de la estrategia.

4 Una gran satisfacción me ha dado la lectura del libro «El Estado emprendedor» de Mariana Mazzucato, 2014, un análisis empírico del capitalismo contemporáneo, que muestra la centralidad del ente estatal en el desarrollo de nuevas tecnologías y en la dinamización regular del capital, lo que acontece sobre todo a partir de las necesidades militares. Excelente es, por ejemplo, su estudio de la empresa Apple, de Steve Jobs. Así pues, resulta ser una confirmación de lo que expongo en «La democracia y el triunfo del Estado«, 2010. Si nos atenemos a la realidad podremos persuadir más y más a medida que nuestras formulaciones sean validadas por ella.

5 Esto es lo que está en el fondo del análisis que hicimos sobre el 15-M, que es recogido en el libro «Pensar el 15-M y otros textos«, de autoría colectiva. Desde el primer momento de emergencia del Movimiento eran claras sus enormes deficiencias y las fuerzas oscuras que operaban en su seno, pero aún así quisimos hacer notar lo positivo y valioso de él, sin caer en hiper-criticismos, aunque tampoco sin dejar de señalar sus lados negativos.

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