El colectivo catalán Bauma, dedicado a la producción artesanal y distribución de libros, ha emprendido un micromecenazgo para pagar la traducción (a cargo de Júlia Vilageliu) y difusión del nuevo libro que van a publicar, con título, «Komun. Assemblearisme i Comunalisme Populars a Euskal Herria», de Pablo Sastre Forest.
Este es el enlace: https://www.verkami.com/locale/ca/projects/20049-komun-assemblearisme-i-comunalisme-a-euskal-herria
KOMUN, assemblearisme i comunalisme a Euskal Herria — Verkami www.verkami.com
El Col·lectiu Bauma està creixent i ens animem al micromecenatge més enllà del Para Cuina i Pensa! Cada cop tenim més propostes i projectes, i estem molt contentes de publicar KOMUN, assemblearisme i comunalisme populars a Euskal Herria, un llibre que arriba a les nostres mans a través dels …
Se trata de un nuevo avance en la comprensión de la historia popular de nuestros antepasados, tan tergiversada, manipulada, ocultada y escupida a través del poder académico, a través del sistema universitario en primer lugar.
Se acerca el tiempo en que algunos mitos vertidos sobre nuestra historia, como el del atraso generalizado en nuestra ruralidad, el de la oscura Edad Media donde la gente común ni pinchaba ni cortaba siendo dominada en todos los territorios y momentos por los señores feudales y el clero, o el de que la modernidad ha supuesto un progreso para la gente, todos ellos mitos propios de la religión del progreso, hoy de consumo obligatorio.
Pablo Sastre es un amigo del País Vasco, encargado precisamente en la recuperación de esa historia popular, para entender de dónde venimos, rescatar lo mucho positivo de la tradición y generar así una revolución popular en el presente que cree una sociedad libre, autogestionada y autogobernada, por tanto, sin capitalismo y sin Estado, siempre más factible cuando se tienen referencias reales y más aún si es dentro de nuestros propios territorios, para no caer así en espectáculos circenses como el llamado procés catalán. Pablo Sastre es autor, entre otros libros, de «Batzarra, gure gobernua» (la traducción más exacta al castellano sería, Concejo abierto, nuestro gobierno).
Ambos libros pivotan sobre tres ejes, el auzolan, el batzarra, y el komun, claves para comprender las raíces del pueblo vasco, y de muchos otros pueblos que tienen instituciones y modos de ser y estar similares, aunque diferenciados.
El auzolan sería el equivalente a la hacendera castellana (esto son sólo dos términos generales que han llegado hasta nuestros días, ya que la cantidad de términos que expresan la ayuda mutua en las sociedades tradicionales es inmenso), o trabajo comunitario del común, donde a través de la noción del apoyo mutuo la gente trabaja colectiva y hermanadamente para ayudar a levantar una casa de alguna familia del pueblo o para construir o reparar un camino del común, por ejemplo, creando un tejido social de una potencia inconmensurable. Esta manera de trabajar, por ejemplo, rompe con la creencia de que la gente trabajaba únicamente bajo la explotación del señor feudal de turno de cada pueblo, atroz mentira que sólo se ha podido convertir en verdad en la conciencia popular a través del adoctrinamiento generalizado del sistema educativo.
El batzarra, o concejo abierto en castellano, se refiere a la asamblea popular de vecinos y vecinas de cada pueblo, donde, entre otras cuestiones, gestionaban el comunal (tierras y medios de producción del común), de lo que incluso todavía quedan millones de hectáreas, aunque con cambios negativos en cuanto a su gestión. Esta institución, la del batzarra, también rompe con el mito de que era el rey absoluto, dueño y señor, junto con la nobleza y el clero, el encargado de llevar a cabo todas las decisiones políticas de los pueblos ibéricos.
Y el Komun sería el pueblo, el común de vecinos y vecinas de un territorio, que comparten una cultura propia, unos saberes, unas instituciones, unos bienes, etc. y están unidos por fuertes lazos familiares, de vecindad y amistad. Es decir, todo lo contrario al populacho en el que hoy nos han convertido, y nos hemos dejado convertir, aislado, sin cultura propia alguna y simplemente obediente a los dictados de funcionarios y empresarios. No obstante, la condición de las gentes de abajo, los sin poder, los desposeídos, sigue estando presente más que nunca, por lo que no cabe el pesimismo, sino la voluntad alegre de volver a constituirnos como pueblo, más aún cuando nos adentramos en tiempos convulsos.
El trabajo no se queda únicamente en el pasado, y traza paralelismos actuales con batallas en pro de la autonomía comunal, como puede ser la que se libra en el Kurdistán sirio o en la ZAD de Notre Dame des Landes (Francia). Precisamente esta última ha sido atacada para producir su desmantelamiento hace dos días, con la saña, violencia, agresividad e inhumanidad que caracteriza al sistema de dominación, de aquí o de cualquier otro sitio, cuando se trata de tumbar toda experiencia de autonomía popular real.
Como dije al inicio, se acerca el tiempo en el que todas estas cuestiones estarán más y más cerca de la opinión pública (debido a la cada vez más numerosa presencia de trabajos similares en distintos territorios de la Península Ibérica), lo que será una victoria decisiva sobre todos aquellos que han tenido intereses en escupir sobre nuestra historia. Esto, en plena decadencia de Europa, es más que necesario hoy, pues conviene reafirmarse en nuestra identidad popular positiva, para no sucumbir ante la laminación de los pueblos europeos (en realidad de todos los pueblos del mundo a través de la mundialización aculturadora) que se está gestando y se viene desarrollando durante mucho tiempo ya.
El trabajo en sí mismo es una muestra de solidaridad entre pueblos, que aún con sus singularidades, son oprimidos por el mismo Estado español, ya que ha sido un trabajo conjunto entre miembros del pueblo vasco y el pueblo catalán actuales, y el apoyo a este micromecenazgo se da también desde amigos y amigas que estamos en otros territorios.
Como se despidiera David Algarra en el prólogo del libro comentado,
Visca la terra i el bon govern del comú!