Para educar a un niño, hace falta la tribu entera (Proverbio africano)
Estamos acostumbrados, en general, a considerar normal el hecho de que el Estado se arrogue la función de educarnos.
Es una de las muchas atribuciones que le damos al ente estatal, a cambio de que sea el garante de eso que llaman “nuestros derechos y libertades”. Mediante ésa y muchas otras cesiones hemos hecho dejación de nuestros deberes y responsabilidades, convirtiéndonos en meros súbditos acatadores de órdenes. Consentir que otros se encarguen de lo que nos deberíamos ocupar nosotros repercute gravemente en nuestra calidad como personas, y el haber sufrido en nuestros cuerpos y mentes la acción educadora estatal desde que éramos niños explica en gran medida el porqué hoy nos encontramos faltos de personas pensantes, reflexivas, sensatas, audaces, imaginativas, resolutivas, responsables, aptas para la convivencia, voluntariosas…Si observamos la realidad, nos damos cuenta de que no existe apenas el pensamiento propio.
Esto se puede comprobar fácilmente escuchando la mayoría de las conversaciones; leyendo lo que se suele escribir en las redes sociales, los comentarios en los periódicos digitales, etc., donde la ausencia de puntos de vista genuinos nos muestra que las posiciones mayoritarias provienen de ideologías o cosmovisiones inventadas por otros. Podemos observar que las soluciones planteadas a los problemas casi nunca exceden del marco de lo previsto por el sistema, que es el cuadro que, desde hace mucho tiempo, estamos acostumbrados a ver. La incapacidad para imaginar una realidad distinta a la existente nos muestra la atrofia de nuestra imaginación y la cautividad de nuestra mente. Evidencia, además, la propia ignorancia acerca del verdadero carácter e historia de nuestros ancestros, un conocimiento que nos ocultaron en la escuela y que nos ayudaría a comprender el origen de nuestra falta de libertad y de nuestra decadencia moral y humana. ¿Cuántas personas reflexionan hoy sobre las características de nuestra sociedad? ¿Cuántas tienen el suficiente sentido común para darse cuenta de la insensatez de las políticas de nuestros gobernantes y de los brutales efectos de la propaganda? —Me refiero a la gente común y corriente, no a los llamados intelectuales o analistas bien pagados y convenientemente publicitados que se dedican a escribir y hablar sobre estas cosas siguiendo una línea prefijada.
Al margen de la crítica general a la educación estatal, que hace que la cosmovisión de los “educados” no pueda contemplar otra realidad que la del estado, me parece muy apropiado el apunte de que no se enseñan las cosas realmente necesarias para la vida, que ha convertido a los jóvenes actuales (y en parte ya a los de nuestras generaciones) en incapacitados para sobrevivir sin supermercados, entre otras tiendas.
“La escuela verdaderamente emancipada y libre de la antigua servidumbre no puede tener franco desarrollo más que en la naturaleza.”
Como en esta cita de Eliseo Reclús creo que la enseñanza en plena naturaleza resulta imprescindible, al menos una buena cantidad del tiempo de la misma. Conocer y estar inmersos en la naturaleza, conocerla, construiría personas más “ecológicas” desde el conocimiento, desde la experiencia, en lugar de hacerlo desde el adoctrinamiento ideológico en favor de los intereses del conglomerado económico-estatal.
Solo hecho en falta, alguna experiencia real de educación no convencional, al margen del Estado, los problemas reales para llevarla a cabo, los resultados, etc. Como creo que habrá una charla, no ponencia, en este sentido, creo que mi interés y curiosidad se verán satisfechos.
Pues, efectivamente Luis, esperamos hablar de la experiencia real del llamado «homeschooling» (que se aplica a los niños que siguen algún tipo de método de estudio en casa, y de los que hay múltiples variantes), así como del «unschooling»(aplicado a los niños que no siguen ningún programa de estudio en particular). Lo mejor para esto sin duda es escuchar la experiencia de quién vive o ha vivido dichas situaciones, y esta misma ponencia puede dar lugar a entrar un poco en esas cuestiones que comentas. Esperemos que sea así.
¡Muchas gracias por comentar!
A mi sobre todo me preocupa el hecho de la imposición del aislamiento social e incluso el uso de tapabocas en los menores. Un acto sin duda de abuso al menor que podría servir para justificar que la obligación por parte del estado a estudiar de forma obligatoria en unas condiciones así sea en realidad un delito a los derechos de los niños