Sintetizando, un análisis estratégico es la comprensión objetiva y dinámica, en sus contradicciones, de una realidad concreta a partir de sus elementos esenciales para aplicar tal conocimiento a su transformación. Lo que ya sabemos de cierto sobre nuestra sociedad y el sujeto que la habita no es desdeñable aunque resulta bastante incompleto y está desorganizado, al no formar un conjunto estructurado. Todo esto dificulta que quienes están en búsqueda de nuevas vías para la transformación social y personal se identifiquen con nuestro actuar y metas.
Necesitamos avanzar en el ir completando y al mismo tiempo articulando en un todo el análisis, para concluir la estrategia y ofrecer un proyecto y programa razonablemente desarrollado. El elemento básico tiene que ser dar respuesta, desde la verdad establecida por la experiencia compartida, a los grandes problemas de nuestro tiempo. Esa creación de contenidos debe formar un todo articulado y ha de ser de naturaleza revolucionaria.
Quizá pueda ayudar a centrar en sus tareas a la asistencia al II Encuentro por la Revolución Integral la enumeración de asuntos que necesitan ser tratados. Algunos los tenemos bastante desarrollados y otros menos. En el Encuentro podremos adoptar medidas para ir avanzando hacia el cumplimiento de esa meta durante el próximo año. Así realizaremos la autogestión del saber y el conocimiento.
En el fondo está nuestra confianza en la función emancipadora de la verdad. La revolución integral desea construir una sociedad de la verdad, dado que su impulso motor primero son los valores, la verdad entre ellos, no los intereses.
Relación de materias probablemente decisivas.
Una es la mundialización del sistema Estados centrales-grandes empresas y sus repercusiones políticas, económicas, culturales, tecnológicas y de otra naturaleza. Con la mundialización el vigente sistema de dominación ha adoptado una condición extremadamente opresiva y agresiva, que requiere una respuesta holística. Una consecuencia es la laminación de las lenguas y culturas minoritas, letal para los pueblos oprimidos de Europa y el resto del mundo, que se enfrentan a procesos nunca conocidos de aculturación, homogeneización, imposición de lenguas foráneas y pérdida de su identidad. Hay además una mundialización, o globalización, económica, que hay que tratar, y también una mundialización del sujeto, al que se uniformiza y nadifica.
Hay que evaluar lo ya hecho para defender la centralidad de la autoorganización y autonomía popular frente a la ideología y políticas estatizadoras, con el rechazo del Estado de bienestar y de todo orden estatal, lo que incluye la participación en la farsa electoral y en el parlamento. En esto, de una enorme importancia, tenemos logros muy remarcables, comenzando por un análisis del ente estatal bastante completo y complejo, y ahora se trata de planear nuevo avances.
En el retorno al campo y crítica de la ciudad hay bastante logrado pero se necesita dar nuevos pasos. Uno sería sistematizar la denuncia del hecho urbano y metropolitano. Otro prestar una atención constante al movimiento de nueva ruralidad. Había que constituir un equipo de trabajo que se ocupe de esto conforme a un plan de actuación bien meditado. Este asunto es primordial.
La situación de la juventud, en sí y como puntal del proyecto revolucionario, tiene que ser examinado. Hay que realizar una aproximación multidisciplinar que tenga en cuenta la educación (sobre todo la universidad), la desintegración del régimen familiar, las tecnologías para la manipulación mental, la descomposición de los valores, la vida urbana, el futuro de la economía, la supervivencia material (paro, bajos salarios, etc.), las adicciones y las relaciones interpersonales (amistad, compañerismo, vecindad, amor, etc.). La juventud actual es quizá la primera generación de la historia “educada” exclusivamente por el Estado, en la que la sabiduría popular, de los iguales (padres, vecinos, etc.), ya apenas cuenta, lo que es muy alarmante. Pero eso no es todo. A través de la comprensión transformadora de la situación de la juventud tenemos que conocer mejor el presente y el futuro, en un momento crítico en que el sistema de dominación está introduciendo cambios decisivos para crear una sociedad de sujetos hiper-dóciles por posthumanos, mero ganado de labor de nuevo tipo, destinado a trabajar, obedecer, crear plusvalía y pagar impuestos.
El antiimperialismo y el “antiimperialismo” deben ser examinados. La UE es una potencia imperialista y eso ha de ser tenido en cuenta, con su carga de militarismo, etc. Al mismo tiempo hay que concebir a los pueblos oprimidos desde una perspectiva revolucionaria, lo que significa que deben ser esos pueblos y nos sus oligarquías, supuestamente “anti-occidentales”, quienes hegemonicen el proceso liberador. La revolución integral es un proyecto planetario y la revolución popular en los países sometidos es la única expresión de antiimperialismo. Estamos con las clases populares de los países pobres, respaldamos una revolución por ellas realizadas, y rechazamos el poder de las elites económicas, las castas clericales, los aparatos militares y los poderes estatales. El antiimperialismo o es revolución o es pro-imperialismo.
La crisis del sujeto en la modernidad y la reconstrucción del yo es otra cuestión cardinal, pues la idea revolucionaria se sustenta en el sujeto y se propone edificar un orden social en que la persona, en tanto que ser individual y ser social, esté en el centro, con libertad y responsabilidad. Ante el ascenso, al parecer imparable, de las patologías psíquicas (depresión, angustia, pánico crónico, ausencia de deseo de vivir, etc.), las disfunciones relacionales (soledad no deseada, incomunicación, etc.) y las adicciones (a las drogas legales y a las alegales, a las tecnologías, etc.) hemos de ir construyendo un programa restaurador del yo. El debate sobre el sentido de la existencia, en toda su significación, nos espera. Hemos de ir diseñando la noción de una revolución interior, que tomando la parte espiritual de la persona como un todo complejo, induzca a su mejora cualitativa conforme a un proyecto bien esbozado.
El cambio climático y la situación del medio natural, cada vez más degradado, con la agricultura convertida en un tornado de toxicidad y destructividad, los bosques disminuyendo y las condiciones hídricas y climáticas adoptando unas manifestaciones que provocan creciente temor. Hemos de examinar todo esto e ir ofreciendo los ejes sustentadores de una concepción nueva de la naturaleza, la alimentación y el ser humano como parte del mundo natural.
En oposición a la deificación del poder y el dinero el proyecto revolucionario se propone construir una sociedad fundamentada en valores y con una ética, social y personal, vigorosa. ¿Cuáles deben ser los valores a destacar, en contra de los disvalores que nos imponen?, ¿cuáles serían los elementos sustantivos de una moral social?, y, ¿cómo abordar la delicada cuestión de la ética personal? Hay más preguntas, por ejemplo, ¿nos atreveremos a ir construyendo una cosmovisión del amor que sea operativa, sin palabreo hipócrita ni paternalismos asistencialistas? A fin de cuentas, la revolución de la Alta Edad Media(2), que sí fue una revolución integral aunque incompleta, surgió de la cosmovisión del amor. Necesitamos desarrollar una concepción renovada del ser humano, universalista y unificadora, que contemple en cada persona lo que es común a todos, a saber, la condición de ser humano, dejando en un lugar subordinado las diferencias por sexo, ideología, raza, cultura, religión, orientación sexual, edad, nación, etc. La ideología del amor unifica mientras que la del odio de unos a otros fragmenta. Y sólo un pueblos/pueblo unificado puede vencer. La categoría de revolución axiológica, o revolución en los valores, es parte constituyente de nuestra idea e ideal, porque sin una mutación cualitativa en el sistema de valores que sea interiorizada por la gran mayoría no puede haber revolución.
Entender el capitalismo que hoy existe y diseñar un programa verdaderamente anticapitalista para el siglo XXI es otra de las grandes tareas que tenemos pendiente. Se escuchan muchas balandronadas “anticapitalistas”, en general frases demagógicas o peticiones de más altos salarios y más prestaciones estatales para consumir más, a fin de ser burgueses modélicos, pero la cuestión del capitalismo continúa estando confusa, y mucho más la del anticapitalismo sin comillas. ¿Por qué sería, qué sería y cómo sería una sociedad sin capitalismo?, y, ¿por qué vías avanzar hacia ella? Vinculada inextricablemente a esta cuestión está la del trabajo asalariado. Tenemos que crear un rechazo al trabajo asalariado, que es trabajo no-libre y semi-esclavo, tan potente como el que hubo contra el trabajo esclavo en diversos momentos del pasado. Necesitamos un análisis funcional del núcleo central del capital hoy, la gran banca multinacional.
Se necesita un estudio de la izquierda, desde los años 20 del siglo XX hasta hoy, bien fundamentado y hecho con objetividad(1), la de la primavera y verano de 1936, etc. Y tenemos también las experiencias de las revoluciones perniciosas, la francesa, la rusa, las “antiimperialistas” (argelina, vietnamita, islámicas, venezolana, etc.) Todo ello necesitamos evaluarlo y sistematizarlo, para ir avanzando en la comprensión de qué es hacer la revolución hoy y aquí.
El esfuerzo por una historiografía sustentada en la verdad posible documentada tiene que continuar. En esto tenemos logros notorios, según el principio de Orwell sobre que el conocimiento objetivo del pasado es parte necesaria de la construcción del futuro. Al revelar la significación decisiva del quehacer de los diversos pueblos peninsulares en la historia inmediata nos hemos convertido en referencia, con un cierto número de textos. Al recuperar lo revolucionario del pasado estamos preparando las grandes mutaciones del futuro. Al mostrar las formas asamblearias, cooperativas y comunalistas de antaño las proyectamos sobre lo por venir. El interés por la historia es enorme, por lo que fue un éxito colosal la denuncia de la Constitución española de 1812 y de la revolución liberal española en 2012. Lo está siendo el esclarecimiento de la Edad Media, aunque queda muchísimo por hacer para difundir qué fue el cenobitismo (monacato) cristiano revolucionario. Y en todo ello el momento es favorable, pues hay una historiografía sin significación política ni ideológica explícita que está elaborando materiales de notable calidad. Gracias a ellos, por ejemplo, el horripilante mito de al Andalus, creado sobre todo por nazis y falangistas y aceptado por la izquierda española, está siendo rigurosamente refutado. Al concebir el futuro como historia y el pasado como realización consciente nos situamos en un terreno óptimo para unificar los tres momentos de la temporalidad: ayer, hoy y mañana.
El desarrollo para su publicitación de categorías universales de lo humano, como son la verdad, la convivencia y la libertad, está por efectuar en concreto, para nuestro tiempo. Hacerlo nos otorgará superioridad estratégica. En combinación con ello queda pendiente de desenvolver discursivamente otras dos, las de belleza y sublimidad, en tanto que componentes de la práctica estética. Queda el erotismo, ligado al amor por un lado, y por otro a la biopolítica, los procesos migratorios impulsados por el capitalismo mundializado, la represión del deseo materno y paterno y la demografía.
La sanidad, en un momento en que la medicalización autoritaria esta desmandada, y cuando se anuncia muy próximo el retroceso general de la salud de las personas y el descenso de la esperanza de vida, es otro asunto que tenemos que incluir como parte sustantiva del proyecto de mutación radical social-personal.
Hay que contestar a la aculturación promovida por las clases mandantes y pudientes europeas, que reniegan de lo positivo de la cultura occidental, a la que han museizado y momificado como paso previo a su definitiva aniquilación. Destruidas la cultura/culturas populares de los pueblos europeos ahora están en la demolición de la cultura erudita, de raíz griega y romana, para crear un sistema hiper-totalitario con seres nada “funcionales”. No puede haber revolución sin recuperar los recursos cognoscitivos, conceptuales, éticos y estéticos del pasado, creativamente desarrollados y actualizados, sin un pueblo consciente de lo que fue y decidido a construir el futuro considerando lo mejor del pasado y estando orgulloso de él. La concentración, descomunal y monstruosa, del capital y el incremento faraónico del poder de los Estados ha establecido una sociedad aberrante que es incompatible con la herencia cultural europea en sus componentes positivos, en particular con las nociones de libertad, verdad, autonomía de la persona, autogobierno popular, virtud cívica y virtud personal, trascendencia, prevalencia de lo espiritual, goce estético y mutuo amor.
En relación con lo anterior hay que levantar a las clases populares contra la fascistización de Europa, operación que encabeza el gran capital-Estado alemán. Quienes creen que será una repetición de lo acaecido en los años 30 del siglo pasado se equivocan. Nuevas vías y nuevos actores, religiosos y seculares, están siendo utilizados. Contra tal operación tenemos que afirmar los fundamentos del antifascismo revolucionario, el principio de la soberanía popular, la noción de libertad de conciencia, el fin del patriarcado y neo-patriarcado, la centralidad de la persona, la desconcentración del poder económico, político y comunicativo, la libertad autodeterminada de los pueblos, el derecho de resistencia a la opresión, el universalismo de lo humano y la noción de bien moral.
Necesitamos atender algunos asuntos epistemológicos, sobre todo dos. Uno es el criterio de objetividad inherente al análisis experiencial ateórico. El otro la atención a los elementos de complejidad y dialéctica que nos son imprescindibles para entender una realidad tan plagada de antinomias, biparticiones y fluidez conflictual. En efecto, necesitamos de unas gotas de filosofía.
Probablemente haya otras cuestiones de primera significación. Que alguien los señale, por favor.
Sobre el método
La meta o finalidad es, en cada uno de los asuntos decisivos, alcanzar un desarrollo argumental mínimo suficiente para: 1) comprenderlo nosotros, en sí y en su relación con el conjunto, 2) exponerlo a quien desee escucharnos, 3) sostener con desahogo el debate de las ideas con los representantes del sistema, 4) dar cuenta de todos y cada uno de los problemas decisivos de nuestro tiempo, aportando modestamente enfoques y análisis, elementos de propuestas y esbozos de soluciones. Al tratar las materias citadas no hay que hacerlo como intelectuales, eruditos o profesores sino como personas de las clases populares que procuran tener un fondo argumental de ideas/ideales sólido y práctico con fines de transformación de las conciencias y de revolución social. Esto es la autogestión del saber y el conocimiento.
Vamos, en los próximos años, a elevar a un nivel superior lo que ya estamos haciendo, librar una audaz y creciente guerra de guerrillas contra la maldad instituida, en la que las armas son los argumentos, y donde los elementos de combate más poderosos son las explicaciones que se refieren a los grandes asuntos y problemas de nuestro tiempo. Una guerra irregular y dispersa pero hasta el final, en la que tenemos una meta: vencer.
Derrotar al sistema de dominación en lo estructural exige derrotarle antes en el terreno de las ideas y la controversia. Cuanto más verdaderos sean las formulaciones que utilicemos, cuando más resulten de la aprehensión objetiva de la realidad y más tengan una finalidad transformadora, mayor será su eficacia. A eso se puede denominar vencer por verdad.
Nuestra función es decir lo que nadie dice, lo que el régimen de poder oculta o falsifica, lo que el torticero reformismo dominante no está interesado en conocer, lo que las masas embrutecidas rehúsan saber, lo que los demagogos y populistas convierten en “logros” a alcanzar dentro del actual régimen, lo que los intelectuales “críticos” siempre olvidan en beneficio de sus carreras profesionales y bolsillos. Decir lo que no se puede decir, lo que está prohibido enunciar, lo que es arriesgado exponer. Y decirlo sabiendo que, a veces, también lo dicen otros, admitiendo que nosotros nos equivocamos a menudo porque somos seres bipartidos, y que el proceso revolucionario es un fluir desde abajo, una emergencia de las fuerzas populares en el que sólo somos parte, ni vanguardia ni retaguardia, sólo parte. Pero parte consciente de su función, sus capacidades y su misión, que no se humilla ante la plebe embrutecida y aburguesada, demandante de pan y circo.
Crear ideas e ideales, y luego difundirlo con todos los medios y procedimientos a nuestro alcance, saltando por encima de la censura y el boicot, de las prohibiciones, las calumnias y las amenazas, es otra parte, no menos decisiva, de nuestra misión. Porque el sistema, hay que enfatizarlo, no nos combate con argumentos sino principalmente con la mentira y la censura, impidiendo que nuestras formulaciones y proposiciones sean conocidas. Eso es su victoria (táctica) pero a la vez su derrota (estratégica), al admitir implícitamente su colosal inferioridad argumental. Si nos apoyamos en aquello en que somos superiores, las ideas expresadas con verdad suficiente, seguiremos avanzando.
Los seres humanos no se persuaden de la justeza de unas formulaciones y un proyecto simplemente conociéndolo. Eso es el primer paso, muy a menudo estéril aparentemente. Para que haya aceptación todo ello tiene que ser refrendadas por la experiencia vivida. Por eso el principio de objetividad es imprescindible para ganar a las personas más conscientes, justas, abnegadas y morales a la causa de la transformación revolucionaria de lo existente, porque es la experiencia vivida la que realmente convence. Se necesita que lo formulado por nosotros, además, se extienda a la exposición razonable de las soluciones posibles a los problemas existentes, para lo que ha de darse una precondición, que las propuestas de las fuerzas organizadas del sistema, de todas ellas, hayan probado en la experiencia su sinrazón, demagogia y mentira.
Dado que lo que nos une es la realidad y lo que nos separa son las teorías, un número creciente de personas irá llegando a conclusiones coincidentes con las nuestras sin conocernos, a partir de la realidad compartida, común a todos. Dicho de otro modo, la implacable e inexorable dinámica de lo real trabaja a favor, al menos tendencialmente, de la revolución. Las sociedades las mueven y dinamizan minorías, pues sólo en las situaciones más críticas se ponen en marcha las multitudes. Llegar a esas minorías y fusionarnos con ellas es nuestra intención ahora. Eso hay que hacerlo compartiendo la vida del pueblo, sin constituirse en una secta o en un gueto, siendo unos más, gente corriente.
Así pues, hay que esperarlo todo del entrelazamiento entre nuestras proposiciones programáticas y la experiencia vivida. Que ambas sean congruentes o disconformes lo decide todo. De la calidad de las ideas e ideales y de la calidad de los seres humanos depende el futuro. Eso significa que nuestro método es vencer por verdad y vencer por virtud.
En el presente nuestro objetivo es elaborar contenidos breves y sintéticos que se refieran a lo absolutamente principal y decisivo. Más adelante podrán ampliarse y desarrollarse. Tomando esto como base hemos de realizar el mayor esfuerzo posible de difusión, valiéndonos de todos los procedimientos y vías a nuestro alcance, y obrando coordinadamente, aplicando el principio de que la unión hace la fuerza, armonizando la iniciativa individual, que es la básica, con la acción grupal y en equipo.
Hasta ahora hemos realizado aportaciones interesantes en un cierto número de cuestiones, en unas más y en otras menos, pero su carácter disperso y asistemático, así como el hecho de que no formen un conjunto orgánico, es un defecto grave. Esto quiere decir que hemos de brindar un proyecto completo, que además se vaya completando y depurando dialécticamente. En oposición al sectorialismo, las acciones reivindicativas puntuales y las formulaciones unidimensionales, que mutilan al ser humano al negar el meollo mismo de su naturaleza, la totalidad, tenemos que restaurar lo humano en el despliegue de su todo finito, y valernos de esto para subvertir constructivamente lo existente.
Necesitamos un documento sintético que establezca los fundamentos del proyecto y programa de la revolución integral. Al mismo tiempo hay que evitar que la fórmula “revolución integral” se convierta en una etiqueta, en la definición de una nueva corriente, o peor aún, de una novedosa teorética, en el pretexto para ser algo que nos separe del pueblo y de la realidad, convirtiéndonos en una aristocracia vanguardista y en el embrión de una nueva burguesía. No hay que olvidar que la revolución integral es y debe seguir siendo un estado de la conciencia individual y un estado del ánimo que se pone parcialmente en común, y nada más.
Resumiendo, el avance exitoso de nuestro proyecto se sustenta en: 1) tratar con objetividad y verdad, documentadamente, de lo esencial, 2) lograr la máxima propagación de los contenidos, 3) ofrecer una interpretación de conjunto y un proyecto holístico, integral, para el todo de lo humano, 4) conectar con los que están siendo impulsados hacia la revolución por la realidad misma, 5) secundar las iniciativas populares, una vía para la reconstrucción del pueblo 6) dar testimonio de buen hacer, eticidad, cordialidad, magnanimidad y fraternidad, 7) definir qué y cómo es la revolución en el siglo XXI en los países desarrollados.
¿Qué es lo decisivo ahora?, ¿qué podemos lograr en el próximo año? Fijar metas es necesario.
(1) Para la fase de la dictadura de Primo de Rivera, la II república, el Frente Popular y la guerra civil ese estudio, al menos en una primera aproximación, está ya desarrollado en mi libro “Investigación sobe la II República Española, 1931-1936”. Sobre la Transición, tengo publicado en mi página el documento “A los 40 años de la muerte de Franco. La Transición del franquismo al parlamentarismo, 1974-1978”. Falta el estudio del periodo parlamentarista y constitucional, desde 1978 hasta el presente.
(2) Mi libro “Revolución en la Alta Edad Media Hispana” está en primera redacción. Acepto ayudas para terminarlo.
» Cuanto más verdaderos sean las formulaciones que utilicemos, cuando más resulten de la aprehensión objetiva de la realidad y más tengan una finalidad transformadora, mayor será su eficacia. A eso se puede denominar vencer por verdad…» ESTO ÉS LA MÁS PURA SATYAGRAHA (DOCTRINA DE LA VERACIDAD) DE MAHATMA GANDHI
La propiedad comunal de los recursos naturales (tierra) era una realidad universal a mediados de la Edad Moderna. Por lo tanto, se trata de la reconstrucción de la comuna o de la propiedad productiva colectiva, que es autogestionada por sus miembros en asamblea y que es autosustentable en su relación con la naturaleza y la sociedad entera. Sin embargo, me pregunto cómo autofinanciar esta empresa? De manera que este proceso de reconstrucción, a pesar de que es revolucionario, es también pacifico en relación a los demás y ante las instituciones estatales. Sería válido emplear la propiedad privada para la reconstrucción de la propiedad colectiva? Utilizar el capital privado para superar el capital?
Lo pregunto esto porque estamos utilizando ahorros o propiedades individuales para la reconstrucción de la propiedad colectiva, que, enquanto coletividad se compromete a la devolución de las propiedades individuales.
La propiedad comunal de los recursos naturales (tierra) era una realidad universal a mediados de la Edad Moderna. Por lo tanto, se trata de la reconstrucción de la comuna o de la propiedad productiva colectiva, que es autogestionada por sus miembros en asamblea y que es autosustentable en su relación con la naturaleza y la sociedad entera. Sin embargo, me pregunto cómo autofinanciar esta empresa? De manera que este proceso de reconstrucción, a pesar de que es revolucionario, es también pacifico en relación a los demás y ante las instituciones estatales. Sería válido emplear la propiedad privada para la reconstrucción de la propiedad colectiva? Utilizar el capital privado para superar el capital?
Lo pregunto esto porque estamos utilizando ahorros o propiedades individuales para la reconstrucción de la propiedad colectiva, que, enquanto coletividad se compromete a la devolución de las propiedades individuales.
http://www.propriedadecoletiva.org