Inicio Foros General Cajón de sastre Miguel Delibes reflexiona sobre el progreso

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  • #2110
    Laura Herrero Román
    Participante

    Hola.

    Quisiera compartir estas palabras del escritor Miguel Delibes porque recogen lo que muchos de nosotros pensamos acerca del progreso. Delibes fue criticado precisamente por este pensamiento. Tengamos en cuenta que comienza su andadura literaria casi en los años 50, siendo justo el año de 1950 cuando publica la primera novela en la que se ve claramente su rechazo hacia el progreso, «El camino», y que será en los 60 cuando comience el éxodo rural.

    Hago un inciso para comentaros el horror de ver en primera persona cómo muchos pueblos de Castilla siguen manteniendo ese sentimiento de inferioridad con respecto a la ciudad, cómo se prefiere la mecanización de la agricultura (he visto incluso varear olivos con una máquina) y la ley del mínimo esfuerzo y máxima productividad (todo eso para llevar sus productos a las cooperativas por cuatro perras). Habría que hablar largo y tendido sobre esto. La última anécdota: cuando estuve viviendo en un pueblecito del Valle del Tiétar, no sabéis cuántas personas me ofrecieron un televisor (¡cómo vas a tener a tu hijo sin televisión!) y les extrañaba que lo rechazara. Creo que pocas veces mi hijo ha sido tan feliz.

    Volvamos a Delibes. El texto es muy largo, 30 páginas en pdf (tengo el documento si alguien quiere que se lo envíe) y aún no lo he terminado, pero las ideas que extraigo de lo que leo son, como digo, una reiteración de lo que venimos hablando: en qué perjudica el progreso.

    Me parece que la revolución integral tiene varios métodos para comenzar a abrirse hueco: uno de ellos es el ejemplo vivo y material (las comunidades autogestionadas ya establecidas o aún en proceso) y otro de ellos es el cambio de paradigma, y ahí es donde pueden ser usadas conferencias, libros, artículos. Es claro que entre estos dos métodos que menciono hay una retroalimentación.
    Cuando se prepararon los temas para el encuentro de mayo, tenía intención de elaborar un texto planteándome el papel de la literatura en la RI, pero fue un mes cargado de obligaciones y no me fui posible. Lo dejo pendiente.

    Esto me hace pensar que cada uno de nosotros tenemos determinadas cualidades y experiencia en diferentes ámbitos. Si bien es cierto que estoy en contra de la especialización exagerada, también lo es que resulta incoherente que una persona que lleva años trabajando en el ámbito de la psicología, aparte todos sus conocimientos y se centre solo en la permacultura. Esto no significa que no sepamos hacer otras cosas, pero lo razonable es usar lo que tenemos. Otro asunto para debatir, por cierto: ¿el sentimiento de realización es algo que nace de manera natural en nosotros o es un pensamiento inoculado por el capitalismo?

    Disculpadme si me he salido un poco del tema principal. Aquí tenéis un párrafo del discurso de entrada de Delibes en la RAE y debajo el enlace.

    Esto es, quizá, lo que yo intuía vagamente al escribir mi novela El camino en 1949, cuando Daniel, mi pequeño héroe, se resistía a integrarse a una sociedad despersonalizada, pretendidamente progresista, pero, en el fondo, de una mezquindad irrisoria. Y esta intuición, cuyos principios, auténticamente revolucionarios, fueron luego formulados por un plantel respetable de sabios humanistas, es lo que indujo a algunos comentaristas a tachar de reaccionaria mi postura. Han sido suficientes cinco lustros para demostrar lo contrario, esto es, que el verdadero progresismo no estriba en un desarrollo ilimitado y competitivo, ni en fabricar cada día más cosas, ni en inventar necesidades al hombre, ni en destruir la Naturaleza, ni en sostener a un tercio de la Humanidad en el delirio del despilfarro mientras los otros dos tercios se mueren de hambre, sino en racionalizar la utilización de la técnica, facilitar el acceso de toda la comunidad a lo necesario, revitalizar los valores humanos, hoy en crisis, y establecer las relaciones Hombre-Naturaleza en un plano de concordia.

    http://www.uned.es/catedraunesco-educam/uned/conceptuales/propconcep3.htm

    #2116
    Sofía
    Participante

    Muy lúcida tu doble o triple reflexión, Laura, muchas gracias. Estaría muy bien que las desarrollaras más, porque las veo muy importantes.
    En mi caso el aprovechamiento de lo que se puede llamar mi profesión, a la que he dedicado más de 20 años pero que no me gusta, en lo que hay que hacer a partir de ahora me trae mucha lucha interna y horas de reflexión para encontrar un equilibrio que favorezca el resultado.

    También me gustaría que te animaras a retomar el artículo que tienes pendiente, si somos capaces de organizarlo, habrá un nuevo encuentro (si hay personas interesadas en llevarlo a cabo) y si no te ofrecemos la web para darle difusión.

    Gracias también por el enlace, he leído a Delibes por obligación pero también por gusto, conocer más de la realidad muy próxima a la vida de mis padres y abuelos, pues soy salmantina, pero no sabía de su posicionamiento contra el progreso. Me gusta en especial que reivindique el sentido moral como medida de urgencia.

    Un fuerte abrazo.

    #2120
    Laura Herrero Román
    Participante

    Intentaré dedicarle tiempo, aunque en este momento tengo otras prioridades.

    En cuanto a Delibes, veo una gran diferencia entre su primera novela y las que escribe a partir de «El camino». Tengamos en cuenta que el propio autor considera «La sombra del ciprés es alargada» una obra de experimentación en la que no ve reflejado su estilo definido. Sin embargo, a mí me fascinó la ternura, sensibilidad y sobriedad de esta novela.
    Vi en Pedro, el protagonista, una forma de pensar y sentir que, sin ser mejor ni peor que las demás, pocas personas tenemos. Ese sería uno de los puntos fuertes, para mí, de la literatura: la capacidad de romper con los estereotipos y reflejar tan variados caracteres y percepciones de la realidad interna y externa.

    Pero hay una lucha aquí con la industria editorial, igual que sucede con la discográfica. ¿Cuál es la literatura que alcanza a las masas? Se dice que hoy leemos más que nunca, pero, ¿qué leemos? Y volviendo a lo que acabo de decir, ¿qué tipo de personajes abundan? ¿Qué estereotipos se nos muestran como modelos de comportamiento? ¿Cuál es su mentalidad?

    Por cierto, pienso que la literatura infantil está también en decadencia. No comprendo esta tendencia a dejar de lado los cuentos tradicionales (hay libros donde se explica la influencia de la tradición oral en la comunidad, especiamente en los niños, por supuesto positiva. A este respecto os recomiendo la introducción a una recopilación de cuentos que siempre cito: [i]¡Y el pájaro voló…!
    [/i] de Monserrat Rabadán).

    En cuanto a la profesión, es un tema más complejo porque está totalmente ligado a la subsistencia, no tanto ya de nosotros, sino de la de nuestros hijos. Por ellos y por la manera en que está diseñado el sistema, tenemos que vernos trabajando en cosas que pueden no gustarnos. ¿Qué se puede hacer? No lo sé. Pero sí que creo que podemos educar a nuestros hijos de manera diferente. Me gusta en este sentido lo que nos enseña Delibes en «El camino». Daniel, el protagonista, es hijo de un quesero, pero su padre quiere un «futuro mejor» para él y lo manda a estudiar a la ciudad. Sin embargo, a Daniel le gustaba la profesión de su padre. Creo que este es una de las creencias de la sociedad actual que tenemos que repensar.

    No todo el mundo va a ser feliz siendo quesero. Entonces me pregunto si, una vez superada esa creencia en el progreso (en el ámbito de lo profesional), hemos de orientar a nuestros hijos para que, mientras sean jóvenes y no tengan responsabilidades familiares, se dediquen a aquello que les gusta, aunque después surgiría el problema de encajar sus gustos y habilidades innatas en lo que les ofrece el sistema. Que por cierto, ¿hay que conformarse con esto? ¿Cabe la posibilidad de ser creativo en este sentido?

    Personalmente, pienso que es necesario sair de esa dialéctica de «estar dentro del sistema-estar fuera del sistema». Las cosas son más complejas. Voy ligando reflexiones, como suelo hacer, y ahora me pregunto cuánta libertad tenemos «dentro del sistema». Sin caer en la política y en cambiar las cosas desde «dentro», ¿qué puede hacer por ejemplo un maestro de escuela por sus alumnos? ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros por influir en nuestra realidad cotidiana, con respecto a los objetivos de la revolución integral?

    *Por cierto, ¡qué guay, eres salmantina!

    #2137
    Leire Saitua Iribar
    Participante

    Fuimos a vivir a Valladolid, a abrir una Escuela de Yoga, una «fundacion» como Santa Teresa, jj. Sin conocer a nadie… fue duro al principio.
    Delibes me hizo compañía. Me sentí conectada a la tierra, y tb sentí a Castilla apaleada.

    Al cabo de 6 años nos volvimos a Euskal Herria, dejando 17 profes de Yoga y 500 personas practicando, de todo, en los Hogares de Tercera Edad, centros cívicos, en los pueblos, muchas gente mayor y muchas amas de casa.

    Todo un honor haber contribuido a subir a Castilla su autoestima, jj Un Master de la vida. Gracias, Delibes, por la compañía. Y gracias, Laura, por traerlo aquí.

    #2140
    Sofía
    Participante

    Esa última pregunta me la hago cada día y sin tener respuesta cerrada, hago.

    Las demás preguntas que haces también son muy interesantes, y abiertas a la reflexión.

    Sí soy de Salamanca, tengo esas raíces que trato de no perder, pero en realidad ya no soy de ningún sitio, he vivido en seis o siete ciudades, aunque siempre diciendo de donde soy.. más bien en dónde nací. Una pena.

    Miraré el libro que me dices para leerle a nuestros niños. Son cuentos palestinos… creo que nunca he leído nada parecido.

    Otro rato intento responder a las preguntas.

    Muchos besos.

    #2141
    Sofía
    Participante

    Y gracias a ti por contarnos un poco de tu experiencia, Leire.

    #2146
    Laura Herrero Román
    Participante

    A mi peque se los leía hace ya unos añitos y se reía mucho.

    En cuanto a las raíces… bueno, no sé si depende de las circunstancias o de la personalidad. En mi caso, me sentí adoptada por el Valle del Tiétar, pero antes de irme para allá, tuve una especial despedida de mi querida ciudad. Desde entonces me muevo entre dos amores: el dorado, el de la historia y las letras, que es el que me ha acunado y me ha visto crecer, sería el corazón; y el verde, en cambio, es el alma, no es sobrio como mi ciudad, sino que es como una canción o una caricia. Los dos amores confluyen en la poesía.

    Raíces siento en los dos lugares. No sé si sería capaz de vivir en otro sitio. Cuando vuelvo a mi pequeño paraíso verde, me emociono demasiado.

    Leire, es muy fácil sentirse a gusto en una tierra amable y generosa. Pero lo que necesita la seca Castilla es mucho amor y muchas lágrimas de dulce alegría. Y claro, solo los corazones sensibles son capaces de esto.

    Bueno, perdonad mi tono «ñoño». Es que no puedo hablar de estas cosas sin afectación.

    #2149
    Sofía
    Participante

    Si es así de bella que ¡viva tu ñoñería!

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