He querido realizar este Manifiesto breve por una revolución popular integral a fin de continuar el proceso de desarrollo de ideas y propuestas transformadoras que nos permitan superar los graves y profundos problemas individuales y sociales que vivimos en la actualidad.
Es una aportación personal, aunque asimismo circunstancial; precisa de posteriores mejoras y ampliaciones, sobre todo de otras gentes con capacidades e ideas propias.
La clave reside en que todas las personas del pueblo, desde sus diferencias y diversidad, aporten sus soluciones a la transformación necesaria simplemente para sobrevivir. Si bien, el ser humano requiere algo más que sobrevivir como lo hacen los animales, pues se define por la riqueza de su mundo espiritual (ética, reflexión, creatividad, amistad, arte, etc.)
Por tanto, reflexionemos sobre este cambio y trabajemos por llegar en un futuro a unos puntos mínimos por los que luchar juntos.
Manifiesto breve por una revolución popular integral
La idea de revolución integral se refiere a la transformación completa, tanto a nivel individual como social, que necesitan las sociedades del siglo XXI. Ante las múltiples crisis éticas, políticas, económicas, ecológicas, existenciales,… se torna imposible un cambio cualitativo y verdadero por medio de reformas, ni dentro o a través de las instituciones, de ahí que lo acertado sea apostar por una alteración de raíz de las circunstancias presentes.
Dicha transformación ha de basarse en la capacidad y autonomía del individuo, quien, como sujeto libre, sin necesidad de vanguardias o mesías salvadores, se asocie con sus iguales para vivir de manera respetuosa, justa y moral. De este modo, la gente común será dueña de su destino, garante de su cultura y responsable del desarrollo histórico de su sociedad.
Por tanto, las bases expuestas a continuación son una aportación provisional, unas orientaciones que cada persona y cada comunidad pueden apoyar parcial o totalmente, y que deben moldear y enriquecer según sus particularidades y contexto.
Ahora bien, dicha transformación será un proceso lento y tortuoso, imperfecto y paulatino, con grandes saltos y retrocesos, pero lo cierto es que la historia es decisionista, es decir, demuestra que la voluntad, el esfuerzo y el compromiso de las personas son lo determinante.
Bases para una revolución popular integral:
Sobre el sujeto:
– El primordial constituyente de toda sociedad es la persona, por lo que sin su transformación, la de su forma de entenderse a sí misma y la realidad, y, por ende, la de su actuar, resulta irrealizable la regeneración del mundo actual.
– Se pueden destacar diversas capacidades o cualidades que conforman al ser humano, no obstante, la única vía real para su desenvolvimiento es la autoconstrucción, pues es la persona misma la que en su esfuerzo desarrolla dichas capacidades y en libertad se autodetermina.
– En consecuencia, la responsabilidad, el esfuerzo, la valentía, la voluntad y la fortaleza son imprescindibles para autoconstruirse, lo mismo que para edificar una sociedad razonablemente buena; como también lo son el desinterés, la afectuosidad, la inteligencia, la sensibilidad, la pasión, la templanza, la creatividad, la frugalidad, etc.
Sobre lo ético:
– En lugar del autoritarismo, el dirigismo y la represión, se apuesta por la ética como principio vital; así, a mayor peso de la ética, menor necesidad de control, legislación e intervención en la autonomía del individuo.
– Frente al despotismo del Estado y los demás poderes fácticos ilegítimos, se propone que las necesidades primarias materiales e inmateriales sean cubiertas dentro de los vínculos humanos naturales, fruto del amor y la vida misma, como son la amistad, la familia, el compañerismo, la pareja, la vecindad, etc.
– De tal forma que sea posible conformar comunidades humanas basadas en el afecto mutuo, valedoras de una ética que pugne por el bien, aunque sin renunciar a la defensa de la soberanía individual y colectiva.
– Asimismo se manifiesta indispensable un compromiso ético con la verdad concreta, la extraída de la experiencia y el sentido común, con el propósito de evitar el error y eludir la mentira o la manipulación; a la par que cultivar un pensamiento estratégico basado en la complejidad de lo real.
Sobre lo femenino y sexual:
– La igualdad entre hombres y mujeres, en su diversidad y diferencias, ha de ser un principio fundamental. Aunque no debe entenderse como algo otorgado por algún poder ilegítimo, sino como una realidad práctica y auto-otorgada, basada en los deberes, los derechos, el afecto, y la responsabilidad individual y colectiva.
– La libertad sexual es un principio básico, puesto que es un fenómeno íntimo del ser, de modo que no puede haber ningún tipo de represión de la sexualidad. Al mismo tiempo, es preciso valorar especialmente el sexo heterosexual, pues es creador de vida, igual que la maternidad-paternidad, los cuales conforman redes naturales de amor imprescindibles, sin olvidar la enorme importancia del cuidado y cariño hacia los niños.
Sobre lo histórico y cultural:
– Se deduce crucial conocer la propia historia, maestra de la vida, ya que ésta determina en gran parte quiénes somos, a la vez que nuestras circunstancias. En contraposición de la erudita o académica, la cual, sin negar sus aportaciones al conocimiento, se centra en las vicisitudes y logros de las élites, y en ocasiones tergiversa ampliamente la verdad, necesitamos recuperar la historia de las personas del pueblo.
– En este mismo sentido, es preciso amparar la cultura popular propia (lengua, arte, música,…), que engloba los saberes, valores y cosmovisión que una comunidad humana ha desarrollado a lo largo del tiempo, una trasmisión valiosísima e insustituible.
Sobre lo político:
– Las tres libertades principales que fundamentan una buena sociedad son la de conciencia, la civil y la política. Su respeto y materialización sólo pueden asegurarse desde lo local, donde el conjunto de los adultos de una comunidad se hacen cargo de su soberanía a través de la asamblea, como se realizó en la península ibérica con el concejo abierto, el batzarre,… Ahora bien, con el propósito de lograr el autogobierno popular, habrá que enfrentar de una manera u otra la dictadura estatal y capitalista actual.
– Esta asamblea local puede establecer acuerdos y normas con otras asambleas locales por medio de portavoces (dependientes del mandato imperativo), a nivel comarcal y regional, pero rigiéndose por el principio de que el poder se ejerce desde abajo hacia arriba.
– La asamblea local debe ser omnisoberana, ya que representa la voluntad de los individuos que la componen, de tal forma que se autogobiernan mediante:
• Poder legislativo: Los vecinos se autoimponen las normas mínimas precisas que regulan la vida en común, pudiendo valerse del derecho consuetudinario (de la costumbre).
• Poder ejecutivo: El conjunto de vecinos toma las decisiones y ordena las acciones que considere necesarias para el correcto funcionamiento de la comunidad.
• Poder judicial: Los vecinos se encargan de juzgar las infracciones cometidas y determinar las sanciones pertinentes, siempre con justicia, proporcionalidad e intención rehabilitadora.
Sobre la autodefensa:
– En contra de las utopías, se reconoce que el ser humano es capaz de hacer el bien y el mal, por consiguiente, nunca existirán individuos ni sociedades perfectas, y mucho menos una humanidad perfecta. Por tanto, asentadas en un estricto comportamiento ético, cada persona y cada comunidad tienen el deber de protegerse a sí mismas.
– A nivel individual se refiere al uso de la legítima defensa, tanto para varones como para mujeres, y a nivel colectivo se traduce en la formación de una milicia local subordinada a la asamblea, esto es, el armamento general del pueblo. De manera que las funciones de seguridad y mantenimiento del orden público las realizarán los vecinos como otra tarea comunitaria más, y, en caso de una invasión desde el exterior, la milicia o milicias deberán defender su soberanía ante los atacantes. Es más, por su propia naturaleza tienen un carácter defensivo, contrario a cualquier deseo de conquista.
Sobre lo económico:
– En vez de vivir con un afán materialista, hedonista, consumista y posesivo, se propone una forma de vida que valore los bienes espirituales (la convivencia, la justicia, el conocimiento, la amistad,…) por encima de los materiales, pues de ello resulta una existencia más rica y un desarrollo humano infinitamente superior.
– Ante la destructividad intrínseca al capitalismo u otro sistema económico al servicio de las metas autoritarias, totalitarias e imperialistas de los Estados, propugnamos una economía al servicio de lo local, a fin de que las comunidades sean mayoritariamente autosuficientes, rehusando cualquier tipo de explotación (en el trabajo, ecológica, demográfica, energética,…) que niegue los valores aquí defendidos, verbigracia la soberanía individual y colectiva.
– Y, puesto que la tierra ha de estar en manos de quien la habite, cuide y trabaje, una amplia porción será comunal (propiedad de todos los vecinos, gestionada desde la asamblea), como lo fue en Iberia y sus islas hermanas durante siglos, sobreviviendo aún hoy algunas de aquellas tierras comunales; el resto será propiedad particular, si bien limitada por el sentido común para no convertirse en fuente de poder ilegítimo, y propiedad colectiva (cooperativas, asociaciones,…). Lo mismo ocurre para los bienes de producción y demás bienes materiales.
– El trabajo asalariado, así como cualquier otro tipo de trabajo tutelado y no libre, tiene que ser erradicado, dado que impide el pleno desarrollo del sujeto y sus capacidades. El trabajo libre, realizado de forma individual o en común, regenerará nuestras sociedades gracias al esfuerzo y la creatividad popular. De hecho, es crucial revalorizar el trabajo manual, reconectándolo con la naturaleza y a fin de que el individuo recupere el vigor físico, al tiempo que permitir y fomentar el espiritual (intelectual, artístico, técnico,…).
– Para la consecución de esta transformación, primero sería necesario eliminar las grandes empresas monopolistas y multinacionales, por medio de una expropiación general revolucionaria sin indemnización, proceso en el cual los grandes propietarios podrán reconvertirse en trabajadores como los demás. Más adelante, habría que considerar la abolición o amplia restricción del dinero, puesto que éste materializa la búsqueda del interés particular y la confrontación, en lugar de los bienes espirituales y el desinterés. El numerario se sustituiría por el trueque e intercambios mínimos de carácter equitativo en función de las necesidades mutuas y la complementariedad. Asimismo se tendrán que desarmar el resto de empresas estructuradas al modo capitalista, y reconstruir solo aquellas que puedan ser beneficiosas para la vida humana y natural.
Sobre lo ecológico:
– Poniendo por delante los bienes del espíritu junto al amor por la naturaleza, se apuesta por una existencia frugal y en equilibrio con el medio, por la grandeza de los bosques y los ecosistemas naturales, con especial aprovechamiento de frutos y plantas silvestres.
– Dada la negatividad de la vida urbana y la urbe en sí, proponemos un poblamiento disperso primordialmente rural, en armonía y simbiosis con la naturaleza y la esencia concreta humana, que aproveche la horticultura, la ganadería, la silvicultura, el pastoreo, etc. y con una agricultura limitada y sostenible.
– En cuanto a lo tecnológico, se tendrá que valorar la idoneidad de cada tecnología en particular según sus beneficios y perjuicios, tanto para lo humano como para lo ecológico.
Sobre lo asistencial, lo educativo y lo sanitario:
– Los cuidados a menores, ancianos, inhábiles,… han de llevarse a cabo por las personas cercanas y que más les quieren, dado que son los que más desean su bien y virtud; a diferencia de las empresas privadas, que buscan siempre beneficio y su propio interés, y de las instituciones estatales, como las que existen en el estado de bienestar, las cuales persiguen el interés de Estado, o sea, el de las élites militares, políticas, intelectuales,… englobadas en éste.
– La educación ha de estar conectada con la vida real, con la experiencia y los saberes verdaderamente importantes, con aquellos que le permitan construirse como una persona capaz, unida a una cultura y valores propios. Lo fundamental tiene que ser la autoformación, por lo que a los 13-14 años el sujeto posee la capacidad y ha de responsabilizarse por completo de su aprendizaje y hacerse cargo de sí mismo.
– Así como de su salud, debido a que el individuo es quien mejor se conoce a sí mismo y tiene la habilidad de enmendar sus errores, cambiar sus costumbres y optimizar su modo de vida, por supuesto con ayuda de sus iguales y de aquellos con mayores conocimientos en la materia.
– Así pues, si no delegamos nuestra existencia y nos responsabilizamos de autosatisfacer nuestras necesidades primarias, junto a nuestros iguales, cimentaremos la autonomía y calidad del sujeto, a la par que erigiremos una sociedad fraterna, libre, justa, sana, sostenible y moral.