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  • Autor de la entrada:Jesús

En El fin del campesinado: transformaciones culturales de la sociedad rural andaluza en la segunda mitad del siglo XX. Salvador Rodríguez Becerra y Clara Macías Sánchez (coordinadores), se señala el antes y el después en el mundo rural andaluz a raíz de los cambios impelidos por la penetración reguladora del Estado en la vida cotidiana, la subordinación política, la inserción del capitalismo en el agro, la reconducción de la producción agropecuaria para el abastecimiento y el avance del sector industrial y urbano, la universalización del sistema educativo y sanitario, la mecanización agraria, el éxodo rural hacia la ciudad, la proletarización y la institucionalización del ocio orientado al consumo privatizado como forma de control social.

elfindelcampesinado

La sociedad agraria, un sector de población que hasta hace pocas décadas alcanzaba hasta el 60% de la población total española, ha desaparecido como forma de cultura para asemejarse a la urbana; los campesinos se han convertido en productores o empresarios agrícolas, permanentemente subsidiados.

La patrimonialización, musealización y turistización de lo rural forman parte de su transición hacia una economía de servicios.

El resultado de todo ello es la modificación de hábitos, relaciones sociales y familiares, valores y creencias.

La definición del campesinado como categoría social en función exclusivamente de criterios productivos es errónea. Es necesario poner el acento tanto sobre las relaciones sociales entretejidas en el seno de la comunidad como sobre la ética de la subsistencia y no del beneficio y consumo. El esfuerzo del campesino por obtener los bienes necesarios se hacía evitando en la medida de lo posible recurrir al mercado o al trabajo asalariado.

El libro no aborda que el debate sobre la específica complejidad de la estructura del campo andaluz, con inserción preferentemente del latifundismo de monocultivo en el Valle del Guadalquivir y las Campiñas y del minifundismo de policultivo en la Penibética, ha obviado el comunal.

Los vínculos comunitarios basados en la familia, la vecindad, la amistad, la cooperación y la ayuda mutua estuvieron muy arraigados en muchas zonas de Andalucía y en determinados períodos de nuestra historia, sustituyendo a las transacciones mercantiles. La posesión de terrenos y derechos en común solía fundamentar materialmente la fuerza de tales vínculos1.

En el siglo XIX, a raíz del proceso desamortizador estatal, las reivindicaciones campesinas no demandaban el reparto de la tierra, sino que exigían la devolución de los comunales enajenados. Y más aún, durante la segunda república española (1931-1936) en muchos municipios andaluces se seguía pleiteando por lo antaño usurpado2.

La atribución causal de lo acontecido a ‹‹la fuerza arrolladora de la economía neoliberal›› resulta desacertada o, al menos, insuficiente.

Ello olvida la elaboración y ejecución estratégica, política y axiológica, de las clases mandantes ilustradas, liberales, franquistas y constitucionalistas para la desarticulación y dominación del mundo rural, mayoritario en la península Ibérica a comienzos del siglo XX, desafecto a la modernidad estatista y capitalista y poseedor de una respuesta diferenciada a la problemática de la existencia y libertad humanas3.

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1 Vecindad y derechos comunales en la comarca de La Janda (Cádiz). Las hazas de suerte de Vejer de la Frontera y Barbate. Alberto Bernabé Salgueiro.
2 La tierra comunal en Andalucía durante la Edad Moderna. Antonio Miguel Bernal Rodríguez.
3 Investigación sobre la segunda república española, 1931-1936. Félix Rodrigo Mora.

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