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  • Autor de la entrada:Alberto Melchor

¿Es posible hacer negocio de la pobreza?

Parece una contradicción negocio y pobreza, pero si estamos acostumbrados a aceptar los beneficios de las empresas farmacéuticas cuyo negocio en última instancia se sustenta en la enfermedad ¿Por qué no se va a poder sacar también partido de la pobreza?

Introducción

Se pretende con este texto analizar la causa última de la pobreza, no limitándonos al hecho, que a día de hoy ya todos deberíamos conocer, de que haya casos particulares de empresas, organizaciones, instituciones y cargos que obtengan beneficio económico «directamente» de la situación desigual del reparto de las ganancias o de la pobreza. Éstos no dejan de ser en cualquier caso una minoría que no podrían vencer a una gran mayoría que está en contra. Tiene que existir por tanto una causa mayor que apoye esta situación a la de aquellas instituciones, que no dejan de ser muy minoritarias. ¿Quién está detrás de esta situación y por qué? ¿Existe algún factor interno que favorezca el desarrollo de situaciones perjudiciales, dificultades o penurias?. Esto es lo que a continuación analizaremos.

El negocio tras el perjuicio

Hacer negocio de una situación perjudicial como la pobreza constituye una paradoja: A mayor pobreza mayor negocio, a mayor negocio mayor beneficio: por tanto a mayor pobreza mayor beneficio ¿?. Aquí hay algo que no cuadra, y es que quizá lo que ocurre es que no estamos teniendo en cuenta el factor parcial[1].

 

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¿La esclavitud significa miseria? ¿La esclavitud posibilita la riqueza?

La esclavitud posibilita la riqueza en determinados contextos. Digamos que en un entorno donde no es posible la vida libre ésta se convierte en una fuente de miseria, mientras que la vida esclava puede dar lugar a ciertos logros o hechos provechosos que pueden proporcionar productos tangibles que son beneficiosos (al menos en parte). He aquí la trampa que posibilita hacer negocio de determinados aspectos que son perjudiciales: la esclavitud o vida esclava[2].

¿Es la pobreza una posible fuente de dependencia extrema asimilable a la esclavitud? ¿Lo es la enfermedad?

A ambas preguntas si la respuesta es sí tenemos que estos dos aspectos pueden llegar a ser provechosos en una determinada circunstancia: aquella en la cual la libertad sea imposible y haya un gobierno responsable de dirigir la mayoría de los actos de las personas. En este caso sí, la pobreza y la enfermedad proporcionan campos de cultivo válidos los cuales son un vehículo para la transmisión de órdenes y su cumplimiento[3]. El resultado es el orden, el cual posibilita la riqueza. Riqueza aprovechable en gran medida por una parte de la sociedad la cual para mantener este «orden» querrán proporcionar a los pobres una cierta cantidad de esta riqueza (la justa para que continúen viviendo y sigan siendo pobres) y a los enfermos (la justa para que permanezcan vivos pero no adquieran la salud).

¿Quién pierde?

Los trucos nunca han servido para solucionar grandes problemas, y la sociedad al completo tendrá en este escenario siempre una lacra de las peores, si no otras que aquí no he mencionado pero que a cual más penosa.

¿Quién gana?

Unos pocos tendrán ciertos privilegios, los cuales estarán avocados al mantenimiento de una serie de penurias a nivel global, pero de las cuales sacarán provecho. Eso no significa que ganen más en este escenario que en otro en el cual el provecho lo obtuvieran de su trabajo, de la tierra o de la vida en común. Pero sí tendrán algo de lo que no tendrían por qué disfrutar en otros escenarios: ciertos privilegios. Lo cual nos lleva a la siguiente conclusión: Querer ser privilegiado es la primera causa de agravio en el contexto cultural actual.

Ampliando horizontes en el ejercicio de la tiranía.

Un gobierno basado en el engaño.

Veíamos anteriormente como el gobierno actuaba sacando provecho de situaciones perjudiciales y para ser más exactos me gustaría añadir que para que de esa situación se dé el provecho, ha de existir el deseo de querer evitar esa situación por parte del o los afectados. Es ese deseo el que proporciona el campo de cultivo para que sus actos sean destinados al fin interesado, del que una parte será mantener la susodicha desgracia. Esto nos ofrece también la posibilidad de dar una amplitud mayor a esta dinámica. Ya que no son las desgracias únicamente las que hacen movilizar a la gente tenemos que habrá otras situaciones de las cuales este tipo gobiernos podría sacar también provecho. Y es que justamente de lo único de lo que un gobierno ilegítimo se puede beneficiar es precisamente de los actos involuntarios de sus gobernados por no tener el gobierno el consentimiento de éstos. Es esto comprensible ya que es inherente al que no consiente oponerse a lo no consentido en lugar de favorecerlo. Hay ciertas corrientes de pensamiento que hablan de la no oposición e incluso la rendición, lo cual en este ambiente es comprensible por ser la oposición la que proporciona la energía al contrario. Si bien mi opinión personal es que en cada momento habrá que tomar una actitud, si bien cualquier acto conlleva un riesgo: ¡Que la prudencia sirva de orientación!

La amenaza totalitaria

¿Habría algo peor que este tipo de gobiernos? Quizás sí cuando éste tenga el consentimiento de la población (ya sea por costumbre o por desconocimiento). Y esto es quizás lo que ha ocurrido en ocasiones con diversos gobiernos si bien es algo de lo que yo no tengo datos fiables y contrastados. Pero en cualquier caso cabe la posibilidad de que un gobierno tirano sea percibido como auténtico por sus subordinados. Cabe preguntarse si es posible un gobierno tirano sin subordinados, lo cual a mi me parece algo no posible y sólo imaginable a través de ciertas fantasías las cuales algunas nos vienen mostradas en los productos cinematográficos mediante seres capaces de disfrutar haciéndose daño en equitativa medida.

Cuando evitar el daño supone un perjuicio aún peor.

Ante esta situación ¿Cuál debe ser nuestro actuar?. Esto es complejo y la estrategia a seguir dependerá del contexto. Ante situaciones de abuso de poder donde el agresor es claramente superior cabe plantearse una posible fuga. En situaciones de fuerzas compensadas cabe plantearse la batalla. En caso de superioridad del agredido una respuesta agresiva contundente podría disuadir al agresor. Si nuestra meta es la victoria la fuga sería un modo de encontrar una posibilidad futura de combate. Una actitud batalladora es sin embargo una manera de buscarse enemigos los cuales se convierten en posibles agresores. La lucha es ademaś una acto que conlleva un daño, daño el cual es el que tratábamos de evitar en primera instancia sólo que el daño es esta vez limitado al contexto de la batalla. Una huida es quizás mi elección. Ésta conlleva también un perjuicio y significa la no disposición a la batalla pero no es una actitud sumisa ya que no acepta la subordinación. Proporciona ademaś algo totalmente distinto al enfrentamiento que es la evasión. La evasión supone un contacto mínimo con el agresor lo cual ofrece la gran ventaja de la reducción del vínculo y con ello un futuro alternativo al que se hubiera tenido de seguir en contacto con el agresor (en este momento no he tomado la aniquilación del contrario como alternativa). Además si se desea evitar la violencia ésta meta podría tener éxito. Pero la huida tiene la desventaja de que sí admite el ejercicio del poder a través de la violencia (lo cual también lo habría hecho la batalla en este caso para ejercer el poder contrario). La única actitud que no conlleva la admisión de la violencia como medio de dominación es la estoica o admisión del daño sin sumisión. Esto significa una rendición no al poder si no al daño. Una aceptación del daño en cuanto a fenómeno[4].

¿Es esto posible? ¿Tiene sentido no desear evitar el daño?

Sólo cuando se le da un sentido más elevado a esta actitud. Este sentido normalmente es el hecho de superar una situación como la descrita. La fortaleza que representa la asunción del daño es ciertamente evidente pero no constituye ninguna garantía de rendición de los agresores y podría suponer un aumento de la agresividad de éstos por ver frustradas sus últimas intenciones.

Difícil elección por tanto y compleja. Éste asunto tratado de modo tan genérico quizás sea tremendamente difícil de solventar, aún así podría darnos algunas herramientas aplicables a los casos concretos reales que encontramos por desgracia actualmente.

 

Notas:

[1] En este párrafo se habla de la aparente contradicción entre beneficio (es decir: riqueza) y pobreza. Evidentemente una verdad absoluta como «riqueza es distinto a pobreza y además opuesto» no puede negarse así como así y requiere del debido análisis.

Hay dos cuestiones por los cuales actualmente se saca partido de la pobreza (de otros):

1.- A veces la pobreza de la que se saca beneficio viene acompañada de una riqueza: la riqueza humana o la del potencial humano. Se trata de mantener una pobreza material adecuada de tal manera que la riqueza del potencial humano pueda ser explotada debidamente. Si bien, la pobreza material no tiene por qué estar presente de forma tangible: basta con que lo esté virtualmente (como posible amenaza). Se trata de poner las condiciones mediante las cuales la pobreza pueda ser utilizada como un arma arrojada contra quienes se pretende explotar (o utilizar de otros modos que en el texto no son contemplados). El cumplimiento o no de tales amenazas es cuestión a parte ya que la «calidad de vida» de los explotados puede ser factor determinante en el resultado de la operación.

2.- Otras veces la pobreza no viene acompañada de una riqueza directamente pero sí que hay una riqueza presente que es la de unos terceros a los que se pretende persuadir para que la aporten. Es de ésta otra riqueza de la que se saca el beneficio.

[2] En este contexto la esclavitud no es total. La esclavitud es una situación que fundamentalmente genera miseria. Por ello la esclavitud completa no se quiere ejercer ya que de la miseria es muy complicado sacar algún beneficio.

Me estoy refiriendo aquí a una esclavitud inducida por un orden establecido pero que no se percibe como tal por los afectados. Quizá tiene algún tipo de semi-consentimiento que suele ir acompañado de una aceptación de la incapacidad de cambiar la situación, cómo si fuera una especie de imposición natural.

[3] Enfatizo que la aplicación de un orden a través del ejercicio de una treta no de la imposición directa. Se trata de persuadir no de obligar. Se pretende ser sutiles para que no sea evidente la trampa que se ejerce a través del encauzamiento de una necesidad o un deseo humano.

[4] Estoy tratando aquí la solución violenta: doy por supuesto que la solución pactada no es viable.

 

 

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