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Estado de la situación de la humanidad y del planeta en 2010
– Charla de CLAUDE BOURGUIGNON –
Claude Bourguignon (ingeniero agrónomo) ha realizado más de 6000 análisis de diferentes suelos por el mundo, no sólo de los componentes químicos sino también de la estructura física y de la actividad biológica.
Los suelos albergan el 80% de la biomasa del planeta. Desde hace 20 años se ha observado una bajada constante y regular de la actividad biológica de los mismos.
En Europa en 1950 había 2 toneladas de lombrices/ha, esta cifra se ha reducido a menos de 100kg/ha en la actualidad.
Las lombrices y la fauna del suelo tienen un papel fundamental en la fertilidad de la tierra, suben constantemente a la parte superior elementos químicos como potasa, fósforo, nitrógeno etc. impidiendo su lixiviación (arrastrado por el agua a las capas freáticas).
AGUA, AIRE Y TIERRA
Desde finales del siglo XIX algunos científicos alertan a la humanidad de que estamos deteriorando los tres medios donde hay vida: aire, agua y suelo.
El aire y el agua están compuestos por moléculas y sus contactos atómicos son bastante sólidos, por lo que es difícil hacer desaparecer la atmósfera y el agua. Se necesitaría calentar el planeta por encima de los 100ºC, lo que todavía no sabemos hacer, aunque sí sabemos contaminarlos.
El suelo es un medio totalmente diferente que sólo existe en nuestro planeta (no se ha encontrado en otra parte), de ahí que nuestros antepasados lo llamaran Tierra. Mide un promedio de a penas 50cm de grosor y es orgánico-mineral, eso significa que está formado por la unión de arcillas (mineral) y humus (orgánico) en lo que se denomina complejo húmico-arcilloso.
Las arcillas son la sustancia mineral más compleja fabricada por la vida (por las raíces y los microorganismos), el humus es la molécula orgánica más compleja formada por la descomposición de la parte superior orgánica del suelo (llevada a cabo por los hongos y los microorganismos).
Las arcillas y el humus tienen carga eléctrica negativa. Durante la descomposición de la roca madre y de la parte superior del suelo se liberan átomos con 2 cargas positivas: calcio (Ca2+), hierro (Fe2+), aluminio (Al2+) y magnesio (Mg2+), que unen las arcillas y los humus negativos para formar el complejo húmico-arcilloso. Y al ser sus uniones eléctricas, son débiles, lo que hace que sea extremadamente fácil destruir los suelos y hacerlos desaparecer.
AGRICULTURA
¿En qué consistió el trabajo de la humanidad cuando decidió cultivar los suelos?
Desde que comenzamos a cultivar los suelos hemos degradado durante 6000 años dos mil millones de hectáreas de tierra agrícola, cuando comenzó la agricultura los desiertos cubrían solamente el 11% del planeta y ahora cubren el 32%.
De estos dos mil millones de hectáreas de desierto que hemos creado, 1000 millones han sido generados en el siglo XX (solamente en cien años).
Y ¿cuál es la situación actual para la humanidad?
Estamos cultivando 1500 millones de hectáreas de suelo y somos 6900 millones de personas, quedando como resultado menos de 2200 m2 de suelo cultivable por persona.
Destruimos los suelos agrícolas al ritmo de 10 millones de hectáreas por año y, convertimos en hormigón 5 millones más. ¿Cómo compensamos esta pérdida?: deforestando 15 millones de hectáreas cada año, principalmente de selvas tropicales. Las selvas evitan la diferencia demasiado grande de temperatura entre el ecuador y los polos, su alteración influye en la generación de huracanes y en la pluviometría (hemos dividido por dos la pluviometría en 18 años).
Tenemos pues una superficie agrícola estable: destruimos 15 millones de hectáreas de suelo agrícola y deforestamos 15 millones de hectáreas para recuperar lo que perdimos, mientras la población aumenta en 70 millones de personas cada año. Y además hay un fenómeno al que nadie le presta atención, y es que desde 1984 la producción agrícola mundial está estable (no ha crecido).
LA REVOLUCION VERDE
Cuando se creó la “revolución verde”, es decir, cuando los Estados abandonaron la función de alimentar a su población y decidieron confiar el desarrollo de la agricultura a la agro-industria, se cambió el objetivo de “alimentar a la población” por el de “hacer beneficios”. Y para ello se simplificó el modelo agrícola a ultranza, abandonando la civilización basada en el equilibrio agro-silvo-pastoril.
Los campesinos habían creado algo extraordinariamente ingenioso, comprendieron que para que el sistema agrícola alimentara a la humanidad requería de los tres componentes. El bosque, entre otras muchas cosas, proveía de madera que fertilizaba los suelos mediante su descomposición. Comprendieron también que se necesitaba un descanso regular del suelo en la pradera, el ganado pacía allí y con su estiércol lo fertilizaba de nuevo. Este es el modelo más productivo del mundo por metro cuadrado.
Un ejemplo muy sencillo de este sistema era el azteca: sembrar frijoles junto al maíz, el frijol se enrolla en el tallo del maíz y se asocia con una bacteria llamada Rhizobium que captura el nitrógeno del aire y se lo provee al maíz para su crecimiento. Entre las filas de frijol y maíz se siembran calabazas, cosechando en la misma parcela frijol, maíz y calabaza. No hay ningún sistema intensivo capaz de producir tanto por metro cuadrado, pero el problema es que no existe ninguna máquina capaz de recoger frijol, maíz y calabaza al mismo tiempo.
La agricultura llamada “intensiva” no lo es en absoluto, sí por agricultor pero no por metro cuadrado. Pero se ha decidido aplicar la revolución verde diciendo que este viejo modelo es demasiado complicado.
ABONOS QUIMICOS
Hemos hecho una tontería enorme, que las empresas del agronegocio no entienden, y es que hemos violado las leyes biológicas del suelo aplicando abonos químicos. ¿Qué ocurre cuando se aplican abonos químicos, sobre todo nitrógeno? provocan una reacción contraria al sistema biológico, donde en vez de hacer que los hongos fabriquen humus se multiplican las bacterias que mineralizan el humus y emiten CO2.
En 1950 en Francia existía un 4% de materia orgánica en el suelo, hoy es de apenas un 1’3%, lo que muestra la gran cantidad de CO2 que se ha emitido a la atmósfera. La agricultura intensiva (revolución verde) representa el 40% de las emisiones de CO2 en el planeta.
¿Y que ocurre cuando no hay materia orgánica en el suelo? que la fauna que se alimenta de ella muere y ya no sube los elementos minerales a la superficie. El nitrógeno, el fósforo y el magnesio son arrastrados por el agua a la capa freática, y de ahí hacia el mar.
Así la degradación biológica lleva a la degradación química de los suelos, ¿y qué pasa cuando se va demasiado lejos en la degradación química? que el calcio, el hierro y el aluminio que unían la arcilla con el humus también se pierden. Y al dejar de estar la arcilla unida al humus, asistimos al mismo espectáculo cada día por el mundo entero: cuando llueve todos los ríos se llenan de barro. Es un espectáculo tan generalizado que para toda la gente del planeta es un fenómeno totalmente natural.
Ahora bien, cuando se tiene la suerte de sobrevolar zonas todavía vírgenes (cada día más escasas), observamos que allí los ríos están totalmente trasparentes. En cuanto el hombre interviene con la agricultura los ríos se llenan de barro, y así perdemos nuestros suelos.
FUTURO
¿Qué va a pasar en el futuro?
Tenemos dos posibilidades:
1.- Podemos considerar que los 1000 millones de personas que no comen lo suficiente y que los 3000 millones que sufren carencias, es algo natural que aceptamos. Para esto nos pueden servir las estadísticas.
Los 1000 millones de personas muriéndose de hambre y los 3000 con carencias si se pasan a porcentajes, resulta que había más porcentaje de personas muriéndose de hambre a principios del siglo XX que en la actualidad, aunque hayamos pasado de 200 millones de hambrientos en 1800 a 1000 millones hoy. Ahora hay muchas más personas en el planeta, y entre ellos muchos más hambrientos que en 1800. Pero para decir que estamos adelantados hablamos en porcentajes, y ya está. Así es un gran progreso, y es muy importante para los políticos.
Podemos seguir con la agricultura en manos de la agro-industria y esperar a que la hambruna siga aumentando.
2.- O bien, los Estados pueden decidir encargarse de nuevo de su tarea número uno: alimentar a su población.
Canet en el siglo XVIII dijo “hay solo una industria humana que nos devuelve más de lo que le damos: es la agricultura”. Cuando siembro una semilla de trigo en el suelo, recupero 100. Pero desde la revolución verde ya no es así, gastamos 8’5 calorías fósiles para producir 1 caloría agrícola.
Tan sólo un ejemplo: la agricultura hidropónica utiliza 36 calorías para producir 1 caloría agrícola.
Habría que practicar una agricultura biológica que respete las leyes del suelo, comenzando a prescindir del petróleo. Y comenzar a restaurar los dos mil millones de hectáreas de tierra degradada, cuyo coste financiero oscila entre 1000 y 5000 euros por hectárea. Que en este período de crisis financiera, no es un importe muy simpático para nuestros políticos.
Dejo esta pequeña reflexión para la próxima discusión.